Judy Beishon, "Socialist
Party" (CIT en Inglaterra y Gales). Publicado originalmente el 12/05/2013
en www.socialistworld.net, página web en inglés
del CIT.
El secretario de estado de Estados
Unidos John Kerry recientemente debatió con miembros de la Liga Árabe como
reavivar el proceso de paz entre Israel y Palestina. Sin embargo, muchos se
preguntan si un estado palestino viable al lado de Israel es
actualmente posible, debido a que el gobierno de éste último ha incrementado
progresivamente el número de asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén
Este. Algunos han abandonado la idea de una solución con dos estados para
unirse a aquellos que reclaman un solo estado. Pero, ¿es la lucha por un solo
estado viable? Judy Beishon del Comité Ejecutivo del "Socialist
Party" (CIT en Inglaterra y Gales) aborda esta cuestión fundamental: ¿Qué
programa deberíamos adoptar los socialistas para la creación un estado palestino
y el fin de este conflicto?
Más de cuatro millones de palestinos en
Cisjordania y Gaza sufren enormemente bajo la ocupación de Israel, con
altísimos niveles de pobreza y desempleo y sometidos a frecuentes incursiones
violentas y misiles del ejército de Israel con el objetivo de matar, mutilar e
intimidar (más de 6.500 palestinos han sido asesinados en los últimos 12 años).
Desesperados por salir de esta pesadilla, los palestinos se inspiraron en el
derrocamiento en 2011 de los dictadores árabes en Egipto y Túnez y tuvieron
esperanzas en que su propia lucha podría reavivarse y avanzar.
Durante los dos últimos años han tenido
lugar manifestaciones en toda Cisjordania en solidaridad con las protestas y
las huelgas de hambre de los prisioneros palestinos y contra los recortes.
Éstos incluyeron una huelga de 48 horas de los trabajadores de la Autoridad
Palestina en diciembre para demandar el pago de sus nóminas atrasadas. Contra
estas protestas las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina han utilizado
gas lacrimógeno y porras.
Mucha de la rabia contra los recortes
impuestos por la Autoridad Palestina es canalizada contra la ocupación. Sin
embargo, también se dirige contra los líderes palestinos que colaboran con la
ocupación. Las demandas incluyen la destitución del primer ministro de la
Autoridad Palestina Salam Fayyad y del presidente Mahmoud Abbas, que han
fallado miserablemente en la defensa de los intereses palestinos.
Las elecciones municipales en
Cisjordania en octubre del año pasado mostraron un declive en el apoyo al
partido de Abbas, Al-Fatah, mientras candidatos independientes obtuvieron
buenos resultados en ciudades importantes como Naplus, Ramala y Yenín.
También ha habido recientemente
protestas en Gaza, especialmente contra la interrupción de la ayuda
internacional. Hay un apoyo amplio en todos los territorios palestinos para
terminar con la separación de las administraciones de Gaza, liderada por Hamás,
y la de Cisjordania, liderada por Al-Fatah, separación que existe desde 2007.
Se han firmado tres acuerdos de reconciliación bajo esta presión desde mayo de
2011, pero todavía no se ha vuelto a un gobierno unificado.
Petición a las
Naciones Unidas
Como reflejo de la desesperación de la
población y de la propia desesperación de Abbas para mejorar su situación, el
pasado noviembre solicitó cambiar el estatus de Palestina en la ONU de
"entidad" a "estado". Debido a la presión que sentía desde
abajo, utilizó un lenguaje más fuerte que anteriormente, mencionando la "limpieza
étnica" en Jerusalén y otros lugares.
Se le concedió el estatus de
"estado observador" (es decir, estado no miembro de la ONU), pero
aunque los palestinos recibieron bien este cambio, pocos lo vieron como algo
más que la victoria simbólica que era y una humillación internacional merecida
de la cada vez más aislada clase dirigente israelí. Solamente 8 estados de los
193 en la ONU votaron con Israel en contra de esta resolución.
El gobierno israelí respondió a esta
votación en la ONU - y con las próximas elecciones generales en mente -
reteniendo millones de dólares de impuestos que se deben a la Autoridad
Palestina y anunciando nuevos proyectos de asentamientos. Ya hay un número
récord de asentamientos judíos - más de 500.000 - pero el plan de vivienda E1
propuesto amenaza con añadir a esto la ruptura de Cisjordania en dos
partes, norte y sur, y la separación de Jerusalén Este (árabe) de Cisjordania.
También hay un proyecto de 2610 viviendas entre Jerusalén y Belén.
Incluso el responsable de las
negociaciones por la Autoridad Palestina, Saeb Erekat, se vio obligado a
contestar: "No hablemos de una solución con dos estados... hablemos de una
realidad con un estado entre el río Jordán y el Mediterráneo.
El origen de la
propuesta de "dos estados"
La resolución de la ONU 181 de 1947, que
sentó las bases para décadas de un conflicto sangriento, se aprobó para dividir
el Mandato británico de Palestina y crear el estado de Israel. Israel después
tomó más territorio y finalmente tomó el control completo de las áreas
palestinas con las guerras de 1948-9 y 1967. Actualmente casi cinco millones de
palestinos son refugiados registrados de la ONU, como resultado de estas
guerras, más de tres millones en los países circundantes.
La Organización para la Liberación de
Palestina (OLP) decidió en 1988 abandonar su demanda no conseguida de un estado
palestino con las fronteras previas a partición y en su lugar reclamó una
solución con dos estados - un estado palestino junto a un estado israelí. Éste
se basaría en los territorios que tenía Israel antes de la Guerra de los Seis
Días de 1967, lo que dejaría a los palestinos con Cisjordania, Gaza y Jerusalén
Este como la capital, sumando el 22% de Palestina antes de 1948.
En los años 1990 los líderes de la OLP
fueron aún más lejos y votaron a favor de aceptar la existencia de Israel.
Incluso los líderes de Hamás, islamistas de derechas fuera de la OLP, a pesar
de negarse a reconocer Israel, a veces han hablado de una posible coexistencia
negociada y de largo plazo.
Fracaso del
capitalismo
Las luchas contra los recortes y por la
liberación nacional están íntimamente vinculadas, porque ninguno de ellos puede
tener un éxito completo sin un cambio fundamental en la sociedad. El
capitalismo ha demostrado ser completamente incapaz de acabar con el conflicto
por la tierra, los recursos, los mercados, etc.
El imperialismo occidental y la clase
dirigente israelí son los máximos culpables del sufrimiento del pueblo
palestino. Pero también se da el caso de que las élites capitalistas árabes no
desean seriamente promover los intereses de las masas palestinas, porque los
avances de los palestinos inspiraría una nueva oleada de luchas de los
trabajadores y los pobres (incluyendo las minorías oprimidas) a través de los
países árabes que pondría en peligro la riqueza y los privilegios de las
élites.
Las élites árabes, incluyendo a los
palestinos más ricos, tienen más en común con los capitalistas de todos el
mundo (sin excluir a los israelíes) que con los palestinos corrientes. Quieren aparecer
como colaboradores con la causa palestina para aumentar su popularidad en los
territorios ocupados, pero al mismo tiempo muchos de ellos hacen negocios con
sus homólogos judíos israelíes y con las grandes empresas multinacionales.
Ningún estratega capitalista a nivel internacional
ha sido capaz de encontrar una solución para dar a los palestinos un verdadero
estado y que traiga inversión a éste, y que al mismo tiempo satisfaga a las
élites dirigentes de Israel.
Los capitalistas israelíes tienen muchas
razones para evitar cualquier avance hacia un verdadero estado palestino. Éstas
incluyen el no querer un régimen a sus puertas con armas y con demandas de
tierra que fueron tomadas por Israel; la competencia adicional que encontrarían
por conseguir recursos naturales, inversiones internacionales y mercados; la
inspiración que traería a los árabes israelíes para luchar por la igualdad y a
los palestinos refugiados en los países de alrededor para volver a Palestina;
la inspiración para la clase trabajadora y clase media judía y árabe para
luchar por mejores niveles de vida; y no menos importante, la inevitable
indignación de los colonos judíos, ardientemente de extrema derecha, y sus
simpatizantes, que consideran ‘Judea y Samaria’ (la mayor parte de Cisjordania)
como tierras solamente para los judíos.
Israel con frecuencia utiliza cada
posible argumento o estratagema propagandística para retrasar las
negociaciones, desde los misiles disparados por las milicias palestinas dentro
de Israel (sean la Autoridad Palestina y Hamás cómplices o no) para demandar
que la Autoridad Palestina reconozca antes a Israel como un estado o patria
judía. El presidente de Estados Unidos Obama se hizo eco de esta demanda por
primera vez durante su visita a Israel en marzo, a pesar de que los líderes de
la Autoridad Palestina han aceptado hace mucho tiempo la existencia de Israel y
su aparato de seguridad coopera estrechamente con el de Israel.
Esto no significa que entre los
periódicos episodios de mayor derramamiento de sangre en el conflicto, los líderes
israelíes no cambien su posición o maniobren bajo la enorme presión
internacional u obligados por la inevitable futura lucha de las masas
palestinas – o para prevenirla. El que algunas veces hayan entrado en
negociaciones de paz y ocasionalmente estén obligados a hacer algunas
concesiones es un resultado colateral del propio conflicto en un grado u otro.
La élite israelí está muy alarmada por el
aislamiento internacional de Israel y por los acontecimientos en la región
(desarrollos nucleares en Irán, cambio de régimen en Egipto, guerra civil en
Siria, protestas contra los recortes en Jordania, etc.) y muchos de ellos
quieren apuntalar su posición y tratar de evitar un nuevo levantamiento
palestino embarcándose en un nuevo proceso de paz.
Sin embargo, en este momento están muy
divididos en cuanto a que propuestas hacer. Algunos no quieren hacer ninguna
mientras otros argumentan enérgicamente a favor de nuevas conversaciones con la
Autoridad Palestina. Yaakov Perry, antiguo jefe de Shabak, una de las tres
organizaciones principales de inteligencia israelí, y actual miembro electo del
parlamento israelí por Yesh Atid (N.T.: partido considerado de centro y laico),
declaró abiertamente: “¿Estamos al borde de una tercera intifada? Esta es una
posibilidad real debido a la gran desesperación que hay, junto con el punto
muerto político” y continuó con un aviso de que los “grupos fundamentalistas
islámicos” tomarán la iniciativa si no hay un proceso de paz (Haaretz,
13/01/2013).
El gobierno de coalición formado recientemente
tras las elecciones, liderado aún por Netanyahu, ha ordenado a la anteriormente
ministra de asuntos exteriores, Tzipi Livni, reiniciar el proceso de paz. ¡Qué
ridículas son las credenciales “pacifistas” de Livni, considerando que era
ministra de asuntos exteriores durante el brutal ataque a Gaza de 2008/9! Y
definió la maniobra palestina en la ONU de noviembre como un “ataque
estratégico terrorista”.
Sin embargo puede verse obligada a
decidir algunas concesiones; y a largo plazo un acuerdo podría llegar
posiblemente tan lejos como la de conceder un “estado” palestino de algún tipo,
aún bajo el capitalismo. Pero sería un estado con sus alas severamente
recortadas militar y económicamente y no satisfaría el anhelo palestino de
verdadera autodeterminación y mejora de sus niveles de vida.
La clase dirigente israelí se aseguró de
que los acuerdos de Oslo no fueran una verdadera ruta hacia la independencia de
Palestina. Durante todo ese proceso de “paz” continuó la construcción de
asentamientos judíos. En 1990, justo antes de que empezara el proceso, había
78.600 colonos en Cisjordania; este número se había doblado hasta los 154.400
en 1997, solamente 4 años después de firmar el acuerdo. Entre las muchas
restricciones y limitaciones del Protocolo de París de 1994, su apéndice
subordinada la economía de la Autoridad Palestina a Israel. La Autoridad
Palestina tenía que usar la moneda Israel y comprar agua, electricidad y
petróleo exclusivamente a Israel. Su IVA fue ajustado al de Israel y se obstruyeron
las cláusulas sobre los derechos de la Autoridad Palestina en comercio
internacional.
Es necesaria una lucha
de las masas
El CIT en Israel-Palestina (Maavak
Sotzyalisti/Nidal Eshteraki) e internacionalmente, llama a los palestinos a
construir acciones de masas organizadas democráticamente. Esto es crucial para
avanzar en la lucha y por la más que necesaria defensa, al igual que el derecho
a las armas contra las brutales operaciones lanzadas por el ejército israelí y
los asaltos asesinos de algunos de los colonos judíos de extrema derecha.
Los palestinos en los territorios ocupados
se levantaron en masa en la primera intifada que comenzó en 1987 y que llevó a
la concesión del proceso de paz de Oslo y a la formación de la Autoridad
Palestina en 1994. Cuando esto proceso no logró mejoras significativas ni un
estado, sino que en muchos casos empeoró la situación de los palestinos,
finalmente estalló la segunda intifada, un movimiento que erróneamente se distanció
de la acción de masas. En su lugar, se basó en individuos y organizaciones que
recurrieron desesperadamente a suicidios decididos de forma no democrática y
otros ataques sobre civiles israelíes y otros objetivos. Los ataques a civiles
son contraproducentes porque alejan en gran medida a los judíos israelíes de la
causa palestina y los dejan en manos de la propaganda derechista de su
gobierno. Esta naturaleza indiscriminada provoca las pérdidas sin sentido de
vidas de israelíes (incluyendo niños y árabes israelíes).
Se podrían organizar luchas masivas
contra muchos otros objetivos, incluyendo el muro de separación en Cisjordania,
bloqueos, tomas de tierras, demoliciones de casas, y otros aspectos de la
ocupación. La clase dirigente israelí teme mucho un movimiento determinado,
unificado y escalado de los palestinos, ya que no sería capaz de sofocarlo con
medios militares.
Los trabajadores y los pobres de Túnez y
Egipto mostraron lo efectiva que puede ser la acción de masas, incluso si estas
revoluciones no han ido lo suficientemente lejos.
Junto con la lucha contra la ocupación, los
palestinos se enfrentan a la necesaria tarea de derrocar a sus líderes políticos
pro-capitalistas, ya sean Al-Fatah, Hamás, la Yihad Islámica Palestina u otros,
ya que son incapaces de asegurar niveles de vida decentes o la liberación
nacional. Se necesitan construir comités de base coordinados, desde los
barrios, centros de trabajo y estudio, etc., para construir un nuevo partido de
masas de los trabajadores capaz de desafiar y derrocar al capitalismo.
Solución de un estado
La mayoría de los estrategas israelíes,
mientras resisten tenazmente cualquier paso hacia un genuino estado palestino
junto con Israel, no contemplan seriamente un solo estado de “Israel” o
“Palestina” que incluya tanto a la población israelí como a los palestinos de
Gaza y Cisjordania dándoles a los últimos los mismos derechos que a los
israelíes. Esto significaría que los judíos israelíes se convertirían en la
minoría (alrededor de 2020) en un estado que han construido como propio, y que
se originó como refugio seguro para los judíos después del Holocausto.
Ya que la ocupación no se ve como
sostenible indefinidamente, el anterior primer ministro Ariel Sharon decidió
obstaculizar el deslizamiento hacia un solo estado de facto mediante el intento
de una separación unilateral, precisamente debido a la situación demográfica
(siendo la tasa de crecimiento demográfico palestina mayor que la judía).
Todo este dilema para el capitalismo
israelí (el conflicto nacionalista y la tendencia demográfica) les ha llevado a
usar la represión militar y su programa de asentamientos e infraestructura para
confinar a los palestinos en enclaves arrasados por la pobreza. Con frecuencia
se han debatido otras ‘soluciones’ escandalosas, especialmente por parte de los
políticos del ala derecha, como entregar la represión de Gaza a la élite árabe,
anexionarse Cisjordania, y expulsar a parte de los palestinos tanto de Israel
como de Palestina.
Al contrario que la clase dirigente, los
trabajadores judíos en Israel no tienen nada que ganar del conflicto con
Palestina (que es igualmente una ‘trampa mortal’ para ellos). Una mayoría
genuinamente apoya la idea de un estado palestino junto al de Israel, al menos
para terminar la constante inseguridad a la que se enfrentan. Pero la idea de
un estado en la que ellos se convertirían en una minoría es también un anatema
para la mayoría de ellos. Temen ser discriminados, es decir, que se le dé la
vuelta a la situación en la que son los palestinos tanto dentro como fuera de
Israel los que son discriminados, en un país en el que ellos o sus ancestros
llegaron por considerarlo la patria judía y por la que hicieron sacrificios.
Una encuesta el pasado mes de octubre
mostraba esta postura: el 69% de los israelíes se opondrían a dar a los palestinos
el derecho a votar si Israel se anexionara Cisjordania.
Décadas de conflicto junto con la
propaganda sionista en Israel y las estrategias sin salida de los líderes
palestinos han creado enormes obstáculos para la confianza mutua, que solamente
se podrán eliminar completamente cuando desaparezcan la interferencia
imperialista y el capitalismo de la región. Mientras tanto, los socialistas en
Israel-Palestina e internacionalmente, en lugar de desestimar los temores de
los israelíes (y de los palestinos) sobre un ‘solo estado’, como hacen algunos,
deberían ayudar a exponer la división de clases en Israel, es decir, los
intereses diametralmente opuestos de la clase trabajadora y la clase
capitalista. La clase trabajadora israelí potencialmente tiene el poder, a
través de su rol fundamental en la producción, de paralizar la economía israelí
y poner al capitalismo israelí de rodillas.
Muchos marxistas se opusieron a la
creación de Israel en lo que era entonces el imperialista Mandato Británico de
Palestina, porque sabía que desplazaría a los palestinos y no sería una
solución segura para los judíos. Pero ahora que Israel y una ferviente
conciencia nacionalista israelí se han establecido, no se puede ignorar la
realidad. Un estado israelí con 6 millones de judíos y uno de los mayores
aparatos militares en el mundo, incluso con armas nucleares, no pueden ser
derrotados militarmente por los palestinos o por las fuerzas armadas de los
estados árabes para imponer una solución de un estado o la eliminación de
Israel.
Hacia una solución
Aunque generalmente tienen mejores
niveles de vida que los árabes israelíes (que son más de 1,5 millones), hay una
extensión de la pobreza e inseguridad financiera en la población judía de
Israel. Olas de ataques neoliberales de los gobiernos israelíes han caído sobre
ellos, recortando servicios, empleos, derechos y prestaciones sociales.
Como consecuencia, recientemente ha
habido muchas protestas y huelgas de trabajadores israelíes – judíos y árabes –
sobre temas sociales y económicos. Las disputas en los centros de trabajo han
incluido luchas contra privatizaciones, impagos de nóminas y bajos salarios.
Las protestas también se han dado contra ataques a derechos democráticos, por
ejemplo contra la legislación para evitar boicots.
En 2011, hubo un gran movimiento de
acampadas contra la escasez y el alto coste de la vivienda y contra la
“injusticia social” en general, incluyendo manifestaciones de magnitudes sin
precedentes en Israel en la que participaban cientos de miles de personas.
Es a través de nuevos movimientos de
este tipo, la próxima vez armados con un programa por el cambio y un
llamamiento a formar un nuevo partido de masa de trabajadores israelíes, como
la clase dirigente israelí con toda su brutalidad (que no es exclusiva de los
capitalistas israelíes) será desafiada y finalmente derrocada.
Dos estados
Un partido de masas de los trabajadores
israelí, además de ser capaz de adoptar un programa por una sociedad
democrática y socialista que sirva a los intereses de los israelíes corrientes,
incluyendo la minoría palestina, será capaz de demandar un fin de la ocupación
y la explotación de los territorios palestinos. Como parte de este programa, la
idea de dos estados tendría mucha mayor aceptación que la idea de un estado en
la mayoría de los trabajadores de ambos lados de la frontera. Con esto no se
niega que actualmente hay un gran escepticismo sobre si esto se puede
conseguir, después de los muchos intentos fracasados y destructivos de los
políticos capitalistas.
Aunque solamente una minoría de los
judíos israelíes está involucrada en campañas activas por un estado palestino,
hay un cuestionamiento y malestar en la sociedad Israel sobre los territorios
ocupados y un número significativo de soldados y reservistas no quieren ser
enviados allí. Sin embargo, al mismo tiempo hay una propaganda intensa del
gobierno israelí con el objetivo de justificar el estrangulamiento de los
territorios palestinos con la excusa de la seguridad israelí. Los misiles
lanzados desde Gaza que impactan en localidades israelíes son utilizados como
razones para reforzar la represión, el muro de separación y las restricciones a
los movimientos y comercio palestinos, que son declarados como necesarios para
proteger a los israelíes.
Pero pocos trabajadores judíos israelíes
quieren vivir en un permanente estado de conflicto, por lo que una combinación
de eventos probablemente acercaría a la mayoría de ellos a ayudar directamente
a la causa palestina, incluso luchando contra las grandes empresas israelíes, adoptando
un enfoque de cooperación con las luchas de los trabajadores palestinos en sus
territorios e internacionalmente (con el resultado de nuevas oleadas de luchas
de los palestinos y los trabajadores en otros países) y el final de los
asesinatos indiscriminados de civiles israelíes por los palestinos.
Socialismo
La adopción de un programa socialista en
ambos lados de la frontera sentaría las bases para unas posibles negociaciones
que estarían encabezadas por representantes de los trabajadores palestinos e
israelíes capaces de resolver los asuntos que no se resolvieron bajo el
capitalismo.
Las sociedades socialistas no pueden ser
construidas sobre la base de la coacción de ninguna nacionalidad; es importante
mantener derechos igualitarios de autodeterminación. Los trabajadores y los
pobres de la región decidirán democráticamente la forma exacta del acuerdo: las
fronteras, el acceso al agua y otros recursos, cómo Jerusalén podría contener
dos capitales, los recursos y la organización para el retorno de los
refugiados, las garantías de protección de los derechos de las minorías y otras
cuestiones vitales.
Los ‘hechos sobre el terreno’ impuestos
por las clases capitalistas pueden cambiarse basándose en el debate
democrático, el consenso y la garantía de los derechos. Al contrario que con
los grandes obstáculos existentes bajo el capitalismo, será posible llegar a un
acuerdo porque será posible proporcionar mejores viviendas y niveles de vida a
todos como resultado del incremento de las fuerzas productivas liberadas bajo
el socialismo (a través de la propiedad privada, una planificación de la
economía, y el fin del desempleo).
La propuesta de dos estados, un estado
socialista palestino y otro israelí, es la ruta hacia el socialismo que es más
probable que sea escuchada hoy, dada la situación actual. En cualquier estadio de
esta ruta, o después, basándose en un aumento de la confianza y avances mutuos,
se puede decidir democráticamente la convivencia en un estado, que formaría
parte de una confederación socialista en Oriente Medio.
De cualquier forma, a través del socialismo
el Oriente Medio estaría en ruta a una transformación desde la escena de uno de
los conflictos nacionalistas más prolongados y complejos en el mundo a uno de
diferentes nacionalidades que pueden convivir en harmonía, enriqueciendo sus
vidas económica, social y culturalmente.
Para más información (en inglés):
·
Territorios ocupados de Cisjordania:
protestas contra el aumento de precio y los acuerdos de Oslo
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