Pintura de Wassily Kandinsky (Moscú, 1866 – Nanterre, Francia, 1944)
El escultor Rob MacDonald analiza en este
artículo la triple lucha por el arte: acceso a los recursos y el tiempo
necesario para hacer y apreciar arte; libertad del control político y del
estado, y de la interferencia de los intereses comerciales; y organización,
para unir a artistas y conseguir mejoras vinculadas con el resto del movimiento
obrero y la lucha por el socialismo.
El “establishment” a menudo vende la
ilusión de las personas que se dedican al arte como excesivas, poco prácticas,
diletantes mimadas. En París en los años 1920 tomaban absenta para alterar su
mente, bailaban desnudas alrededor de hogueras en los 60, o lanzaban
televisores desde habitaciones de hoteles en los 70.
Muchas de nosotras somos extravagantes – y
orgullosas de serlo – pero el estereotipo es parte de un esfuerzo consciente
para separar a la clase trabajadora de las artes. Siempre ha habido personas
adineradas y manirrotas en las artes. Pero también ha habido una larga historia
de artistas de la clase trabajadora. Hoy, lo más probable, y más que en ningún
otro momento de la historia, es que la persona artista sea de clase
trabajadora, en lugar de rica y holgazana.
La percepción de los excesos del arte
todavía existe. Pero se expresan más hoy por la obscena desigualdad entre
celebridades y artistas de la clase trabajadora y jóvenes que a menudo están en
trabajos inseguros y mal pagados. Luchamos por espacios para desarrollar
nuestra creatividad, y después nos enfrentamos a la explotación, presión hacia
el conformismo y a un sistema que quiere nuestros talentos sin pagarnos.
En los países capitalistas avanzados, las
artes se han desarrollado más que nunca anteriormente en cuanto al número de
personas que participan en ellas o las disfrutan. En teoría existen todas las
herramientas y opciones para que la clase trabajadora y la juventud puedan
expresarse artísticamente. En comparación con el resto de la historia humana,
la sociedad tiene mucha más educación, tiempo libro y recursos.
Pero la realidad para muchas personas es
muy diferente. Las que han pasado del total anonimato a estrellas del rock,
novelistas de éxito o artistas de talla internacional son casi tan poco comunes
como un unicornio. La mayoría de esta minúscula élite nació ya en ella, ya que
provienen de familias muy ricas o bien conectadas. Pero para el resto de
nosotras, incluso con el mejor de los talentos, no es posible ni siquiera
ganarse un sueldo digno en las artes.
Alrededor del mundo la pobreza extrema es
la norma para grandes secciones de la sociedad. Incluso en los países más ricos
los recortes presupuestarios y las privatizaciones han desencadenado una
inseguridad sin tregua en cuanto a trabajo y vivienda para la clase trabajadora
y para una parte importante de la clase media. En este ambiente, el arte de y
para la clase trabajadora y jóvenes se queda al final de la lista de
prioridades. En su lugar, se ofrecen rebajas fiscales para las grandes fortunas
que pueden permitirse el disfrute de las artes privatizadas.
Pero alrededor del mundo la gente está
luchando contra este sistema. Está creando nuevas organizaciones para avanzar
en esta lucha, con diferentes grados de éxito. Movimientos sociales como la
campaña contra las tasas de agua en Irlanda, sindicales como la lucha por un
salario mínimo de 15 dólares la hora en EEUU, políticas como la ola de apoyo a
Bernie Sanders… Estamos en una nueva era política donde han desaparecido las
viejas certidumbres de relativa estabilidad económica y política.
El capitalismo no puede resolver estos
problemas, que son inherentes al propio capitalismo, como discutimos en más
profundidad en el artículo “¿Qué
es el capitalismo? ¿Qué es el socialismo?”. La tarea de socialistas en las
artes es ayudar a dirigir la lucha para defender y extender el acceso y la
libertad en las artes para la clase trabajadora y la juventud. Pero vinculamos
cada paso de esta lucha con la necesidad de cambiar el sistema, con la de
arrebatar el poder económico y político al capitalismo y sus políticas.
La única manera de hacer esto es
proponiendo un programa, una serie de demandas alrededor de las cuales se
puedan organizar a artistas y a otras trabajadoras para ganar. Luchando por
estas demandas esperamos aprender a construir este movimiento con otras
personas, y ayudar a la clase trabajadora y jóvenes a descubrir su poder
colectivo para cambiar la sociedad.
Este artículo es parte de nuestra
contribución para desarrollar ese programa y construir la lucha por el
socialismo.
Acceso
El arte es esencial en la actividad humana
y signo de la salud de una sociedad en un momento determinado. La clase
trabajadora tiene tanto derecho al arte como el 1% más rico. La expresión
artística sirve a la humanidad para entenderse a sí misma y romper la barrera
entre individuos y culturas. Este efecto es difícil de cuantificar, pero los
estudios realizados demuestran que la inversión en las artes tiene un impacto
positivo en la salud mental y física de la población.
Frenar la posibilidad de que una sociedad
comparta y refine ideas y experiencias contribuye a su aislamiento y
desesperación. Esto, conscientemente o no, es exactamente lo que quiere la
patronal. Especialmente en un periodo en el que la clase trabajadora y jóvenes
están empezando a buscar maneras de desafiarla.
Para crear arte, o simplemente disfrutarlo,
se necesitan las instalaciones y el tiempo para hacerlo. En caso contrario
solamente puede participar la élite rica. Esto está vinculado con la necesidad
de educación gratuita y de calidad para todas las personas. El aprendizaje
debería ser un proceso creativo que empiece el día que naces y termine el día
que mueres. También está vinculado con la necesidad de subidas de salarios y
jornadas laborales más cortas, para dar a todas las personas el tiempo y la
energía para participar en las artes.
Sin embargo los gobiernos están haciendo
recortes en bibliotecas, museos, centros de arte, escuelas y universidades,
centros juveniles y otros servicios. Están vendiendo bienes públicos a
especuladores privados. Y todo esto está incrementando la pobreza cultural. Si
se añade a esto la falta de espacios asequibles para ensayos y talleres artísticos
es fácil entender por qué muchas personas están buscando formas de luchar por
la defensa de las artes y la cultura.
No se trata solamente de mantener y
extender instituciones artísticas y culturales, sino de cómo las utiliza el
capitalismo. Los políticos del sistema ven las artes y la cultura no como la
propiedad de las sociedades que las crearon sino como puntos de venta. Por
ejemplo, en Barcelona se están levantando apartamentos de lujo y grandes
hoteles. Los viajes y el turismo son esenciales a la experiencia humana pero la
patronal está canalizando turistas a determinadas zonas de una forma abusiva,
favoreciendo los excesos para maximizar los beneficios que puedan obtener.
Conscientemente atraen a la clase adinerada a estas nuevas casas, haciendo que
suban los alquileres y el valor de las viviendas en estas zonas y expulsando de
ellas a la clase trabajadora, jóvenes y artistas. Todo esto tiene un impacto
negativo en estos barrios y el arte que creamos.
Todos estos temas están relacionados. Un
acceso al arte universal, pleno y sano no es posible bajo el capitalismo: sus
motores son la explotación para la maximización de los beneficios
empresariales, en lugar de para cubrir las necesidades humanas. Solamente hay
que ver las enormes ganancias en la cúspide de las industrias artísticas, en
oposición a los recortes y cierres que sufrimos.
Cuando necesitamos un centro cultural y se
nos dice que no “hay dinero” para eso, debemos construir una campaña para
obtener este dinero de los beneficios de la patronal y el gobierno. Las artes y
la cultura deberían ser de dominio público y no estar en manos privadas.
Artistas, trabajadoras y barrios deben poseer y controlar democráticamente los
centros artísticos y culturales para mantenerlos para todas y no para el beneficio
de la patronal.
Libertad
El acceso es solamente el punto de partido,
pero este acceso necesita libertad creativa para tener significado.
El sistema capitalista entiende el poder
del arte y lo usa cada día. La publicidad lo utiliza para vendernos productos
que son innecesarios o duplicados innecesariamente por empresas que compiten
entre ellas.
En muchos países alrededor del mundo se
encarcela, prohíbe y oprime a artistas y sus visiones alternativas. Esto por sí
mismo es prueba del poder del arte. Estas violaciones directas de los
derechos de artistas son parte de la respuesta de la clase dirigente a
problemas sociales más amplios que está creando el capitalismo para la mayoría.
Luchar contra la opresión a artistas significa luchar para erradicar el sistema
que lo causa.
Las actitudes cambiantes del público
significan que se está desarrollando un ambiente anticapitalista en parte del
arte comercial. Por ejemplo, el villano de La
LEGO Películaera el dictatorial Señor Negocios
(traducido en España como “Megamalo”). Pero en general, el arte que el
capitalismo propone afirma activamente, o acepta pasivamente, la supremacía de
las grandes empresas, los estereotipos racistas y de género, etc.
Las socialistas debemos también
involucrarnos con el arte desde un punto de vista político para luchar contra
estas ideas. El verdadero arte debe ser ganado para la revolución. Pero para
nosotras, el arte no puede reducirse a una herramienta de propaganda. Para la
mayoría, el arte debe ser libre de existir puramente por sus propios méritos,
en cualquier género, para promover la verdadera libertad de expresión.
En muchos de los países capitalistas
avanzados hay una aparente libertad artística y se difunde una gran variedad de
arte, incluyendo arte de protesta. El capitalismo, al permitir selectivamente
algunas visiones alternativas, puede mantener bajo su control otras y marginar
otras ideas más peligrosas para su posición de poder.
No existe la completa objetividad. Toda la
información tiene una opinión: lo que incluyes, como lo incluyes y lo que dejas
fuera. Bajo el capitalismo, los medios de información, las compañías
discográficas, las galerías de arte y un largo etcétera son negocios. Las
personas que los poseen obtienen beneficios de ellos y no tienen interés en distribuir
ideas que puedan ayudar a alterar este orden de cosas. Internet ha abierto
algunas oportunidades para un mayor acceso y libertad. Pero al final, no ha
ganado la batalla por la libertad, sino que ha abierto otro campo de batalla a
controlar por el capitalismo.
Los poderes establecidos tienden a dividir
las artes en “mayores” y “menores”. Se trata de ofrecer una simplificación
paternalista que puedan digerir las masas, o una exquisitez intelectual
exclusiva para las altas esferas.
El capitalismo ve el arte como un símbolo
de estatus para los ricos, como una mercancía que explotar. Generalmente,
solamente está interesado en financiar expresiones artísticas que son comercial
y políticamente ‘seguras’. Las artistas sufren presiones económicas inmensas hacia
el conformismo, o se enfrentan a vivir en la pobreza. Bajo estas condiciones la
verdadera libertad de expresión a gran escala es imposible.
Esta falta de libertad y control aliena a
artistas. Las ‘contraculturas’ se crean como alternativas al arte popular, pero
al hacerlo corren el riesgo de aislarse de la lucha para cambiar la sociedad.
Esto es un problema porque el capitalismo siempre intenta coaptar los
movimientos alternativos con más éxito.
El jazz, el hip hop y el grafiti comenzaron
como movimientos artísticos de protesta entre la juventud negra y trabajadora.
Todavía hay artistas que hacen obras de arte políticamente progresistas en
estos géneros, especialmente en los dos últimos. Sin embargo, el jazz es ahora
mayormente visto como la reserva de una intelectualidad blanca y rica, el hip
hop popular produce parte de la propaganda más ultra-capitalista y sexista, y
agentes como Steve Lazarides hacen fortunas del apetito de los superricos por
el arte callejero ‘transgresor’.
Necesitamos nuestro propio arte. La clase
trabajadora y la juventud y todas las personas que se enfrentan a la opresión
necesitan una manera de expresar constructivamente su frustración y rabia,
entender sus sentimientos y enfrentarse a sus causas. Pero también necesitamos
acceso a todos los tesoros artísticos que la clase dirigente encierra fuera de
nuestro alcance con cadenas financieras y educativas.
Necesitamos defender nuestro derecho a que
existan todas las formas de expresión artística. Al mismo tiempo, tenemos que
explicar que dentro de un sistema social basado en la división por clases, como
el capitalismo, el arte políticamente retrógrado es un producto inevitable de
presiones económicas y sociales. Pero los comentarios reaccionarios no pueden
esperar no tener una respuesta.
Ofrecer a artistas una visión de libertad
del control y las distorsiones del capitalismo en nuestro pensamiento y trabajo
es central para popularizar el socialismo.
El socialismo podría liberar a la humanidad
de trabajos inútiles e ingratos. Podría acortar la jornada laboral y mejorar
salarios y condiciones a través de la propiedad pública y la planificación
democrática de la economía. Podría liberar el enorme potencial de las
tecnologías modernas para aumentar el tiempo libre y liberar la búsqueda artística
de factores económicos. Sobre esta base, las pasiones y talentos individuales y
colectivos pueden florecer para el disfrute de toda la sociedad.
Esto significa la libertad para el arte.
Pero debemos luchar por ella.
Organización
Para empezar a luchar por estos cambios
necesitamos organizarnos. Para algunas artistas este puede parecer un tema
espinoso pero hay que coger el toro por los cuernos. El talento, la creatividad
y la dedicación de las artistas son más que suficiente para organizar la lucha
por el arte.
Los métodos de organización tradicional del
movimiento obrero son claves. Los sindicatos pueden jugar un papel fundamental,
especialmente para organizar a trabajadoras creativas. Los sindicatos de las
artes y la cultura necesitan llegar a aspirantes a artistas, no solamente a las
personas que ya trabajan. A menudo los sindicatos no tienen una agenda radical
para apelar a artistas noveles y aspirantes.
Las campañas locales y movimientos sociales
también son lugares para organizar la resistencia a los ataques al arte y la
cultura. Estas campañas unen a las comunidades afectadas. A menudos sus
objetivos son defensivos, como intentar salvar un servicio. Pero también
necesitamos campañas ofensivas para luchar por más centros y servicios, más y
mejores empleos, y para ganar a las generaciones más jóvenes para la lucha.
Si los sindicatos y las luchas sociales no
construyen una voz política unitaria para la clase trabajadora y la juventud,
explicando la necesidad de cambiar la sociedad de abajo a arriba, las victorias
de estas campañas serán temporales.
Es cierto que algunas artistas tendrán
dificultades para organizarse. Especialmente ‘artistas conscientes’ que
priorizan producir arte sobre sus necesidades de seguridad financiera. Algunas
personas no pueden ver la necesidad de luchar más allá de sus dificultades
personales inmediatas. Para alcanzar a estar personas necesitamos explicar que
luchar para cambiar la sociedad es la manera de superar de forma permanente
estas dificultades personales. Necesitamos ser creativas, construir campañas
que tiendan puentes entre artistas y el movimiento obrero más amplio.
Existen ‘colectivos de arte radical’ que se
enfrentan al sistema actual, ya sea creando nuevas formas de arte o produciendo
obras políticas. Aplaudimos los instintos correctos que tienen estos grupos
para organizarse y trabajar por el cambio. Pero algunos de estos grupos también
tienen debilidades en sus enfoques.
Algunos están conectados directa o
indirectamente a las grandes empresas para su financiación. Esto les lleva
finalmente a rebajar su tono político, o a ofrecer críticas del estado actual
de las cosas sin concluir que debemos organizarnos para cambiarlo.
Otros se basan en métodos inspirados en el
anarquismo de acción directa en los barrios. Esto a menudo es muy positivo pero
no siempre consigue un vínculo con residentes y trabajadoras o explican la
necesidad de organizar una lucha política unitaria.
El arte puede ayudar a cambiar y
desarrollar la visión y el entendimiento de la gente de cuestiones sociales.
Esto es positivo pero no va a cambiar por sí mismo la forma en la que se rige
la sociedad.
Existe un espacio para desarrollar grupos
de artistas y trabajadoras culturales que puedan proponer una agenda para una
lucha socialista en las artes que a su vez una otras luchas. Queremos construir
este movimiento y ayudarle a desarrollar las ideas y estrategias políticas más
efectivas.
Más allá de esta triple lucha
El arte por sí solo no puede cambiar el
mundo. Solamente la clase trabajadora, a través de su organización política
independiente, puede realizar un desafío a la forma capitalista de organizar la
sociedad. Pero el arte tiene un papel fundamental en esta lucha, ya sea
pintando flores o diseñando panfletos revolucionarios.
Las demandas esenciales de acceso y
libertad están atadas a cada nivel a la necesidad de cambiar la sociedad. Las
campañas son más efectivas cuando se vinculan estas luchas diarias con su causa
última, el verdadero enemigo del arte: el sistema capitalista.
Los movimientos obreros necesitan la
inspiración y el talento creativo para ayudar en la lucha contra el
capitalismo. Las artistas necesitan el movimiento obrero como fuerza con el
poder económico y social para cambiar la sociedad.
El arte por sí solo no puede cambiar el
mundo.
¡Pero no podemos cambiar el mundo sin el
arte!
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