Hollande: un
Sarkozy con lentes.
Pablo Pulgar Moya
Faltan solo unos
pocos días para que la Eurocopa en Francia dé el puntapié inicial.
Sin embargo el gobierno parece estar más ocupado con los diferentes
problemas que le ha causado la propuesta de reforma laboral, la ley
“El Khomri”, así llamada a causa de su promotora, la ministra de
trabajo, Myriam El Khomri. La organización de la Eurocopa puede ser
el volador de luces perfecto para desviar la atención al movimiento
social en el país galo.
La ley de trabajo
o ley “El Khomri” es uno de los bastiones gubernamentales para un
acuerdo con la patronal. Sin embargo, esto entra en conflicto con los
intereses de los trabajadores. Esto se debe, por sobre todo, al
polémico artículo 2 que da primacía a los acuerdos empresariales
por sobre los de los trabajadores. El mentado artículo es la bisagra
para la conciliación de Hollande con las patronales. No en vano
amenazó la organización patronal Medef que en caso del retiro de
éste retirarían su apoyo a la reforma. El artículo da permiso de
determinación unilateral por parte del empresariado de menor
remuneración de horas extras, de tiempo de vacaciones de sus
trabajadores, etc. El código del trabajo francés reforzaría
legalmente de este modo la precarización laboral en el país. Esto
se suma a los despidos en el área pública de la salud y
replanificación de sus tiempos de trabajo, a las condiciones
laborales de transportistas públicos y operadores aéreos, etc.
La clase obrera
francesa vive quizás uno de sus momentos cruciales después de mayo
del 68 y junio del 36. La situación se ha vuelto especialmente tensa
luego de las sucesivas respuestas del gobierno con represión
policial. La protesta social se ha masificado en Paris, donde
diariamente tienen lugar barricadas, bloqueos y protestas, sobre todo
en este último tiempo del sector ferroviario; en Le Havre se viven
históricas movilizaciones interprofesionales; en Rouen, en Briaçon.
La huelga se ensancha en las refinerías
del país, en empresas como Amazon, en la empresa de trenes RAPT, en
los servicios públicos. Así mismo la participación estudiantil
superior y secundaria se toma las calles. Sin olvidar el fenómeno
asambleario de la Nuit Debout que complementa a la lucha de masas a
un programa contra la Loi
du Travail,
se puede vislumbrar un ambiente agitador en el corazón de Europa y a
días de la organización de la Eurocopa. En este contexto la central
sindical CGT ha jugado un rol fundamental pudiendo aunar otras
intersindicales bajo movilizaciones y acciones comunes.
El gobierno de
Hollande es el ejemplo de la decadencia del discurso socialdemócrata
en Europa y tiende a una caída libre como sucedió hace unos pocos
años con sus pares griegos. Hollande no ha logrado cuajar la
esperanza que se depositó en él en las elecciones pasadas por los
votantes ya decepcionados de Sarkozy, y su popularidad todavía no
logra repuntar en su último año alcanzando un 87% de rechazo. Su
gobierno no dista mucho de lo que ya realizó el conservador Sarkozy,
desde la invasión de Mali hasta los recortes de personal en el área
ferroviaria, metalúrgica y de la salud, pasando por la mentada
reforma laboral, etc. La política del Partido Socialista Francés,
con Hollande a la cabeza, personifica de esta forma un continuismo
liberal que merma las condiciones de los trabajadores en un país
donde sus millonarios acumulan más de €80 mil millones de fraude
fiscal.
Pretendiendo
desviar el desagravio del Primer Ministro Valls y de Hollande al
petitorio de la principal sindical del país para detener la
promulgación de la ley de trabajo se ha concentrado el gobierno en
desprestigiar a Philippe Martínez, secretario general de la CGT, a
concentrar discursos sobre terrorismo islámico y de mantener
satisfecha a la patronal. La política de Hollande dista mucho
incluso de su discurso inicial y se ha transformado en el mejor
defensor de las políticas neoliberales y neocoloniales francesas. En
ese contexto se entiende que los manifestantes en la plaza de la
República porten carteles con la leyenda “Sarkozy, 9 ans ça
suffit” (Sarkozy, 9 años, es suficiente), es decir los 9 años de
ambos gobiernos ilustran un continuismo capitalista. Francia,
coherente a su historia sindical, obrera y revolucionaria, puede ser
la llave de paso para el robustecimiento de los movimientos de
trabajadores en Europa. La lucha con la ley de reforma laboral
muestra la fuerza social de los trabajadores y hace reflotar la
confianza en el sindicalismo francés para así hacer frente tanto a
este tipo de políticas, como a respuestas populistas y racistas,
como las entregadas por Le Pen y el Frente Nacional.
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