Publicado
el 14 Noviembre 2015
ESCRITO POR ULISES NOYOLA RODRÍGUEZ* (ALAI
AMLATINA)
El final de las negociaciones sobre los puntos
principales del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus
siglas en inglés) tras seis años de negociación y dos años adicionales para su
completa consolidación marca una nueva configuración de las zonas de libre
comercio en 2015.
Las zonas de libre comercio actualmente en proceso
de negociación no consistirán solamente en la eliminación de barreras
comerciales sino representan guerras económicas entre las grandes potencias
lideradas por Estados Unidos y China que definirán el nuevo orden mundial.
Los estrategas norteamericanos avanzaron en la
contención económica de China en Asia-Pacífico al excluirlo de las
negociaciones del TPP que se convertirá en la mayor zona de libre comercio con
los mayores flujos de comercio e inversión internacionales.
El apoyo de los aliados estratégicos de Washington
en el sudeste asiático fue decisivo para finalizar las negociaciones del TPP,
pero el precio a pagar por los estrategas estadounidenses fue ceder parte del
mercado norteamericano a los países asiáticos abriendo una contienda económica
entre Asia y Latinoamérica.
De esta manera, los países miembros de la Alianza
del Pacífico que integran el TPP serán los principales competidores en la nueva
contienda económica con los países asiáticos al dominar porciones
significativas del mercado norteamericano.
La estrategia de los miembros de la Alianza del
Pacífico fue entrar al TPP con miras a defender los mercados estadounidenses
dominados por sus empresas transnacionales, de tal suerte que el impacto sobre
su crecimiento económico será demasiado débil al situarse en un rango entre
0.8 y 1.5% durante los primeros años.
La batalla económica que se precipita por el
mercado norteamericano intimida a las empresas transnacionales de la Alianza
del Pacífico dada la fortaleza económica de las corporaciones asiáticas y su
relación estratégica que mantienen con China.
Las empresas asiáticas poseen recursos naturales
estratégicos producidos por empresas estatales bien administradas por las
autoridades asiáticas, factor que las convierte en serios rivales para disputar
nuevos mercados.
En consecuencia, los países miembros de la Alianza
del Pacífico demandaron la supresión de los subsidios de exportación, los créditos
preferenciales y las ayudas estatales con el fin de debilitar a las empresas
pertenecientes a los estados asiáticos[1].
La respuesta de los miembros asiáticos fue que
podrían llevar a cabo la eliminación de los apoyos estatales en los sectores no
estratégicos por lo que pidieron que sus empresas estatales con mayores niveles
de competitividad e ingresos permanecieran fuera de las reglas implementadas
del TPP.
El discurso de los negociadores latinoamericanos
tiene una doble cara ya que presionan por imponer derechos de propiedad
intelectual sobre varios sectores (farmacéutico, biológico, agroquímico) con el
fin de contrarrestar la competencia que enfrentan sus grandes empresas en la
creación de innovaciones tecnológicas[2].
El resultado de las negociaciones sobre los
derechos de propiedad intelectual tomaron en cuenta las demandas de los
negociadores asiáticos que aspiraron a obtener períodos de transición antes de
la aplicación de las medidas vinculadas a la protección de las tecnologías de
las empresas multinacionales.
Los períodos de transición en los derechos de
propiedad intelectual permitirán a los miembros asiáticos realizar cuantiosas
inversiones en sus sectores estratégicos que reforzarán sus innovaciones
tecnológicas antes de empezar a competir con las empresas transnacionales de la
Alianza del Pacífico[3].
Los miembros de la Alianza del Pacífico preparan
una contraofensiva a las innovaciones tecnológicas puesto que podrán
implementar procedimientos para acortar los períodos de transición y aplicación
de los derechos de propiedad con lo cual atacarán a las empresas asiáticas sin
mecanismos de defensa y protección.
Por otra parte, las potentes inversiones de China
que beneficiarán a las corporaciones asiáticas serán el arma desplegada para
derrotar definitivamente a la Alianza del Pacífico bajo las iniciativas
financieras regionales del Banco Asiático de Inversiones y el Banco de
Desarrollo del BRICS.
Las inversiones provenientes de las iniciativas
financieras regionales se centrarán en la construcción de grandes obras de
infraestructura que fortalezcan las cadenas de valor del continente asiático
por lo que terminarán por estrechar aún más las relaciones económicas de los
países asiáticos con China.
La profundización de la integración asiática
asegurará una alta competitividad de las exportaciones de los miembros
asiáticos dado que los bienes producidos utilizan una gran variedad de insumos
provenientes de China con costos extremadamente bajos.
No obstante, las reglas de origen vigentes en los
tratados de libre comercio de Estados Unidos favorecen a la Alianza del
Pacífico ya que estipulan que las preferencias arancelarias son aplicadas a los
productos compuestos únicamente por insumos de los países integrantes de las
zonas de libre comercio.
La ofensiva de los miembros asiáticos no se hizo
esperar por lo que exigieron que el marco institucional del TPP funcione de
acuerdo a un nuevo principio comercial que acepte insumos de socios comerciales
fuera de la comunidad económica pero demande un porcentaje mínimo de contenido
regional sobre los bienes producidos[4].
La respuesta de los países latinoamericanos fue
incrementar los porcentajes mínimos de contenido regional para resistir la
competitividad de los productos provenientes de China, pero terminaron dejando
fuera a sus sectores que importan una enorme cantidad de productos.
Por otro lado, la desventaja de los miembros
asiáticos radica en que las inversiones de China no superarán las fronteras
regionales de Asia para arribar a los mercados europeos por medio de la
construcción de la ruta marítima de China a Europa pasando por los países del
sudeste asiático debido a las disputas territoriales contra el gigante
asiático.
Los países miembros de la Alianza del Pacífico
estarán forzados a encontrar nuevos mercados ante la situación de desventaja de
los países asiáticos pero su conquista demandará mayores inversiones bajo
condiciones diferentes a las recibidas en sus tratados de libre comercio.
El mayor financiamiento provendrá de Estados Unidos
que mantiene una relación estratégica con los miembros de la Alianza del
Pacífico como principal inversor internacional pero terminará por aniquilar su
soberanía nacional en el plano económico y financiero.
Las nuevas reglas referentes a los flujos de
inversión entre los países miembros del TPP no permitirán realizar políticas
públicas que apoyen el crecimiento económico, regulen las principales
actividades económicas y estimulen la creación de empleos con sanciones
económicas altamente costosas aplicadas por tribunales internacionales[5].
Los intereses de las firmas extranjeras de
Washington se concentran en la mayor extracción de ganancias en las grandes
empresas de la Alianza del Pacífico, factor que no es compatible con el impulso
de la competitividad de los sectores estratégicos y poder disputar mercados a las
corporaciones asiáticas.
En contrapartida, la política exterior de China
apunta a promover el desarrollo industrial de los países asiáticos firmando
acuerdos de libre comercio bilaterales, pactos de financiamiento conjunto de
infraestructura, convenios de libre movilidad de la fuerza de trabajo para
convencerlos de fortalecer sus relaciones con el gigante asiático.
Por añadidura, las fuentes de financiamiento de los
países asiáticos estarán diversificadas con las inversiones de China que
rivalizarán con las inversiones de Estados Unidos y fijarán una zona de
influencia a fin de contrarrestar los ataques de los tribunales internacionales
manipulados por Washington.
La ausencia de aliados estratégicos por parte de
los miembros de la Alianza del Pacífico facilita la embestida de las empresas
norteamericanas que aprovecharán la posición desfavorable de negociación de los
países latinoamericanos contra los fallos de los tribunales internacionales.
La fuerza de trabajo de las empresas de la Alianza
del Pacífico perderá mayores posiciones laborales en sus niveles de salarios,
prestaciones sociales, protecciones estatales para promover su competitividad
internacional y apuntalar su rentabilidad con la posible pérdida de mercados en
Estados Unidos.
Por otra parte, los países asiáticos del TPP
también cuentan con un centro financiero basado en Singapur que canaliza las
inversiones provenientes de las economías avanzadas para invertirlas
masivamente en las economías emergentes asiáticas.
Los préstamos de los bancos asiáticos se
multiplican exponencialmente en la región Asia-Pacífico creando varios frentes
de cooperación con el impulso de proyectos de infraestructura, la promoción del
uso de las monedas locales y la aplicación de regulaciones financieras
regionalmente[6].
Por el contrario, los miembros de la Alianza del
Pacífico continúan situándose en una estructura financiera altamente
dependiente al estar dominada por bancos transnacionales, anclada al dólar para
financiar sus proyectos de inversión y desregulada al optar por la aplicación
de las normas financieras internacionales.
La aspiración estadounidense de regir los flujos de
inversión al sector financiero de los miembros del TPP bajo la dominación del
dólar y las normas de desregulación financiera desaparecería la fortaleza
financiera de los miembros asiáticos dándole la oportunidad a la Alianza del
Pacífico de desmantelar su infraestructura financiera.
En resumen, la ausencia significativa de mecanismos
regulatorios en la zona de libre comercio del TPP avizora una batalla económica
que tendrá como desenlace la aniquilación de los sectores productivos menos
competitivos y más vulnerables ante el uso de armas potencialmente destructivas
entre Asia y Latinoamérica.
Notas:
[1] Congressional Research Service. The
Trans-Pacific Partnership (TPP) Negotiations. Fecha de publicación: 20/03/2015.
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