Chile - La Casta Política busca escamotear un verdadero Proceso Constituyente.

Posted by Nuestra publicación: on lunes, noviembre 16, 2015


Patricio Guzmán S.

Las instituciones y los grupos económicos chilenos están por los suelos, ninguno se salva de un veredicto ciudadano lapidario.  Para responder a su estrepitosa caída en las encuestas, que se aceleró después del caso CAVAL en que está involucrado su hijo y su nuera, la presidenta Bachelet anunció un “Proceso Constituyente”. La mayor parte de la casta política, a regañadientes,  se ha visto obligada a aceptar la necesidad de una nueva Constitución.  El método democrático para redactar y aprobar una Carta Magna es el de la Asamblea Constituyente, elegida sobre la base del sufragio universal.  Algunos ingenuos creyeron oír eso en el ambiguo discurso presidencial que anunciaba el “proceso”. Pero no, la casta política trata de pasar por Proceso Constituyente, a comisiones de expertos, o al propio congreso, y reducir la deliberación ciudadana a reuniones controladas no resolutivas.
 No da lo mismo cualquier método. Los grupos de poder político y empresariales temen que se “ponga en duda el derecho a la propiedad”  si se convoca la Asamblea Constituyente. Hay que decir que se trata de su peculiar manera de entender el derecho a la propiedad que se concentra en manos de muy pocos, mientras mes a mes nos expropian de parte de nuestros salarios con sobreprecios de oligopolios y ahorro forzoso para las AFP.  
Desde hace años en Chile se suceden los escándalos, las colusiones entre políticos y grandes grupos empresariales, y las colusiones entre empresas. Navieras, pollos, farmacias… la última es la colusión del “papel confort”, que afecta a CMPC – el grupo Matte propietario del banco BICE – coludida durante 10 años con la empresa SCA, de capitales suecos.
Nos han vendido el relato que Chile tiene una economía de “libre mercado”, es falso. Lo que tenemos son  oligopolios, y por eso Santiago es hoy una ciudad más cara que Londres. 4 bancos dominan el 86% del negocio bancario, 4 AFP controlan el 95% del giro, 5 aseguradoras concentran el 56%, 2 empresas controlan el 85% del mercado del papel higiénico, , 3 tiendas retail el 86%, 3 supermercados el 90%, 4 empresas de alimentos y bebidas tienen el 80% de participación en el negocio, 1 distribuidora de combustibles el 60%, 3 farmacias el 97%, 3 compañías de telecomunicaciones el 97%, 3 constructoras el 84%, 7 clínicas el 79%, 3 empresas de vinos el 88%.[1]  No les basta ser gigantes, se coluden para evitar el ingreso de competidores y mantener los precios altos.
La participación en la distribución de la riqueza en Chile, incluyendo las utilidades del capital (pero no las utilidades no retiradas de las empresas que suman un PIB anual) es impresionante por lo desigual. Según datos promedio del período 2005  - 2010, el 1% más rico se queda con el 30,5% de los ingresos, el 0,1% más rico recibe el  17.6% , y el 0,01% más rico el 10,1%.[2]
El sistema de salud público está al borde del colapso, y también el privado con las Isapres, es considerado abusivo por la gente.  La promesa de los 20 hospitales terminados, 20 comenzados y 20 planificados, quedará en promesas vanas de los políticos en el gobierno. No se construirán.
Las pensiones del sistema de AFP continúan deteriorándose inexorablemente. Otorgan pensiones miserables pero siguen muy eficaces como mecanismo para transformar el ahorro forzoso de los asalariados en capital que enrique ce  a grandes grupos económicos.
La colusión, las AFP, la corrupción política, la delincuencia de lumpenes y de “cuello y corbata”,  la concentración indignante de la riqueza, son parte de un modelo que está destruyendo las bases de nuestro país. Todo está coronado jurídicamente por la Constitución del 80 que nació con la rúbrica de Augusto Pinochet, sin soberanía popular durante la dictadura, que ahora tras las reformas de los 90 lleva la firma de Ricardo Lagos.  Para refundar nuestro Chile a favor de las grandes mayorías, de la gente de trabajo y sus familias, es necesario terminar con la constitución actual cuyo eje es garantizar el derecho de propiedad, y las libertades de empresa y promulgar una nueva Constitución que garantice los derechos sociales y humanos, y las diferentes formas de propiedad social, por sobre los derechos a la propiedad privada.  Una Constitución que proclame el derecho a la educación, la Seguridad Social, la vivienda, y la libertad para organizarse y negociar colectivamente. El único método que nos parece legítimo para discutir un Texto Fundamental es convocar al pueblo soberano a una Asamblea Constituyente, por primera vez en la historia de Chile.







[1] Estrategia. Jueves 5 de noviembre de 2015. Se acabó el papel Confort.  D’Artagnan.
[2] Fuente: LA ‘PARTE DEL LEÓN’: NUEVAS ESTIMACIONES DE LA PARTICIPACIÓN DE LOS SÚPER RICOS EN EL INGRESO DE CHILE.  Ramon Lopez et alt. SDT 379, marzo 2013. Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile.