Chile - A propósito de la muerte de Margot Loyola: los intelectuales y el poder.

Posted by Nuestra publicación: on viernes, agosto 21, 2015

Alfredo Armando Repetto Saieg.

Existen intelectuales de todo tipo. Está quien trabaja para mantener el estatus porque cree que favorece sus intereses. Son los que buscan conservar algún reconocimiento, una pertenencia y así defienden las relaciones de poder establecidas, de manera de naturalizarlas en la conciencia del trabajador para evitar que la estructura dominante sea subvertida por los intelectuales no- orgánicos. Estos últimos son los que presentan combate al sistema establecido, validando desde su lugar la cultura popular que es quien mejor expresa nuestra realidad. En ese contexto, la muerte de Margot Loyola es una tremenda pérdida para Chile. Quienes la conocieron destacan su compromiso con la enseñanza y con la formación de las nuevas generaciones. Como legado quedan décadas de trabajo de una gran artista.

Entonces, como el saber del pueblo es el que mejor expresa nuestra cotidianeidad, cuando por ello inevitablemente se produce un cambio en beneficio de lxs trabajadorxs, se despliega una potente operación de los medios- de los más concentrados y reaccionarios- que intentan encubrir el éxito de la democracia inclusiva. Para comprobarlo basta con leer o con escuchar lo que escriben y como descaradamente nos mienten los columnistas habituales de la televisión, de la radio, etc., en los países que construyen una opción al neoliberalismo: el primer paso para que la contingencia siga favoreciendo a las élites es ocultarnos la existencia de su poder que, en mayor o en menor medida pero de forma constante, maneja la vida de millones, a quienes considera una mercancía a su servicio.

A pesar de eso y más allá de que el saber dominante lo silencie, el hombre desarrolla cierta actividad intelectual que responde a intereses reales y concretos. Es decir, todxs filosofamos, participamos de una idea particular de Chile, de una ideología y así sostenemos una línea de conducta que gobierna nuestras acciones. Acertadxs o no, contribuimos a sostener e incluso a modificar la realidad. Todxs somos intelectuales, pero no cualquiera cumple este rol. La verdad es que muchxs son llamadxs a callar y al hacerlo entregan su poder de decisión a los otros; eso es muy grave porque el proceso de cambios consiste en la gestión pública del gobierno por parte de lxs trabajadorxs en tanto clase social. Precisamente es esta la característica central de la democracia popular, de esa que superando el modo capitalista de producción nos habla del Estado obrero.

Si nos mantenemos aislados e indignados pero políticamente indefensos, avalamos la supremacía de la lógica dominante en las decisiones políticas que con sus científicos denigra la cultura del pueblo. El aporte del intelectual es indispensable en el debate. Por eso, no sólo el folclore está de luto con la muerte de esta profesora incansable sino el país en su conjunto. En realidad, cada vez es más amplio el consenso sobre la radicalización de la lucha, del combate que solo podrá resolverse a través de una batalla que tiene que ver mucho con lo cultural en tanto que el saber popular nos interpela a construir otra narrativa, otro capital simbólico y un nuevo lenguaje que rompa con la ideología del duopolio.