Patricio Guzmán S.
Le Monde Diplomatique, edición chilena, Julio 2015.
El primer país en incorporar un sistema de Seguridad Social, fue la
Alemania de Bismarck, pero fue tras la revolución rusa y el descontento y
movilización general de la población, que acompañó y forzó el fin de la I
Guerra Mundial, que la Seguridad Social se generalizó. En el marco de las
negociaciones de paz realizadas al finalizar la Primera Guerra Mundial – y en
medio de una ola revolucionaria de descontento social - se creó la Organización Internacional del
Trabajo, en 1919, con negociaciones entre los gobiernos, los sindicatos y las
organizaciones patronales. Esta Organización incorporó la Seguridad Social
entre sus bases fundacionales.
Los sistemas de pensiones de la Seguridad Social, fueron creados para evitar
que la gente cayera en la pobreza, por estar mayores, inválidos, enfermos, o
desempleados y no contar con ingresos.
Por definición un sistema de Seguridad Social tiene carácter universal y
solidario, los afiliados que pueden, los trabajadores activos, financian las
pensiones y prestaciones de los jubilados, de los enfermos y discapacitados.
También es tripartito, esto significa que es financiado por los trabajadores,
empresarios y el estado. No es un negocio, no pretende lucrar, sino garantizar
las obligaciones con los afiliados.
Lo que diferencia un sistema de Seguridad Social de otro de seguros
privados que atiende necesidades sociales, es justamente el marco de principios
que hemos enunciado antes.
El sistema de AFP no es un sistema de Seguridad Social, es un negocio fundado
en la inversión especulativa en la bolsa, las compañías propietarias invierten
los fondos y también usan paquetes accionarios como medios de control sobre
grandes empresas.
En nuestro país, incluso si los Fondos experimentan pérdidas, consecuencias
de las inversiones especulativas o mala administración, las empresas de AFP
siguen cobrando comisiones y tienen garantizados los flujos de captación de los
trabajadores que están obligados a cotizar por ley, aunque pierdan dinero.
El sistema de AFP no es solidario, está basado en la capitalización individual,
cada afiliado, tiene una cuenta individual única en la cual se deposita sus aportes
y los resultados de las inversiones, se restan las pérdidas, y también la
llamada “comisión oculta” de las inversiones en el extranjero. Al final de su
vida laboral el monto de la cuenta constituye la base para el cálculo de la
pensión, de acuerdo con las expectativas de vida, generosamente calculadas.
Todo el proceso resulta poco transparente para los afiliados forzosos al
sistema.
La capitalización individual no solamente rompe con el principio de solidaridad
de los trabajadores activos con los pasivos, también aumenta la vulnerabilidad
de cada trabajador a las vicisitudes de su vida; tiempo desempleado, trabajo
con boleta de honorarios y sin contrato laboral, crisis financiera que afecta
los fondos, épocas de baja rentabilidad, empresarios que no pagan la cotización
descontada…
Como resultado de la Gran Recesión de 2008 – 2009 las AFP perdieron
cerca de un tercio de los fondos acumulados. Sin embargo, en 2010 las AFP fueron
autorizadas para invertir hasta el 80% de sus fondos en el extranjero. La razón
que alegaron las autoridades para ampliar el porcentaje de inversión de los
fondos de las AFP fuera de Chile, fue la necesidad de evitar que el tipo de
cambio del dólar contra el peso se continuara deteriorando. Actualmente las AFP
tienen invertido en el extranjero cerca de un 45%, la medida fue una nueva
señal que saluda las inversiones especulativas de las AFP en las volátiles
bolsas extranjeras.
El sistema actual que fue impuesto durante la dictadura ha resultado un
desastre para los trabajadores que se pensionan. Si el parámetro que
consideramos es la capacidad de las AFP de otorgar buenas pensiones, sin duda
son un fracaso. Cuando se implantaron, sus propagandistas prometieron que las
tasas de reemplazo, es decir el monto de las pensiones en relación a los
últimos salarios recibidos, serían del 70% o más, la verdad es que actualmente
son de apenas un tercio.
En el futuro las pensiones seguirán deteriorándose, Inicialmente la
capitalización individual opero en un ciclo expansivo de la economía chilena y
mundial, que se ha terminado, y además con titulos que se beneficiaron de la
privatización del patrimonio productivo de las empresas del estado. La propia
Solange Bernstein, quien fue Superintendente de Pensiones, por lo demás
defensora del sistema de AFP, señaló en 2013 durante su participación en el
seminario “Riesgos de longevidad en rentas vitalicias y retiro programado” la superintendente
de Pensiones, Solange Berstein, advirtió que “las rentabilidades futuras
no serán lo que han sido en el pasado. No sólo en Chile, sino a nivel mundial”.
Además se acabarán los trabajadores que cuentan con el bono de reconocimiento,
por haber sido parte del sistema antiguo, que les sirve para mejorara su
pensión.
Según las últimas cifras de
la Superintendencia de Pensiones hay 10.971.490 trabajadores afiliados a las
AFP, pero de ellos cotizaron en abril de 2015 solamente 5.139.894, es decir el
46,85%. Las pensiones promedio de vejez por edad en promedio son de 7,36 UF
(aprox. $182.195), de estas las de Retiro Programado que pagan las propias AFP
son 4,88 UF (aprox. $120.803) y las de Renta Vitalicia que pagan las Compañías
de Seguro son UF 11,26 (aprox. $278.739). Solamente un peso de cada tres que
las AFP recaudan han servido efectivamente para pagar pensiones.
Además como señaló el pasado
superintendente de pensiones Marco Barraza, actualmente el estado chileno paga
el 70% de las pensiones, a través del bono de reconocimiento, subsidios para el
llamado Pilar Solidario, y otras subvenciones. En otras palabras, lejos de
aligerara la carga para el estado, las AFP se han convertido en una pesada
mochila.
Entonces la pregunta con
sentido sería, ¿Por qué un sistema que manifiestamente ha fracasado, se sigue
manteniendo, y tiene dedicados defensores?
La respuesta es que en otro
sentido las AFP han sido un éxito. Las Administradoras en realidad no fueron
creadas prioritariamente como un sistema de pensiones, su verdadero propósito
fue aumentar la tasa de ahorro nacional y fortalecer el mercado de capitales, y
además reducir el costo salarial acabando con la cotización empresarial. Se
trata de un pilar de la acumulación de capital mediante el ahorro obligatorio
de los trabajadores en favor de los grandes grupos empresariales y bancos, a la
fecha alrededor de 20 empresas y bancos concentran el 50% de las inversiones de
las AFP en Chile. De esta manera los capitalistas más importantes se apalancan
con dinero que no es propio pero que administran en su beneficio.
De acuerdo con los últimos
datos que publica la Superintendencia de Pensiones, los activos acumulados de
los fondos de pensiones suman 163.992 millones de dólares, de estos casi el 45%
están invertidos en el extranjero. Es una cifra gigante que da cuenta del 59%
del producto interior bruto de Chile, y de hecho si no se hubieran producido
las pérdidas producto de la crisis de 2008 y 2009 en este momento deberían
superar el PIB nacional.
Las malas pensiones actuales
son resultado del diseño estructural de un sistema que rompió con los
principios básicos de la Seguridad Social, que se diseñó para un mercado
laboral ideal, con estabilidad en el empleo. La Seguridad Social como su propio
nombre indica está en las antípodas del riesgo que conlleva la actividad
empresarial, especialmente cuando se trata de inversiones especulativas en las
bolsas. En resumen el problema de las malas pensiones se relaciona con la
concepción misma de la capitalización individual.
La presidenta Bachelet
anunció un proyecto para crear una AFP del estado, aunque en el mismo acto
reconoció que no era una solución para las bajas pensiones. No existe razón alguna para pensar que una AFP
estatal, operando con la misma lógica de la capitalización individual del
conjunto de las empresas privadas del sector, obtendría mejores resultados en
términos de pensiones. No hay sustentación para creer que esta AFP estatal obtendría
una rentabilidad superior a las AFP privadas.
Sólo hay una solución,
recuperar un sistema de pensiones basado en los principios de la Seguridad
Social, la solidaridad, la universalidad de la cobertura. Un sistema de reparto
y financiamiento tripartito.
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