Jubilarse en Chile con una AFP es casi sinónimo de pasar a ser pobre.

Posted by Nuestra publicación: on lunes, enero 05, 2015

Patricio Guzmán S.

De acuerdo con los últimos datos oficiales publicados por la Superintendencia de Pensiones, al 31 de octubre de 2014, las pensiones promedio de vejez totales pagadas por el sistema de AFP eran de UF 7,39 (equivalentes a  $193.891), pero las pensiones promedio de Retiro Programado que pagan directamente las AFP eran de solo UF 4,89 (equivalentes a $128.299), ahora si consideramos todas las pensiones que paga el sistema de AFP (no solo de vejez)  entonces el promedio es de UF 8.06 (equivalentes a 211.740). Tenemos un país que paga pensiones de hambre a nuestros mayores. Jubilarse en el país significa en la mayoría de los casos caer en la pobreza, ser viejo en Chile es casi sinónimo de ser pobre.

No nos debe extrañar que las pensiones en Chile sean miserables.  El sistema de AFP, que reemplazó a las antiguas Cajas de Previsión por otro de capitalización individual basada en un ahorro forzoso del 10% de las remuneraciones de los trabajadores dependientes, no fue creado para dar pensiones, fue establecido para reducir el costo de la mano de obra asalariado a favor de los empresarios, y fortalecer el mercado de capitales, mediante un sistema de ahorro forzoso que transforma los montos acumulados en los fondos previsionales en capital al servicio de los grandes grupos económicos con acceso al mercado de capitales. Por cierto todo el sistema de AFP fue creado durante la dictadura militar por José Piñera y su gente, pero fue legitimado y realmente puesto a operar a su plena capacidad bajo los gobiernos de la Concertación, hoy rebautizada Nueva Mayoría.

Normalmente, en todos los países el financiamiento de la Seguridad Social es tripartito, por trabajadores, empresarios y estado. Lo que pagan los empresarios para los fondos de la Seguridad Social puede considerarse un salario diferido, que los trabajadores recibirán después de jubilarse. El sistema de AFP, estableció un sistema prácticamente único, donde los empresarios no aportan a las pensiones de los trabajadores, así de golpe se redujo el coste de las remuneraciones de las empresas, y se incrementó la ganancia del capital.

El impacto del ahorro forzoso en el mercado de capitales ha sido estudiado por los economistas,  Vittorio Corbo y Klaus Schmidt-Hebbel, de acuerdo con su investigación entre 1981 y 2002, el mercado de capitales creció 8,2 veces, y la participación en  porcentaje de los Fondos Previsionales en el año 2002 llegó a 37,8%. Estos economistas – partidarios del sistema de AFP – le atribuyen un tercio del crecimiento económico del país durante esos años. Con lo que queda claro la importancia de los fondos de pensiones en el modelo de acumulación de capital chileno.

El problema es que este crecimiento ha  ido de la mano con el incremento de la desigualdad social y la concentración de la propiedad y la riqueza, dando lugar a una economía oligopólica con pocos grupos económico – financieros, que controlan la economía nacional.  Un estudio de los economistas Ramón López, Eugenio Figueroa y Pablo Gutiérrez, de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, publicado en 2013, mostró que la mala distribución de la riqueza y de los ingresos en Chile, es mucho peor de lo que se creía. De acuerdo con los autores la investigación arroja que, en el período 2005-2010, el microsegmento conformado por el 0,01% más rico de la población tuvo una participación de 10,1% de los ingresos de esa nación. Y mientras el 0,1% más rico percibe el 17,6% de los ingresos, el 1% más rico se queda con el 30,5% de la riqueza. “El real problema de distribución en Chile está en lo más alto de la distribución y no tanto dentro del grueso de la población (90% o aún 99% de ella) donde la distribución tiende a ser relativamente pareja. Es realmente en el 1% más rico y sobretodo en el 0,1% y 0,01% más rico donde se concentra el ingreso”. Este es el modelo de crecimiento que ha impulsado el sistema de AFP, junto con un código del Trabajo hecho a la medida de los empresarios, y una Constitución que tiene en el corazón de su redacción la protección de la propiedad privada por sobre cualquier derecho social.