Mario R.
Fernández
Los
latinoamericanos viven su realidad cada día, como los demás habitantes del
mundo, pero la imagen de una Latinoamérica unida que se proyecta al mundo es más
quimera que realidad. Representantes latinoamericanos de todos los niveles
presentan al mundo una identidad que no tenemos. Latinoamérica ha
demostrado creatividad literaria y artística, fruto de ricas, coloridas y
singulares experiencias de lucha protagonizadas por millones, de cuyos
mezquinos triunfos y abundantes derrotas, emerge nuestro realismo
mágico, lo real maravilloso y otros géneros y tipos de arte que han expuesto
nuestra historia y nuestra realidad al mundo que las traduce y trata de
entender. Ha sido un esfuerzo de siglos y válido, pero uno que puede haber
contribuido indirectamente a que hoy aparezcamos dueños de una identidad que en
la práctica no tenemos. Latinoamérica la rebelde, la emergente, la que avanza,
la unida.
En contexto…
Cuando el
paradigma soviético llega a su fin en 1990, de manos de sus propios dirigentes
y no del pueblo ni sus trabajadores, nadie podía dudar que el colapso era además otra cosa que su derrota, una
derrota que despierta y expande por el mundo la alegría histérica de todos sus
enemigos. Entonces todo parecía hundido y se extiende la sospecha de que
pocos intentos de transformación sobrevivirán estos tiempos traumáticos. Es que
el proyecto socialista que se iniciara con la Revolución Rusa y que había
sumado las enormes luchas obreras del siglo XIX para terminar en 1917 con el
zarismo, tuvo gran impacto sobre el viejo mundo y el planeta. El fin del
paradigma soviético seria necesariamente ahogante para quienes, embarcados en
la transformación de su realidad de opresión, en esfuerzos de liberación
propios, particulares, no podrían desembarazarse de alguna forma del derrumbe
soviético. Y entre ellos estaban sin duda muchos pueblos de América Latina que
luchaban como podían, incluso a través de movimientos radicales de liberación.
Cuba fue
entonces la diferencia fundamental, porque en nuestro continente existe esta
isla, que había replanteado con su revolución el paradigma de lucha en 1959 y
que continuaría resistiendo luego de la caída de lo que se llamó el “socialismo
real”, presentándonos a los latinoamericanos con un ejemplo trascendente.
En América Latina Cuba había emergido como un nuevo punto de partida, dándole
dinamismo al proceso de liberación latinoamericano y del mundo. Y como
muestra de que la historia latinoamericana es un proceso creativo y dinámico,
emerge en Chiapas en 1994 el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional formado
por humildes indígenas y campesinos. Y más tarde, en 1998, es elegido Hugo
Chávez presidente en Venezuela y lanza el proyecto bolivariano de
liberación. Ambos en tiempos de “fin de la historia”, ocasionando la reacción
enardecida no solo de las oligarquías latinoamericanas e imperiales sino de
ex-izquierdistas que, habiendo vendido sus proyectos de cambio y ya instalados
en los nuevos ordenes del poder en el bando de los ricos y opresores no podían
tolerar la emergencia de ningún proyecto liberador. Todos estos
acontecimientos aparecen en momentos difíciles en lo ideológico y
en lo práctico. La rebeldía continua en América Latina y en el año 2000 en
Cochabanba, Bolivia, el pueblo se levanta contra el saqueo
del agua y luego contra gobiernos corruptos y criminales. En el año 2001
los pueblos toman la iniciativa de la lucha en otros países
latinoamericanos y se suman Ecuador y Argentina.
Realidad y
Quimera…
Los últimos 20
años de todas las experiencias de resistencia incluyendo los movimientos
políticos populares y cambio en favor de los pueblos y los trabajadores vividas
en América Latina en su continua lucha, nos llevan sin embargo a preguntarnos
donde estamos hoy, con que contamos hoy en esa lucha contra la opresión
imperialista, el saqueo, el deterioro de los recursos naturales y el medio
ambiente, y fundamentalmente en enfrentar los deseos de los ricos. Con gran
esfuerzo a nivel de gobiernos hemos logrado el 2004, por iniciativa de
Hugo Chávez, la cooperación de Fidel Castro y sus colaboradores,
dar comienzo al proyecto bolivariano del ALBA-TCP para la integración de los
pueblos, proyecto que se centra en el intercambio comercial justo y solidario y
que representa una alianza única en el mundo, alianza que actualmente está
integrada por Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua más cinco pequeñas
naciones caribeñas, un total de 10 países. Hay que destacar que en un
principio fueron invitados a participar México, Jamaica, Argentina y los países
centroamericanos pero que solo Nicaragua y Honduras aceptaron el desafío,
con el costo consecuente para Honduras de un golpe de estado.
También por
iniciativa de Venezuela y su proceso bolivariano nace el 2005 Petrocaribe, una
alianza de Venezuela con 13 estados del Caribe y cuatro estados
Centroamericanos para asegurar el suministro de petróleo en condiciones
ventajosas de pagos; hoy esta organización tiene vínculos con el ALBA para
extender los niveles de cooperación. Hugo Chávez promovió con mucha
energía el proyecto de integración bolivariana, creando así Petrosur, Telesur,
Unasur y, antes de fallecer, la CELAC dándole forma en la práctica al sueño
bolivariano. En lo ideológico político nos fuimos familiarizando con el
Socialismo del Siglo 21, Socialismo Comunitario, Reorganización Socialista en
Cuba, en fin Socialismo como movimiento y como sistema, una esperanza
recuperada que los saqueadores y opresores del mundo creían muerta y enterrada.
También quedaron proyectos incompletos y frustrados como el Banco del Sur, y un
oleoducto desde Venezuela para distribuir gas natural a todos los países
suramericanos.
El ALBA acaba
de cumplir 10 años de existencia y continúa funcionando como único reto al
neoliberalismo totalitario, abriendo caminos nuevos y puertas al desarrollo
cooperativo, humanizado, politizado -favoreciendo el avance del movimiento
popular y político. Al tiempo que Venezuela, Cuba, Bolivia continúan
siendo blanco de sabotajes económicos, desprestigio, conspiraciones y crímenes
por parte de oligarcas latinoamericanos y sus serviles administrativos y
políticos, de la falsimedia de Occidente que desprestigian el ALBA y sus
miembros, y del sistema financiero establecido que los ve como una alternativa
peligrosa y contradictoria al egoísmo general que ellos promueven -su famosa
economía “libre” y de “mercado.” Petrocaribe, no tan atacada como el
ALBA, pero cuestionada desde el punto de vista del estado de sus finanzas
por los mismos cínicos que defienden y representan el poder especulativo de la
Banca y de Goldman y de sus robos billonarios e históricos a los pueblos
del mundo. Telesur también es blanco de ataques y desprestigio, a la vez que no
está siendo apoyado por muchos gobiernos latinoamericanos, y aunque ha
decepcionado por su falta de convicción y por querer imitar estilos de la
televisión comercial basura, no deja de ser un proyecto valido y de utilidad.
Luego, hay
también otros proyectos que involucran convenios entre países como Petrosur,
convenio de PDVSA venezolana con corporaciones de petróleo estatales de
Argentina, Brasil y Uruguay que ha sido desestimado por los mismo países que lo
integran por lo que ha perdido relevancia. Y esta la iniciativa de UNASUR, que
podría haber tenido mayor impacto y cuya importancia actual es exagerada puesto
que la existencia de UNASUR no impide que se vivan grandes lapsos en sus
propósitos y funcionamiento dadas las contradicciones ideológicas de los
gobiernos que la integran -unos pro-socialistas y otros
neoliberales enemigos declarados y no declarados del socialismo, lo que en
el momento de tomar decisiones geopolíticas y económicas obviamente hacen
imposible el consenso. Es obvio que el éxito de una iniciativa como UNASUR
no depende simplemente de la nacionalidad de sus miembros sino fundamentalmente
de sus perspectivas políticas, por lo que los esfuerzos de UNASUR de jugar un
papel como espacio de contención no llegan muy lejos ya que no puede saltarse
procesos históricos sin pagar el precio que otros proyectos igualitarios han
pagado y pagan. El último esfuerzo bolivariano de Hugo Chávez, la CELAC
-Latinoamérica y el Caribe unidos, que deja afuera a Estados Unidos y Canadá,
es la organización culmine del proceso de emancipación de los pueblos latinoamericanos
y del Caribe.
Según Evo
Morales, presidente de Bolivia, “una unión de países de Latinoamérica es un
arma contra el imperialismo” y sin embargo la existencia de la OEA, una organización
paralela, y la falta de solidez y de instrumentos legales de la CELAC, la
convierten en una especie de conferencia latinoamericana y caribeña periódica
que si bien puede hacer declaraciones conjuntas y sacarse fotos no tiene
elementos para ir más lejos. Finalmente esta
el Banco del Sur, fundado hace más de 7 años con proyectos bien concretos como
explica Eric Toussaint del CADTM (Comité para la Anulación de la Deuda del
Tercer Mundo): “Ecuador y Venezuela tenían una visión clara, institución que
sirviera al empleo y a la integración continental. Proyectos bien concretos
como una industria farmacéutica de productos genéricos o la reconexión de los
países suramericanos mediante una red ferroviaria hecho con producción local,
moneda común, este era un proyecto de integración que tenía en cuenta el
interés de los pueblos y habría podido ampliarse a Centroamérica y el Caribe,
era una alternativa al Banco Mundial”. Hasta ahora. Sin embargo, el Banco
del Sur ha quedado en el papel y no ha extendido ningún crédito.
Las
Contradicciones…
Sin duda, el
enemigo histórico de los trabajadores y los pueblos de América Latina y el
mundo son las plutocracias parásitas, los imperialismos y sus instituciones
visibles y ocultas. Un barómetro en cuanto al impacto de una política, proyecto
o institución alternativa es su aceptación o no por parte de los opresores,
cuando ellos aceptan y elogian a un gobierno latinoamericano y sus políticas
sin duda es porque este les sirve o está con ellos y ataque o no defiende los
intereses de sus propios pueblos. En América Latina, Colombia, México, Perú,
Chile y, seguramente pronto, Costa Rica que será su quinto miembro, crearon el
2011 la Alianza del Pacífico. La crearon como bloque comercial sorprendentemente
porque como probó Aymara Gerdel, analista, el intercambio entre ellos es
mínimo; lo que si todos ellos tienen firmados tratados de Libre Comercio con
Estados Unidos -instrumento legal de protección de las corporaciones
multinacionales. Se trata de un bloque político, y tal vez militar, a favor de
las políticas imperialistas y contra el ALBA -no contra el Mercosur que es otra
alianza afín al neoliberalismo. Lo irónico es que no faltan los lunáticos
progresistas que entienden, pese a todo esto, que el gobierno de Chile, uno de
los fundadores de la Alianza del Pacifico, es un referente de centro-izquierda
y que México, otro de sus fundadores, tiene un interés real en la unidad
latinoamericana. Latinoamérica ha construido su propia torre de Babel.
Nos falta preguntarnos cuál es la función de
las bases militares de Estados Unidos en países como El Salvador,
México-Guatemala (Iniciativa Mérida), Honduras, Costa Rica, Colombia, Chile,
Perú y Paraguay y lo que implican para la soberanía y seguridad de nuestros
pueblos. Los países latinoamericanos no cuestionan la existencia de estas
bases; pero, la historia reciente nos muestra, en el año 2004, su complicidad.
Por ejemplo, varios países latinoamericanos participaron en el golpe de estado
e invasión al hermano país de Haití, el más pobre y humillado de nuestro
continente, que incluyó el secuestro de su presidente Jean-Bertrand Aristide
-el primer presidente legalmente elegido en Haiti en sus 200 años de nación
“independiente,” quien fue tomado prisionero y llevado a África. Participaron
en la invasión específicamente mercenarios, tropas de Estados Unidos, Canadá y
Francia, Brasil y Chile. Luego, no satisfechos con esta intromisión los
invasores manipularon a las Naciones Unidas para que se creara la MINUSTAH y tropas
extranjeras lideradas por el ejército de Brasil, con la complicidad de Chile,
Uruguay, Guatemala, Argentina, Paraguay y hasta Bolivia y Ecuador,
permanecieran en Haití y algunos protagonizaran todo tipo de abusos y
violaciones contra los haitian@s en su mayoría personas pobres.
Cuando en el
año 2002 se dio el golpe de estado en Venezuela, golpe que fracasó, el entonces
presidente chileno un “socialista” impostor Ricardo Lagos lo apoyó
abiertamente. Y en el año 2009 en Honduras, el imperialismo secuestró y
destituyó al presidente Manuel Zelaya, mientras que la OEA y su secretario,
José M. Insulza, junto con el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, montaron
un verdadero circo diplomático para cubrir su complicidad con el golpe de
estado y fingir solidaridad con el presidente depuesto Manuel Zelaya. Los demás
gobiernos se limitaban a condenas retoricas al golpe militar, sin ninguna
acción. De haber existido un compromiso latinoamericano real en favor de la institucionalidad,
los gobiernos latinoamericanos todos deberían de haberse retirado de la OEA,
terminando con una institución que ha
sido sino un instrumento enemigo a los pueblos latinoamericanos. Y por último,
el golpe de estado del 2012 en Paraguay al presidente Fernando Lugo donde se
utilizaron tácticas de conspiración parlamentaria para su destitución es un
buen ejemplo de que se dice una cosa y se hace otra. Paraguay es un país
completamente dependiente en lo geográfico y comercial de Brasil y
Argentina, si ambos gobiernos hubieran tenido voluntad de proteger al pueblo
paraguayo de este atropello, en 24 horas el presidente legítimo Lugo hubiese
vuelto al poder. De nuevo la actitud cínica, de vasallos con los ricos
prevaleció y otro gobierno legítimo cae y hoy nadie menciona esto.
Más allá de la
defensa a las instituciones legitimas de nuestros países, esta la defensa a los
derechos humanos de nuestros pueblos. CELAC y UNASUR deberían de jugar como
mínimo un papel relevante en este sentido. Estas instituciones no han servido
ni para denunciar el asesinato de 145.323 a manos del crimen organizado en
México en los últimos 8 años, ni las desapariciones de 23.322 personas desde el año 2011 en ese
mismo país. Se trata de crímenes tan horribles que pareciera que el pueblo mejicano
vive a diario en un surrealismo macabro diario. Ni hablar de denunciar la
existencia de 9.000 presos políticos en Colombia, casi todos luchadores pacíficos,
ni los más de 3000 activistas y sindicalistas asesinados por paramilitares en
los últimos 30 años en ese país o los 4,5 millones de campesinos despojados y
desplazados por militares y paramilitares colombianos. En ambos casos sus
presidentes, Enrique Peña Nieto en México y Juan Manuel Santos en Colombia son
presentados como príncipes de la democracia, ninguna crítica oficial
latinoamericana les toca. Miles de
jóvenes, mujeres y pobres han sido y son víctimas de una violencia
aterradora producto de la opresión y corrupción generalizada en Guatemala y
Honduras pero de nuevo las instituciones y presidentes latinoamericanos
raramente se manifiestan. No hay denuncia oficial tampoco frente a la opresión,
acoso y crimen continuo contra la resistencia del pueblo Mapuche en Chile y
Argentina o contra otros pueblos aborígenes del continente.
Muchos parecen
conformarse y aceptar los clichés de gobiernos y presidentes
“progresistas” trasmitidos acríticamente por muchos medios incluso de izquierda
que cantaban y cantan loas a Lula, Luis Inácio da Silva, quien declaraba sin
rodeos no ser ni de izquierda ni de derecha, lo que lo transformó en un regalón
de los ricos –y también de muchos izquierdistas que no aspiran sino a seguirle
los pasos. En los últimos años el nuevo regalón es el presidente uruguayo José
Mujica, ex guerrillero y hombre político, que gracias a un estilo de vida
sencillo (y repetido hasta el cansancio) aparece en fotos a la derecha de
Rockefeller, va de filósofo popular a Cantinflas, y de “presidente” a
“oposición a su presidencia” sin que nadie se pregunte cómo es posible.
Elogiada por ricos y progresistas Michelle Bachelet, la presidente de Chile, una
figura política mediocre, se ha consagrado como “maternal” a pesar de sus
políticas represivas contra los Mapuche y pobladores.
Últimamente, se asoma Salvador Sánchez Cerén,
presidente de El Salvador, tratando de vendernos el “buen vivir” sin
transformar nada. Y todos estos
presidentes, y sus gobiernos, son apoyados por empresarios, alimentan a
empresarios y representan al imperialismo en América Latina favoreciendo modelos
económicos neoliberales obedientes al totalitarismo capitalista. Han
traicionado una valiosa oportunidad de implementar cambios prácticos e
ideológicos, cambios para los que fueron elegidos por sus pueblos, y esta
traición de principios (prioritaria para todos ellos) ha tenido un alto costo
para los latinoamericanos todos. En su
traición han usado los aparatos políticos en los que están insertos, en el caso
de Lula y su sucesora Dilma Roussefy el
Partido de los Trabajadores, en el de Mujica el Frente Amplio, en el de
Bachelet la Nueva Mayoría, en el de Sánchez Cerén será el FMLN. Todos ellos venden lo que tienen para vender,
incluido su pasado político y de victimización, y al hacerlo desmovilizan y
despolitizan las bases populares organizadas. Sus gobiernos (Brasil, Chile y
Uruguay) han contado con el auge de los precios de las materias primas,
sostenido por más de una década y que hoy parece agotarse. Durante su gestión
mejoró, en forma temporal, la vida de muchos en parte debido al aumento de empleo,
de crédito personal, y a la asistencia básica a los más necesitados (gastos
autorizados por las instituciones capitalistas mismas) asegurando clientelismo
y evitando levantamientos populares.
Otros, sin
embargo, recuerdan con emoción la claridad con la que el derrocado presidente
Manuel Zelaya se dirigiera a la Asamblea General de las Naciones Unidas el
10 de julio del 2009 denunciando a la oligarquía de su país y al
imperialismo. Zelaya, el mismo liberal y propietario, demostró una valentía y
honestidad que no hemos escuchado de presidentes que fueron guerrilleros
izquierdistas. Recordemos también la honestidad y austeridad que ha mostrado el
presidente de Bolivia, Evo Morales, poco comentada, que sin ningún espaviento
el año 2006 se rebajó su sueldo de presidente a la mitad, quedando en 2600
dólares al mes, y se establece allí el límite máximo de sueldos a funcionarios
del estado.
En suma, aun
cuando los gobiernos del ALBA que ellos mismos enfrentan desafíos y contracciones,
además de la incógnita que implica la nueva relación cubano-estadounidense, no
ignoran esta realidad aunque se abstienen de hacer críticas a los demás
gobiernos latinoamericanos. Esto tiene un impacto ideológico y político. Es
verdad que a veces se pronuncian, en casos extremos, su estrategia de silencio
se explica quizás porque entienden las intenciones del imperialismo de
aislarlos. Entonces, agradecen la política externa de Brasil y Argentina que si
bien no los defiende tampoco los ataca y contribuye a mantener el flujo
comercial con ellos. Pero, qué pasaría
si hubiera otro golpe de estado u otro tipo de ataque a cualquier país
latinoamericano o del Caribe, lo que es posible porque la conspiración es
constante y está en la agenda de los enemigos (en cuanto a cualquier proyecto
que ellos no controlen). Es probable, que dada la realidad arriba discutida, no
haya respuesta continental -las organizaciones existentes aun con buena visión
están infectadas de impostores y transmiten solo expresiones vacías. Este es el
impacto ideológico y político de esta estrategia de silencio. La verdad es
relevante. Es relevante saber lo que se tiene, cuales son las herramientas y
las fuerzas disponibles con las que se cuenta, entender la realidad que nos
rodea y no engañarnos con quimeras. Esto ayuda a seguir andando y a enfrentar
cualquier situación de peligro.
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