TEORIA MARXISTA: El Bonapartismo y los Sindicatos

Posted by Nuestra publicación: on martes, octubre 14, 2014


Reproducido de ASR, CIT en Bolivia

Trotsky y los sindicatos en la era de la decadencia del imperialismo. Sobre las tareas de los revolucionarios en este periodo.


El bonapartismo

El bonapartismo surge como un arma de la clase dominante en momentos en que la correlación de fuerzas entre las dos clases antagónicas (Proletariado y burguesía) es pareja. Su carácter de mediador hace que juegue como un árbitro del conjunto de la nación y en apariencia por encima de las clases. Es característico de los países de capitalismo desarrollado y surge necesariamente en momentos de crisis revolucionaria donde está en juego o la revolución proletaria o el aplastamiento de ésta por el fascismo. Por tanto el bonapartismo es un gobierno de transición mientras le sirva a la clase dominante para re-estabilizar la situación luego de una serie de derrotas importantes de la clase obrera, o bien como periodo preparatorio para el aplastamiento definitivo del proletariado en ascenso.
Todo el siglo XX de la Europa continental estuvo a travesada por distintas variantes de bonapartismo que jugaron un rol clave en el desenlace de los conflictos de clase. Los ejemplos de la década del 30 en Francia y Alemania son característicos de este periodo.

LEÓN  TROTSKY
El bonapartismo sui-generis o semi-bonapartismo

En los países semi-coloniales o de capitalismo atrasado el bonapartismo adopta un rol similar pero bajo las características propias del desarrollo económico de la nación oprimida.

En los países de capitalismo atrasado es el imperialismo (capital financiero) el que domina la vida económica del país y no la burguesía nativa, que en los hechos solo juega un rol secundario y de lacayo (testaferros de una porción de la renta nacional). Pero como el imperialismo no importa obreros y tiene que proletarizar a la población nativa, el peso y el rol de la clase trabajadora adopta rápidamente una situación excepcional en la vida política del país. Estos tres fenómenos, presión del imperialismo, rol secundario de la burguesía nativa y el rápido crecimiento del proletariado nacional, marcan el ritmo fundamental de la lucha de clases en los países semi-coloniales.

En la época actual de dominio imperialista, que se caracteriza por crisis constantes del sistema capitalista en decadencia, en determinados momentos, frente a la debilidad del imperialismo, surgen movimientos nacionalistas burgueses en los países semi-coloniales que buscan independizarse un poco y ganar cierto margen frente a al capital extranjero. Es la búsqueda de sectores burgueses nacionales de lograr una mejor tajada de la torta y posicionarse de mejor forma frente al mercado mundial.

A este tipo de gobiernos Trotsky los caracterizó como semi-bonapartistas por el hecho de que para lograr sus fines deben ponerse como árbitros aparentes entre los intereses por un lado de las masas nacionales y por el otro frente a la presión del capital extranjero. Su incapacidad histórica de lograr los fines de la liberación nacional que se expresan en el sacudimiento total del yugo imperialista y la modernización del Estado nacional (empezando por solucionar el problema agrario) está marcada por su condición de clase. Como representantes de la burguesía nacional no pueden ir más lejos de los límites del capitalismo y por tanto terminan cediendo a las pretensiones del imperialismo, ya que de otra forma corren el riesgo de que la clase obrera los sepulte en su lucha ininterrumpida contra el capital trasnacional.

Pero para eso es fundamental que estos gobiernos busquen el apoyo en las masas, para lo cual están dispuestos a dar ciertas concesiones a condición de controlar al movimiento en su conjunto. Ahí nace la necesidad imperiosa de estatizar a los sectores de la clase obrera organizada y al del movimiento campesino.

El M.A.S y los sindicatos

El gobierno nacionalista del M.A.S logró encaramarse en el poder luego de una serie de luchas históricas de las masas en Bolivia producto del fracaso del sistema neoliberal que sumergió a la población en una profunda miseria social. La base social principal del masismo es el campesinado que logro aglutinarlo tras su bandera gracias a la cooptación de sus principales organizaciones sindicales. La burocracia campesina indígena logra tener el control del movimiento en su conjunto gracias a que las organizaciones sindicales aglutinan a los distintos estratos del campesinado desde los medianos hacendados hasta los pequeños productores (surcufundistas). Este fenómeno permite a la pequeña burguesía agrícola tener el control absoluto sobre los demás estratos campesinos.

Desde esta posición el gobierno logró desde un principio disciplinar al proletariado hasta lograr tener el control a través de la burocracia obrera a todo el movimiento.

Pero no solo utilizó ese recurso de chantaje de masas, sino que aprovecho en todo su esplendor el aparato del Estado burgués. Por ejemplo mediante la nacionalización parcial de los hidrocarburos logró estatizar al mismo tiempo al proletariado petrolero y su organización sindical. Lo mismo ocurre con las demás ramas de la industria nacionalizada.

Incluso en el trascurso de este gobierno se han formado de manera rápida mucho nuevos sindicatos fabriles que antes no tenían la posibilidad de hacerlo. Este genera una apariencia entre los trabajadores de mayores libertades democráticas y sindicales y se sienten con la confianza como para lograr extenderse. Pero esto no llama la atención sino que tiene un sentido claro para el nacionalismo como forma de cooptar al movimiento sindical y ampliar su base social. “Esta medida de la clase dirigente apunta a disciplinar a la clase obrera para hacerla trabajar al servicio de los intereses “comunes” del Estado, que parecen confundirse con los intereses de la propia clase obrera.”

“En realidad esta tarea de la burguesía consiste en liquidar a los sindicatos como organismos de lucha de clases y sustituirlos por una burocracia sindical como órgano de dirección del Estado burgués sobre los obreros.”

Estas medidas del capitalismo de Estado en un país atrasado busca defenderse por un lado del imperialismo extranjero y por el otro de su propio proletariado que como planteamos es una característica fundamental del semi-bonapartismo. “Este tutelaje está determinado por las dos grandes tareas antagónicas que el Estado Burgués debe encarar: atraer a toda la clase obrera, para así ganar un punto de apoyo para la resistencia a las pretensiones excesivas del imperialismo, y, al mismo tiempo, disciplinar a los mismos obreros poniéndolos  bajo control de una burocracia” (Los sindicatos en la época de la decadencia imperialista. Trotsky.)

Los sindicatos y la tarea de los revolucionarios

De este análisis es fundamental sacar la conclusión de la importancia fundamental de trabajar en los sindicatos para recuperarlos y ponerlos al servicio de la lucha obrera. Erosionar la base social del nacionalismo burgués es la condición primordial para pensar en construir una vanguardia obrera capaz de disputarle las masas a la burguesía nacional. Como plantea Trotsky, en la época actual de capitalismo en putrefacción los sindicatos o bien juegan un rol auxiliar en la colaboración de clases con la burguesía y el Estado Burgués, o por el contrario son un arma de la lucha revolucionaria contra el capitalismo y por la toma del poder. Los sindicatos “independientes” o tradeunionista ya no pueden jugar ese rol porque la época del capitalismo de libre democracia burguesa ha desaparecido para siempre. Entonces este tipo de sindicatos a pesar de su planteo de “independencia”, en los hechos solo pueden jugar un rol al servicio de la clase dominante. En cambio un sindicato combativo plantea necesariamente una lucha abierta contra el régimen en su conjunto y eleva la lucha a una lucha contra la burguesía y sus agentes.

Por eso mismo la tarea de los revolucionarios no es darle la espalda al movimiento obrero organizado como lo plantean algunas corrientes que hablan en nombre del marxismo, sino por el contrario la lucha por recuperar sindicatos y ponerlos al servicio de la lucha revolucionaria es la tarea fundamental de nuestro periodo.

Para eso siguen vigentes las consignas planteadas por Trotsky. En primer lugar debemos ir a la clase obrera bajo la posición de independencia completa e incondicional de los sindicatos respecto al Estado capitalista. Esto significa luchar por transformar los sindicatos en organismos de las masas explotadas y no de una aristocracia obrera. Conectado con eso luchar por la mayor democracia sindical lo que presupone en los hechos la realización de la independencia de los sindicatos frente al Estado Burgués.


“De todo lo anterior se desprende claramente que a pesar de la continua degeneración de los sindicatos y de su integración progresiva al Estado, el trabajo en su seno no solo que no ha perdido su importancia sino que se mantiene y se vuelve en cierto sentido incluso, revolucionaria. Se trata esencialmente de luchar por ganar influencia sobre la clase obrera. Cada organización, cada partido, cada fracción que tome una postura ultimatista respecto a los sindicatos, es decir que de hecho le dé la espalda a la clase obrera, solo por no estar de acuerdo con su organización, está destinada a perecer. Y hay que decir que merece perecer.”