La lucha por una moral proletaria y revolucionaria

Posted by Nuestra publicación: on martes, junio 17, 2014

Carlos Ilich



 En 1938, Trotsky escribió el pequeño folleto Su moral y la nuestra, donde explica que no hay una moral universalmente válida, porque la moral es producto del desarrollo social y tiene un carácter de clase. La clase dominante impone a la sociedad sus fines y clasifica como "inmorales" los medios que contradicen esos fines. Trotsky no tenía ninguna concepción mística de la moral. Para él, los problemas de la moral revolucionaria se confunden con los problemas de estrategia y táctica revolucionarias. Por eso, él consideraba imposible la tarea de construir un partido revolucionario sin una moral que sea totalmente independiente de la moral burguesa. La independencia de clase es indisociable de la construcción de una moral independiente de la burguesía, de una moral proletaria. La época que vivimos es la época de la decadencia capitalista, de una moral podrida, donde lo que prima es el "Todo vale ", la moral decadente de la burguesía, de los aparatos y burócratas sindicales que, para destruir la independencia de la clase, tuvieron que, al mismo tiempo, destruir la moral proletaria.

Hoy, millones de trabajadores jóvenes en el mundo entran por primera vez en un lugar de trabajo. Cuando se encuentran frente a una huelga, lo que oyen de la burocracia sindical es que deben ser "democráticos", que todo el mundo tiene que tener sus derechos: quien quiere trabajar, trabaja, quien que no quiere, no trabaja. Y las leyes explican que la huelga, para ser "democrática", tiene que garantizar un mínimo de personal trabajando. Esos jóvenes que comienzan a trabajar se deparan con esa ideologia, que es la moral burguesa dominante y que destruye la solidaridad entre los trabajadores y la independencia de clase.

Por eso es necesario recuperar la moral proletaria, la moral de clase, en un combate cotidiano contra la moral burguesa, la moral decadente, que penetra por todos los poros en el seno de la clase trabajadora. Es preciso recuperar la solidaridad de clase, que debe expresarse en la vida cotidiana de los trabajadores y que es tan importante como forma de defenderse de los ataques de la patronal, recuperar la moral proletaria como parte indisoluble de la construcción de una organización independiente de la clase trabajadora como instrumento de lucha contra el capitalismo y por una sociedad socialista.  Es una batalla estratégica y táctica por la reconstrucción de esa moral proletaria que la burguesía, el  reformismo  y los aparatos sindicales destruyeron a lo largo de los años. No hay unidad posible de la clase obrera, no hay independencia posible de la clase sin esa reconstrucción, sin la lucha contra la moral de los aparatos, que es una moral lumpen, la moral de los privilegios, de la degeneración entre los dirigentes sindicales, que venden su mandato a la patronal, mostrando con eso que "cada uno tiene su precio". Ese tipo de moral es nefasta para los trabajadores.

Es urgente, por lo tanto, recuperar la moral proletaria para que la clase pueda reencontrar el camino de su organización independiente. Mas eso sólo no basta. Es preciso recuperar también la moral partidaria y revolucionaria. Porque la decadencia de la sociedad capitalista presiona a las organizaciones de izquierda, que acaban practicando una moral burguesa, degradada, que se manifiesta en todo tipo de actos de corrupción, fraudes y maniobras desleales que nada tienen que ver con una moral revolucionaria. Este proceso es tan grave que hoy vemos a organizaciones de izquierda que se reivindican marxistas,  , aceptando dinero de la burguesía para elegir sus candidatos y llegarr al parlamento.

Recuperar la moral partidaria y revolucionaria significa enfrentar estos métodos, identificarlos y combatirlos cotidianamente. Significa enfrentar y combatir el machismo y todo tipo de discriminación y opresión contra las mujeres, los negros o los homosexuales dentro del partido revolucionario. Porque el partido es un instrumento que lucha para derribar a la burguesia y, para eso, precisa tener una moral superior, una disciplina de hierro, basada en la máxima confianza y solidaridad entre todos. Sin esa moral, es imposible construir un movimiento revolucionario que consiga ir hasta el fin en la lucha contra la burguesía.