El ALBA había aparecido como respuesta directa al ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas) comandado por EEUU, y fracasado en su intento de crear la mayor área de libre comercio del planeta. Otra alianza es el Mercosur, más antigua, pero con un papel preponderante de Brasil y Argentina, además de Paraguay y Uruguay. Recientemente se ha oficializado el ingreso a esta última de Venezuela, originándose un importante cruce y complementaridad entre el ALBA y el MERCOSUR. Hace pocos días además se ha firmado un tratado entre el ALBA y Petrocaribe, que es un mecanismo de integración petrolera conformado por Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Cuba, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Surinam y Venezuela, incrementando así la influencia “bolivariana” en la región.
Al mismo tiempo que se creaba la “alianza del pacífico” en 2011, comenzaban a hacerse visibles procesos de resistencias a las políticas neoliberales dentro de sus países miembros. Estos movimientos venían cultivándose desde hace varios años, pero fue el año 2011 el que los hizo cobrar un verdadero protagonismo, justo al mismo tiempo que los gobiernos firmaban la alianza. Numerosos autores han descrito las políticas económicas de los 4 países miembros de la “Alianza del Pacífico”, caracterizadas en el extractivismo y en procesos de “acumulación por desposesión” (de derechos, de empresas públicas, de tierras, de recursos naturales, entre otros) que tienen sus orígenes en las reformas de ajuste estructural neoliberales implementadas en los últimos 35 años. Estos procesos comenzaron en Chile durante la dictadura de Pinochet con sus “Chicago Boys” y continuaron durante la postdictadura de la concertación-alianza hasta hoy (Por ejemplo Chile ha firmado 21 TLCs con 58 países). Estos procesos de “despojos planificados” han continuado en el México del PRI y del PAN ( país que firmó el primer gran TLCs con USA y Canadá ); el Perú de Alan García (2 veces presidente), Fujimori y Toledo; así como en la Colombia de Uribe y Santos, procesos incrementados allí por el conflicto paramilitar y los desplazamientos (y despojos) forzados.
La defensa de los bienes comunes frente al “despojo neoliberal” en América Latina es el motor de los movimientos sociales en estos 4 países. Y en especial son 2 ejes son los que guían las movilizaciones: la defensa de la educación pública (entendida como un bien común y como un derecho social) y la defensa de los territorios y sus comunidades (y en contra de grandes proyectos extractivistas, energéticos o privatizadores de esos bienes comunes).
En Chile desde 2011 el movimiento social emergió con gran fuerza sobre todo a partir del movimiento social por la educación pública y gratuita, pero también con el movimiento ambientalista contra las represas en la Patagonia, contra las termoeléctricas, de los pobladores y de las regiones, de los mapuches, entre otros. Donde la reivindicación central ha sido de que no se puede lucrar con los derechos y han abogado por la defensa de los territorios.
En México el movimiento “YoSoy132” nace en 2012 frente al imperio mediático y contra la elección de Enrique Peña Nieto (PRI), además en defensa de la educación pública, pero sobretodo de la democracia. Hoy los maestros primarios (con apoyo de los estudiantes universitarios) protagonizan las resistencias contra la reforma neoliberal de la educación pública y al mismo tiempo miles de ciudadanos se manifiestan por la defensa de los bienes públicos, como la empresa estatal de combustibles PEMEX en proceso de privatización.
En Colombia el movimiento estudiantil comenzó en 2011, en paralelo y coordinado con el movimiento estudiantil chileno, demandando la derogación de la reforma propuesta por Santos, y defendiendo la educación pública y gratuita. Hace algunos meses el país fue paralizado varias semanas por el movimiento campesino con el paro agrario. Luego de un mes de intensas movilizaciones, con el bloqueo de más 40 carreteras, habrían logrado al parecer un triunfo con la posibilidad de negociar la ley 970 sobre la privatización de las semillas. En esta histórica movilización se unieron a los agricultores los chóferes de camiones y buses, los mineros, los sindicatos de trabajadores, el movimiento estudiantil, entre otros. Tan potente fue la movilización, que el presidente Santos llegó a decretar toque de queda junto a la movilización de los militares en las principales ciudades para reprimir el movimiento. La represión dejó como saldo varios muertos.
En Perú el movimiento estudiantil, aunque más tímido que en los otros 3 países, también ha salido a la calles a defender la educación pública. Y el principal movimiento de contestación ha sido contra los grandes proyectos extractivistas, siendo el más emblemático el proyecto minero Conga en la región de Cajamarca, pero no el único. Durante el gobierno de Ollanta Humala la represión a los movimientos sociales ha sido feroz, con varios muertos por la represión de la policía y el ejército. PetroPerú, la empresa pública de combustibles está siguiendo la misma suerte que PEMEX de México, y se pretende privatizar. Ya se vislumbran movilizaciones en su defensa.
Dentro de todo este proceso de contestación y fuertes movilizaciones en el Pacífico neoliberal, es posible que se esté gestando una “alternativa” desde los movimientos sociales a las políticas neoliberales en el seno de los países “buenos alumnos” del neoliberalismo y publicitados por el mundo como modelos de crecimiento económico (aunque se habla menos del crecimiento de las desigualdades). En este proceso tienen la última palabra los diversos movimientos sociales y políticos de los países miembros de la “Alianza del Pacífico neoliberal”.
Evo Morales, presidente de Bolivia reafirmó hace pocos días estas ideas con las siguientes declaraciones: “la Alianza del Pacífico sería algo así como el nuevo ALCA, ese ALCA que sepultamos en Mar del Plata, junto a Néstor Kirchner y Hugo Chávez. Todos esos planes estaban enterrados, hasta que los hicieron revivir tres países de Sudamérica: Perú, Chile y Colombia. Por supuesto, nosotros entendemos que están en su derecho, pero también vemos que en esos países están los pueblos más convulsionados, no solamente contra los presidentes, sino contra sus políticas”. (http://www.diarioregistrado.com/internacionales/84204-evo-morales–dudo-que-bachelet-sea-socialista.html)
¿Qué pasará con la política exterior en el próximo gobierno en Chile? ¿Qué camino de integración regional tomará? ¿Qué tipo de integración regional prefiere la sociedad chilena y los movimientos sociales? ¿Seguirán nuestros gobiernos firmando tratados de libre comercio o pasaremos a una integración regional más compleja y multisectorial que ponga la cooperación y a las personas como prioridad? ¿Los países de la alianza del pacífico con sus diferencias y semejanzas es que acaso están cimentando el camino a una nueva alternativa post-neoliberal, tal como ya la experimentan otros países en la región desde hace una década?
Según las declaraciones de Bachelet y sus asesores no habrá un giro de la política exterior, sino que continuidad, con la excepción que implicaría una recomposición de las relaciones con “los grandes” del Conosur, Argentina y Brasil, dejados a maltraer los últimos 4 años, por la preponderancia de la Alianza del Pacífico. Veremos que pasa en el Pacífico neoliberal y si los movimientos sociales son capaces de imponer sus agendas en defensa de los bienes comunes, frente al libre comercio y los procesos de acumulación por desposesión.
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