Balance y Perspectivas.
Patricio Guzmán S.
Imagen: El Observatodo
Con un nivel de
abstención del 51.4%, esta gana a cualquier candidato. Las pasadas elecciones
de 17 de noviembre, revelaron la creciente desafección de los electores con el
sistema política. 13.573.088 de personas tenían derecho a sufragar, lo hicieron
menos de siete millones. A lo que además debemos sumar los 62 mil votos nulos y
43 mil votos blancos. En resumen los votos válidamente emitidos fueron 48.6%
del padrón electoral.
La victoria de
Bachelet, queda bastante matizada si se considera estos niveles de votación. No
sólo no obtuvo su esperada victoria en primera vuelta, sino que en la realidad
sus 3.070.012 votos (46.67%) corresponden a un 22.7% de los ciudadanos con
derecho a ir a las urnas, y en cuanto a la candidata de la derecha, Matthei con
1.645.271 votos (25.01%) representan apenas un 12.1% del universo con derecho a
voto.
El pasado gobierno de
Bachelet terminó en medio de una crisis de descomposición de la Concertación,
marcado por grandes movilizaciones, especialmente los jóvenes estudiantes que
desencadenaron la “revolución pingüina”, y represión contra trabajadores en
huelga y el pueblo mapuche que dejó varios muertos, y la imposición de la ley
antiterrorista contra los mapuche en lucha por su territorio. La descomposición
de la Concertación, que pareció terminal en su momento, consiguió detenerla el
prestigio de Bachelet, y la llegada del PC. Esta aprobación de la ex presidenta
es contradictoria con la mayoritaria desaprobación de los partidos y políticos
de su coalición, que incluso prefirió mudar de nombre a “Nueva Mayoría”, para
prometer una nueva era, que ahora si harían las transformaciones que no habían
impulsado por 20 años, incluso cuando tuvieron mayoría en ambas cámaras.
La abstención de los
sectores más jóvenes y dinámicos, el bajo porcentaje real de votación con que
llegará Bachelet nuevamente al gobierno, las brutales desigualdades sociales,
el endeudamiento generalizado y la continuación de la desaceleración de la
economía chilena, prometen un gobierno con baja legitimidad, y fuertes
movilizaciones sociales. Un terreno propicio para construir una alternativa
socialista y democrática, verdaderamente anti-capitalista, en los próximos
años.
Derrota
electoral de la izquierda.
La izquierda chilena
ha vuelto a sufrir una derrota electoral, ninguna de las candidaturas
presidenciales que se presentaron desde el sector consiguió un caudal
importante de votos. Esto es especialmente cierto respecto a la candidatura de
Marcel Claude, la única que despertó, en algún momento, expectativas de un buen
resultado y que finalmente quedó con un resultado testimonial de 184.906 votos
(2.81%), el ecologista y ex funcionario despedido del Banco Mundial, Alfredo
Sfeir, del Partido Ecologista, obtuvo 154.593 votos (2.25%), con una campaña de
bajo perfil, Roxana Miranda, del Partido Igualdad, la candidata que era “pueblo
pobre” en sus propios términos, recibió
83.687 votos (1,27%). Es decir los tres candidatos sumados llegan a un
6.33%. Marcos Enriquez Ominami, que es
más bien una disidencia de la Concertación, sin un programa contra el sistema,
pero que recogió sufragios de protesta por la izquierda, bajó su votación desde
la anterior elección presidencial en que obtuvo cerca del 19%, al 10.98% de los
votos. En la anterior elección presidencial, el ex ministro de la Concertación
y dirigente del PS, Jorge Arrate, se presentó con el apoyo del PC, y obtuvo un
6.33%.
Si desde la izquierda
hubiéramos sido capaces de llegar a acuerdos generosos poniendo sobre los
intereses mezquinos de grupos o individuos las necesidades generales, ese
acuerdo hubiera funcionado como un imán y hubiéramos atraído una votación
significativa. Una lección auto-critica
importante que hay que sacar es que la fragmentación de los sectores que se
reclaman contrarios al capitalismo, es un gran obstáculo para la conformación
de una fuerza electoral creíble, capaz de encantar y organizar a esa mitad de
la población que prefirió restarse a las elecciones.
Expectativas y Resultados de Marcel Claude.
La candidatura de
Marcel Claude despertó grandes expectativas. Con la participación de cientos de
personas el movimiento Todos A La Moneda levantó un programa democrático y
social muy radical, y por lo menos hasta cierto momento, logró concitar el
apoyo de sectores de jóvenes que habitualmente han sido abstencionistas, como
los libertarios, consiguió el apoyo de un par de decenas de organizaciones
políticas, se formaron en todo el país comandos territoriales auto convocados,
y se formó un Frente de Trabajadores que se nutrió del movimiento contra las
AFP y de la ola de movimientos huelguísticos que se han sucedido.
El programa, que se
construyó de forma democrática, con la participación de cientos de
profesionales y líderes sindicales y sociales, fue un gran acierto del
Movimiento Todos a la Moneda. Es el programa más radical presentado por un
candidato presidencial en Chile, desde el fin de la dictadura. Incluía la
convocatoria a una Asamblea Constituyente. La renacionalización del Cobre y en
general de los recursos naturales, incluía el agua dulce y las aguas del mar,
privatizadas. El fin del sistema de pensiones privado, las AFP. La intervención
de la banca. Acabar con el lucro en la Educación y Salud, y garantizar un
sistema estatal, gratuito y de calidad.
El programa proponía un estado de caracter plurinacional y federal, etc.
Errores no forzados y
actitudes poco empáticas, por decir lo menos, del candidato y del entorno más
cercano con él, de gente que se rodeó en su comando le enajenaron el entusiasmo
y la voluntad de buena parte de los grupos políticos, de sindicalistas en lucha
y de los jóvenes libertarios, que acaban de ganar la presidencia de la FECH.
Otro error del
diseño de campaña, en gran parte atribuible a una campaña muy
presidencialista, fue la casi nula consideración de Marcel Claude con los
candidatos parlamentarios y a Consejeros Regionales de Todos A La Moneda.
Estos candidatos parlamentarios iban como candidatos del Partido Humanista,
única posibilidad de acuerdo con la ley chilena a falta de pacto entre dos
partidos legales. Un dato importante al respecto, es que las candidaturas del
Pacto de Todos A La Moneda tuvieron en conjunto mejor desempeño que el propio
candidato presidencial, así en diputados la lista PH obtuvo 208.995 votos, y
el 3.36% en contraposición a 184.906 sufragios y el 2.81% de Marcel
Claude.
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Un desacierto mayor,
en mi opinión, fue la no utilización o despreció, sobre todo a partir de la
mitad de la campaña, por el activo que hubiera significado la exposición a
fondo, en el plano de la propaganda de figuras nacionalmente reconocidas de las
ciencias, la academia, el sindicalismo de lucha, la TV, la música y artes, y la
política alternativa.
Los datos
indesmentibles son que los jóvenes – el grupo etario donde Marcel Claude
despertaba más simpatía - no acudieron a
votar, y que en el último tramo de la campaña un sector de sus potenciales
votantes, cambio su voto y se inclinó por Sfeir y por Miranda. Por tanto la
meta principal de la campaña de Marcel Claude no se cumplió. El candidato no
pudo encantar al grueso de los jóvenes que se han movilizado masivamente en los
últimos años, ni tampoco a la mayor parte de los votantes que tradicionalmente
han votado por la oposición desde la izquierda.
Otros “anti capitalistas”.
Roxana Miranda, la
candidata del Partido Igualdad, partió con un desempeño bastante malo,
sobretodo en sus apariciones en los medios, pero fue mejorando de manera
notable, y en el último tramo lo hizo bien. Ganando la simpatía y el apoyo de
mucha gente, incluso de muchos que no votaron por ella. Sin embargo, la
debilidad de su candidatura queda en evidencia, no solamente por la bajísima
votación obtenida, sino también al advertir la poca votación que obtuvo en su
propia comuna, San Bernardo, donde es dirigente poblacional. Miranda y su
partido, también pagaron el precio de la auto proclamación sectaria.
El sector del
movimiento estudiantil universitario agrupado en la Izquierda Autónoma
Universitaria, presentó tres candidatos independientes a diputados. Uno de
ellos fue electo en Magallanes, en el extremo sur de Chile. Será el único diputado
de la izquierda en el parlamento chileno.
El resultado de
Alfredo Sfeir, resulta una sorpresa, se trata de un candidato que volvió hace
poco a Chile, y que no ha tenido participación en política nacional en el
pasado, y con un partido muy poco visible y sin propuestas en el grueso de los
temas sociales y políticos. En gran medida por los desaciertos de otras
candidaturas, consiguió recibir un voto
de protesta y medioambientalista, que se puede asociar con las grandes
movilizaciones sociales contra los mega proyectos e instalaciones depredadoras del medio
ambiente, crecientemente dañado por el tipo de modelo de acumulación
capitalista chileno.
Puede advertirse el
trasvasije de votos desde Marcel Claude a Alfredo Sfeir y Roxana Miranda que
mencionamos antes, observando que con estos dos últimos candidatos ocurrió el
fenómeno contrario en la relación
presidencial – diputados. La candidatura
parlamentaria conjunta de Igualdad y Ecologistas a Diputados obtuvo 172.727
votos (2.78%), mientras sus candidatos presidenciales sumados recibieron
238.280 sufragios (3.62%)
El voto de izquierda se mantiene a pesar de la deserción del PC.
Esta es la primera
elección presidencial, en la cual el Partido Comunista, hasta hace poco el
principal partido de la izquierda, abandonó el sector para incorporarse a la
Concertación, rebautizada Nueva Mayoría.
Por lo que dentro de los malos resultados de la izquierda, un aspecto
positivo que hay que saber valorar es que se mantuvo el porcentaje de votación
anterior, a pesar de la deserción del PC, lo que apuntaba a llevar ese caudal
de votos hacia la Nueva Mayoría, y dejar invisible totalmente a la izquierda,
en el plano electoral. Sin embargo, aumentó la fragmentación del limitado voto
de izquierda tradicional.
Una izquierda a la que le falta sintonía con la sociedad actual.
Pero las dificultades
electorales de la izquierda no son únicamente atribuibles al sectarismo del
sector, la falta de propuestas creíbles, al atraso de la conciencia, el
monopolio de los medios de comunicación por la clase dominante, o los errores
del principal candidato. Todo esto es cierto, pero en gran parte es
consecuencia de otros aspectos sociales profundos.
Cambiaron las formas
del trabajo, y de acumulación del capital. Cambio el estado, y su rol en la educación,
la salud, la previsión, y la ordenación territorial. El impacto sobre la
conciencia del rol subsidiario del estado y de las privatizaciones no es
suficientemente valorado. Como
consecuencia se modificaron las formas de relaciones humanas y productivas. El
modelo de sindicalismo de empresa, por ejemplo, es un anacronismo para las
necesidades actuales de la clase trabajadora.
La izquierda, y las
organizaciones sindicales tradicionales, se levantaron sobre un paradigma de
sociedad que ya no existe en Chile. La
matriz productiva manufacturera, fue reemplazada por una economía de servicios.
La industria se concentra en la minería extractiva (muy importante
económicamente pero con poca mano de obra), y en la explotación agro forestal,
ambas dedicadas a la exportación. Las grandes concentraciones humanas
industriales y de la minería del carbón del pasado han desaparecido. El grueso
de la clase trabajadora, incluso en el propio aparato de estado, labora ahora
bajo formas precarias. Existe, en el mejor de los casos, un remedo de
negociación colectiva. Las huelgas son encorcetadas con leyes que las conducen
al fracaso. Por lo mismo un porcentaje muy bajo de los trabajadores está
sindicalizado – la mayoría no puede hacerlo debido a sus condiciones de trabajo
- o no ve siquiera una ventaja en la sindicalización.
Sindicatos,
Organizaciones Sociales de la clase trabajadora tradicionalmente han tenido
preocupaciones inmediatas y de largo plazo, para responder a las necesidades de
remuneraciones, derecho al trabajo, condiciones de trabajo y condiciones
generales de vida. Las formas de organización y las demandas que formulan se
basan en la realidad y las preocupaciones a las que se ven enfrentados sus
afiliados.
Mencionemos algunos: El
tema de género, la doble jornada, la doble opresión trabajo-hogar, el maltrato
contra la mujer y la infancia, la discriminación en los salarios, con la
afluencia masiva de la mujer al trabajo remunerado, son ahora asuntos
centrales. El cambio del papel de los géneros, en el trabajo remunerado y en
responsabilidad domestica, junto con el acceso a la comunicación global han
producido una profunda transformación cultural y en la sociabilidad
chilena. Ha disminuido el peso
tradicional de la Iglesia, una institución central de la estabilidad social en
el pasado, las familias trabajadoras son ahora más diversas en temas
religiosos, valóricas, y culturales, más independiente, más laica.
Las viejas estructuras
políticas. Los antiguos partido con convocatorias y militancia de masas, que
eran parte de las instituciones intermedias de la sociedad han perdido gran
parte de su razón de ser. De un lado las clases dominantes han buscado
conscientemente la despolitización y la desorganización de la gente. Contribuye a sus propósitos el individualismo
que arraigó en Chile de la mano con las nuevas formas de organización del
trabajo y las tarjetas de crédito. Los partidos tradicionales, incluidos los de
izquierda, basados en liderazgos poco democráticos, verticales, carismáticos y
clientelistas están hoy en crisis de membrecía. Cada vez más son cascaras
vacías, aparatos electorales que se movilizan para disputar los cargos, y el
botín de negocios asociados con el estado en los diferentes niveles.
Los temas
medioambientales han ido ganando importancia en las preocupaciones de la gente.
El capitalismo contemporáneo es depredador del ser humano y la naturaleza. El
apetito de ganancia inagotable del capital presiona permanentemente los
limites, y obliga a las personas a reaccionar.
Nuestro país
tradicionalmente es un país muy discriminador, especialmente por razones
étnicas asociadas a clase social. Se discrimina por ser indígena, por tener
rasgos indígenas o ser pobre, todo lo cual tiende a ir asociado. Ahora Chile se
ha convertido en un destino atractivo para migrantes, sobretodo
latinoamericanos pobres de otros países de lengua castellana, pero también
gente de todo el mundo, esto aumenta la diversidad étnica y cultural. Pero
también plantea nuevos problemas de marginalización, discriminación y
xenofobia.
Lo mejor de nuestra
juventud instintivamente tiende a reaccionar solidariamente con el movimiento
mapuche, contra cualquier forma de discriminación, o en defensa del medio
ambiente. Los estudiantes muestran una gran apertura de mente frente a estos
temas.
El acceso al consumo a
través del crédito, el endeudamiento, es un aspecto central y
contradictorio de
la vida de las familias chilenas. Por un lado pone a su disposición muchos
productos y servicios, creando una sensación de progreso y bienestar, por otro
lado los hunde en el endeudamiento provocando frustración y malestar.
Tenemos que dar
respuestas a los múltiples problemas producto de la ordenación territorial. En
las grandes ciudades, los cambios sociales concentradores de la riqueza, y la
especulación inmobiliaria, han creado una segregación muy profunda entre los
barrios divididos por segmento social. En la periferia se agrupan el grueso de
las poblaciones con la gente más pobre. Esta estructura segregada en la lógica de
gueto, plantea graves problemas para la calidad de vida de las personas.
Aumento de la delincuencia, y de problemas de seguridad pública, de nichos de
jóvenes NINI (Ni estudian Ni trabajan), largos y difíciles transportes… Con
costos sociales para la sociedad en su conjunto, obliga a un gran gasto de
dinero y energía para transportar a la gente trabajadora desde barrios
puramente dormitorios, baja de la
productividad de los trabajadores cansados por los largos desplazamientos.
Educación de mala calidad, no solo por la desidia de las autoridades y las
malas condiciones materiales, o los efectos comprobadamente malos de la
privatización de la educación y su privatización a través de los colegios
privados-subvencionados. También porqué está comprobado por estudios que la
educación segregada presiona a la baja la calidad en todos los niveles. Por eso
incluso la mayoría de los colegios privados de elite,
resultan con resultados
de mala calidad si se le compara a nivel internacional.
¿Cómo reconstruimos una identidad de clase positiva?
Está pendiente
resolver una cuestión básica de asociatividad, y desarrollar un lenguaje, hasta
en nuestras consignas, empático y comprensible para los jóvenes y trabajadores
reales. ¿Cómo reconstruimos una identidad de clase positiva? Esa es la pregunta
con sentido a la que tenemos que dar respuesta no el plano puramente
discursivo, sino en la práctica.
Necesitamos propuestas
que no se queden presas de la presión del imaginario construido por los grandes
medios de comunicación propiedad de los grandes grupos económicos. Esta presión
se expresa en un lenguaje eufemístico y poco claro, y por lo mismo poco
creíble. Es casi moda hoy declararse
anti-capitalista, pero sin proponer un modelo alternativo, socialista de
sociedad. Cuando se mezcla esta ambigüedad con consignas radicales en el
lenguaje (no necesariamente en el fondo) llenas de nostalgia setentera, resulta
un verdadero desastre comunicacional. En parte esto también es el resultado del
trauma que provocó la caída de los regímenes estalinistas del fracasado
socialismo real. Sin embargo, la gente que no pertenece al escaso activo
político de los grupos y colectivos de izquierda, no se escandaliza con la
reivindicación del socialismo, especialmente si uno tiene cuidado de explicar
que aspiramos a una sociedad muy democrática y libertaria. Para transmitir un
mensaje bien hay que ser claro en el lenguaje.
Necesitamos nuevos
modelos de organización que den cuenta de las nuevas formas y la diversidad de
la organización del trabajo, y de vida, en la sociedad capitalista del Chile
actual. Organizaciones formas e informales que sirvan a la gente. Mientras la
izquierda se quede solamente en las lecciones históricas, el heroísmo y la
nostalgia del pasado, con organizaciones que responden solamente a las
necesidades de una parte minoritaria de la clase trabajadora real, es difícil
dar el salto hacia organizaciones políticas representativas e independientes
masivas, que puedan poner en cuestión la sociedad capitalista.
Los Comités de Campaña
auto organizados del movimiento Todos A La Moneda (TALM), fueron una
oportunidad de relacionar a viejos y nuevos activistas, superando la
fragmentación extrema. La propuesta de levantar un Frente de Trabajadores en
todo el país, que nació en el TALM, pero que trasciende más allá del fin de la
campaña, está tomando forma, y puede ser un paso práctico que dé algunas
primeras respuestas a estas necesidades de nuestra clase trabajadora. El Frente
de Trabajadores puede terminar siendo un gran aporte de esta campaña electoral.
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