Hace cinco años, el 15 de
septiembre de 2008, quebró Lehman Brothers, un gigante de la banca
norteamericana y global.
La bancarrota de Lehman Brothers
con un pasivo de $613.000 millones fue la mayor que se ha producido en el mundo
hasta ahora. La institución financiera era una compañía con presencia mundial,
destacaba en los negocios de banca de inversión, gestión de activos financieros e inversiones en renta fija,
banca comercial, gestión de inversiones y servicios bancarios en general. La
Corporación tenía su sede social en la ciudad de Nueva York,
con sedes regionales para Europa en Londres y
para Asia en Tokio,
así como oficinas ubicadas en todo el mundo. La quiebra marcó un antes y un
después de la crisis abierta por la masa de deuda impaga a partir de las
inversiones especulativas en títulos derivados, que luego fueron conocidos como
“deuda toxica”.
Ningún país integrado a la
economía capitalista global se salvó del rápido contagio. Desde entonces una
ola de crisis y recesiones se abatió sobre el planeta, la mayor desde la Gran
Recesión de fines de los años 20 y comienzos de los 30, no hubo
“desacoplamiento”. Sin embargo, tras su primera manifestación recesiva que
afecto todo el planeta, y en medio de recuperaciones fallidas, la persistente
crisis se desarrolló de manera aparentemente paradójica, combinando estancamiento,
recesión, crisis de la deuda, conflictos
monetarios y alto desempleo en las
economías capitalistas más desarrolladas –Estados Unidos, Europa Occidental, y
Japón–; Situación especialmente grave en las economías periféricas de Europa con
severas crisis fiscales y cambiarias en las economías –Portugal, Italia,
Irlanda, España y, particularmente, Grecia–; y por otra parte, pasado el primer
año de impacto global de la recesión entre 2008 y 2009, vimos un crecimiento dinámico
en los países llamados “emergentes” – China,
India, Rusia y Brasil – estos países fueron los que más se beneficiaron con la
recuperación del comercio internacional, la elevación de precios de los commodities y
la gran afluencia de capitales internacionales. Capitales que con la caída
cerca de cero de las tasas de interés y la contracción de la demanda agregada, en
las naciones capitalistas desarrolladas, se vieron sin destinos de inversión y
especulación en ellos.
Se anuncia un cambio importante que afectará nuestra
economía.
Esta
situación anuncia un cambio con el fin anunciado del dinero dulce, inyectado
por la FED, el banco central de EE.UU.,
mediante la compra masiva de bonos para aumentar la liquidez del sistema
financiero, que esta institución inició en noviembre de 2008 para impedir el
colapso de los flujos de crédito.
Algunas cifras dan una idea de la
amplitud de la producción de masa monetaria en Estados Unidos. La Reserva
Federal de EE.UU. mantenía entre $ 700
mil millones y $ 800 mil millones de dólares en bonos del Tesoro en su balance
antes de la gran recesión de 2008-2009.
A finales de noviembre de 2008, la Reserva Federal comenzó a comprar 600 mil
millones en valores respaldados por hipotecas. En marzo de 2009 adquirió 1.750
mil millones dólares de la deuda bancaria, de valores respaldados por hipotecas
y bonos del Tesoro, y ya en junio de 2010, alcanzó $ 2.100 mil millones de
dólares.
El 19 de junio de 2013, Ben
Bernanke, el presidente de la FED anunció
una desaceleración de algunas de sus
políticas de QE (flexibilización cuantitativa) fundamentada en los datos
económicos positivos. En concreto, anunció
la reducción del programa de compra de bonos de $ 85 mil millones hasta $ 65
millones de dólares al mes durante la próxima reunión de política de septiembre
de 2013. También sugirió que el programa
de compra de bonos podría concluir a mediados de 2014. Además Bernanke sugirió un
alza en las tasas de interés, dependiendo de que la inflación siga una tasa
objetivo del 2% y el desempleo se reduzca al 6,5 %. Bastó está sugerencia para que las bolsas cayeran
cerca de un 4,3 % en tres días hábiles
después del anuncio. El índice Dow Jones cayó 659 puntos entre el 19 y 24 de junio. Estamos
frente a la paradoja que si mejoran los índices de empleo en Estados Unidos,
caen los valores bursátiles. El 18 de
septiembre de 2013, ante las cifras contradictorias sobre la recuperación de la
economía norteamericana, y el impacto contractivo del solo anuncio de Bernanke,
la Fed decidió esperar antes de poner
fin a su programa de compra de bonos.
El doble impacto de la desaceleración del crecimiento en China y el
alza de las tasas de interés en Estados Unidos.
La economía China se está
desacelerando. Las autoridades intentan pasar de un crecimiento basado en las
inversiones a uno basado en el consumo interno. El modelo que descansa en la
inversión ha topado techo, con sobre endeudamiento, sobre inversión y
peligrosas burbujas especulativas en grandes sectores de la economía, lo cual
es una amenaza de colapso. Algunos economistas piensan que China se va a
transformar en uno de los grandes enfermos de la economía global en los próximos
años.
De allí el esfuerzo de las
autoridades chinas para rebalancear la composición de su crecimiento. Pero el
cambio de la composición del crecimiento, un rebalanceo desde la inversión al
consumo, significa que la demanda de commoditties, como los minerales, se
reducirá. Lo cual afectará inmediatamente a economías que se beneficiaron del
crecimiento anual del Producto Interno del gigante asiático de dos dígitos en el
pasado como Chile, Perú y Australia.
Perspectivas para Chile. Conflicto Social.
El llamado ciclo de súper precio
del cobre ha terminado. La tendencia es a la baja, pero el mineral rojo sigue
teniendo un precio espectacular respecto a los promedios históricos. Esto es muy
importante para economías como la chilena, con una fuerte composición en sus
exportaciones de minerales, especialmente cobre.
Los altos precios del cobre,
permitieron aumentar los gastos sociales, sin tocar las ganancias de las
empresas aumentando los impuestos, y sin acabar con mecanismos de elusión, como
el FUT. Se acelerará también la crisis del sistema de pensiones chileno. Actualmente
es el estado el que financia alrededor del 60% del, pago de pensiones, los
resultados esperados del sistema de AFP en los próximos años, implican el
aumento de la carga financiera sobre el estado. Esto se traducirá en crecientes
conflictos de intereses para asegurar el presupuesto nacional, y los gastos sociales, en los próximos
años.
Al reducirse el aporte de la
exportaciones mineras, junto con compromisos futuros de aumento del gasto, para
mantener el equilibrio de las cuentas macroeconómicas el estado se verá en la
obligación de buscar recursos y reducir la presión en un mayor gravamen sobre la población
trabajadora, vía aumento del IVA por ejemplo, y en el caso de las pensiones alargando
la edad de jubilación, y aumentando las cotizaciones, o adoptar el curso opuesto tocando los
intereses de las clases dominantes gravando las utilidades de las empresas.
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