por Mario Kessler
El antisemitismo, el sionismo y la cuestión judía
no constituyeron un tema central en los escritos de León Trotsky. Sin embargo,
su actitud ante este problema es de importancia para el lector actual, con
respecto a posiciones representativas dentro de la izquierda y a la
preocupación de Trotsky por la cuestión nacional en general.(1)
La actitud de Trotsky sobre la cuestión judía era
la de la mayoría de los revolucionarios judíos asimilados de Rusia, hacia el
año 1900. Por esa época, predominaba la visión de que una transformación
mundial del capitalismo hacia el socialismo, posible en un futuro no lejano,
podría eliminar en Rusia (y en otros países de la “diáspora” judía) todas las
barreras sociales que segregaban a judíos de no-judíos. El proceso de asimilación
impuesto por el capitalismo debe alcanzar un nivel superior en una sociedad
socialista, como parte de un proceso mundial de asimilación. Este proceso no
debería excluir a ninguna nación. En consecuencia, Lenin consideraba la mejor
integración posible de los judíos en las filas del movimiento socialista como
un requisito previo y como parte de una política revolucionaria eficaz para
resolver la cuestión judía.
Por el contrario, la Unión General de Trabajadores
Judíos de Rusia, Polonia y Lituania (el Bund), negaba la posibilidad de una
integración de los judíos de Europa Oriental por medio de la asimilación. Lo
único factible sería el desarrollo nacional de los judíos, tanto dentro como
fuera del movimiento obrero. Desde ese punto de vista, el Bund se oponía
fuertemente al sionismo, incluso de forma más aguda que otros socialdemócratas.
Cabe señalar que no fue la concepción nacional del Bund en sí misma, sino la
actitud separatista en cuanto a la organización del partido, la razón del
conflicto con los bolcheviques y sobre todo con Lenin.(2) Estos diferentes
puntos de vista se basaban en la concepción de que había que resolver la
cuestión judía en los países donde vivían los judíos, no en Palestina. La
emigración propuesta por los sionistas no podían sustituir la lucha por la
emancipación de los judíos en sus respectivos países.
Imagen: Manifestación del Bund
El
sionismo
Todos los críticos socialistas del sionismo
interpretan las diferencias fundamentales dentro del movimiento sionista hacia
el año 1903 como la crisis decisiva del sionismo. En ese momento, el sexto
congreso sionista en Basilea se caracterizó por profundas contradicciones
existentes entre la mayoría de los participantes, que veían a Palestina como el
único territorio donde se podía resolver la cuestión judía, y la minoría, que
veía como alternativas al África Oriental Británica o a la Argentina. Al igual
que los bundistas, (3) Trotsky pronosticaba la derrota final del sionismo. El
1° de enero de 1904 escribió en el órgano del partido, Iskra (La Chispa) que el
santo y seña de una patria sionista había quedado expuesto como lo que era: el
sueño reaccionario de un “aventurero sinvergüenza” (Herzl).(4) “Herzl prometió
Palestina – pero no se la entregó [a los sionistas - MK] “. De hecho, el efecto
de la propuesta del congreso sionista fue hundir al movimiento en una crisis de
la que no pudo recuperarse. “Es imposible“, señaló Trotsky, “mantener vivo al
sionismo por este tipo de engaños. El sionismo ha agotado su contenido
miserable…. Decenas de conspiradores y cientos de ingenuos todavía pueden
seguir apoyando las aventuras de Herzl, pero el sionismo como movimiento ya
está condenado a perder todo su derecho a la existencia en el futuro.” Para
Trotsky todo esto estaba “tan claro como el mediodía“.
Pero Trotsky predecía que una izquierda sionista
encontraría inevitablemente su camino hacia las filas del movimiento
revolucionario; por lo demás, el Bund se convertiría en su hogar político. Esta
organización, a pesar de ser anti-sionista, se parecería cada vez más a los
sionistas al destacar todos los asuntos judíos. Sería muy posible que el Bund
heredara las ideas sionistas.
Casi noventa años después, vemos que esta
predicción era errada. El Bund siguió siendo un ferviente crítico del sionismo.
Trotsky no podía prever el hecho de que una futura izquierda sionista (en
particular, una parte del Poale Zion) adoptaría la posición bundista
anti-sionista y de “nacionalismo de la diáspora”. La cuestión de si, en
condiciones diferentes, el Bund debería haber hecho algunas concesiones al
sionismo con el fin de absorber algunos sionistas desencantados sigue sin
responderse. Pero en ese momento era casi impensable.
Stalin
y el antisemitismo
Sólo tres décadas más tarde Trotsky le prestaría la
misma atención al sionismo. Hasta ese entonces se vio involucrado algunas en
problemas judíos: durante la revolución de 1905 (5), en el asunto Beilis
(cuando un obrero judío fue acusado de un asesinato ritual en Kiev) en 1913
(6), y durante los disturbios antisemitas en Rumanía en ese mismo año.(7)
Siendo comandante del Ejército Rojo, reprimió las actividades pogromistas
durante la Guerra Civil (8), y siempre se opuso a los restos del viejo
antisemitismo ruso y a la aparición de un nuevo antisemitismo soviético (9).
Por ese motivo, se sintió abrumado cuando en 1926 se dio cuenta de los primeros
indicios de que se tomaba en cuenta su propio origen judío, particularmente en
las luchas al interior del partido. Parte de los procedimientos con que Stalin
derrotó a la Oposición Unificada, fue visibilizar el hecho de que sus
principales figuras eran judíos (10). En una carta a Bujarin, el 4 de marzo de
1926, Trotsky protestó contra el trasfondo antijudío de una campaña de rumores:
¿Es cierto, es posible, que en nuestro Partido, en Moscú, en las CÉLULAS
OBRERAS, se lleve a cabo agitación antisemita con impunidad?(11)” Bujarin,
aunque se sorprendió seriamente, no contestó. (12)
Tras las revueltas de agosto de 1929 en Palestina,
y especialmente después de que el fascismo se estableció en Alemania, y con la
nueva ola de emigración a Palestina, Trotsky se enfrentó a las nuevas
dimensiones de la cuestión judía y con las diversas propuestas para
solucionarla, incluyendo el sionismo. En febrero de 1934 concedió una
entrevista al periódico trotskista norteamericano The Class Struggle.(13) Ante
la pregunta de si los disturbios en Palestina, donde se enfrentaban militantes
árabes y judíos, representaba un levantamiento de las masas trabajadoras
oprimidas árabes, Trotsky respondió que no conocía lo suficiente del tema como
para determinar hasta qué punto estaban presentes “elementos que luchan por la
liberación nacional (antiimperialistas)” y en qué grado estaban involucrados
“musulmanes reaccionarios y pogromistas antisemitas“.
También se le preguntó si el antisemitismo del
fascismo alemán debería obligar a los comunistas a adoptar un enfoque diferente
sobre la cuestión judía. Trotsky dijo que tanto el Estado fascista en Alemania,
así como la lucha entre árabes y judíos volvían a mostrar con mucha claridad el
principio de que la cuestión judía no se podía resolver en los marcos del
capitalismo:
“Yo no sé si los judíos se reconstruirán como una
nación. Sin embargo, no puede haber ninguna duda de que las condiciones
materiales de la existencia de los judíos como una nación independiente sólo se
podrán efectuar por medio de la revolución proletaria. No hay tal cosa en
nuestro planeta como la idea de que uno tiene más derecho a la tierra que otro.
El establecimiento de una base territorial para los judíos en Palestina o en
cualquier otro país sólo es concebible con la migración de grandes masas
humanas. Sólo un socialismo triunfante puede tomar esa tarea.”
Trotsky añadió que “el callejón sin salida en el
que se encuentran los judíos alemanes, así como el callejón sin salida en el
que se encuentra el sionismo están inseparablemente ligados al callejón sin
salida del capitalismo mundial, como un todo. Sólo cuando los trabajadores
judíos vean claramente esta relación podrán evitar caer en el pesimismo y la
desesperación“.
Trotsky
en México
Después de su llegada a México en enero de 1937,
Trotsky dio varias declaraciones sobre el sionismo, la cuestión de Palestina y
los asuntos judíos en medio del crecimiento mundial del anti-semitismo. En una
entrevista con varios corresponsales de la prensa judía, dijo que: “el
conflicto entre los judíos y los árabes en Palestina adquiere un carácter cada
vez más trágico y más amenazante. Yo no creo en absoluto que la cuestión judía
se pueda resolver en el marco de la podredumbre del capitalismo y bajo el
control del imperialismo británico” (14).
En julio de 1940, un mes antes de su asesinato,
Trotsky advirtió, frente al giro crecientemente anti-sionista de la política de
la administración británica en Palestina, que “el intento de resolver la
cuestión judía a través de la migración de los judíos a Palestina hay que verlo
como lo que es: una burla trágica al pueblo judío. Interesados en ganarse la
simpatía de los árabes, que son más numerosos que los judíos, el gobierno
británico ha alterado drásticamente su política hacia los judíos, y de hecho ha
renunciado a su promesa de ayudarlos a encontrar su “hogar propio” en un país
extranjero. El desarrollo futuro de los acontecimientos militares pueden llegar
a convertir a Palestina en una trampa sangrienta para cientos de miles de
judíos. Nunca se vio tan clara como hoy en día que la salvación del pueblo
judío está ligada inseparablemente al derrocamiento del sistema capitalista”
(15).
Durante el apogeo del terror estalinista en 1937,
las esperanzas de Trotsky de una solución justa de la cuestión judía, al menos
en la Unión Soviética, desaparecieron. En su ensayo “El Termidor y el
antisemitismo”, señaló que la burocracia, como la fuerza social más regresiva y
reaccionario, se aprovecharía de los peores prejuicios, incluyendo el
anti-semitismo. En la búsqueda de chivos expiatorios, la burocracia seguiría el
camino de las Centurias Negras zaristas. En cuanto a los juicios-farsa y las
campañas de represión, donde se resaltaban los nombres judíos de numerosas
víctimas, Trotsky escribió: “No hay un sólo ejemplo en la historia en el que la
reacción que sigue a un levantamiento revolucionario no venga acompañada por
las pasiones chauvinistas más desenfrenadas, entre ellas el antisemitismo”
(16).
Este ensayo permaneció inédito en vida de Trotsky,
tal vez con el fin de evitar una ofensiva triunfal de propaganda nazi. Mucho
mejor y mucho antes que cualquier otro escritor socialista (con la posible
excepción de August Thalheimer) (17) Trotsky vio muy claramente la naturaleza
de clase y la destrucción mortal del fascismo de Hitler.(18) Después de la
llamada “Noche de los Cristales”, señaló en un pasaje notable y conmovedor de
una carta a los camaradas norteamericanos, el 22 de diciembre de 1938: “Se
puede imaginar sin dificultad lo que les espera a los judíos ya desde el
estallido de la próxima guerra mundial. Pero incluso sin guerra, el próximo
desarrollo de la reacción mundial significará con certeza el exterminio físico
de los judíos“(19).
Imagen: Boicot Nazi a tiendas de Judíos en Alemania.
Enfrentando
al nazismo
Ya enfrentando al nazismo, Trotsky lo veía como un
fenómeno que agitaba y reunía todas las fuerzas de la barbarie que acechaban
bajo la delgada superficie de la sociedad de clases “civilizada”. Tenía una
extraordinaria visión de la barbarie que amenazaba con hundir Europa. Pero
Trotsky no fue el único que buscaba una solución de lo que se llamó la cuestión
judía en un contexto de transformación de la sociedad capitalista en
socialista. Esto era desde mucho tiempo atrás el leitmotiv de todos los
marxistas, incluyendo los que siguieron la línea estalinista de la Tercera
Internacional.
La obra de referencia para el público lector de la
Internacional Comunista fue, desde su publicación en 1931, el libro de Otto
Heller Der Untergang des Judentums (La ruina del judaísmo). Su segunda edición
alemana apareció inmediatamente antes de que los nazis tomaran el poder. Según
Heller, el título, bastante extraño, se refiere a la desaparición del
comerciante judío y todo lo relacionado con su existencia, que comenzó con la
Revolución Francesa y la victoria del capitalismo en Occidente. Esto, a su vez,
destruyó las condiciones para un estilo de vida judío separado. A falta de
territorio, los judios no eran una nación dentro de los países donde vivían. En
la Unión Soviética, todavía eran sin duda los herederos de una nacionalidad. La
Unión Soviética no se opuso a su asimilación, ni los obligó a establecerse en
una región compacta.
Sin embargo, en la península de Crimea, y también,
especialmente, en Birobidzhán, cerca del río Amur en el Lejano Oriente
soviético, le ofreció a los judíos la oportunidad de “crear aquí su unidad
administrativa socialista autónoma, que aún no existe”, escribía,
apologéticamente, Heller. (20) Él, como tantos propagandistas, antes y después,
dibujaron una imagen idealizada de la situación en la URSS, la imagen de una
familia socialista de las naciones. Una vez que el problema judío supuestamente
se había resuelto en la Unión Soviética en realidad seguía existiendo “una
verdadera cuestión judía, actualmente en el este y el sur de Europa, en las
áreas socialmente atrasadas“. (21) Heller escribió estas líneas en vísperas de
la toma del poder por parte de Hitler. Tenía tan poca idea de las horribles
consecuencias de ese acto, como el partido al que pertenecía, el Partido
Comunista de Alemania (KPD), que no pudo resistir la marcha constante de la
reacción y la barbarie que se apoderó del continente.
En
los primeros años del Partido Comunista alemán
En los primeros años del KPD había muchos
intelectuales judíos entre los líderes del Partido (Rosa Luxemburg, Paul Levi,
August Thalheimer, y poco más tarde Ruth Fischer, Arkadi Maslow, Werner
Scholem, Iwan Katz y Arthur Rosenberg), pero esto no era resaltado
públicamente. A lo largo de todos sus cambios de dirección política, el KPD se
aferró al análisis marxista tradicional de la cuestión judía, es decir, apoyó
la asimilación como la mejor manera de alcanzar la emancipación de los judíos y
se opuso fuertemente al sionismo. También se aferró al axioma de los
socialdemócratas alemanes de antes de la Primera Guerra Mundial: “La liberación
de los trabajadores de la explotación capitalista y la emancipación de los judíos
de la discriminación política son dos caras de la misma moneda” (22) Pero al
pedirles a los judíos que abandonen sus tradiciones religiosas y culturales,
que se asimilen, dejando de dar sustento al anti-semitismo, el movimiento
obrero estaba aceptando “la discriminación contra los judíos practicada por los
poderes conservadores realmente existentes, porque la Constitución del Imperio
alemán sólo le garantizaba igualdad a los judíos como individuos, pero
discriminando a la religión judía … a diferencia de las iglesias cristianas“.
(23)
Aunque esto cambió con la Constitución de Weimar,
en la primera democracia parlamentaria alemana la administración del Estado
seguía firmemente en manos de una burocracia conservadora, que se opuso con
vehemencia no sólo a la emancipación judía, sino también a un fuerte movimiento
obrero democrático. Las élites tradicionales ahora debían utilizar máscaras
democráticas, pero en todas las crisis de la República pusieron su dinero en
fuerzas anti-democráticas, en última instancia, en el Partido Nazi. Estas
clases y una pequeñoburguesía pauperizada y radicalizada estaban vinculadas
cada vez más firmemente por un anti-semitismo cada vez más cargado de un
pensamiento anti-comunista y pseudo-igualitario. Esta asociación fue ignorada o
minimizada, no sólo por los comunistas y socialistas, sino también por la mayor
parte de la centro izquierda, con la honrosa excepción del círculo Weltbühne.
“Nacional
bolchevismo”
La prensa del partido tomó una posición firme y
polémica contra la difusión de las tendencias antisemitas entre la clase media
proletarizada después de la Primera Guerra Mundial. (24) Incluso durante su
etapa “nacional bolchevique” en 1919, y sus guiños a los desesperados
nacionalistas de derecha tras el “discurso Schlageter” de Karl Radek (25), el
KPD se seguía definiendo en contra de todo tipo de antisemitismo. Sin embargo,
al mismo tiempo, dentro del propio partido había signos de sentimientos
antisemitas. Una preocupada Klara Zetkin escribió a la IX° Conferencia del KPD
en marzo de 1924: “La ‘izquierda’ mayoritaria del Partido combina
fraternalmente muchos amigos del KAPD [Partido Obrero Comunista, ruptura
ultraizquierdista del KPD, nota del trad.] sindicalistas, anti-parlamentarios
y, se ve a la luz – horribile dictu – incluso reformistas y, últimamente,
fascistas antisemitas” (26) Durante la conferencia del partido un seguidor
anónimo de Heinrich Brandler declaró: “Hay una cierta resaca anti-semita en el
partido” (27) Pero en ningún momento estas tendencias dictaron la actitud del
KPD hacia la cuestión judía.
Esto ni siquiera fue así incluso en 1924 cuando,
bajo los comunistas en Baviera y Alemania central, levantó cabeza una especie
de antisemitismo lumpenproletario y anti-capitalista y halló eco en panfletos y
periódicos locales como el Klassenkampf (Lucha de clases) de Halle. (28) Por
motivos oportunistas de política cotidiana, el Partido sentía que tenía que
tener en cuenta el resentimiento antisemita de sectores de la pequeña burguesía
y el proletariado que quería conquistar para el KPD. En un discurso pronunciado
el 25 de julio 1923 ante comunistas y estudiantes “estrechamente nacionalistas”
Ruth Fischer dijo:
“¿Ustedes están protestando contra el capitalismo
judío, caballeros? Cualquiera que proteste contra el capitalismo judío,
señores, ya es un guerrero clasista, lo sepa o no. Ustedes están en contra del
capitalismo judío y quieren barrer a los corredores de bolsa. Eso está bien.
Señalen a los capitalistas judíos, cuélguenlos de las farolas, pisotéenlos, a
Stinnes, a Klockner …. ” (29)
También hubo ejemplos de pensamiento antisemita en
el órgano del partido, Die rote Fahne (La Bandera Roja), como por ejemplo, el
darle al vicepresidente (judío) de la policía de Berlín, Bernhard Weiss, el
nombre de pila de resonancia judía “Isodor”, una práctica que luego sería
retomada y ampliada por los nazis. (30)
La única vez antes de 1933 (después de los
acontecimientos en Palestina, en agosto de 1929), en que la dirección del KPD
habló directamente sobre el sionismo, claramente mostró su falta de
familiaridad con los diversos aspectos de la cuestión judía. Al hablar en una
reunión del Comité Central, celebrada los días 24 y 25 de octubre de 1929,
Hermann Remmele admitió que “dentro del partido … se conoce poco el papel
desempeñado allí por la Comintern, el movimiento revolucionario del comunismo.
Nuestro partido [el Partido Comunista de Palestina - MK] tiene 160 miembros en
Palestina, 30 son árabes, y los otros 130 son sionistas. Es claro que este
partido no puede tener el tipo de actitud que exige la ley de la Revolución.
Obviamente el pueblo oprimido que, en las condiciones actuales, puede
proporcionar el elemento revolucionario, no puede ser otro que los árabes.”
(31)
Casi no hay una sola palabra que no esté mal aquí.
Además de la utilización indiscriminada de “judíos” y “árabes”, la afirmación
de que los miembros judíos del Partido eran sionistas era una distorsión
completa de los hechos. El KPD debería haber sido consciente de esto. De ello
se desprende que la Rote Fahne haya interpretado las posiciones, que eran
nacionalistas en ambos lados, como una lucha anti-imperialista desde el bando
árabe, sin criticar de ninguna manera la política de su dirección
feudal-clerical. (32) Sin embargo, otras publicaciones con simpatías comunistas
fueron más capaces de diferenciar. (33)
Un año más tarde, en su folleto Sowjetstern oder
Hakenkreuz? (“¿La estrella soviética o la esvástica?”), Remmele fue muy crítico
con el antisemitismo nazi. Creyó, erróneamente, que ese antisemitismo era una
farsa, y que Hitler y sus cómplices harían una gran muestra de antisemitismo,
pero a la larga llegarían a acuerdos con los capitalistas judíos y no judíos
por igual. (34) Una serie de informes de prensa apoyaron esta interpretación
(35), lo cual que no impidió que el KPD (principalmente a través de la sección
alemana del Socorro Rojo Internacional, en el que tuvo una influencia
considerable) ayudara a las víctimas del antisemitismo, en su mayoría judíos
que habían emigrado hacia Alemania desde Europa Oriental. (36)
Después
de 1933
El año 1933 fue testigo de la destrucción de las
ilusiones de los comunistas sobre el alcance y los resultados de la toma del
poder por parte de los nazis. El proscripto Partido ahora pasaba a condenar la
persecución nazi contra los judíos en todas sus formas. (37) Sin embargo, no
fue hasta la “Reichskristallnacht” [la serie de pogromos antijudíos coordinados
en una noche en toda Alemania y parte de Austria, nota del trad.], del 9 de
noviembre de 1938 que la dirección del Partido se dio cuenta de que el nazismo
era un peligro no sólo para los judíos, sino para toda la civilización mundial.
Sin embargo, incluso en su declaración “Gegen die Schmach der Judenpogrome”
(Contra la vergüenza de los pogroms antijudíos) de noviembre de 1938, el KPD
sobreestimó la solidaridad del pueblo alemán con los judíos perseguidos y
subestimó la disposición de muchas personas a participar en la persecución y el
saqueo de la propiedad judía. (38) Al mismo tiempo, en la prensa de los
emigrados, Walter Ulbricht [quien después de la guerra sería el máximo líder
del régimen estalinista de Alemania Oriental hasta su muerte, en 1973, nota del
trad.] tomó partido por el bando judío en el conflicto de Palestina. Este es el
mismo Walter Ulbricht, que en 1967, en la guerra árabe-israelí, era incapaz de
ver divisiones de clase, sino simplemente una lucha entre estados árabes
progresistas contra un Israel dirigido por los imperialistas. (39)
Los pequeños grupos marxistas – el Partido
Comunista de Alemania-Oposición (KPDO) [ligado a la fracción comunista de
derecha de Bujarin, nota del trad.], el Partido Obrero Socialista (SAP)
[ruptura por izquierda del partido socialdemócrata, nota del trad.], y los
trotskistas – hicieron todo lo posible para abrir los ojos de los alemanes
frente a la destrucción mortal del fascismo de Hitler. Después de la llegada al
poder de los nazis, hicieron todo lo posible para denunciar su comportamiento
abominable, sobre todo en lo que respecta a los judíos. Sin embargo, el
reformista Partido Socialdemócrata (SPD)(40), y, especialmente, el KPD
estalinista, fueron sordos y ciegos a sus advertencias. El KPD y el SPD se
dedicaron principalmente a una guerra burocrática interna.
Nadie había visto con tanta claridad como Trotsky
la horrible posibilidad del Holocausto. Ahora, frente al asesinato en masa de
los nazis, Trotsky proponía la migración de los judíos de Europa – de un
continente cada vez más ensombrecido por la esvástica. Aún así criticó el
método sionista de resolver la cuestión judía como utópico y reaccionario,
aunque modificando ligeramente sus argumentos. Él consideraba la existencia de
una “nación judía”, que aún carecía de una base territorial. (41) Pero
Palestina seguía siendo para él “un espejismo trágico, y Birobidzhán [la
“Región Autónoma Judía" soviética- MK] una farsa burocrática“. (42) Sin
embargo, podría haber una migración dentro de una federación socialista, como
escribió Trotsky en “El Termidor y el antisemitismo”. (43) Para Trotsky seguían
abiertas las perspectivas y posibilidades de la asimilación judía. Al autor del
presente ensayo le parece que su perspectiva negativa sobre la existencia judía
en las sociedades capitalistas, se basaba en su visión revolucionaria global de
un próximo derrocamiento del “capitalismo en descomposición” en lugar de ser el
producto de un “espíritu de época”.
Pero el sistema capitalista no se derrumbó después
de la Segunda Guerra Mundial. Con todos sus antagonismos se mantuvo poderoso y
fue capaz de recuperarse de una serie de crisis económicas y políticas. El
nuevo estado de Israel se convirtió en un ejemplo de expansión y crecimiento
del capitalismo en Oriente Medio. En el contexto del conflicto árabe-judío,
Israel pasó, de ser un intento de resolver el problema judío, a convertirse en
parte de ese problema. Los historiadores actuales han de evaluar si, de forma
modificada, siguen siendo válidas las explicaciones de Trotsky para judíos y
árabes, para socialistas y no socialistas, que se oponen al antisemitismo y a
cualquier forma de discriminación racial y étnica, y para el mundo en general a
finales del siglo XX.
Notas
1. La actitud general de Trotsky hacia la cuestión
judía fue descrita por Yechiel Harari, “Le parcours de Trotsky”, en Les
Nouveaux Cahiers No.36, primavera de 1974, pp.43-61; Robert S. Wistrich,
Revolutionary Jews from Marx to Trotsky, Londres, 1976, Baruch Knei-Paz, The
Social and Political Thought of Leon Trotsky, Oxford 1978. Una actitud más
hostil se puede encontrar en Edmund Silberner, Kommunisten zur Judenfage. Zur
Geschichte von Theorie und Praxis des Kommunismus, Opladen 1983, y en
particular en Joel Carmichael, Trotsky, Nueva Cork, 1972, y Joseph Nevada,
Trotsky and the Jews, Philadelphia 1972.
2. Para las diferencias fundamentales entre Lenin y
el Bund sobre el problema de la organización del partido cf. Henry J. Tobias
“The Bund and Lenin until 1903″, en Russian Review, Vol.20 No.4, 1961,
pp.344-57; idem, The Jewish Bund in Russia: From Its Origins to 1905, Stanford,
Cal. 1972; John Bunzi, Klassenkampf in der Diaspora. Zur Geschichte der
jüdischen Arbeiterbewegung, Vienna 1975; Jonathan Frankel, Prophecy and
Politics: Socialism, Nationalism and the Russian Jews, New York 1982; Nathan Weinstock,
Le pain de misère. Histoire du mouvement ouvrier juif en Europe, Vol.1, Paris
1984; Enzo Traverso, Les Marxistes et la question juive. Histoire d’un débat
(1843-1943), Montreuil 1990; Mario Kessler, Mainz, 1993
3. Cf. Vladimir Medem, Shestoi sionisticheskii
Kongress v Bazele, Londres, 1903.
4. L. Trotsky, “Razlozhenie sionizma i ego
vozmozhnye preemnike”, en Iskra, 1° de enero 1904, citado en Knei-Paz, op. cit,
p.540 y ss. Los siguientes pasajes son de la misma fuente.
5. Cf. L. Trotsky, Die Russische Revolution von
1905, Dresde 1908.
6. Cf. L. Trotsky, “Die Beilis-Affäre”, en Die Neue
Zeit, Vol.33 / 1, 1913, pp.310-20.
7. Cf. L. Trotsky, “Evreiskii vopros”, Kievskaya
Mysl 17, 20, 21 de agosto de 1913, reimpreso en L. Trotsky / Ch. Rakovsky,
Ocherky politicheskii Rumynii, Moscú y Petrogrado, 1923, ch.9.
8. Cf. Silberner, Kommunismus zur Judenfrage,
pp.103-4.
9. Cf. L. Trotsky, Fragen des Altagslebens. Die
Epoche der “Kulturarbeit” und ihr Aufgaben, Berlín, 1923.
10. “Los judíos se hacían en la Oposición, a pesar
de que estaban allí, junto con la flor de la intelectualidad no judía y los
trabajadores. Trotsky, Zinoviev, Kamenev, Sokolnikov, Radek, eran todos
judíos”. Isaac Deutscher, El profeta desarmado: Trotsky 1921-1929, Nueva York,
1965, pp.258-9.
11. Citado en ibid., P.258. Cursivas en el
original. Encontré este documento en los archivos de Trotsky, Biblioteca
Houghton de Harvard University, Cambridge Mass. La firma de este documento es
T868.
12. Cf. Stephen F. Cohen, Bujarin y la revolución
bolchevique: Una biografía política, New York 1973, pp.239-40, 473. La actitud
de Bujarin hacia el antisemitismo en la Rusia soviética no se menciona en la
biografía más reciente. Cf. Wladislaw Hedeler y Ruth Stoijarowa, Nikolai
Bucharin, Leben und Werk, Mainz, 1993. Bujarin siempre se opuso estrictamente a
cualquier tipo de judeofobia.
13. Cf. L. Trotsky, “En el ‘problema judío’”, en
Trotsky, Sobre la cuestión judía, Nueva York 1970. Los siguientes pasajes son
de la misma fuente.
14. L. Trotsky, “Entrevista con corresponsales
judíos”, en Trotsky, Sobre la cuestión judía, p.20.
15. L. Trotsky, fragmento, de Trotsky, Sobre la
cuestión judía, p.12.
16. L. Trotsky, “El Thermidor y el antisemitismo”,
en Trotsky, Sobre la cuestión judía, p.22.
17. Sobre la teoría del fascismo de Thalheimer cf.
por ejemplo. Martin Kitchen, “August Thalheimer’s Theory of Fascism”, in
Journal of the History of Ideas, Vol.34 No.1, 1973, pp.67-8; Theodor Bergmann,
Gegen den Strom. Die Geschichte der Kommunistischen Partei-Opposition, Hamburg
1987; Jurgen Kaestner, Die Politische Theorie August Thalheimers, Frankfurt am
Main y New York 1982; Theodor Bergmann y Wolfgang Hauble, De Geschwiste
Thalheimer, Mainz 1993
18. Sobre la teoría de Trotsky del fascismo cf. por
ejemplo. Ernest Mandel, León Trotsky: Un estudio sobre la dinámica de su
pensamiento, Londres 1979, y Robert S. Wistrich, Trotsky: El destino de un
Revolucionario, Londres 1979.
19. L. Trotsky, “Llamamiento a los judíos
estadounidenses amenazados por el fascismo y el antisemitismo”, en Trotsky,
Sobre la cuestión judía, p.29. Cursivas en el original.
20. Otto Heller, Der Untergang des Judentums. Die
Judenfrage. Ihre Kritik. Ihre Lösung durch den Sozialismus, Segunda edición,
Berlín y Viena, 1933, p.259.
21. Idem, en Klärung. 12 Autoren und Politiker über
die Judenfrage, Berlín 1932, p.259.
22. Cf. Walter Grab, Der Deutsche Weg der
Judenemanzipation 1789-1933, Munich y Zurich, 1991, p.134.
23. Cf. ibid., p.140.
24. Cf. Neue Zeitung (Munich), 23 de diciembre de
1922.
25. El 20 de junio de 1923, a poco del plenario
ampliado del Comité Ejecutivo de la IC, Karl Radek trató de efectuar un
acercamiento entre las fuerzas comunistas y nacionalistas, por lo cual elogió a
Albert Leo Schlageter, que, durante la ocupación francesa de la cuenca del
Ruhr, fue juzgado por un consejo de guerra y fusilado. Véase K. Radek, “Leo
Schlageter: The Wanderer into the Void”.
26. Bericht über die Verhandlungen des IX.
Parteitages der KPD (7. Bis 10. April 1924), p.93.
27. Ibid., P.289.
28. Cf. Silberner, Kommunismus zur Judenfrage,
p.270.
29. De acuerdo con un informe publicado en el
diario socialdemócrata Vorwärts, 22 de agosto de 1923.
30. Cf. Die Rote Fahne, 5 de julio de 1923.
31. Stiftung Archiv der Parteien und der DDR
Massenorganisationen im Bundesarchiv, Berlín, signatura 1,2 / 1/74.
32. Cf. Die Rote Fahne, 27 de agosto a 7 de
septiembre de 1929.
33. Cf. Arbeiter-Zeitung Illustrierte, No.39, 1929;
Agrar-Probleme, Vol.2 Nos.3 / 4, 1929, esp. p.579.
34. Hermann Remmele, Sowjetstern oder Hakenkreuz?,
Berlín, 1930.
35. Cf. Die Rote Fahne, 3 de septiembre de 1929, 17
de septiembre de 1931, 9 y 29 de abril 1932, 17 de septiembre de 1932. Cf.
también “Kommunismus und Judenfrage” en Der Jud’ ist schuld …? Diskussionsbuch
über die Judenfrage Basel, etc. 1932, pp.272-286.
36. Cf. George L. Mosse, “El socialismo alemán y la
cuestión judía en la República de Weimar”, en el Instituto Leo Baeck Año XVI
Libro, Londres, 1971, pp.123-51.
37. Cf. Silberner, Kommunismus zur Judenfrage,
pp.286-92.
38. Cf. Helmut Eschwege (ed.), J. Kennzeichen
Bilder, Dokumente, Berichte zur Geschichte der Verbrechen des deutschen un
Hitlerfaschismus den Juden 1933-1945, Berlín 1945, p.105 (un facsímil de la
declaración KPD).
39. Cf. Walter Ulbricht, “Die Judenpogrome – eine
der Waffe faschistischen Kriegspolitik”, en Rundschau über Politik, Wirtschaft
und Arbeiterbewegung, No.57, 24 de noviembre de 1938, pp.1953-4.
40. Sobre la actitud del SPD hacia los judíos
durante la época de Weimar cf. por ejemplo. Donald L. Niewyk, Socialist,
Anti-Semite and Jew: German Social Democracy Confronts the Problem of
Anti-Semitism, 1918-I939, Baton Rouge, La. 1971
41. L. Trotsky, “Entrevista con corresponsales
judíos”, en Trotsky, Sobre la cuestión judía, p.20.
42. L. Trotsky, “Llamamiento a los judíos
estadounidenses…”, en Trotsky, Sobre la cuestión judía, p.29. Por la actitud de
Trotsky sobre Birobidzhán cf. Trotsky, “Respuesta a una pregunta sobre
Birobidzhán”, en Trotsky, Sobre la cuestión judía, pp.18-19.
43. Cf. Trotsky, “El Thermidor y el antisemitismo,
en Trotsky, Sobre la cuestión judía, pp.28-9.
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La traducción al español de este
artículo es de Guillermo Crux, para el sitio “CEIP león Trotsky” de donde hemos
reproducido el artículo de Mario Kessler.
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