CHILE: Unidad Popular ¿Por qué tuvimos dictadura y no socialismo?

Posted by Nuestra publicación: on sábado, septiembre 21, 2013


Este 11 de septiembre se cumplieron 40 años desde que el golpe militar ahogó en sangre los sueños de millones de chilenos que querían construir un país más justo y solidario.


A pesar de que han pasado 39 años desde aquel fatídico día, la burguesía y sus representantes en el Gobierno no han logrado que los trabajadores olviden y perdonen a los criminales que segaron tantas vidas obreras de una forma absolutamente cobarde.

Todos los intentos por lograr la impunidad les reventaron en la cara a los diferentes gobiernos de la Concertación. Cuando creían que tenían todo bajo control, Pinochet fue detenido en Londres, lo que termino echando por tierra todos los planes anteriores.
Si Pinochet no hubiera sido detenido en Londres, no se hubieran abierto juicios contra los violadores de los derechos humanos en Chile. Como dijo un ex-general argentino “el que no enjuicia, extradita”. Los juicios en Chile solo buscaron salvar a los criminales de ser extraditados y realmente enjuiciados en otros países.

La DC avalo el golpe de estado de 1973.

Tanto el actual gobierno de derecha como la “oposición” concertacionista han planteado insistentemente que llegó el momento de olvidar, que todos esos hechos son el pasado, que es historia y que los chilenos no podemos seguir eternamente divididos por esos acontecimientos.
Hoy estamos viendo un nuevo intento por parte del Gobierno de Piñera para blanquear a los criminales, la derecha, los empresarios y los milicos. La campaña  del gobierno y de la “oposición” concertacionista, consiste básicamente en hacer creer que todos somos responsables del golpe de Estado de 1973.
Todas estas iniciativas no son una casualidad, dado que en el Gobierno están los dos principales partidos que fueron parte de la dictadura, la UDI y RN.  En la “oposición” concertacionista esta uno de los principales partidos que instigaron el golpe de estado de 1973. Lejos de los aires democráticos con los que se tiñen en estos momentos, la calidad de instigadores del golpe que cumplió la Democracia Cristiana, es irrefutable. No se puede olvidar que la DC, fue la principal precursora del Golpe de Estado de 1973, y la imagen de sus dirigentes golpeando las puertas de los cuarteles está aún muy fresca, en la mayoría de los militantes de izquierda.

La Democracia Cristiana Avaló el golpe, dado que la Unidad Popular estaba afectando sus intereses, los que comparte con toda la burguesía nacional.

Hoy a 39 años de la sangrienta asonada militar, todavía las heridas no cierran en la mayoría de las personas que vivieron esos años de cambios y de esperanzas para la clase trabajadora, como tampoco es un capítulo cerrado para los jóvenes que aún no nacían en esa época, y requieren una explicación frente a lo que les tocó y toca vivir hoy, como producto del fracaso del gobierno popular. Pensemos que los jóvenes que hoy tienen menos de 30 años, sufren con todas las políticas implementadas por la dictadura y viven las consecuencias del modelo nefasto instaurado por ésta y es preciso explicarles porqué tuvimos dictadura y no el socialismo que se pensó construir.

Las lecciones que debemos sacar del fracaso de la Unidad Popular.

Es por esto que es importante sacar las conclusiones de la Unidad Popular y hacer un análisis honrado de este período y reconocer los errores para no volver a repetirlos.
¿Se avanzó demasiado rápido en los cambios? ¿No se tranzó lo suficiente? ¿Faltó tener la mayoría absoluta de los votos? ¿Se provocó a la reacción para que diera el golpe de estado? Esas son los cuestionamientos recurrentes cuando se habla del tema y que junto a muchas otras hay que tratar de responder.

Una de las frases más usadas es que “avanzamos demasiado rápido”, que queríamos todos los cambios de una sola vez y que no entendíamos que las transformaciones de la sociedad tenían que darse en forma gradual, lenta y sin enfrentamientos violentos, es decir, a través de la democracia burguesa... paso a paso.

Lo primero que hay que decir frente a esto es que las buenas intenciones no son más que eso. No es posible pensar que la burguesía chilena y el imperialismo se iban a quedar tranquilos viendo como “paso a paso”, se transformaba la sociedad convirtiéndola en socialista cuando el último paso se concretara.

En 1970, la burguesía, frente la posibilidad de que ganara la UP (sólo ante la posibilidad), empieza a mover los hilos de la reacción. Lo primero que hace es intentar un golpe contra Freí Montalva: el “tacnazo” del general Viaux, para impedir el posible ascenso al poder de la UP (maniobra golpista que fracasó). Esto, antes de las elecciones de 1970.
Posteriormente, una vez que la Unidad Popular había ganado las elecciones en 1970, vino el asesinato del comandante en jefe del Ejército, el general René Schneider, este crimen perpetrado por la derecha se quería usar como excusa para impedir que Allende fuese nombrado Presidente.

Estos acontecimientos muestran cómo se movilizó la burguesía nacional coludida con el imperio norteamericano, para evitar que un gobierno elegido por los trabajadores, siguiendo todas las reglas democráticas, tomara el control del Poder Ejecutivo. Maniobras que nunca requirieron ninguna provocación.

Otra argumentación que se da para explicar el fracaso de la U.P. es que faltó una mayoría absoluta en las votaciones para llevar a cabo los cambios.

A pesar de que la UP sacó una mayoría relativa el 4 de septiembre de 1970, analizar esto sólo desde el punto de vista electoral es un error, pero aún así, si se suman los votos de la Unidad Popular y los votos al programa de Tomic (candidato DC), que también planteaba cambios profundos en la sociedad, existían más de dos tercios de la población votante que estaba por modificaciones de fondo a la sociedad de esa época. Un año después del triunfo de la UP en las elecciones municipales, la UP, concitó un 49,7% de los votos y obtuvo una mayoría definitiva, en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973.

La Unidad Popular contó con un amplio apoyo popular.
                        
La UP ha sido el único gobierno en la historia de Chile que ha recibido un apoyo popular activo tan amplio. La clase trabajadora en su conjunto lo veía como SU gobierno, el cual mejoró considerablemente la calidad de vida de los trabajadores, entregándoles mejoras sustanciales en salud, educación, viviendas, la implementación de una verdadera reforma agraria, así como la devolución de tierras que habían sido usurpadas a los pueblos indígenas, devolviéndoles en los tres primeros meses del gobierno popular, más hectáreas de terreno que las entregadas por los gobiernos  concertacionistas en sus veinte años de gobierno. Por primera vez en la historia, la clase obrera chilena se sintió parte de un proceso que la beneficiaba, tomando conciencia de su fuerza y de su rol en los cambios.
Es así como los trabajadores respondieron al boicot de los patrones tomándose las industrias y exigiendo su nacionalización. Crearon los cordones industriales, planteándose no sólo la defensa de las industrias, si no también la defensa de la Unidad Popular y sus conquistas.

La clase obrera se organizó y le pidió armas al Gobierno para terminar con la reacción. Organizó a la JAP para tomarse el control de la distribución de los alimentos que la burguesía estaba escondiendo. De esta manera los trabajadores, en todos los niveles de organización intentaron dar una respuesta a la reacción de los patrones, profundizando los cambios, mientras que sectores dentro del gobierno, atemorizados por los acontecimientos, frenaban el proceso revolucionario que se estaba desencadenando.

Los trabadores entendían claramente la necesidad del poder popular. Lamentablemente los dirigentes de la UP, y en particular, de los partidos obreros, como el P.C. y el P.S. no basaron su fuerza en las organizaciones obreras, prefiriendo negociar y entregar nuevas concesiones a la burguesía, como la devolución de las industrias y la dictación de la Ley de Control de Armas, con la cual las FF.AA. se dedicaron a desarmar a los pocos obreros armados que había, como un paso previo al golpe, con las consecuencias desastrosas para la clase obrera en su conjunto.

Es necesario sacar las lecciones de este proceso y una de ellas es que no podemos confiar en la burguesía, pactos y alianzas no significan nada para ellos. En el momento en que ven amenazados su poder y privilegios, no vacilan en romper unilateralmente con las reglas del juego democrático, reglas, que por lo demás, no hay que olvidar, fueron hechas por la burguesía misma para defender sus intereses.

Necesitamos sacar las conclusiones correctas para no cometer los mismos errores y recuperar todas las conquistas que teníamos hasta el 11 de septiembre de 1973 y desde ahí, pasar a los cambios verdaderamente socialistas.

Socialismo Revolucionario.
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