Patricio
Guzmán
Socialismo
Revolucionario, CIT en Chile.
Con
Daniel Zamudio en nuestro recuerdo.
No
deseamos nunca más otro asesinato brutal como el de Daniel, y para eso es
necesario poner fin a las causas de fondo que han permitido que la hiedra venenosa
se reproduzca en nuestro país.
Queremos
una sociedad en que pongamos fin a todas las opresiones. En primer lugar a la
explotación capitalista y los abusos de las grandes empresas que vuelven a
estrujar a las familias trabajadoras con colusiones para obtener sobreprecios y
endeudamiento usurero, lo que está en la base de una distribución cada vez más
desigualdad de la riqueza, entre el 1% que concentra las ganancia, y el grueso
de la sociedad que llena a fines de mes en medio de las deudas y el empleo
mayoriamente precario, o por "cuenta propia", este último un
eufemismo que oculta el subcontrato "en negro" o estrategias
desesperadas de supervivencia.
Pero la
"estabilidad" de la sociedad capitalista está basada en otras
opresiones, que permiten asegurar una masa disponible para salarios bajos,
mantener a la población dividida y competiendo entre ella, y llegado el caso
contar con algún chivo expiatorio sobre quien descargar la ira por el fracaso
del sistema capitalista.
La opresión
de las mujeres, que reciben salarios un 30% inferiores a los de los hombres,
pensiones menores al jubilarse, y que además tienen que hacerse cargo del
grueso del trabajo domestico y de los niños, o sea de la reproducción de la
fuerza de trabajo sin compensación monetaria a cargo, por lo que este trabajo
decisivo en la sociedad aparece oculto como “un no trabajo”.
La opresión
de la minorías sexuales, hostigados, maltratados, marginados de muchos trabajos
y de la vida social, objetos del prejuicio, de las burlas y chistes de mal
gusto. Muchas
veces los y las homosexuales son medicalizados como si fueran enfermos,
condenados por las iglesias como pecadores, ejecutados en los estados
teocraticos, como en Irán, pero no hay que olvidar que fue en el civilizado
occidente donde por siglos la iglesia católica asusó el fanatismo de las masas
incultas, y los persiguió para llevarlos a la hoguera junto a brujas y judios,
y la culminación fue el régimen nazi donde perseguidos y exterminados.
Las
discriminaciones étnicas y raciales, en nuestro continente tradicionalmente
contra los indígenas, los negros, los gitanos, los “moros”(musulmanes) y los
judíos, y contra los “extranjeros”, esa familias de trabajadores pobres que
emigran de sus países buscando algún lugar donde vivir algo mejor. Estas
opresiones sirven para que las clases dominantes desvíen la atención de los
problemas de fondo, hacia chivos expiatorios y teorías de la conspiración.
Tambien hay
que agregar las discriminaciones contra los enfermos, y los discapacitados. Las
primeras victimas de los recortes de presupuestos en las políticas de
austeridad para salvar a los grandes banqueros y capitalistas. Hay gente que
ignora que en la Alemania Nazi, antes de comenzar con el asesinato industrial
en masa de los judíos y los gitanos, exterminaron a enfermos siquiátricos y
discapacitados severos.
La sociedad
capitalista es un mundo en descomposición, y entre los desechos que el propio
sistema produce encontramos jóvenes marginalizados, llenos de odio y
resentimiento, que vuelcan contra las minorías, pandillas de muchachos “neo
nazis” como la que torturó y asesinó brutalmente a Daniel Zamudio, simplemente
por ser un adolecente gay. Jóvenes faltos de identidad, de proyecto y toda
perspectiva, nuestros neo nazis locales casi dan pena, probablemente en la
maquinaria racista de asesinato en masas del Tercer Reich esta gente hubiera
encontrado un lugar en los campos de exterminio, como mestizos “sudacas”. Sin
embargo, no son despreciables, porque son un síntoma de lago mucho más serio,
de esos medios salieron los torturadores y psicópatas que utilizó la dictadura,
y la burguesía chilena para quebrar al movimiento de trabajadores y a la
izquierda, aterrorizando a la población.
La única
salvación para nuestro planeta, y para la especie humana, es un nuevo sistema
que deje atrás el lucro como finalidad para remplazarlo por otro que tenga el
centro en la satisfacción de las necesidades humanas, y la sustentabilidad en
el largo plazo del medioambiente en el que vivimos y convivimos. Y para eso
necesitamos poner fin a la propiedad privada de las grandes empresas que
controlan la economía, e introducir la planificación económica y social con la
participación democrática, la gestión y el control de la gente.
No existen
acorta caminos para evitar de manera segura el desastre de nuevos genocidios
étnicos, de asesinatos por odio contra las minorías, de guerras y destrucción
medioambiental que se traducirá en hambrunas, masacres y guerras. Los
equilibrios militares multipolares soñados por nostálgicos de la guerra fría,
los acuerdos internacionales de las potencias, las legislaciones, no garantizan
nada en el largo plazo. Tenemos que cambiar el mundo de base, terminar con las
condiciones materiales y culturales que hacen posible la explotación y la
opresión, es la única manera de asegurar una vida buena para todos.
Esa es la revolución
socialista y democrática por la que luchamos, y no habrá socialismo sin el fin del racismo, el
sexismo y la homofobia.
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