Economía - La amenaza creciente de una nueva recesión global.
Un editorial de Financial Times, con el título: “La recesión sigue siendo una amenaza creciente” resumía a principios de mes, con pesimismo lúgubre, las perspectivas económicas globales, dando claras señales de incomodidad con el giro de los gobiernos hacia políticas de austeridad:
“La crisis económica está lejos de haber terminado. Crece la evidencia que las fuerzas recesivas que agarrotan la economía global todavía tienen que ser conquistadas. El balance del riesgo se ha desplazado hacia una renovada recesión. Algún crecimiento ahora se ve más como un alza temporal que como el comienzo de una fuerte recuperación.
La súbita paralización que experimentó la economía a fines de 2008 provocó que las compañías redujeran su producción, pero sobre reaccionaron y pronto comenzaron a quedarse sin stock. Así que incluso si el crecimiento era anémico, las empresas rápidamente se vieron obligadas a aumentar los niveles de producción para ponerse al día.
Esto es muy claro en los Estados Unidos, donde el ciclo de inventarios ha sido especialmente pronunciado. En los dos últimos trimestres, el producto nacional aumentó hasta un índice que aparecía saludable, pero dos tercios del incremento en el producto interno bruto en Estados Unidos era reposición de inventarios.
El consumo privado y las exportaciones han sido ambos débiles – y ninguno está ganando fuerza. Los estudios de empresas manufactureras han registrado caídas en el índice de nuevas ordenes tanto domesticas como del extranjero. El despido por el gobierno norteamericano de los trabajadores del censo se ha hecho visible en las estadísticas del mercado del trabajo.
Está no es la única área donde el sector público está afectando a la economía norteamericana: el presupuesto de los estados comenzó a pesar en el producto a mediados de 2009. El peso de sus recortes ahora superan los aumentos del gasto federal. La auteridad de los EE.UU. se acelerará. El Fondo Monetario Internacional espera que el país redusca su déficit en 2.7 por ciento del producto el próximo año.
Pocos gobiernos están contrayendo tan rápidamente como los Estados Unidos. Incluso los gobiernos de la eurozona que más hablan de austeridad, presionados por los mercados de bonos, solo están planeando contracciones por valor de un 0./% de su producto. Pero todo esto pesa sobre el crecimiento. Las grandes economías avanzadas se apretaran en cerca del 1.9 por ciento de su producto este año.
En China estos factores – políticas de austeridad y débil recuperación global – ya se están sintiendo. El índice de adquisición de gerentes del HSBC muestra que la recuperación se ha parado y el producto fabril está comenzando a caer. La recuperación global, en cualquier caso, no será impulsada por este país todavía pobre.
La economía mundial se encamina a un periodo de políticas fiscales de austeridad y (si el crecimiento no despega) de políticas monetarias ultra flexibles. Los mercados de futuro implican que las tasas de interés de EE.UU. no subirán hasta el segunbdo trimestre del próximo año, y los inversores en esos mercados recientemente han tenido a ser sobre optimistas respecto a la recuperación.
La economía mundial puede salir a flote de este pantano, pero los gobiernos deben ser flexibles: los peligros apuntan hacia la caída. Podemos escapar otra ronda de recesiones, pero ya no lo podemos dar por descontado” (1)
China; ¿Seguirá jalando de la cuerda Latinoaméricana?
La economía China ha sido el motor de la recuperación de los países latinoamericanos. Es el principal socio comercial, y el primer destino de las exportaciones de Chile y Brasil. China tiene tratados de libre comercio con Chile y Perú. Además, especialmente en los últimos tres años, el interés del país asiático por Latinoamérica y especialmente por Sudamérica se ha expresado en grandes inversiones. Entre 2005 y el primer trimestre de 2010, China ha invertido US$ 6 mil millones de dólares en empresas de la región.
Las señales de una desaceleración del crecimiento ha abierto el temor que tenga un impacto directo sobre los países latinoamericanos, y ya ha impactado el precio del cobre, que el segundo trimestre del año ya había retrocedido un 17%. Después de seguir una política monetaria expansiva, con crédito barato y fácil, que consiguió plenamente el objetivo de salir de la recesión que afectó a China el 2008, las autoridades del país asiático comenzaron a aplicar el freno a la economía sobrecalentada, con un crecimiento económico espectacular, pero que ha dado origen a ‘burbujas’ especulativas, en el mercado inmobiliario, y también de las finanzas. Si se produjera un estallido descontrolado, la economía china podría seguir el camino de los Estados Unidos en 2007, para evitarlo el gobierno del primer ministro Wen Jibao introdujo restricciones preventivas, con el objeto de conseguir una desaceleración controlada. Entre estas políticas se encuentran restricciones a los préstamos bancarios y a la compra de propiedades.
En el segundo trimestre de 2010, en julio, las importaciones chinas anotaron su tercera caída mensual consecutiva, la producción industrial se redujo más de lo esperado, y la expansión de la economía se redujo a un 10,3%., un crecimiento, sin embargo, de dos dígitos que muy pocas economía en el mundo pueden mostrar.
Una reducción controlada del crecimiento económico chino, tendría un efecto importante pero aún menor sobre las economías sudamericanas. Las exportaciones de Brasil totalizan un 10% de su PIB, de ellas las exportaciones a China representan un 15% de sus exportaciones totales. Para Chile las exportaciones representan un 40% de su PIB, y en México son el 30%, pero en este último caso su principal socio comercial siguen siendo los Estados Unidos. De hecho la importancia relativa en la región de la economía mexicana, es la principal causa que los Estados Unidos sigan siendo el primer socio comercial de Latinoamérica, con un 50% de las exportaciones.
Pero a la amenaza de ‘pequeña locomotora’ del comercio exterior con China, hay que sumar la desaceleración de la recuperación en Estados Unidos, y la amenaza de la segunda recesión en Europa, que en el mejor de los casos se evitará a cambio de décadas de crecimiento muy lento, y con alto desempleo.
“Las secuelas de la crisis de 2008 (…) se traducen en un mundo desarrollado, esto es EE.UU. Europa y Japón, con un problema de sobreendeudamiento muy grande, con fuertes problemas para crecer y una expectativa de mediano plazo de crecimiento bastante bajo. Hemos visto una recuperación cíclica de la economía mundial, pero, visto en detalle, se visualiza una segunda mitad del año y luego un periodo prolongado, de años, de crecimiento bajo. Los problemas del mundo desarrollado son profundos y no se van a resolver a corto plazo”. (2)
La espiral inflacionaria de los alimentos de 2008, y la crisis económica global, han provocado el aumento del número de personas sumidas en la pobreza extrema en todo el planeta. En países más desarrollados se ha llegado a hablar de “tercer mundialización” de sectores de la población.
A diferencia de las economías capitalistas desarrolladas, las ‘economías emergentes’ han mostrado un fuerte dinamismo en su recuperación posterior a partir de 2009. Esto ha provocado efectos importantes en la economía y la geo política mundial. No obstante, no hay que olvidar que los grandes consumidores finales están en los países capitalistas desarrollados.
Por otro lado, la crisis global ha dejado ver una sobreproducción de capitales, que al no encontrar nichos de inversión con la rentabilidad apetecida en el mundo desarrollado, ven amenazada incluso su calidad de capital. Así una masa de capitales se está reorientado hacia las economías emergentes.
Los ‘emergentes’ no tienen capacidad de reemplazar a escala mundial la demanda de EE.UU., Europa y Japón, y esto es un dato relevante, el motor de la economía capitalista es el lucro, y la realización de la ganancia capitalista no se produce hasta la venta y cobro de la producción de bienes y servicios.
El crédito, los instrumentos financieros derivados y de futuro, pueden cumplir un papel importante en la medida que al menos inicialmente disminuyen la incertidumbre y dinamizan los mercados con una promesa de pago futuro. En economías mercantiles los flujos se producen por intermediación del dinero, y la promesa de pago futuro, al mismo tiempo, también es dinero. Pero como toda forma de dinero, incluso el efectivo – la de mayor liquidez – descansa sobre la base de la confianza. Una base frágil, especialmente en épocas de turbulencia financiera y económica.
Pero incluso si se mantiene el dinamismo de las llamadas economía emergentes, lo que no está para nada garantizado si los principales mercados mundiales se mantienen deprimidos por largo tiempo, de hecho, ya hay acuerdo entre los analistas, que el crecimiento global se hará cada vez más lento, a medida que se agoten los resultados de las políticas monetarias expansivas que impulsaron la frágil recuperación.
Hay que recordar que el desempleo se mantiene alto, y que la salida de la recesión por parte de la gran mayoría de los países fue anunciada a partir de una base de comparación reducida por la caída anterior del producto. Aún así, el crecimiento en los países desarrollados ha sido muy bajo.
Europa, entre la crisis financiera y la austeridad recesiva.
A pesar de lo que dice la propaganda oficial, los responsables de la crisis de la deuda en Europa no son los trabajadores que supuestamente vivían con niveles de bienestar superiores a los que la economía podía asegurar los responsables. El punto de partida es el endeudamiento y el déficit fiscal producto de la conversión de las pérdidas privadas en deuda pública.
Las medidas de austeridad del gasto público, es decir recorte de las prestaciones sociales, disminución salarial, y extensión de la edad de jubilación, a una escala no vista desde la segunda guerra mundial, intentan contener la crisis financiera, pero a la vez tienen un carácter recesivo al deprimir la demanda.
Tras la salvada in extremis del default griego, el paquete de rescate atado a estas medidas han ganado un respiro a la Unión Europea, pero no aseguran que una ‘crisis griega’ no vuelva a repetirse en otros países, con economía de mayor tamaño, a una escala que hará muy difícil a los principales países de la Unión Europea acudir nuevamente al rescate .
España, un enfermo en Europa.
Después de dos años de crisis, las consecuencias del estallido de la burbuja inmobiliaria ha vuelto a amenazar la estabilidad del sistema financiero y ha forzado la concentración de la banca hipotecaria, las Cajas de Ahorro regional. Dejando al descubierto de paso que en los balances de la banca se esconden muchas pérdidas que se presentan maquilladamente como activos, pero que en algún momento tendrán que transparentarse.
Esta situación, claro no es privativa de España, y ha ralentizado el crédito interbancario. También en Estados Unidos muestran problemas, las cifras económicas muestran un debilitamiento del crecimiento de la mano con el agotamiento de los paquetes de estímulo fiscal, hay una recuperación débil de la demanda de crédito, asociados a una recuperación por debajo de lo esperado del desempleo y expectativas pesimistas de los consumidores.
[2] Entrevista al economista José Luís Daza. Diario Financiero. Santiago de Chile. 19 de julio 2010.
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