Honduras : Elecciones golpistas fraudulentas

Posted by Nuestra publicación: on jueves, diciembre 03, 2009


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¡La lucha debe continuar!


Marcus Kolbrunner, LSR (CIT en Brasil)

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El gobierno de Honduras encabezado por los militares preparó el terreno para las elecciones fraudulentas del 29 de noviembre con una combinación de una fuerte represión contra el movimiento de masas y maniobras diplomáticas. El ganador de las elecciones, Porfirio Pepe Lobo Sosa del Partido Nacional, ahora llama a la "unidad nacional". Al parecer, ¡ahora hay que olvidar el golpe de Estado, los 20 activistas o más que han sido asesinados y la represión del gobierno golpista!
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Pero los movimientos sociales de Honduras saben que el golpe no fue sólo un acontecimiento aislado, sino que representa una amenaza constante para los que luchan contra la podrida élite del país, y establece un peligroso precedente para movimientos en otros países de la región. El Frente de Resistencia Nacional, que condujo las movilizaciones de masas contra el golpe de Estado, está compuesto por sindicatos, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Hay lecciones importantes que se desprenden para la clase obrera internacional después de 5 meses de lucha en Honduras. La primera lección es que la posición de Zelaya de poner su confianza en la "diplomacia" de las negociaciones fue un error y un fracaso. La clase obrera debe confiar en su propia fuerza y capacidad de lucha para lograr sus objetivos.

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La élite depuso a Zelaya
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Zelaya fue derrocado en un golpe de Estado el 28 de junio por los militares y el Tribunal Supremo. El congreso nacional jugó su papel nombrando al presidente de la camara, Micheletti, como el nuevo Presidente. El golpe se llevó a cabo el mismo día en que Zelaya propuso un plebiscito no vinculante, para pedir a la población si no estaban a favor de una elección de una Asamblea Constituyente para reformar la constitución.
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La justificación para el golpe de Estado fue que la actual Constitución prohíbe cualquier presidente abogar por un cambio en la Constitución que permitiría su reelección, aunque nunca Zelaya afirmó que había esa intención. El congreso también basó su decisión de nombrar a Micheletti en una falsa carta de renuncia de Zelaya.
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La verdadera razón detrás del golpe de Estado fue el descontento entre la elite con las reformas leves, pero populares de Zelaya, que iba en contra de sus intereses. Zelaya, en realidad proviene de la élite. Él es un rico terrateniente y fue elegido como presidente en 2005, como representante del Partido Liberal, el mismo partido de Micheletti. Zelaya venció a Pepe Lobo del otro partido capitalista tradicional, el Partido Nacional. Sin embargo, durante el año 2007 Zelaya comenzó a colaborar con el gobierno de Chávez en Venezuela y también solicitó que Honduras ingresara al ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), la alianza que también incluye al gobierno del MAS de Bolivia de Evo Morales.
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Zelaya aumentó el salario mínimo y bajó el precio del combustible, al adherirse a Petrocaribe (una alianza petrolera con Venezuela), que permitió la compra de petróleo más barato. Todas estas reformas provocaron la indignación y la rebelión entre la élite. Honduras es un país donde la camarilla gobernante ha estado tradicionalmente del lado de Estados Unidos y el imperialismo. El país se utilizó como base para las fuerzas de derecha que lucharon contra los movimientos anti-imperialistas. Las guerrillas derechistas Contra, que lucharon contra el régimen sandinista en Nicaragua en la década de 1980, se basaron en Honduras. El país también es extremadamente pobre. Sólo 10 familias controlan el 90% de la economía.

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Las limitaciones de Zelaya
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A pesar de las reformas de Zelaya, el suyo no era un gobierno socialista, o incluso un gobierno de izquierda en la línea de Chávez y Morales. Le dijo a la BBC en Brasil que su inspiración fue más el Brasil de Lula que la Venezuela de Chávez: "En Honduras tenemos el liberalismo social. No el socialismo".
El origen y las políticas de Zelaya se reflejaron en su posición con respecto a la resistencia popular contra el golpe de Estado. Inmediatamente después del golpe de Estado, se iniciaron las protestas de masas, incluyendo una huelga general, coordinadas por el "Frente de Resistencia Nacional contra el golpe de Estado en Honduras". La resistencia llegó a su apogeo cuando Zelaya logró pasar el bloque militar e ingresar en el país el 21 de septiembre, se refugiandose en la Embajada de Brasil.
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Sin embargo, Zelaya vio las movilizaciones de masas únicamente como asistencia a su principal arma, las negociaciones diplomáticas. Es cierto que el régimen del golpe de Estado fue aislado, ya que todos los gobiernos en el continente, condenarn la eliminación de Zelaya del poder. Pero el gobierno de EE.UU. jugó un papel dudoso desde el principio.
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El gobierno de EE.UU. nunca reconoció el gobierno, Micheletti, pero se negó a reconocer que lo que sucedió el 28 de junio fue un golpe de Estado. Según la ley de EE.UU., el gobierno de Obama se hubiera visto obligado a aplicar sanciones en el caso de un golpe de Estado. Aunque Obama aplicó algunas sanciones de menor importancia, al mismo tiempo hizo hincapié en la necesidad de "negociaciones" con el gobierno golpista.

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El "acuerdo" era una trampa
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Después de la intervención directa del emisario de Washington, Thomas Shannon, un acuerdo fue alcanzado entre Zelaya y Micheletti. Este acuerdo representó una capitulación en prácticamente todas las demandas de la resistencia, lo que refleja el hecho de que, después de meses de protestas, las movilizaciones habían perdido algo de impulso.
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El acuerdo no cumplía dos de las principales demandas del Frente Nacional de Resistencia: la creación de una asamblea constituyente y el enjuiciamiento de los golpistas. Zelaya acordó no en el acuerdo no impular "directa o indirectamente" una asamblea constituyente. Los golpistas no sólo evitaban ser llevados ante la justicia, además permanecerían en el poder. Habría un nuevo gobierno con las dos partes representadas. El control sobre las fuerzas armadas no estaría en manos del presidente, sino del Tribunal Supremo, hasta las nuevas elecciones.
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Incluso la cuestión central, el regreso de Zelaya a la presidencia, no quedó claro en el acuerdo. El acuerdo dice que el Congreso deberá pronunciarse sobre la cuestión, previa consulta a la Corte Suprema y otros. El acuerdo establecía un plazo para un nuevo gobierno "de reconciliación" (5 de noviembre), pero no para el restablecimiento de Zelaya. El 5 de noviembre Micheletti anunció un nuevo gobierno de manera unilateral.
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Zelaya se negó a reconocer el nuevo gobierno y declaró que el acuerdo estaba muerto. Sin embargo, el representante de EE.UU., Thomas Shannon, declaró que el acuerdo en sí fue suficiente para que el gobierno de EE.UU. reconociera las elecciones, y las sanciones podrían ser levantadas.

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Zelaya, cae en la trampa.
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El Frente de Resistencia y Zelaya razón llamaron a un boicot de las elecciones y el principal candidato de izquierda, el dirigente sindical, Carlos H Reyes, retiró su candidatura. Fue una elección organizada por las mismas fuerzas que pusieron en práctica el golpe de Estado, después de meses de represión contra los movimientos sociales. Las elecciones fueron una manera de blanquear el golpe de Estado.
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Los resultados reales de las elecciones siguen siendo inciertos. El Frente de Resistencia afirma que la elección fue un fiasco, con 65-70% de abstención. Sin embargo, el Tribunal Supremo Electoral asegura que fue un éxito, con el voto del 61%, 10% más en comparación con la última elección. ¿Qué clase de elecciones democráticas eran estas, presidido por un gobierno militar!?
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El Frente de Resistencia debe sacar las lecciones necesarias de esta lucha. Los trabajadores deben confiar en sus propias fuerzas, no en las negociaciones "diplomáticas". ¿En qué medida las negociaciones pueden conducir al progreso depende de la presión del movimiento. Sin embargo, el acuerdo alcanzado el 30 de octubre fue una táctica dilatoria, destinada a agotar la movilización. -
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El Frente de Resistencia ahora debe reunir sus fuerzas para continuar la lucha contra el gobierno capitalista de los golpistas "de Pepe Lobo. A pesar de su discurso de "unidad nacional", su gobierno tratará de volver a lo de siempre, que representa la elite podrida de Honduras. Un gobierno mayoritario de los trabajadores y los pobres podría llevar a cabo políticas de largo alcance socialista, abolir el capitalismo, expulsar al imperialismo y poner a la industria y los recursos bajo el control democrático y la gestión de la clase trabajadora y los pobres sin tierra.