Historia: El marxismo y la Segunda Guerra Mundial (Parte 2)

Posted by Nuestra publicación: on viernes, septiembre 04, 2009




Peter Taaffe
Comité por una Internacional de Trabajadores, CIT.


Maniobras cínicas

Los historiadores modernos en su comentario sobre los acontecimientos previos a la Segunda Guerra Mundial intentan presentar un panorama de hostilidad constante e implacable de las 'democracias occidentales' a los regímenes de Hitler y Mussolini. Los partidos comunistas, bailando al son de Moscú, también en este período trataron de distinguir el rol más 'progresista' y las motivaciones de las 'democracias' capitalistas versus las 'potencias fascistas'. Sin embargo, cuando Stalin buscó y logró un acercamiento con Hitler, ellos hicieron hincapié en el caso contrario: que no había ninguna diferencia fundamental entre los distintos regímenes capitalistas. En realidad, bajo el carácter muy diferente de los regímenes políticos de 'fascismo' y 'democracia', el principal factor que conduce a la segunda guerra mundial, como en la primera, fue el choque entre los diferentes intereses imperialistas presentes en todos estos regímenes.

Cuando servía a sus fines y luego ellos fueron amenazados por la revolución, los capitalistas tratan de pasar de la 'democracia' a los regímenes dictatoriales con tan poca dificultad como un hombre cambia su camisa. En Checoslovaquia, por ejemplo, a raíz de la 'venta' de ese país en el acuerdo de Munich de septiembre de 1938 entre los representantes del imperialismo británico y francés (Neville Chamberlain y Édouard Daladier) por un lado, y Hitler y Mussolini, por el otro; el 'gobierno democrático' de Edvard Beneš (presidente checoslovaco) sólo entregó el poder a una dictadura militar y huyó a Londres.

En cuanto a la oposición implacable del imperialismo británico a Hitler, su representante más famoso antes del estallido de la guerra, Winston Churchill, escribió lo siguiente acerca del ascenso de Hitler al poder en la edición de 1939 de su libro, Grandes Contemporáneos: “Siempre he dicho que si Gran Bretaña fuera derrotada en la guerra, espero que encontremos un Hitler para llevarnos de regreso a nuestra legítima posición entre las naciones”. Los nazis fueron financiados y apoyados por la clase dominante británica, con el apoyo masivo de las grandes empresas británicas, siempre y cuando ellos enfrentaran el este, hacia el ataque a la Unión Soviética. Así, efectivamente, Gran Bretaña apoyó el programa de rearme de Hitler en 1935, el acuerdo naval anglo-alemán que permitió una expansión de la marina alemana que rompió los límites del Tratado de Versalles.


David Lloyd George (primer ministro británico 1916-1922), el famoso dirigente liberal, también describió a Hitler como un 'baluarte' contra el bolchevismo. Churchill, hablando en Roma en 1927, se había deshecho en elogios sobre los fascistas de Mussolini: “Si yo hubiera sido italiano, estoy seguro de que debería haber estado de todo corazón con ustedes, desde el principio hasta el final en su lucha triunfante contra los apetitos bestiales del leninismo”. En otras palabras, cuando los intereses fundamentales de los capitalistas son amenazados - la mantención y mejora de sus beneficios, mercados, etc - no importan las invocaciones previas acerca de la 'democracia', ellos intentarán recurrir a los métodos dictatoriales más brutales si todo lo demás falla. Estos fueron los factores - un choque de fondo entre los diferentes intereses imperialistas antagónicos - que condujo a la Segunda Guerra Mundial.


Tal vez el hecho de que Hitler y Mussolini acabaran por ir a la guerra contra el imperialismo británico y francés, eventualmente arrastrando a los EE.UU., contradice el argumento de arriba? El capitalismo británico primero intentó apaciguar y dar cabida a las ambiciones del imperialismo alemán, en particular con las concesiones hechas en Checoslovaquia tras el acuerdo de Munich. Pero la intervención de Hitler en Polonia fue el cruce del Rubicón para el imperialismo británico y francés, ya que amenazaban sus semi-colonias en toda Europa oriental y en el resto del mundo.

Increíblemente y vergonzosamente, mientras las fuerzas fascistas de Hitler se preparaban para aplastar a Polonia, Stalin eligió precisamente este momento para acudir en ayuda de Hitler con la firma del conocido pacto Hitler-Stalin que Trotsky había anticipado. Ocho días después, los nazis lanzaron su ataque y la segunda guerra mundial había comenzado. De esta manera, Stalin esperaba asegurar Rusia contra el ataque de las hordas nazis. Pero, de nuevo como Trotsky había predicho, este pacto sería visto como un simple trozo de papel por Hitler, que ahora era libre de establecer sus aviones y tanques contra Francia y, en última instancia, Gran Bretaña. Una vez completada esta tarea, Hitler giró hacia la Unión Soviética y sus recursos, en particular, su petróleo y cereales. Stalin había facilitado esta tarea debido a la ejecución masiva de los mejores generales de Rusia. Brillantes estrategas militares como Mijail Tukachevski, que anteriormente había anticipado las tácticas de la blitzkrieg (guerra relámpago) alemana, perecieron en las purgas.


Los intereses de la clase trabajadora

La posición que los socialistas y marxistas tienen en una guerra es de suma importancia. Se trata de una prueba de fuego. Para nosotros, la cuestión debe ser siempre planteada: ¿qué clase esta conduciendo la guerra y por que causa está siendo llevada a cabo? Frases melosas sobre la 'democracia' y 'quien comenzó la guerra' son de menor importancia desde el punto de vista de la clase obrera. Los diplomáticos de ambos lados de una guerra siempre pintan la imagen del 'enemigo', con éxito, a las masas de 'su' pueblo como el agresor. Sin embargo, la superestructura política de un régimen capitalista de un tipo u otro no puede cambiar las bases económicas reaccionarias del imperialismo, que es la principal fuerza motriz de una guerra. En este sentido, la Segunda Guerra Mundial fue primordialmente una continuación de la primera en la lucha entre potencias imperialistas rivales.


Sin embargo, la continuación no significa repetición. La existencia de regímenes fascistas - la esencia de lo que fue la extirpación completa de todos los elementos de la democracia, en particular de la democracia obrera, los sindicatos, el derecho de huelga, la libertad de reunión, etc - tuvo un efecto enorme en el panorama político, la visión hacia la guerra de los trabajadores, especialmente en los regímenes 'democráticos' de Gran Bretaña, Francia, los EE.UU., etc. No hubo entusiasmo por la segunda guerra mundial entre la masa de la clase obrera, ya que había estado en algunos países en el comienzo de la primera guerra mundial, y conocía las experiencias de la guerra. Pero la masa de la clase obrera británica, por ejemplo, vio claramente el carácter de clase anti obrero de Hitler y Mussolini y no quería un régimen fascista, en particular, no un opresor extranjero, impuesto sobre ellos, tampoco los franceses y la clase obrera europea. Por lo tanto, una vez comenzada la guerra, esto obligo al genuino marxismo a elaborar una política para la guerra.

Durante la primera guerra mundial, el pacifismo expresó la hostilidad de los trabajadores inclusive, hacia la masacre de la guerra. Por lo tanto, hubo cierta tolerancia de los objetores de conciencia. Hubo también, en algunos países, una minoría significativa y creciente de activistas obreros que se oponían a la guerra. Antes que la Segunda Guerra Mundial comenzara, había un sentimiento general de oposición a la guerra y por la 'paz'. Pero una vez que había comenzado, una política para la guerra se volvió urgente para los marxistas. Simplemente limitarse a repetir algunas de las fórmulas de Lenin de la primera guerra mundial, como algunos grupos sectarios hicieron en el momento y lo siguen haciendo hoy en circunstancias similares, fue totalmente inadecuado.

Después de 1914, Lenin había unido a las fuerzas no preparadas y dispersas de la izquierda marxista y socialista tras la debacle y colapso de la Segunda Internacional, con la llamada política de 'derrotismo revolucionario'. Esta fue una política de cuadros, la vanguardia de la vanguardia, y no una para ganar a la masa de la clase obrera. La fórmula de Karl Liebknecht de 'el principal enemigo está en casa' expresaba mejor una política para la movilización masiva de la clase obrera. Sin embargo, lo que Lenin estaba conduciendo era la necesidad - en los dientes de la capitulación chovinista y nacionalista de los líderes de la Segunda Internacional - de la adopción, en efecto, de la continuación de una política de lucha de clases durante la guerra, por parte de las organizaciones de la clase trabajadora y la preparación para la revolución socialista que saldría de la guerra.

Los socialistas y revolucionarios implacablemente se opusieron a la cuestión de la defensa de la llamada "patria capitalista". Esto era totalmente correcto. Pero no era suficiente para ganar las masas o, como Trotsky lo planteo, para "formar cuadros que a su vez debían ganar a las masas que no querían un conquistador extranjero". No fue la política de Lenin de "derrotismo revolucionario", sino la consigna de 'todo el poder a los soviets', vinculada más tarde a la idea de 'pan, paz y libertad', que fue decisiva para que los bolcheviques ganaran a la clase obrera y tomaran el poder en octubre de 1917. Por lo tanto, una vez que la segunda guerra mundial había comenzado, las fuerzas marxistas en Gran Bretaña alrededor de la Liga Internacional de los Trabajadores - de la que el Partido Socialista hoy tiene sus orígenes - formulo una clara política de lucha de clases por la situación de entonces, que tenía el objetivo de ganar a las masas. Además, esto tuvo un efecto significativo en sectores de la clase obrera durante la guerra.

Trotsky resumió el problema de una política militar marxista durante la Segunda Guerra Mundial: "Sería estúpido por partida doble presentar una posición pacifista puramente abstracta hoy en día, la sensación de las masas es que es necesario defenderse. Hay que decir, 'Roosevelt [el entonces presidente de los EE.UU.] dice, es necesario defender al país: bien, sólo que debe ser nuestro país, no el de las 60 familias y su Wall Street'. "Los trabajadores en Gran Bretaña, continuó, como en Estados Unidos "no quieren ser conquistados por Hitler y a aquellos que dicen: 'Vamos a tener un programa de paz ', los trabajadores dirán: 'Pero Hitler no quiere un programa de paz’. Por lo tanto, diremos, vamos a defender a los Estados Unidos (o Gran Bretaña) con un ejército de trabajadores, con oficiales obreros, y con un gobierno de trabajadores, etc." Por tanto, los marxistas-trotskistas irán con su clase en el ejército y, de manera hábil, aplicaran una política de desarrollo y mejoramiento allí y en la industria una política de lucha de clases y un programa.

Los capitalistas, cuando se trata de una elección entre la clase trabajadora y un opresor extranjero, siempre eligen este último, como se demostró en la Comuna de París de 1871. Entonces los cobardes capitalistas franceses recibieron el apoyo de las fuerzas alemanas de Prusia en contra de su propia clase obrera. Dado que Francia cayó en la segunda guerra mundial ante la ofensiva militar de los nazis, los capitalistas franceses rehusaron a armar a la clase obrera, como los marxistas exigieron en su momento, también precisamente, por el temor a una repetición de la Comuna de París.


La brutalidad en todos los lados

El curso militar de la guerra es bien conocido y no es necesario repetirlo aquí. La intervención del imperialismo de EE.UU. y la heroica resistencia de las masas rusas - a pesar de los crímenes de Stalin - en detener y hacer retroceder las fuerzas militares de Hitler fueron decisivas en el cambio de la marea en contra de Hitler, Mussolini y el imperialismo japonés, resultando en su derrota final. En el proceso, el mundo fue arrasado como las cifras sobre el número de víctimas indican, así como la destrucción de la riqueza y la industria.

Sin embargo, incluso ahora, la historia completa de los aspectos de la guerra no se ha dicho, 70 años después de su inicio, como el reciente libro de Anthony Beevor, el Día-D, indica. Las medidas militares brutales e insensibles no eran del dominio de Hitler y Mussolini solamente. El libro de Beevor sobre los efectos de la intervención del Día D en Normandía muestra la censura sobre las salvajes medidas militares que se desplegaron por todas las partes en una guerra de este carácter. El sostiene que los 70.000 civiles franceses muertos por los bombardeos de los aliados en los cinco primeros meses de 1944 supera el número total de muertos en Gran Bretaña por las bombas alemanas! La campaña de bombardeos que preparó la invasión del Día D fue orquestada por el 'Bombardero' Harris, más tarde responsable de arrasar la ciudad alemana de Dresden.

La guerra, de nuevo como Trotsky había indicado, produjo el inicio de una ola revolucionaria y una enorme radicalización de las masas, iniciada por la revolución italiana de 1943 y el derrocamiento de Mussolini y su reemplazo por Marshall Badoglio, mientras habían luchas de la clase obrera en el norte de Italia. La heroica clase obrera de París tomó la ciudad cuando el general De Gaulle estaba a 50 kilómetros de la capital. Él fue llevado de prisa por las fuerzas estadounidenses cuando esto ocurrió, a fin de evitar que su liberación se convirtiera en el detonante de la revolución francesa, esta vez socialista y de la clase obrera en su carácter. En Gran Bretaña, las elecciones generales de 1945, sorprendieron bastante a la mayoría de los comentaristas en ese tiempo, resulto en el desalojo de la oficina del 'vencedor' de la guerra, Churchill. Esto fue en gran parte por el rechazo masivo de los Tories y de su sociedad. Las tropas rechazaron volver a las condiciones de la década de 1930 que condujeron a la guerra. Christopher Bailey, Tim Harper, en su histórica Las guerras olvidadas: El fin del Imperio Asiático de Gran Bretaña, comentó: "Antes de la elección, Churchill se había disgustado al oír de Sir William Slim que el 90% de las tropas en el Oriente iban a votar por el Laborismo y el otro 10% no votaría”. Ellos continúan: "los partidarios del Laborismo, están francamente cansados de disentería, malaria...y pobre paga; querían ver el nuevo mundo que los profesores del ala izquierda en el cuerpo de educación del ejército les habían prometido. Además... motines entre las fuerzas británicas desde Karachi a Singapur ", tuvieron lugar.

...Continuará