Historia : Alemania 1918-1919, la revolución comienza (Parte 1)

Posted by Nuestra publicación: on viernes, agosto 07, 2009


Noviembre del 2008 marca el 90 º aniversario del inicio de la revolución alemana. Tuvo lugar en el que fue el país más industrializado del mundo, con la participación de su clase obrera más poderosa. Pisando los talones de la revolución rusa de 1917, esta tenía el potencial de cambiar el curso de la historia. ROBERT BECHERT analiza estos increíbles acontecimientos revolucionarios, evaluando su relevancia para los socialistas el día de hoy.


Robert Bechert

Comité por una Internacional de Trabajadores, CIT.



Así como el capitalismo entra probablemente en su peor crisis desde la década de 1930, el debate ya se está desarrollando en cuanto a cual será su impacto económico, social y político. Mientras los bancos y los mercados de valores caen, se asoma el espectro de otra Gran Depresión, grabada en la memoria popular como un período de desastre económico, deprivación, amargas luchas, guerras civiles y, por supuesto, el auge del fascismo, particularmente en Alemania.

Esto coincide con el 90 º aniversario en Alemania del derrocamiento del Kaiser y el comienzo de la revolución de 1918-23. La cuestión de "Weimar", en el sentido de la historia y el destino de la primera república alemana nacida en 1918-19, nunca desapareció por completo en la Alemania post 1945. Los famosos mártires revolucionarios del comienzo de la revolución, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo en particular, no están olvidados. Oskar Lafontaine, co-líder del tercer mayor partido de Alemania, Die Linke (La Izquierda), por ejemplo, mencionó a ambos en su discurso durante su primer congreso el pasado mes de mayo.



Los medios de comunicación, frecuentemente, pintan la imagen de que el colapso económico de 1930 casi llevó directamente a la victoria de Hitler - a veces la hiperinflación de 1923 se lanza así como una razón para el éxito de los nazis. Sin embargo, como León Trotsky primero explicó, no era éste el caso. La causa inmediata y fuente esencial del triunfo de Hitler, esta en el rechazo de la dirección del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) a romper con el capitalismo y, más tarde, el ultraizquierdismo de la dirección de la Internacional Comunista que llevó, en la práctica, a rechazar un frente unido de las organizaciones de trabajadores contra el fascismo.



Sin embargo, como en la mayoría de los intentos para confundir, hay un grano de verdad en la idea de que una fuente del éxito de Hitler, fue la crisis de 1923. Pero 1923 no fue sólo la ampliamente conocida hiperinflación. Fundamentalmente, es la historia de una oportunidad perdida. Alemania en 1923 vio el final de la revolución que había comenzado en 1918, pero también fue la única ocasión, hasta ahora, en que la mayoría de la clase obrera en un país industrializado e imperialista, apoyó un partido marxista revolucionario, en la forma del Partido Comunista Alemán (KPD).



Durante muchos años, los marxistas habían visto Alemania como un país clave, debido a su muy fuerte movimiento obrero, dirigido por marxistas; y por su poder económico. A pesar de su derrota en la primera guerra mundial y las consiguientes reparaciones, Alemania seguía siendo el país decisivo en Europa. A principios de los años 1920, Berlín fue la cuarta ciudad más poblada del mundo e internacionalmente, la mayor ciudad industrial.



Cuando, en 1918, la revolución alemana de noviembre comenzó, casi exactamente un año después que los bolcheviques habían llegado al poder en Rusia, Vladimir Lenin estaba extasiado. Nadya Krupskaya, su mujer, escribió más tarde que Lenin estaba "completamente avasallado por las noticias" y que "los días del primer aniversario de Octubre fueron los días más felices de su vida". No sólo por el derrocamiento del Kaiser y el probable final de la primera guerra mundial, sino que también porque Lenin, Trotsky y los bolcheviques entendieron que el destino final de la revolución rusa estaba vinculada al éxito de la revolución socialista en el resto de Europa, especialmente Alemania.

Así como la revolución alemana y austro-húngara comenzaron, Lenin escribió a la dirección soviética que "el proletariado ruso está siguiendo los acontecimientos con la mayor atención y entusiasmo. Ahora, incluso los trabajadores más ciegos en los diferentes países, verán que los bolcheviques tenían razón en basar sus tácticas completamente en el apoyo de la revolución proletaria a nivel mundial".


Pero, como amargamente sabemos, la revolución alemana no triunfo y, en lugar de la creación de una sociedad socialista, el capitalismo continuó. No sólo este fracaso llevó a los horrores del fascismo y la segunda guerra mundial, sino que también abrió el camino a la victoria del estalinismo en Rusia y, en última instancia, socavó completamente los logros de la revolución rusa.


Junto a su importancia histórica, para ayudar a definir el curso del siglo XX, la historia de la revolución alemana entre 1918 y 1923 contiene importantes lecciones para los marxistas hoy. Es, hasta ahora, el único ejemplo de una revolución que se desarrolla durante varios años en un país moderno e industrial y puede ilustrar muchas cuestiones del programa, estrategia y tácticas que enfrentarán los marxistas en los más tormentosos tiempos en que estamos entrando. En particular, las preguntas girarán en torno a cómo un partido marxista de masas puede desarrollarse, cómo se puede ganar el apoyo de la mayoría de la clase obrera y, en última instancia, que se debe hacer cuando se llega a esa posición.


El punto de inflexión


Junto con la fortaleza económica de Alemania, un elemento clave de esta revolución es el poder de su movimiento obrero. Antes de la guerra de 1914-18, el SPD era visto internacionalmente como un modelo y era el principal partido de la Segunda Internacional, que estaba, entonces, fundamentalmente compuesta por partidos marxistas. El SPD había allanado el camino en la construcción de masivas organizaciones de la clase trabajadora que formalmente, al menos, tenían el objetivo de derrocar el capitalismo. Rechazando los intentos de comprometer formalmente al partido de simplemente reformar el capitalismo, el congreso del SPD de 1901, por ejemplo, condenó los "revisionistas esfuerzos… para suplantar la política de la conquista del poder por la superación de nuestros enemigos con una política de acomodación al orden existente". Organizativamente, el SPD disfrutó de un crecimiento masivo. Después de salir tras doce años de ilegalidad en el año 1890, la votación del SPD aumento en cada elección nacional, llegando a 4,25 millones (34,7%) en 1912. Al año siguiente, sus miembros llegaron a un máximo de 1.085.900 personas.



Sin embargo, el patrimonio revolucionario del SPD estaba siendo socavado por una combinación de ilusiones sembradas por ese período de crecimiento económico y, paradójicamente, por el crecimiento año tras año del SPD. La mayoría de las capas dirigentes en el SPD y los sindicatos comenzaron a asumir que el movimiento seguiría progresando casi automáticamente hasta ganar una mayoría y que paso a paso las reformas constantemente mejorarían la vida de los trabajadores. Con el tiempo, esto condujo al abandono de facto de la expectativa de que la crisis alcanzara al sistema y de una perspectiva revolucionaria, ya que la mayoría de la dirección pensó que, en general, el capitalismo iría en constante desarrollo.


Fue el estallido de la guerra lo que trajo a la luz que la mayoría de la dirección del SPD había adoptado claramente una posición procapitalista y debería, en el futuro, oponerse a una revolución socialista. Este fue el significado esencial del punto de inflexión del 4 de agosto de 1914, cuando el SPD votó para apoyar a 'su' lado en esta guerra inter imperialista librada por las que, a lo sumo, eran semi-democracias. La posibilidad de la guerra había sido ampliamente debatida por años en el movimiento obrero, pero lo que fue un completo shock fue que en la mayoría de los países los partidos combatientes de la Segunda Internacional decidió inmediatamente apoyar "su propio" lado, con las únicas excepciones de Rusia y Bulgaria. Que el SPD decidiera apoyar esta guerra, a diferencia de su oposición a la ocupación prusiana de Francia en 1870, y colaborara con el gobierno, fue un impresionante golpe que efectivamente marcó el final del partido que proclamaba ser revolucionario. Este fue un paso decisivo hacia la integración de los dirigentes del SPD dentro del sistema capitalista y preparó el camino para el papel abiertamente contrarrevolucionario que ellos desempeñaron después de 1918.


El ánimo anti-guerra crece


Pero esto no fue del todo un rayo caído de la nada. Ya antes de 1914, se había producido una aguda lucha política dentro del SPD. Durante este periodo, Luxemburgo se convirtió en la principal oponente a la creciente tendencia reformista y no revolucionaria dentro del partido. En 1914, el SPD estaba dividió en tres tendencias: el ala abiertamente reformista, el llamado centro (dirigido por Karl Kautsky), y los radicales (es decir, la izquierda marxista), encabezada por Luxemburgo, Liebknecht y otros. Pero, a diferencia de los bolcheviques en su lucha entre 1903 y 1912 en la Socialdemocracia rusa, Luxemburgo no reunió el ala marxista en una oposición coherente que sistemáticamente luchara por sus ideas y ganar apoyo. Trágicamente, esto contribuyó a su debilidad en el comienzo de la revolución de 1918 y a su posterior pérdida de oportunidades y derrotas.



Desde 1914 hubo oposición a los dirigentes pro guerra del SPD por parte de muchos activistas defensores del partido, hasta entonces, la posición de los socialistas internacionalistas. Durante un tiempo, ellos fueron desbordados y relativamente aislados por la ola patriótica que inicialmente barrió a todos los países combatientes y ellos enfrentaron una creciente represión tanto de los dirigentes del SPD como de las autoridades militares. Además, la internacionalistas no estaban particularmente bien unidos entre sí, en términos de un claro programa común o actividades. Parcialmente, los miembros anti-guerra del SPD habían sido golpeados por una nueva experiencia: difícilmente alguien esperaba que el SPD estuviera a favor de la guerra, en el peor de los casos, muchos del ala de izquierda pensaron que la dirección del SPD trataría de ser "neutral". Lenin, en primer lugar, no creyó la noticia que el SPD había votado a favor de la guerra. La izquierda del SPD careció de coherencia política y organizativa lo que hizo mucho más difícil el responder.


Sin embargo, como se puso de manifiesto que la guerra no sería corta, así como se propagaban las noticias de la horrible masacre de la guerra de trincheras y la escasez de alimentos producidos en casa, la oposición a la guerra se estableció. Relativamente pronto, las protestas contra la guerra y sus efectos, especialmente sobre los precios y, a veces drásticos recortes en el suministro de alimentos, comenzó a desarrollarse en las calles, en los lugares de trabajo y en el parlamento. En 1916, huelgas se realizaron por los problemas del suministro de alimentos y los salarios; y después del arresto del 1 de mayo de Liebknecht, parlamentario líder de la izquierda anti-guerra del SPD, hubo una fuerte huelga de protesta de 55000 personas en Berlín. En diciembre de 1914, Liebknecht fue el primero de los 110 diputados del SPD en votar en contra de la guerra. Un año más tarde, 20 votaron en contra y 24 se abstuvieron.


La oposición a la guerra recibió un enorme impulso de la revolución rusa de 1917, tanto con el derrocamiento del zarismo en febrero y la victoria bolchevique de octubre. De inmediato para los trabajadores alemanes, Rusia se convirtió en un ejemplo de cómo derrocar a una monarquía y establecer una república. En particular, los 'soviets' (consejos) formado por los trabajadores rusos, soldados y campesinos se convirtieron en un ejemplo. La huelga de aproximadamente 300.000 trabajadores en abril de 1917, sobre todo en Leipzig, vio la primera formación de consejos de trabajadores (denominados Räte) en Alemania. Junto a una creciente radicalización de los trabajadores, el malestar se extendió dentro de los militares, con los marineros formando una organización secreta. El impacto de la revolución rusa creció enormemente después de la Revolución de Octubre, cuando el poder pasó a manos de los soviets dirigidos por los bolcheviques. Un factor clave en esto, fue la política constante de los bolcheviques de apelar conscientemente a los trabajadores del resto de Europa, especialmente Alemania, de seguir el ejemplo de los trabajadores rusos para ganar los derechos democráticos, poner fin a la guerra y derrocar el capitalismo.

En este contexto, las huelgas de enero de 1918 se extendieron aún más. Las consignas de 'Paz, Libertad, Pan' eran parecidas a 'Paz, Tierra, Pan' de los bolcheviques", y, en Berlín, medio millón de trabajadores se movilizaron por cinco días en protesta contra las demandas anexionistas del gobierno y las conversaciones de paz en Brest-Litovsk con la Rusia soviética. Significativamente, los líderes del SPD, mientras decían que apoyaban las demandas económicas de los trabajadores, aún alegaban que debían trabajar para la 'victoria' en la guerra mundial.


...Continuará