México - Pozos petroleros ultraprofundos
Los pozos petroleros ultraprofundos, otra manera de seguir garantizando la dominación estadounidense sobre México.
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No, en realidad, como siempre, el ilegítimo, inepto grupo de mal administradores panistas (que no gobernadores) está siendo parte del plan expansionista energético tan necesario a los Estados Unidos, para que ese desperdiciador país siga sosteniendo sus excesivos derroches de energía, cada vez más crecientes, que en millones de barriles de petróleo diarios se ubican actualmente en unos 22.5 (incluidos sus territorios), que significan un 31.3% de la producción petrolera diaria (ver mi artículo en Internet: “La guerra mundial por el petróleo y el gas natural”). Pero el petróleo producido dentro de ese país sólo satisface un 40% de esas glotonas necesidades, además de que sus reservas están declinando muy rápidamente, así que el 60% restante, EU debe de comprarlo, importarlo de países productores, muchos de ellos de regiones lejanas. Por ejemplo, el petróleo comprado del Medio Oriente – de Arabia Saudita, Kuwait e Irak, sobre todo –, poco más de dos millones doscientos mil barriles por día, constituye casi el 25 % de sus importaciones. Nigeria, otro alejado país africano, le vende un millón doscientos diez mil barriles diarios, que por sí solos ascienden a casi un 15% del total de crudo importado. Argelia, Angola y Libia que aportan 903,000 barriles diarios entre ambos, casi 5%, también están lejanos de EU. De Azerbaiján obtiene 134,000 barriles, 1.44%, de Inglaterra, 94,000 barriles, apenas 1%, pero también son lejanos. Así, el costo de comprarles petróleo a esos países, sobre todo por el transporte (barcos-tanque, principalmente), se incrementa, además de que a mayor distancia, mayor es el tiempo que debe de recorrer el crudo hasta las refinerías estadounidenses en donde será procesado en los distintos petrolíferos, especialmente combustibles, que ese país requiere (en las cantidades anteriores, sólo se incluye el petróleo crudo que EU adquiere del exterior, sin tomar en cuenta el total de los otros derivados petrolíferos que también compra, junto con los cuales, EU importa alrededor de 11.1 millones diarios de petrolíferos, de los casi 18.5 millones que el país continental consume, sin incluir el resto de sus territorios, con lo que el consumo asciende a 22.5 millones de barriles diarios, la cantidad que cito arriba).
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Por otro lado, se trata de regiones conflictivas muchas de ellas, como Irak (en donde ya hay un estado permanente de guerra, desde la invasión anglo-estadounidense, que le cuesta al gobierno del inepto Bush 1000 dólares por segundo y que no se ve para cuándo haya de terminar) o Nigeria, en donde los peligros de inestabilidad política y estallidos sociales son “variables” que están presentes en las estrategias del control político y económico de los planeadores estadounidenses, para quienes es sumamente importante la estabilidad de una región, más cuando ésta le aporta ventajas, como petróleo, para el caso que estamos tratando. Y he ahí que todo viene de maravilla cuando tales planeadores ven en los países petroleros cercanos, como México, una gran, prometedora opción a sus planes energéticos futuros.
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Claro que estos países no le venderán todo su petróleo a EU, pero sólo hago los cálculos para efectos comparativos del potencial petrolífero de cada uno. Evidentemente que Canadá no es un país tan dócil, como para que su vecino del sur lo vuelva parte incondicional en sus futuros planes energéticos (que de alguna manera lo es, mediante el tratado de libre comercio, con el que Canadá se obliga a comprarle y venderle determinados productos a determinadas cuotas), aunque llegado el caso, habrá de aumentar sus exportaciones de crudo a EU. Tampoco lo es Venezuela, al menos mientras Chávez esté en el poder. Por esa razón, es claro aquí, que resultaría vital para EU que se diera un efectivo golpe militar contra Chávez (si, efectivo, no como el que pretendió derrocarlo en abril de 2002 y que por fortuna se frustró) y que se lograra imponer un gobierno incondicional, como el colombiano – o el iraquí en Medio Oriente –, con tal de que Bush y sus halcones pudieran manejarlo a sus anchas, sobre todo, garantizarse la venta irrestricta de petróleo.
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Por tal razón, no le hubiera venido mal a los planeadores militares estadounidenses que se hubiera dado una guerra, luego del arbitrario, ilegal, infame bombardeo a “guerrilleros colombianos” en territorio ecuatoriano – acción muy seguramente planeada desde la CIA y el Pentágono con esas negras intenciones –, entre Ecuador, apoyado por Venezuela – países que, falsamente se acusa, apoyan a las FARC –, contra Colombia, en el deseo de que si aquéllos fueran derrotados – que sería muy factible, dado que Colombia cuenta con gran ayuda militar de EU, como moderno armamento y asesores militares del Pentágono, además de que no dudarían los estadounidenses en prestar ayuda a su “sufrido” aliado sudamericano –, daría ello lugar a protestas de sus ciudadanos y a la caída de Chávez y Rafael Correa, pero, por fortuna, la diplomacia imperó.
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Pero aún con Chávez en el poder, es tan preciado el petróleo venezolano para los estadounidenses que a pesar de la retórica revanchista de Chávez hacia Bush y sus halcones, no se pueden éstos dar el lujo de dejar de comprarle crudo a los venezolanos, ni los venezolanos pueden dejar de venderle crudo a sus imperialistas compradores, pues es un 15% de lo que EU compra, y que a un promedio de 100 dólares el barril, dejarían de percibir aquéllos casi 125 millones de devaluados dólares por día, muy importantes para la petrolizada economía venezolana (este es otro grave problema de muchos países latinoamericanos, las monoexportaciones, como el caso mexicano – muy dependiente aún del petróleo –, lo que los vuelve bastante vulnerables a las fluctuaciones en los precios y en las demandas de el o los productos que principalmente exportan, pero a eso ha llevado el modelo neoliberal, a mantener países monoproductores, pues sólo así pueden insertarse en la división internacional del trabajo que las corporaciones han establecido en todo el mundo para sus exclusivas necesidades de obtención de una cada vez más declinante ganancia industrial). Así pues, en esta ecuación entra México a la perfección, sobre todo porque resulta que además de contar con un entusiasta grupo de entreguistas, incondicionales y dóciles mal administradores, dispuestos a apoyar en todo a su patrón estadounidense, el país cuenta con supuestas potenciales reservas del tan necesitado “oro negro” en las aguas más profundas del así llamado Golfo de México, como veremos enseguida.
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Además, existen muchas dificultades técnicas, aunadas a potenciales peligros ecológicos de graves consecuencias, como veremos. En la parte en donde se pretende extraer petróleo, la profundidad del mar puede alcanzar más de 2000 metros, lo que generaría una altísima presión de unos 200 kilogramos por cada centímetro cuadrado de superficie, suficiente para hacer que estallaran tanques de oxígeno de buceo, por ejemplo. Luego siguen más de 6600 metros de sedimentos y fondo rocoso. Cuando los barrenos perforan esas partes, se corre el riesgo de que si tocan capas de menor dureza o “huecas”, pueden deshacerse en segundos. Y a esas profundidades, las corrientes marinas dificultan muchísimo las maniobras de perforación y extracción. La empresa Chevron posee en esa parte un campo exploratorio llamado Tahiti, el cual cubre un área de unos 77 kilómetros cuadrados. Allí perfora actualmente un pozo, bautizado como Cajun Express, no tan profundo, 1200 metros, que ha presentado una serie de grandes dificultades técnicas, como las mencionadas. Otro problema es que el crudo, a esa profundidad, está más que hirviendo, pues alcanza temperaturas de hasta 200 grados centígrados, así que mucho de dicho crudo, de antemano, está convertido en calientísimo gas natural y bióxido de carbono, lo que aumenta aún más las presiones de operación, que aunada a la presión por la profundidad del agua y de las capas rocosas y sedimentarias, incrementa muchísimo las probabilidades de riesgos, tales como que las tuberías de extracción estallaran (altamente probable) y que el crudo se derramara incontrolable por todo el fondo oceánico. Un problema más, también de alto peligro, es que en tales profundidades marinas, la temperatura del agua está cercana a la congelación. Si una vez que el crudo estuviera extrayéndose, las tuberías por las que circulara no estuvieran suficientemente aisladas, el acero del que están hechas, por la diferencia de temperaturas (de 200 grados a casi cero grados centígrados), se despedazaría como vidrio... ¡también así se derramaría incontrolable el hirviente crudo, destruyendo y contaminando a su paso el lecho marino, antes de ascender finalmente a la superficie del mar! Todavía no existen, por fortuna, precedentes respecto al grave daño ecológico que derrames así, de petróleo hirviente, provocarían en la ecología marina, pero seguramente serán devastadores. Sí, los riesgos de que tales instalaciones vayan a sufrir siniestros aumentarán su frecuencia y probabilidad debido a los inherentes peligros que enfrentarán. Baste ver que los accidentes de plataformas marinas provocados por huracanes o tormentas son cada vez más frecuentes y eso que no trabajan a las ultraprofundidades mencionadas antes. Por ejemplo el ocurrido a la plataforma Usumacinta de PEMEX, el pasado mes de octubre, en el pozo Kab-101, en el que lamentablemente murieron 22 trabajadores (las “mandarinas”, embarcaciones supuestamente herméticas, cuyo mantenimiento estaba concesionado a la empresa naviera privada “Oceanográfica” – presumiblemente vinculada con los hijos de Marta Sahagún –, no funcionaron correctamente debido a sus lamentables condiciones), se debió a un huracán, pero los daños fueron mayores debido también a las deterioradas instalaciones de dicho pozo, ya que a los mal administradores panistas no les interesa que aquella empresa dé mantenimiento a su infraestructura productiva, y se engulle casi la totalidad de los ingresos petroleros, seguramente porque así justificarán más fácilmente la entrada de capital privado adicional a PEMEX, aduciendo que ni para dar un mínimo mantenimiento a sus instalaciones tiene dinero la paraestatal.
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Además los costos de operación de esas plataformas, como en el caso de la Cajun Express, son elevados, de medio millón de dólares diarios, así que los ejecutivos de Chevron consideran que, una vez en funcionamiento, el barril de petróleo costaría unos 40 dólares. Supongamos, entonces, que se “asocia” Chevron con PEMEX. A ese costo por barril, en caso de que el precio de venta fuera de 100 dólares, la utilidad sería de 60 dólares. En un esquema de “asociación”, probablemente Chevron alegaría que arriesga capital, además de la aportación tecnológica, así que pensemos, conservadoramente hablando, que retuviera 60% de tal ganancia (en Brasil, por ejemplo, Petrobras, la paraestatal petrolera de ese país, recibe de las petroleras extranjeras que extraen el crudo brasileño, entre un 10 y un 25% del precio al que éstas vendan cada barril de petróleo, es decir, a un precio de 100 dólares, aquéllas le entregarían entre 10 y 25 dólares, lo que evidencia la inequitativa posición que tiene esa empresa brasileña, en donde, merced a la parcial privatización hecha desde la época de Fernando Henrique Cardoso, cuando el gobierno tenía 87% de las acciones de la empresa, ahora sólo conserva el 40%. Hay actualmente una campaña de varios activistas sociales y expertos para revertir esa situación en la que, irónicamente, se está tomando como modelo a PEMEX, pues aquéllos consideran que está en mejor situación que Petrobras... ¡hasta ahora!). Así, se quedaría Chevron con 36 dólares y PEMEX o, más bien, los negociantes panistas, recibirían 24 dólares, que para ellos sería muy buen negocio, sobre todo porque varios tienen sus “empresitas” listas ya para entrarle en sociedad con las transnacionales en la intentona privatizadora de la paraestatal.
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Pero para el país, para los mexicanos, eso no es buen negocio, en primera, porque en las condiciones actuales, el costo de extracción por barril para PEMEX en sus pozos digamos que “normales” es de alrededor de 5 dólares, y suponiendo otros 10 dólares en gastos de transportación y otros costos, tendríamos 15 dólares en costos. La cotización actual ha superado incluso los 90 dólares, lo que significaría una utilidad de unos 75 dólares, los cuales prácticamente absorben los mal administradores panistas, sin que le permitan a la paraestatal capitalizarse, tanto para las construcción de infraestructura refinadora, como para el correcto mantenimiento de sus instalaciones, muchas en muy lamentable estado. Además, es claro para cualquier administrador que conviene más al país conservar la totalidad de la exploración, pues la utilidad correspondería completamente a México, no siendo así en el caso de compartirla. Por otro lado, el petróleo extraído sería no para las necesidades internas, sino para surtir las refinerías estadounidenses, pues ese es, de entrada, el plan de EU para México, como arriba expongo, ya que en los planes de los mal administradores panistas se prevé aumentar la producción diaria hasta en cuatro millones de barriles, es decir, así podría vendérsele un millón más a EU, pero por mediación de las empresas extranjeras, no de PEMEX, la que, como dije, sólo se quedaría con parte de las utilidades. Además, parte del dinero recaudado se iría en pagar el costo de las plataformas ultraprofundas, pues las empresas extranjeras buscarán primero que se amortice su inversión, antes de que PEMEX se quede con el total de las utilidades que le correspondan. Se especula que el “negocito” podría ascender hasta unos 300,000 millones de dólares, que equivaldrían a que se operaran unas 300 plataformas que costarían unos 1000 millones de dólares cada una, además de que llevaría diez años, como mínimo, la construcción y operación de dichas plataformas, demasiado tiempo para los planes de los mal administradores panistas de hacer sus grandes negocios.
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