LA REVOLUCIÓN RUSA Y LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER TRABAJADORA

Posted by Nuestra publicación: on viernes, marzo 17, 2017

La Revolución Rusa y la emancipación de la mujer trabajadora


Bárbara Areal • Comisión Ejecutiva Izquierda Revolucionaria Estado Español
www.izquierdarevolucionaria.net

La lucha nos hace libres
Las mujeres que tomaron parte en la Gran Revolución de octubre, ¿quiénes fueron? ¿Individuos aislados? No, fueron muchísimas, decenas, cientos de miles de heroínas sin nombre quienes, marchando codo a codo con los trabajadores y los campesinos detrás de la bandera roja y la consigna de los Sóviets, pasaron sobre las ruinas de la teocracia zarista hacia un nuevo futuro. (…) Jóvenes y ancianas, trabajadoras, campesinas esposas de soldados y amas de casa pobres de ciudad. (…) ¿Al frente? Se ponían una gorra de soldado y se transformaban en combatientes del Ejército Rojo. (…) En los pueblos, las campesinas (cuyos esposos habían sido enviados al frente) tomaron las tierras de los terratenientes (…) Es un hecho claro e incontrovertible que, sin la participación de las mujeres, la Revolución de Octubre no hubiese podido llevar la Bandera Roja a la victoria.
Alexandra Kollontai
La densa red de opresión con que envuelve el capitalismo a la mujer trabajadora alcanza también a su papel en la lucha por la emancipación de la Humanidad. El carácter machista de la historiografía burguesa omite conscientemente esta parte de la memoria histórica de nuestra clase. Cuenta, además, con el silencio cómplice de los dirigentes reformistas, socialdemócratas y estalinistas.
La clase dominante necesita que las mujeres estemos atadas por mil cadenas. Hay motivos económicos estratégicos, como garantizar el mantenimiento y reproducción de la fuerza de trabajo al menor coste posible. Pero también un objetivo ideológico: mantener a las mujeres de la clase obrera condenadas a la pasividad política. Si nuestras cadenas son las más pesadas de entre los oprimidos, cuando se rompen se libera una fuerza social poderosa. Las mujeres más humildes, más humilladas y oprimidas, han encendido más de una vez la chispa de la transformación social. La Revolución Rusa de 1917 echó a andar con el grito de mujeres exigiendo pan y paz.
El bolchevismo y la causa de la mujer trabajadora
Incluso la organización más revolucionaria de la historia, el Partido Bolchevique, fue sorprendida: “A nadie se le pasó por la cabeza que el Día de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revolución. (…) La organización bolchevique más combativa de todas, el comité de la barriada obrera de Vyborg, aconsejó que no se fuese a la huelga. (…) Es evidente, pues, que la Revolución de Febrero empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias, con la particularidad de que esta espontánea iniciativa corrió a cargo de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras del ramo textil…”
En cualquier caso, la sorpresa se reducía al momento inicial del gran acontecimiento. Los bolcheviques llevaban años preparando la herramienta política que precisaba la clase obrera, y su defensa intransigente de los derechos de la mujer trabajadora formaba parte de su ADN.
Lenin mantuvo una posición intransigente contra la opresión de la mujer obrera y campesina bajo el régimen zarista, y siempre destacó su papel esencial en el combate por el socialismo. Calificaba la legislación burguesa respecto a la mujer “increíblemente infame, repugnantemente sucia, bestialmente burda (…) que otorga privilegios a los hombres y humillan y degradan a la mujer…”, afirmando que “no puede existir, no existe, ni existirá jamás verdadera ‘libertad’ mientras las mujeres se hallen atrapadas por los privilegios legales de los hombres, mientras los obreros no se liberen del yugo del capital, mientras los campesinos trabajadores no se liberen del yugo del capitalista, del terrateniente y del comerciante.”
A pesar de que sus nombres no nos resulten tan familiares, el bolchevismo se forjó también gracias a la actuación audaz y valiente de muchas mujeres. Ellas jugaron un papel decisivo en todas las tareas antes, durante y después del triunfo revolucionario. Alexandra Kollontai , importante propagandista bolchevique, que abordó desde un punto de vista marxista la función de la familia, la sexualidad o la prostitución, y fue la primera mujer de la historia en formar parte de un gobierno. Evgeniia Bosh, una de las líderes militares más capaces de la guerra librada en defensa del poder obrero y contra las bandas contrarrevolucionarias. Yelena Dmitriyevna Stassova, “una camarada de armas durante los difíciles años del trabajo clandestino (…).” Klavdia Nikolayeva, obrera que se unió a los bolcheviques en 1908 y en 1917 se convirtió en el corazón de la primera revista para las mujeres trabajadoras, Kommunistka. Konkordia Samoilova, magnífica oradora, que asumió también la tarea de dar los primeros y más difíciles pasos en el movimiento de las mujeres trabajadoras. Inessa Armand, que sufrió cárcel, deportación y exilio por sus ideas. Varvara Nikolayevna Yakovleva, participante en la reunión del Comité Central que decidió la fecha de la insurrección y clave en los días decisivos de Octubre en Moscú, mostrando en las barricadas una resolución y valentía sin igual. Vera Slutskaya, muerta por disparos de los cosacos en el primer frente Rojo. Yevgenia Bosh, Krupskaya, Eliazarova, Kudelli, Damailova, Larisa Reisner…Todas ellas han sido ignoradas por la historia oficial, y jamás recordadas por el feminismo burgués.
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