La OIT advierte sobre el aumento de la brecha de equidad entre hombres y mujeres que trabajan en América Latina

Posted by Nuestra publicación: on martes, marzo 08, 2016


Pese a que cuatro de cada diez personas económicamente activas de las zonas urbanas de América Latina son mujeres y que en varios países de la región representan más del 50 por ciento del total de profesionales y técnicos, las trabajadoras latinoamericanas siguen estando peor pagadas que los hombres, sufren más la desocupación y la precariedad laboral, padecen un trato desigual en el empleo y continúan asumiendo la mayor parte -cuando no la totalidad- de las responsabilidades familiares.



Comunicado de prensa | 7 de marzo de 2003


LIMA (Noticias de la OIT)-  Pese a que cuatro de cada diez personas económicamente activas de las zonas urbanas de América Latina son mujeres y que en varios países de la región representan más del 50 por ciento del total de profesionales y técnicos, las trabajadoras latinoamericanas siguen estando peor pagadas que los hombres, sufren más la desocupación y la precariedad laboral, padecen un trato desigual en el empleo y continúan asumiendo la mayor parte -cuando no la totalidad- de las responsabilidades familiares. Viernes 7 de marzo 2003
Así se desprende de una serie de recientes informes y estudios analíticos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en los que se pone de relieve la persistencia de una significativa “brecha de equidad ” entre los hombres y mujeres que trabajan en América Latina, pero donde se destacan también alentadores avances en la situación y los derechos de las mujeres en el mundo del trabajo.
“Es fundamental -afirma el Director General de la OIT Juan Somavía en un reciente  Informe Regional/1- considerar la necesidad de incorporar la dimensión de género en las políticas de lucha contra la pobreza y de generación de empleo e ingresos. Las políticas que no integran esa dimensión de manera consciente y planificada no sólo no serán capaces de disminuir las brechas de equidad de género existentes, sino que incluso las aumentarán ”
En momentos en que la desocupación urbana en América Latina alcanza a 17 millones de trabajadores de ambos sexos situándose en el nivel más elevado de las últimas dos décadas, el índice del desempleo en la región es muy superior en el caso de las mujeres, señala el Panorama Laboral de la OIT 2002/2. Con la excepción de Argentina donde el aumento del desempleo masculino más que duplicó al femenino, en el resto de los países de América Latina las tasas de desempleo de las mujeres sobrepasan ampliamente a la de los hombres (Véase el cuadro adjunto)/3 con el agravante de que aproximadamente un tercio de los hogares en la región tienen jefatura exclusivamente femenina. Según los cálculos estadísticos que se desprenden de la publicación de la OIT, la cifra promedio ponderado de la tasa de desempleo femenina urbana de América Latina sería de 9.4%, lo que implica que habrían aproximadamente 6.5 millones de trabajadoras desocupadas en la región.
Informalización del trabajo femenino
La severa contracción del empleo moderno entre 1990 y 2002  con el consecuente  aumento del empleo informal que trepó del 29% al 44%, afectó con mayor intensidad a las mujeres. Según la OIT, de cada diez empleos tanto masculinos como femeninos generados en América Latina desde 1990, siete han sido informales.  Sin embargo el grado de informalización del trabajo de las mujeres o el porcentaje de mujeres ocupadas en el sector informal de la economía es superior al de los hombres.  Así, mientras la proporción de hombres empleados en la economía informal aumentó en la última década del 27% al 35%, el porcentaje de mujeres se incrementó del 30% al 44%. Además -dice la OIT- la calidad de los empleos femeninos en el sector informal es inferior a la calidad de los empleos masculinos puesto que las mujeres trabajan mayormente en actividades más desprotegidas tales como los trabajos por cuenta propia, el trabajo familiar no remunerado y el servicio doméstico.
La sobrerrepresentación femenina en la economía informal y otras formas de trabajo precario se traduce -según el análisis de la OIT- en una mayor exclusión de la mujer de los mecanismos y sistemas de protección social debido a los patrones de empleo practicados en esos sectores.  Los datos de la OIT indican que cerca del 38 % de las asalariadas no cotizan a la seguridad social, alcanzando al 72% en el caso del sector informal. En lo que atañe al conjunto de las mujeres económicamente activas en la región latinoamericana, la OIT estima que el 80% no tienen protección alguna de las instituciones de seguridad social pese a que, según el Director General de la OIT Juan Somavía, “las mujeres tienen más necesidad que los hombres de la protección social porque además de las contingencias que son comunes a ambos sexos tales como vejez, invalidez, salud, desempleo y enfermedades y accidentes laborales, ellas necesitan una protección específica a su función reproductora.”
Cuestionando un mito: costos laborales de las mujeres
Un reciente  estudio de la OIT/4 indica que los costos laborales asociados a la maternidad y el cuidado infantil siguen constituyendo factores responsables-aunque  injustificados- de la resistencia empresarial a contratar, capacitar o promover a las mujeres que trabajan.  A través de una investigación y análisis comparativo en cinco países latinoamericanos (Argentina, Brasil, Chile, México y Uruguay), el estudio demuestra que los costos adicionales asociados a la contratación de una mujer que se derivan de la proteción a la maternidad y el cuidado infantil, incluidos los costos por salarios, licencia por maternidad, reemplazos y tiempo de trabajo destinado a la lactancia, representan menos del 2% de la remuneración bruta mensual de las trabajadoras.
Ello se explica entre otras cosas por la existencia de una legislación protectora que, además de asegurar a las mujeres el pago de su salario durante la licencia por maternidad, establece que ese beneficio no es financiado directamente por los empleadores sino por fondos públicos o la seguridad social.   
Dado que la protección de la maternidad y el cuidado infantil no suponen costos que sustenten el argumento de una renuencia empresarial a la hora de contratar mujeres, la OIT alerta sobre algunos mitos que influencian las prácticas de discriminación laboral en el mundo del trabajo. “Tal como sucede corrientemente con los mitos -dice el estudio- ellos tienen una persistencia que resiste al cambio, influyen fuertemente las prácticas sociales y, en el caso que nos preocupa, tienen una influencia decisiva en las acciones de aquellos o aquellas que deciden cuándo, como, para qué y en que condiciones contratar a un hombre o una mujer”
Pese a que la protección de la maternidad se ha visto jalonada en los últimos años por los progresos de la legislación, la evolución de la práctica en el lugar de trabajo y el aumento de las expectativas sociales en relación con los derechos de las trabajadoras durante los años que dedican a la crianza de sus hijos, las ventajas obtenidas no han bastado -dice la OIT- para resolver el problema fundamental que agobia a la mayoría, cuando no a la totalidad de las trabajadoras en algún momento de su vida: el trato desigual que reciben en el empleo debido a su función reproductora.
Signos alentadores
Al comparar los diferentes indicadores de la evolución de las brechas de equidad entre mujeres y hombres, la OIT observa en América Latina una evolución modesta aunque positiva reflejada en signos tales como la reducción en las diferencias salariales, la presencia y representación efectiva de la mujer en los procesos de diálogo social y la inclusión sustantiva y permanente de la dimensión de género en la agenda social de la región.
La OIT insiste en que todavía queda un largo trabajo por delante  y llama a realizar  un esfuerzo consciente y concertado en el sentido de eliminar las principales barreras que impiden el acceso de las mujeres al mercado de trabajo en igualdad de condiciones con los hombres. Entre las acciones que deberían emprenderse al respecto se incluyen las siguientes:
  • Promover medidas que favorezcan una mejor repartición de las responsabilidades domésticas y familiares;
     
  • Ampliar los servicios de apoyo al cuidado infantil, en especial para las mujeres más pobres;
     
  • Promover el acceso de la mujer en igualdad de condiciones a las posibilidades de capacitación y formación profesional, en especial en oficios y ocupaciones «no tradicionales»;
     
  • Fortalecer las legislaciones nacionales en materia de protección de la maternidad, en especial los mecanismos de protección contra el despido de la mujer embarazada y lactante y los mecanismos de financiamiento de las prestaciones monetarias y médicas relacionadas con la maternidad de modo que se garantice el carácter no discriminatorio de las mismas;
     
  • Ampliar las posibilidades de acceso de la mujer a los recursos productivos: crédito, capital, tecnología, información, propiedad de la tierra;
     
  • Explorar nuevas formas de adecuación entre la organización laboral y familiar, que permitan a hombres y mujeres combinar trabajos satisfactorios con el ejercicio de la paternidad y la maternidad.


2  Panorama Laboral 2002, Lima:  Oficina Regional para América Latina y el Caribe, 2002, 128 p., ISBN 92-2-313492-7

3  Panorama Laboral 2002, Desempleo por Sexo, Cuadro 2A, Pag. 106

4 Cuestionando un Mito:  Costos Laborales de Hombres y Mujeres en América Latina, Lais Abramo y Rosalba Todaro, OIT/Oficina Regional para América Latina y el Caribe, 2002, 413 p. ISBN 92-2-313447-1