Fort McMurray, Canadá: un Dorado que pierde su brillo

Posted by Nuestra publicación: on martes, diciembre 08, 2015

                                                                                                                                                                                  
Mario R. Fernández

Ya no son comunes los lugares de auge económico con oportunidades de empleo bien pagado, los que aún existen, ligados a inversiones para desarrollar un tipo particular de industria o para explotar un recurso natural como el petróleo. En Alberta, Canadá, el recurso son las arenas bituminosas, un recurso fósil que requiere un costoso proceso para producir crudo en base al que se generan combustibles. Alberta ha experimentado, en los últimos 65 años, varios auges en su industria petrolera, y cada auge ha venido seguido también de crisis, el último auge comenzó a principio de la década del 2000 y duró hasta hace un año, incluyendo una baja temporal el año 2008. Según el Ministerio de Energía de Alberta, en estos pasados 14 años se han invertido 201.000 millones de dólares lo que ha generado trabajo para 133.053 personas en varias áreas de esta industria -construcción, operación, transporte y mantenimiento. Si atendemos a la enorme inversión de capital vemos que el número de trabajos producidos no han sido demasiados, de haberse aplicado a la manufactura el número de trabajos generados lo contaríamos en millones, no miles. Esa es, sin embargo, la realidad de la industria petrolera en Alberta, que no sólo es extremadamente costosa, necesitando enormes inversiones de capital, sino además es de rentabilidad dudosa, pues espera elevados niveles de subsidios del gobierno provincial, es altamente contaminante del medio ambiente (lo que incluye daños directos a territorios provinciales, estatales y aborígenes), todos estos costos ignorados, o no tenidos en cuenta, por las corporaciones multinacionales petroleras responsables de esta explotación.

Las arenas bituminosas, localizadas en el norte de Alberta, ocupan un territorio de 142.200 kilómetros cuadrados pero su distribución en ese territorio no es homogénea como muchas veces la propaganda nos quiere hacer creer para dejarnos fascinados con el mito de la eterna prosperidad. De todas maneras, el complejo petrolero en la zona cuenta con cuatro grandes plantas de Mejoramiento (extracción o separación de la arena y producción de crudo), seis minas de tajo abierto, 90 plantas Primarias (mucho más pequeñas que las de Mejoramiento) y 35 plantas Térmicas (sistema in situ o SAGD), formando una red industrial de corporaciones multinacionales que producen 2 millones 300 mil barriles diarios de petróleo crudo y pre-crudo, que en el 2014 significaron más de 5 mil millones de dólares en royalty a la provincia de Alberta, aunque este aporte haya bajado a más de la mitad este año debido a la baja en el precio del petróleo.          

En los últimos 10 años la provincia de Alberta ha ganado más de un millón de habitantes, alcanzando a tener una población de 4,2 millones de habitantes concentrados principalmente en sus dos ciudades principales, Edmonton y Calgary, que han capitalizado no sólo la mayor parte del crecimiento poblacional sino también el económico. Fort McMurray localizada en pleno bosque boreal (o lo que del bosque boreal queda) es centro de la industria petrolera y ha llegado a ser símbolo de la prosperidad localizada –el “boomtown” del norte, el dorado de nuestros tiempos, directamente relacionada con el movimiento que genera esta industria, lugar de residencia de muchos de los trabajadores y  trabajadoras, centro de abastecimiento de materiales y transporte y de muchos otros servicios que esta industria demanda.

Fort McMurray cuenta con cerca de 70 mil habitantes, sin contar los miles de trabajadores flotantes temporales, número que ha decrecido notoriamente este último año por la crisis que vive la industria petrolera.  Conocí esta ciudad más de tres décadas atrás cuando contaba con menos de 30.000 habitantes, en esos años Fort McMurray tenía una atmósfera de lugar fronterizo, y contaba con un entorno de bosques tupidos donde muchos cazaban por afición y otros por sustento, vendiendo las pieles en el pueblo. Llegaba en ese entonces el mismo tren de pasajeros inaugurado en 1925, el tren duró hasta 1989. Muchos usaban en Fort McMurray  avionetas acuáticas y estas se estacionaban normalmente en el río;  un transportador público (ferry)  del Estado Federal prestaba servicio hacia el norte durante el verano, cuando el río Athabasca estaba descongelado; este servicio no existe hoy. Desde 1957 existe una carretera hacia el sur, hacia donde se encamina casi todo el movimiento, que recuerdo era en extremo peligrosa  hasta hace apenas unos años y donde  perdieron la vida muchos trabajadores. Hoy Fort McMurray tiene su propio aeropuerto internacional, muy moderno, aunque los únicos vuelos al extranjero eran  de vacacionistas hacia México.                                                                                                                                                                       
Al final de los años 1970 se completaba el proyecto de Syncrude, el segundo de estas arenas bituminosas, en los 1960 se había construido el primero que fue Suncor. A este proyecto de Syncrude acudieron trabajadores y trabajadoras de muchos lugares del país, las mujeres fueron un 10 por ciento del total de la mano de obra, muchos había tenido experiencia en el oleoducto que cruza de norte a sur el Estado de Alaska.  Todos estos proyectos, y otros más pequeños, eran sindicalizados por lo que contaban con muy buenos contratos colectivos lo que aseguraba buenos salarios.  Algunos trabajadores vivían en  los campamentos y simplemente bajaban  a Fort McMurray  a depositar sus cheques el día de pago, a visitar las tabernas (los bares de entonces) que se llenaban, y no faltaban experimentados jugadores de cartas que sin trabajar en el proyecto ganaban dinero desplumando a otros, ni faltaban las prostitutas ni las drogas, estos y estas penetraban los campamentos que no contaban en esos años con gran seguridad, por lo que al boom de la ciudad se sumaba un boom en el aumento del crimen.  Pero para la mayoría de los que trabajaban en esta última frontera canadiense esta industria era una fuente de trabajo, el dinero ganado no era malgastado sino en gran medida ahorrado para asegurarse que al final del boom no quedarían con los bolsillos vacíos; muchos adquirieron sus viviendas con estos ahorros y orgullosos las pagaban totalmente porque la mentalidad era otra. Fort McMurray misma era una ciudad mucho menos ambiciosa, el ambiente reinante era más moderado y mucho más sencillo, había mucho menos consumismo incluso aunque había más dinero que hoy. La especulación inmobiliaria entonces era limitada. Hoy la historia es muy diferente no sólo en tiempos de auge sino también en tiempos de crisis.

En Fort McMurray viven aproximadamente 20.000  personas involucradas directamente en esta industria de las arenas bituminosas, ya sea en la operación, mantenimiento y transporte, que todavía pese a la crisis que sufre esta industria estos trabajos tienen seguridad laboral mientras se mantengan los niveles de producción actual, aunque el futuro aparenta incierto. Pero en la ciudad y en los campamentos de las plantas han vivido hace apenas un año cerca de 30.000 personas, aunque quedan varios miles todavía, estos trabajadores  temporales llenaban puestos de trabajo a la activa demanda de la construcción industrial como también la construcción residencial, comercial e institucional y de obras públicas  y los servicios del sector privado. La fascinación de este dorado por la presencia de este movimiento de gente a los ojos de los especuladores de las inmobiliarias, casa de venta de vehículos, instituciones financieras, autoridades de la ciudad, otros comercios y servicios e incluso los infalibles traficantes de drogas ya que la adicción a ellas es muy común en esta sociedad, no pueden admitir que el boom por lo menos temporalmente terminó y siguen tratando de engañarse y engañar.

Las regulaciones al arriendo de viviendas hace varias décadas fueron abolidas en la provincia de Alberta como en muchos lugares en Norteamérica dejando sin ninguna protección de los  cobros usureros a la gente que necesita arrendar una vivienda. En Fort McMurray como hubo una gran demanda en los últimos 10 años, los precios alcanzaron niveles  desorbitantes y escandalosos, como por ejemplo una casa búngalo sencilla se llegó a cobrar hasta 3500 dólares por mes y un apartamento de un dormitorio hasta 2000 dólares, considerando que los que llegan a este lugar no vienen a vacacionar si no sólo a trabajar y muchos de ellos eran desempleados y  estos precios usureros llevó a muchos de los trabajadores a vivir en casas rodantes y tiendas en campings municipales soportando en invierno temperaturas hasta de menos 40 grados centígrados. En este ambiente de carestía de todo incluyendo los alimentos, se construyeron miles de viviendas muchas más que la demanda, la gente presionada para adquirirlas por los altos arriendos y la imposición de un mercado  con la propaganda y la especulación tanto de las inmobiliarias como del gobierno de la ciudad,  que este aseguraba que para el año 2030 la población de Fort McMurray iba alcanzar 250.000 habitantes y que endeudarse en una propiedad, que costaron en promedio 600.000 dólares era un gran negocio por que iban a seguir subiendo en el futuro ya que el boom no tenía fin.  

En Fort McMurray con la crisis, el desempleo ha alcanzado más del 10 por ciento, hay un 20 por ciento de viviendas disponible para ser arrendadas, el aeropuerto ha bajado su movimiento en un 50 por ciento, mucha gente que perdió sus trabajos buscó en otros lugares del país, para el que arrendaba ha sido más fácil irse, pero para los miles que compraron viviendas (se endeudaron) el asunto es mucho más complicado, como explican testimonios: “Una pareja joven que puso a la venta su propiedad  la rebajó  un 20 por ciento del precio que la compró, en ocho meses de estar a la venta, nadie se ha interesado”. Los especuladores verdaderos  parásitos y las autoridades sin ninguna sensibilidad y realidad insisten que todo se arreglará y que la recuperación ya viene en cualquier momento afirmando que la propiedad ha bajado menos de un 10 por ciento. El gobierno de la ciudad fuera de especular, también ha mostrado ser muy incompetente o quizás dudoso ya que no ha construido toda la infraestructura que demandó el crecimiento de la ciudad y en cambio ha construido otros que nadie necesita, gastó 133 millones de dólares en un complejo deportivo con un estadio con capacidad para 20.000 espectadores que nunca usarán.

Todo auge económico siempre tiene su final y todo el sistema capitalista es vulnerable, pese a lo que afirmen los economistas charlatanes; esta crisis en Fort Mc Murray no es una tragedia por ahora, como ha pasado en otras localidades en Canadá, donde muchas plantas de la  industria de pulpa y papel en las últimas décadas han cerrado dejando todo el pueblo sin actividad económica, y no faltando el consejo ridículo de estos charlatanes de que todo no está perdido si se dedican al turismo.                                                        

Con respecto que va a pasar en un futuro cercano con el precio del petróleo, la opinión es diversa, por ejemplo uno de los grandes de Wall Street, Goldman Sachs opina que no ve aumento más que 50 dólares el barril de petróleo para el próximo año, mientras que para la consultora Ecstrat de Londres opina que en un año el petróleo podría llegar a 130 dólares el barril; considerando que estas instituciones y otras se han equivocados completamente (o manipulado) en el pasado en diagnosticar precios del petróleo y otras materias primas.                                                                                                                                                      
Quizás nadie puede pronosticar el futuro económico ya que vivimos en un sistema completamente especulativo y globalizado, donde Canadá aparenta fortaleza económica principalmente en la construcción de edificios y viviendas pero su realidad es otra, este país ha perdido más de 10.000 factorías y el 17 por ciento de su capacidad manufacturera desde la última recesión económica. El petróleo y gas es el 25 por ciento de sus exportaciones y con precios bajos de los minerales que también exporta, sus entradas han bajado significantemente; su exportación de granos se muestra la más sólida, pero sin embargo sus autoridades hace poco firmaron el tratado TPP (del Pacífico) que destruirá casi la totalidad de su industria de productos lácteos. Con todo esto es muy difícil pronosticar buenos tiempos para la mayoría de los canadienses que acarrear altas deudas personales, como así también las acarrean sus gobiernos en diferentes niveles y muchas empresas. Aunque las apariencias son las que parecen imponerse.