Chile - Funeral de matrimonio Stoulman - Pessa, desaparecidos y asesinados durante la dictadura

Posted by Nuestra publicación: on jueves, junio 04, 2015


Funeral de Matrimonio Stoulman-Pessa

Vanessa Goecke.

Asistí a un funeral. El funeral de los padres de mi amiga Jenny Stoulman Pessa y sus hermanas Sara 
y Alejandra.
Esta mañana, cuando se lo conté a mi hija, incidentalmente, a propósito de coordinar su llegada hoy 
a casa (yo podría demorarme), Rivka me preguntó, ¿por qué ambos padres? --ningún detalle se 
escapa a la atenta escucha de los niños-- fue un gran desafío explicar a mi hija, de diez años, que en 
nuestro país hay personas desaparecidas. Y que hay otras personas que llevan años esperando 
noticias de ellos.
Cuando le conté que ellos fueron secuestrados y hechos desaparecer hace muchos años, cuando las 
hijas estaban en el colegio, ella me preguntó --naturalmente-- ¿quién las cuidó entonces? Yo le 
contesté: su abuelita. Hubiera deseado decirle que toda una comunidad las apoyó, pero no fue así. 
Incluso en nuestra enmarañada comunidad el miedo, y sobre todo el prejuicio pudo más en ese 
momento, aún cuando no eran personas que tuviesen militancia conocida. Un gran manto de silencio y 
especulaciones cubrió sus destinos por largos años.

Me preguntó mi hija entonces, cómo los habían encontrado. Le expliqué que aparecieron restos óseos 
de ellos, porque murieron hace muchos años. Y ella quiso saber cómo podían estar seguros de que 
eran de ellos. Le dije que por pruebas de ADN. "Ahhhh esa de la saliva y el pelo". (Los niños y niñas 
saben más de lo que creemos)
Después de reflexionar un momento, me dijo: "¿El gobierno tiene una lista de todas las personas? Es 
difícil saber, son tantas personas" Yo le expliqué que hubo "sólo" un poco más de mil "desaparecidos " 
en esos años, por lo que la lista es más pequeña que todo el país. Y que algunos habían sido ya 
encontrados. "¿Vivos?" me preguntó. "No" le respondí. "Y aún faltan muchos" Y le conté que nosotras 
tenemos más amigos que buscan a sus familiares todavía. Ella me miró y me dijo con gesto solidario: 
"Qué pena".
¡Ay hija! ¡Si fuera sólo pena!. A tu edad está perfectamente bien sentir empatía con ellas, las tres 
adolescentes que de improviso perdieron a sus padres. Preguntarse quién las cuido e imaginar la 
tristeza de no encontrar a quienes se quiere.
Pero nosotros los adultos tenemos mucho más que pensar: qué violencia, qué injusticia, qué impunidad.
 Y ni siquiera puedo prometerte que estas son cosas que nunca volverán a ocurrir en este país.
¡Hay tanto por hacer aún y tantas mezquindades que lo obstaculizan!.
No faltará quien esté pensando, por qué compartir esto con nuestros hijos e hijas. En principio podría 
decir que yo siempre he contestado con la verdad a mi hija, cuando me hace preguntas. Pero es más 
que eso, en este caso. Es indispensable estimular la empatía, la comprensión de la historia y la voluntad
 de justicia en ellos. Decirles claramente que ninguna diferencia justifica semejantes actos de 
inhumanidad. Porque  eso son. No es un castigo a ningún tipo de culpa. No es una acción legitima del 
poder estatal. Nada 
justifica hacer desaparecer personas.
Claro que omito para ella, por ahora, ciertos detalles. La tortura por ejemplo. Porque estas muertes no 
ocurrieron "simplemente". Los padres de mi amiga fueron secuestrados en el aeropuerto de Ezeiza en 
Argentina. Traídos clandestinamente a Chile. Llevados al cuartel secreto de Simón Bolívar. Y allí los 
torturaron brutalmente ¿Cuánto tiempo? ¿Quiénes? ¿Con qué fin? y los asesinaron. Nadie salió vivo 
de ese lugar, para poder contestar estas preguntas. Salvo los propios torturadores y asesinos.
Tampoco le he hablado de los intentos por ocultar la verdad. De que los cuerpos fueron enterrados, 
desenterrados, explotados, y vueltos a esconder. Ni de la complicidad del Estado en velar la justicia, 
protegiendo a los culpables, que eran funcionarios del Estado además. De las múltiples formas de 
denegar justicia o reducirla a un mínimo a través de "chivos expiatorios", que no incomodan: un 
pequeño grupo de culpables (que lo son, sin duda) pero que parecen cumplir penas por muchos otros, 
impunes, intocables, aún acomodados en el poder militar, económico, político y social. Y resguardados 
por el secreto de archivos velados por el propio Estado.

Si ella necesita más explicaciones, más tarde las tendrá. Pero mientras tanto, insisto, 
¡queda  tanto por  hacer!. Ahora. No en diez, veinte ni cincuenta años más. Y está en nuestras 
manos y en nuestras 
voces. Debemos exigir realmente verdad y justicia, en este y en todos los casos....Y educar a nuestros 
hijos en una cultura de respeto, justicia y solidaridad.




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La última gran operación de la Dina: ¿Cómo y porque se hizo desaparecer ‎al empresario Jacobo Stoulman, con su mujer Matilde y doce personas ‎más?‎
Iván Cabezas M. (texto y entrevistas), Juan P. Moreno (documentación y análisis)‎


El extraño secuestro de un matrimonio chileno, perteneciente a la comunidad judía santiaguina, a su llegada al Aeropuerto de Ezeisa en Buenos Aires, es la punta de la madeja de una larga y accidentada historia… Que, al menos en el caso Stoulman/Pessa, culminó el viernes pasado con la identificación de sus restos y su sepultación en el Cementerio Sefaradí de calle La Unión.

Fuente: CEME, Archivo Chile

En ese marco, fueron identificados los "pequeños fragmentos de restos óseos" descubiertos en la Cuesta Barriga, correspondientes a Ricardo Ramirez, Jacobo Stoulman y Matilde Pessa.
La abogada experta en Derechos Humanos, Carmen Hertz, valoró en ADN que "se ha ido develando la verdad de esta siniestra asociación ilícita dedicada al terrorismo de Estado".

Hertz hizo referencia a los alegatos que comienzan en junio, para estudiar el accionar represivo de las fuerzas de seguridad en América Latina durante la década del 70, conocida como la Operación Cóndor.

En ese marco, el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario Carroza, se reunió con los familiares de Ricardo Ramírez, y el matrimonio compuesto por Jacobo Stoulman y Matilde Pessa, para informarles que fueron identificados los "pequeños fragmentos de sus restos óseos" descubiertos en la Cuesta Barriga.

Esta identificación es clave para comprobar los testimonios de ex agentes de la DINA que aseguran que estas tres víctimas fueron detenidas en Argentina, trasladadas a Chile, torturadas y asesinadas en el cuartel Simón Bolívar, enterradas en Peldehue y luego en 1978 exhumadas ilegalmente para volver a ser sepultadas en Cuesta Barriga, en la llamada "Operación Retiro de Televisores".
Fuente: ADNradio