KEN LOACH. EL CINE COMO LUCHA SOCIAL

Posted by Nuestra publicación: on martes, diciembre 02, 2014

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El joven Loach, (17 de junio de 1936, Nuneaton, Inglaterra) que estudiaba derecho en Oxford y colaboraba con un grupo de teatro universitario y que tras graduarse trabajó como asistente de director en el Northampton Repertory Theatre, era un activista comprometido con la causa de los desheredados y perdedores.

En 1963, con una beca
  de director de programas en la BBC, le llega la oportunidad de trabajar en el mundo del audiovisual. Son nueve años, hasta 1971, de gran actividad en un ambiente liberal y de libertad creativa,a corde con la época, que le permiten rodar una serie de nueve documentales que denuncian los aspectos más crueles de la sociedad británica.

El docudrama “Cathy como home” de 1966 consiguió remover las adormecidas conciencias británicas. Esta historia sobre los sin techo obligó al gobierno a revisar las leyes que afectaban a los más pobres de la desequilibrada sociedad inglesa.

En estos docudramas Loach nos descubre su visión naturalista, heredera del neorrealismo, que quiere captar momentos de realidad, sigue a los actores, a veces con dos cámaras para no perderse nada, les deja improvisar y apenas les va descubriendo la historia justo un momento antes de rodar cada escena en riguroso orden cronológico, en contra del principio de ahorro de producción. Lo importante no es actuar, sino vivir realmente las historia, captar el aliento de la realidad.

“Poor cow” en 1967 es su primer largometraje, “una muestra de inmadurez cinematográfica” según él, le sigue “Kess” en 1969. Un accidente de tráfico en 1971 le cuesta la vida a su suegra y a su hijo de cinco años y deja gravemente heridos a Loach y su mujer. Esta tragedia le hace mantenerse al margen del cine hasta 1975.

Vuelve con la serie de televisión “Days of hope” sobre el movimiento laborista entre 1916 y 1926 y recibe fuertes críticas por su compromiso ideológico y social patente en toda su carrera cinematográfica. Compromiso que lo ha hecho pionero del cine social y realizador de culto, reconocido a nivel mundial.
El ya maduro Ken Loach se convierte en uno de los más radicales enemigos de Margaret Thatcher y de sus políticas de recortes sociales y radicalización del neoliberalismo como ideología desmanteladora del estado del bienestar y como fe ciega en la libertad empresarial que condujo a Gran Bretaña a una situación social en la que no paraba de aumentar el paro, la separación entre pobres y ricos e incluso condenaba al hambre a miles de familias en el corazón del supuesto mundo desarrollado, cuna del industrialismo y del capitalismo.

La serie de documentales “A question of leadeship” es un ataque radical al thatcherismo y aún hoy su exhibición está prohibida en Gran Bretaña. Esta serie documental lo convirtió en casi un apestado entre los productores, ya diluido y desterrado el ambiente liberal y permisivo de los años sesenta. Los siete años que corren entre 1983 y 1990 son los de la larga marcha por Wardour Street “buscando desesperadamente financiación”.

En 1990 crea su propio sello
 Social Evil (Mal Social) y lo inaugura con “Agenda oculta” un magnifico thriller sobre la guerra sucia en Irlanda del Norte que encara y denuncia sin miedos
  las cloacas del estado. Con esta cinta gana el premio del Jurado del Festival de Cannes y consigue el reconocimiento de público y crítica demostrando que su cine es mucho más que crítica social.

La caída del muro del Berlín tiene repercusiones en la izquierda, la pretendida que cada cierto tiempo accede al poder y pone en practica una tercera vía incapaz de escapar del discurso económico neoliberal, y la marginal (¿real?) incapaz de conectar con la calle, desorientada y deprimida, incapaz de ofrecer una alternativa al consumismo como forma de vida y organización. También el cine de Loach sufre esas consecuencias, sus protagonistas, como en la realidad, pierden la ilusión en su capacidad reformadora de la sociedad e intentan sobrevivir mientras esperan mejoras llegadas desde arriba.
Bob (Bruce Jones), el protagonista de “Lloviendo piedras” de 1993 es el paradigma de estos personajes, sin trabajo, viviendo al día, basando su supervivencia en el trueque... Encuentra en la comunión de su hija y la Iglesia Católica un clavo ardiendo, redención y razón de vida (¿opio?). Esta cinta junto con “Riff-Raff” (1991) y “Ladybird, Ladybird” (1994) forman algo parecido a una trilogía que profundiza en la descomposición social producto de las políticas thatcheristas.

“Tierra y Libertad” (1995) y “La canción de Carla” (1996) con la guerra civil española y la revolución sandinista como fondo son producciones arriesgadas que sin embargo pierden ritmo y capacidad comunicativa.

"Mi nombre es Joe” (1998) en la línea de “Lloviendo piedras” recupera frescura y lo consagra como un gran director.

Este año ha vuelto con “Sólo un beso”, ganadora del premio del público en la Seminci de Valladolid, una historia con el amor sin fronteras culturales como protagonista. Un interesante experimento que deja en entredicho la mal traída teoría del choque de civilizaciones.

Y es que Loach aún piensa que “uno tiene que hacer lo que le parece, y si uno tiene una idea debería luchar por ella”.