Mario R. Fernández, desde Canadá
Días atrás presenciamos la esperada caída de
los precios de las bolsas de valores, convertidas hoy más que nunca en un
verdadero casino de apuestas. Y junto con la caída de los valores de la bolsa
vino el desplome del precio del petróleo, una baja que puede dure tiempo, y que se habla de que ha de beneficiar a los
países compradores de hidrocarburos e incluso a quienes lo producen pero tienen
igualmente que comprar fuera porque no producen suficientes para abastecer su consumo. La caída del precio perjudica sin duda a
productores y exportadores de petróleo y, algunos curiosos, se plantean las
preguntas lógicas a qué se debe esta
caída de precios. Pero mucho antes que aparezcan respuestas racionales se asoman
damas y caballeros de la farsa dando explicaciones sin ningún sentido. No
faltan los analistas que cuentan con medios periodísticos totalitarios al completo servicio de las
élites, que lanzan las primeras explicaciones
falsas y desinformaciones de todo tipo que son ampliamente difundidas,
incluyendo algunas patrañas increíbles.
Por ejemplo, algunos dicen que el precio del
petróleo ha bajado porque la OPEC está tratando de quitarle a Estados Unidos el mercado del
petróleo de esquisto en Asia y Europa. Petróleo que según estos analistas Estados
Unidos algún día va a exportar, lo que no puede ser más que una patraña porque
Estados Unidos, si bien produce un poco mas de 8 millones de barriles de
petróleo diarios con el de esquisto incluido, consume diariamente casi 19
millones de barriles de petróleo diarios, o sea que es un comprador de petróleo
y no un exportador –de hecho es el mayor importador de petróleo del mundo y
consume diariamente el doble de barriles de petróleo que China. Estados Unidos importa unos 8 millones de
barriles diarios, cubre la diferencia entre su producción y su consumo con el condensado
del gas natural –por eso, si no fuera por Canadá, Arabia Saudita, México,
Venezuela y Nigeria sus principales abastecedores de crudo Estados Unidos
colapsaría, si estos cinco países decidieran no venderle más petróleo a Estados
Unidos el funcionamiento del país se detendría en un corto plazo, así es de simple.
La
otra espectacular mentira que ha lanzado la falsimedia es que la baja del
precio del petróleo se debe al aumento de una preferencia por el consumo de
energías renovables alternativas; esto es totalmente ridículo, imposible
realmente, porque las energías alternativas no llegan al 4 por ciento del total
de energía consumida en Canadá, Estados Unidos y Europa. Tampoco debemos
olvidar que el petróleo es un recurso irremplazable por su complejo uso y que
existe una total dependencia al petróleo en el mundo que vivimos. Los voceros de la falsimedia piden a coro que
la OPEC –que organiza a los países productores de más o menos el 30 por ciento
del petróleo mundial, llame a una reunión para tomar medidas de producción.
Hablan de la misma OPEC que Estados Unidos, Canadá y Europa han continuamente
desacreditado y difamado.
Cuáles son, entonces, las causas reales de la
baja del precio del petróleo -baja que ha llevado a un descenso de más de 10
dólares el barril, promedio de los diferentes tipos de crudos en el mercado, en
menos de un mes. Acaso una sea el
enlentecimiento de la economía mundial que ha llevado a una disminución de la
demanda de petróleo algo que la propia IEA (International Energy Agency ) ha
expresado. Tampoco podemos olvidar la posibilidad de complot en la manipulación
de los mercados como expresara el presidente ruso Vladimir Putin.
La baja de los precios del petróleo tiene
consecuencias especialmente serias para los países productores de petróleos
pesados, arenas bituminosas, petróleo de
esquisto y de aguas profundas, dependiendo siempre de la calidad del crudo
extraído en esos procesos. Aquí en la
provincia de Alberta, Canadá, y en menor medida en la provincia de Saskatchewan,
ambas productoras mayormente de petróleos pesados con alto costo de extracción
y que requieren procesos de mejoramiento para convertirlos en crudos que son luego
refinados. De estos petróleos no convencionales, el de más complicada
producción de crudo es el que se extrae de las arenas bituminosas en el norte
de la provincia de Alberta. Desde hace algún tiempo esta industria, que ha
generado un auge en la economía provincial por segunda vez en 40 años, vive importantes contradicciones debido al
costo de extracción que según las corporaciones se ha triplicado en los últimos
20 años. Considerando que las
inversiones son unas de las más altas del mundo industrial, hasta la fecha se
calcula en más de 200.000 millones de dólares incluyendo los oleoductos,
no pueden ignorarse. Un barril de crudo de las arenas bituminosas,
en general vendido como Western Canada Select, tiene un precio de aproximadamente 10 dólares
menos que el Western Texas Intermediate, pero su costo de producción es de 60 a
80 dólares el barril, muy diferente costo que el del petróleo de Arabia Saudita
o Argelia que cuestan entre 10 a 25 dólares el barril. Es por esto un problema
grave para los productores de petróleo extraído de arenas bituminosas que el
precio del barril de petróleo baje pues su costo es muy alto. Y es por esto que una baja del precio del
petróleo mundial puede causar la cancelación de proyectos y forzar medidas para
bajar gastos de operación de las plantas productoras, algo que seguramente ha
de suceder también en otros lugares del mundo que explotan crudos de extracción
costosa.
El gobierno
Federal canadiense y el gobierno de la provincia de Alberta y representantes
corporativos hace ya tiempo que buscan nuevos mercados para su crudo tanto como
aumentar los mercados que tienen sea para el crudo o el pre-crudo de las arenas bituminosas. Han buscado
mercados dentro de Canadá, hacia el este, tanto como fuera del país en Estados
Unidos, Europa y Asia. En su afán han
llegado a querer embarcar petróleo por el Puerto de Churchill en la Bahía de Hudson al norte de la
provincia de Manitoba, desde donde se embarca actualmente buena parte del grano
que Canadá exporta. Pero las empresas de
transporte y operadoras del puerto no han aceptado hacerlo ya porque no tienen
la capacidad específica o porque la ruta del ferrocarril es peligrosa y temen accidentes
en el transporte de crudo. Obviamente no significa lo mismo transportar grano
que petróleo.
El gobierno canadiense, federal y provincial,
se ha puesto al completo servicio de las empresas petroleras pero no han
logrado convencer a otros a favor de la construcción de oleoductos como el Northern Gateway, por ejemplo, un oleoducto hacia el Océano Pacifico para
exportar petróleo a Asia, o como el proyecto de Keystone en la pradera de
Estados Unidos, un oleoducto con dirección a Texas. Más factible seria la
construcción de un oleoducto hacia el este canadiense, pero incluso este
proyecto no ha sido aún posible debido a dificultades que tienen que ver con el
medio ambiente o dificultades que tienen que ver con los costos de producción.
Este último punto es siempre muy confuso y muy poco aclarado. Irónicamente fue durante tiempos de Pierre
Trudeau Primer Ministro en los años 70 que el plan de usar el petróleo canadiense
en Canadá y canalizarlo desde Alberta hacia el este emerge; fue creado con esta
perspectiva de desarrollar el petróleo de Canadá para Canadá. Pero este proyecto Trudoniano fue virulentamente
opuesto por las corporaciones petroleras entonces; y hoy, es resucitado por estas
mismas corporaciones ya no como proyecto nacional sino en el contexto del
imperialismo de la globalización, como una forma de asegurar mercados a las
grandes corporaciones petroleras. Canadá
produce más de 3 millones de barriles diarios, consume 1,5 millón y exporta casi
2,5 millones al tiempo que importa 700.000 barriles diarios de petróleo. Los
números hacen visible una particular disfuncionalidad -resultado de una acción
destructiva que los neoliberales canadienses
favorecen en representación de los intereses corporativos desde los años 80
desde entonces destruyendo el proyecto de petróleo canadiense incluso la propia
Petro-Canada desmantelada y hoy inexistente.
La provincia de Alberta ha atraído más
de un millón de personas en los últimos 10 años alcanzando hoy una población de
4 millones de habitantes, en gran parte debido al crecimiento que las grandes
inversiones en la explotación petrolera de las arenas bituminosas y a la inversión del gobierno provincial en
infraestructuras y servicios, además de la expansión del comercio mayorista y
minorista, finanzas, inmobiliario e incluso parásitos económicos vinculados a
este aumento poblacional. Un alto nivel
de desempleo muy bien camuflado y el aumento de empleo precario o mal pagado de
gran parte del resto de Canadá ha atraído trabajadores e inmigrantes a la
provincia de Alberta -desde la crisis industrial que en los años 70 cuando comenzó
a cerrar fábricas y trabajos bien pagados que nunca se recuperaron, el crecimiento de empleo se ha dado en áreas
de servicios no bien pagados y favoreciendo trabajos de tiempo incompleto bajo
el lema de “flexibilización” laboral.
El poder económico y político está muy
concentrado y en manos de la elite dominante que controla además la
información, por lo que la mayoría de los habitantes del esta provincia y del
país escuchan una misma voz, una misma ideología. En particular en Alberta el
adoctrinamiento es tal que la población no puede ni siquiera imaginarse una
baja del petróleo y cuando esta sucede tiene que imaginar que se debe a
enemigos externos, no a la realidad de un mercado disminuido por la crisis
económica y a elevados costos de producción que hacen que el petróleo de
Alberta deje de ser competitivo. El
Premier provincial también contribuye a mantener esa fantasía cuando explica
que aunque hay preocupación por la baja del precio en el mercado la economía de
Alberta “está blindada” -adjetivo muy usado por los y las fraudulentos optimistas. Si bien la vulnerabilidad de la
economía provincial se hace crecientemente evidente, más vulnerable aún es la población
de la provincia que vive una ilusión de
eterno e imparable consumo. Individuos y
familias participan activamente de un verdadero festín de consumismo, uno sin
paralelos en la historia de esta provincia y en el presente de este país. La deuda promedio de una familia en Alberta es
de 125.000 dólares con un aumento de más
del 40 por ciento desde el 2013 (incluyendo la hipoteca y que más del 35 por
ciento es arrendatario) y considerando
que el promedio de endeudamiento en Canadá es de 72.000 dólares y que la deuda personal promedio en Alberta es
de casi 40.000 dólares (sin incluir la hipoteca) y que compara con la deuda
personal promedio en el resto del país que es de 24.200 dólares. Sin duda los albertanos gastan más de lo que
ganan, reflejando la epidemia mundial de endeudamiento.
Cualquier respuesta que se dé a esta situación
de baja del petróleo se acomoda a un
marco de persuasión y propaganda. En
Alberta, por ejemplo, un político o un representante de una empresa del petróleo puede
presentarse, muy cínicamente, como
admirador y hasta promotor de la protección del medio ambiente aunque obviamente
representa a las corporaciones responsables de la destrucción de este. Las industrias
de vehículos en Norteamérica continuamente expresan su interés por los autos
eléctricos o los híbridos aunque en realidad estos representan apenas el 1 por
ciento del total de automóviles vendidos en el mundo y aunque su meta
fundamental es fabricar y vender vehículos de lujo, pesados y consumidores de
enormes cantidades de combustible. Estos sin duda cuestan mucho más caros y
producen mayores ganancias. Se ven por las calles de las ciudades de este país
camionetas y suburbanas enormes, con motores casi de camiones, que se desplazan
en la ciudad con un solo pasajero, el conductor. Son tan enormes que en los más
de 35 años que vivimos aquí nunca antes
habíamos visto similar. Nunca la grosería ha sido tan enorme ni tan flagrante,
y la falsedad y el cinismo tan abierto. Otra falacia de estos personajes es expresar públicamente
que su principal preocupación es la clase media, mostrando un total desprecio a
los trabajadores del país hoy más empobrecidos gracias a sus políticas
neoliberales. Me cansa escucharlos
hablar continuamente de su amor por las pequeñas empresas o comercios, al tiempo que reciben prebendas de la gran
corporación –justamente opuesta al pequeño comercio y al pequeño
empresario. Es irrisorio verlos
favorecer continuamente los grandes negocios y las multinacionales y escucharlos
hablar de nacionalismo y del pequeño empresario.
Parece que en Canadá y Estados Unidos todo va, que
cualquier patraña emergente de los consejos empresariales, figurados en sus
instituciones pensantes (los famosos think tanks) y serviles políticos y
publicados por su falsimedia se impone. La sociedad civil norteamericana no existe,
simplemente. Nadie se reúne con nadie,
nadie habla con nadie, nadie se interesa por nadie, ni por nada. Las fuerzas dominantes han logrado su meta
muy exitosamente y con un alto nivel de domesticación, incluso en los sectores
con mayor educación. Me corrijo, quizás
es injusto hablar que nadie habla, piensa o hace, pero el peso de la tarea
critica, del activismo social y político recae sobre un número muy minoritario,
ese digamos 1 por ciento de la población que piensa, habla y hace, corre todos
los riesgos de crear conciencia, su tarea es titánica, a veces pienso
imposible, vivimos en sociedades sólo aparentemente democráticas, pero en
realidad controladoras e intolerantes.
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