La Reforma promovida por el gobierno es bastante tímida, e incluso
Bloomberg, una Calificadora de Riesgo
norteamericana, ha valorado positivamente la reforma, que fortalece, en su
opinión la posición del estado chileno en el mercado de bonos (acceso a préstamos) internacionales, ante un
posible deterioro de la situación económica de los países emergentes.
Con la Reforma Tributaria el gobierno ha declarado que busca aumentar la recaudación
en cerca de 8 mil 200 millones de dólares, lo que representa cerca del 3% del
Producto Interno Bruto (PIB) del país.
Los principales cambios propuestos en la Reforma son:
Eliminar el FUT, Fondo de Unidades Tributarias, lo que significa que los impuestos se pagarán
sobre utilidades devengadas y no como ahora sobre las utilidades retiradas.
Esto entraría en vigor desde la operación renta de 2017.
Las empresas verán aumentados sus impuestos del 20% al 25%, de manera
gradual en cuatro años. A cambio los
empresarios se verán beneficiados por una reducción al impuesto a las personas
en un 5%. Esto significa reducir la tasa
marginal de impuestos a los más ricos de un 40% a un 35%, lo cual claramente es
una medida que va en contra de una reforma tributaria para disminuir la brutal
desigualdad y concentración de la riqueza.
Entre otras medidas, también se eleva el impuesto de timbres y estampillas
que grava las operaciones de crédito en dinero de un 0,4% a un 0,8%. Se
aumentaría también el impuesto a bebidas alcohólicas, bebidas endulzadas con
azúcar y el impuesto específico de los cigarrillos. Las operaciones
inmobiliarias que hasta ahora estaban exentas pasan a tributar, pero se
mantiene la exención de impuestos a primeras viviendas de hasta 2.000 UF.
La derecha política y empresarios como Hermann von Mühlenbrock de la
SOFOFA, han hecho una gran alharaca contra la reforma Tributaria promovida por
el gobierno de Bachelet. Se han mostrado
duros en la defensa sin reformas del modelo de acumulación de capital
que instauró la dictadura, y luego consolidaron y legitimaron los sucesivos gobiernos
civiles de la Concertación, y en su propaganda insisten que la clase media será
perjudicada. Nada nuevo, pues las clases dominantes siempre han intentado hacer
pasar sus intereses como si fueran los del bien común, y de las clases medias.
En el seminario "Nuevos Vientos de la Economía 2014", organizado
por la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA) en conjunto con la Universidad del
Desarrollo (UDD), Hermann von Mühlenbrock, el presidente del gremio
empresarial, SOFOFA, amenazó. “Si los
proyectos que evalúan las empresas se vuelven poco rentables en Chile, por
razones de aumentos impositivos, sin duda que se llevarán adelante, pero en
otro país".[2]
Una amenaza poco creíble si se considera que los impuestos en los países de
nuestra área geográfica son mayores a los que propone la Reforma Tributaria. En
Perú la tasa de impuestos a las empresas es de 30%, en Colombia 33%, en Brasil
34% y en Argentina 35%.
Los empresarios se han acostumbrado a sobre ganancias porque durante
décadas han pagado muy pocos impuestos, simplemente no quieren perder sus
exagerados privilegios.
Chile tiene la peor distribución de ingresos entre los países que forman
parte de la OCDE, de acuerdo con estudios del propio organismo internacional.
Nuestro país ocupa el peor lugar, seguido de México.
La participación en el ingreso total del país para el 1% más rico es
del 30,5%, para el 0,1% de súperricos es
del 17,6%, y el 0.01% más rico se queda
con el 10,1%, y esto es sin considerar las utilidades retenidas, es decir no
distribuidas a sus propietarios, de las empresas.
Este último es un punto muy importante como veremos más adelante.
La estructura de recaudación
fiscal en Chile es regresiva.
Chile figure entre los países de la OCDE en que la distribución empeora en
vez de mejorar después de aplicar impuestos.
Según cálculos de la Fundación Sol, el empresariado chileno tiene una serie
de herramientas que provoca que paguen el 1.6% del total de la recaudación
tributaria, a pesar que el 1% más rico del país percibe cerca del 31.1% de los
ingresos[4].
En cambio el 46% de la carga tributaria
es soportada por los ciudadanos comunes, porque proviene del IVA que pagan
todos los chilenos. El mayor aporte tributario lo hacen los trabajadores y los
pobres al no tener capacidad de ahorro, pagan mensualmente casi “un quinto” de su ingreso solo en
IVA.
El término "regresivo" se usa para calificar a los impuestos que
exigen un mayor esfuerzo contributivo a quienes menos capacidad tributaria tiene.
Es el caso del IVA, que al gravar productos de primera necesidad impone un
esfuerzo tributario mayor a los que tienen menores ingresos. Esto es
especialmente cierto en Chile, donde el IVA, grava los alimentos de primera
necesidad, exactamente con el mismo porcentaje de los artículos suntuosos.
En Chile las empresas no pagan impuestos, y los empresarios solamente pagan
impuestos por las utilidades retiradas. Esto funciona a través de un mecanismo
llamado FUT, las empresas transfieren al fisco el monto de los impuestos
correspondientes a sus utilidades, pero no como pago si no como crédito a favor
de futuros retiros de los propietarios. Como consecuencia de esto, en el curso
de los años se ha acumulado un monto gigante equivalente al Producto Interior
Bruto (PIB) anual del país por utilidades que los dueños no han retirado, y que
las empresas han adelantado al tesoro público.
En otros países las empresas pagan tributos de acuerdo con sus ganancias, y
las personas pagan impuestos según la renta percibida, no están integrados como
en Chile, son impuestos que van por caminos diferentes. Ganancias de las
empresas y renta de los particulares no están integrados como en Chile, sino que son formas diferentes de impuestos.
Un segundo problema derivado de la integración de tributos entre empresas y
propietarios es que facilita la elusión de impuestos, el no pago que es admitido o tolerado, por lo que se lo
considera legal, mediante trucos diversos tales como pasar como gastos de las
empresas, adquisiciones de bienes que corresponden a los propietarios.
El IVA es un impuesto regresivo.
La Reforma tampoco toma en consideración aplicar impuestos a las grandes
fortunas acumuladas durante décadas de crecimiento capitalista que han
combinado mecanismos dignos de ser bautizados en conjunto como “acumulación por
desposesión”[5]
El impuesto sobre el patrimonio existía en Chile, se legisló durante la
presidencia de Eduardo Frei Montalva, en la década de los años 60 del siglo XX.
El economista Andrés Solimano ha defendido introducir este impuesto señalando
que “es un impuesto justo en un país con un desmedido porcentaje de
millonarios”. “un impuesto al patrimonio, que podría ser modesto no
expropiatorio, de entre uno y dos por ciento, lo que podría recaudar 900
millones de dólares”.[6]
Una reforma tributaria redistributiva en serio, debería disminuir la
participación del IVA en la recaudación tributaria, convertir el crédito actual
a los retiros de utilidades de los propietarios en impuestos efectivos a las
empresas, separándolos de los impuestos a las rentas de los dueños, aplicar
impuestos a los grandes patrimonios acumulados y aumentar el royalty minero, o
mucho mejor aún renacionalizar nuestras riquezas mineras. La reforma tributaria
impulsada por el gobierno de Bachelet, no menciona ningún cambio en ese
sentido. Cambiar el modelo de acumulación de capital, impuesto por la dictadura
pero luego legitimado y consolidado por los sucesivos gobiernos civiles no está
en los planes del gobierno.
Lo normal en todos los países es que la estructura tributaria tenga un
efecto redistributivo, desde los que tienen más hacia los que tienen menos, es
decir, que después del pago de los impuestos, y los subsidios sociales
financiados por ellos, mejore la distribución de la renta. Pero no es el caso
en Chile.
El FUT, Fondo de Utilidades Tributables, se refiere a las utilidades que
se generaron en la empresa pero que no se retiraron, por lo que al no ser
distribuidas no quedan registradas en la base imponible del impuesto global
complementario de los dueños de las empresas.
Pero en algún momento cuando
el dueño retira las utilidades van a ir al impuesto global complementario
(impuesto a las personas naturales) entonces va a tener que pagar esos
impuestos.
En Chile los impuestos
pagados por las empresas (primera categoría, hoy con tasa de 20% y que tras la
aprobación de la Reforma pasarán a un 25%) son un anticipo de los que
corresponden pagar a sus socios como contribuyentes del global complementario
(con tasa progresiva que va desde un 5% a un 40%, y que se reducirá a 35%
después de la Reforma) por el total de sus ganancias anuales. El FUT
funciona aquí como un crédito, la persona descuenta el importe que adelantó
para impuestos sobre sus utilidades la empresa.
Con la Reforma se pasará
de un sistema con base en las utilidades retiradas, a uno con base en las
utilidades devengadas, es decir cuando se generan en la empresa.
Con la Reforma Tributaria
se acabará el actual FUT, de forma paulatina porque los propietarios de las
empresas mantendrán los créditos acumulados a su favor para aplicarlos a
futuros pagos del impuesto global complementario. Sin embargo como no se
termina con la integración entre impuestos a las empresas e impuestos
personales de sus dueños, se tendrá que crear algún mecanismo similar al FUT,
sólo que no ya sobre montos tributables si no sobre los impuestos tributados.
Pulso. VÍCTOR
PETERSEN. 21 DE MARZO 2014. Arenas invita a trabajo público-privado, pero no despeja dudas del
empresariado por reforma tributaria
Ramón López, Eugenio Figueroa B.,
Pablo Gutiérrez C.
LA ‘PARTE DEL LEÓN’: NUEVAS ESTIMACIONES DE LA
PARTICIPACIÓN DE LOS SÚPER RICOS EN EL INGRESO DE CHILE. SDT 379, Facultad de
Economía y Negocios. Universidad de Chile. Santiago, Marzo 2013.
Fundación
SOL en nota sobre Reforma tributaria. 23 de abril 2014.
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