Por Luis Mesina
Fuente: Le Monde Diplomatique, edición chilena. junio 2014.
A
diferencia de lo que pueda sostener cualquier defensor del sistema,
los datos duros que publica periódicamente la Superintendencia de
Pensiones dan cuenta que el sistema de ahorro forzoso, inaugurado en
1981 por la dictadura, ha fracasado estrepitosamente.
Cuando
en 1980 José Piñera Echeñique, uno de los creadores de las AFP,
anunciaba que el antiguo sistema naufragaba porque era incapaz de
pagar pensiones dignas a los trabajadores después de una larga vida
de trabajo, la mayoría lo creyó. Toda la propaganda desarrollada,
con el resguardo y financiamiento dictatorial, hacía eje en las
deficiencias y supuestas debilidades del anterior sistema
previsional.
Piñera,
así como toda la cuadrilla que formó parte del saqueo que se hizo a
los trabajadores y que constituye la expropiación más grande de la
que se tenga memoria en la historia del país, son de aquellos que se
ufanan en defender la libertad como principio inalienable de toda
actividad humana, sin embargo, tratándose de derechos e intereses
que afectan a otros, poco importa la “libertad” si ésta es
funcional a sus mezquinos intereses, ahí guardan silencio. En los
hechos y con la firma del dictador impusieron el D.L. 3.500 y
acabaron con años de historia de la Seguridad Social chilena que, a
pesar de tener muchas insuficiencias, todas eran posibles de corregir
y mejorar.
No
se pidió la opinión de los trabajadores. Los “defensores de la
libertad” protegidos por la peor tiranía de nuestra historia se
apropiaron del patrimonio de las cajas de previsión y se dieron a la
tarea de configurar con los ahorros previsionales un mercado de
capitales que ha servido de financiamiento a los grandes grupos
económicos del país.
Actualmente
las AFP administran aproximadamente US$160.000 millones, que
representa alrededor del 60% del PIB, han obtenido utilidades
espectaculares durante estos 32 años y logran a través de estos
colocar directores en un sin número de sociedades anónimas.
Año
|
Rentabilidad
Promedio para Dueños de AFP
|
2006
|
31,95%
|
2007
|
28,99%
|
2008
|
00,36%
|
2009
|
32,73%
|
2010
|
27,17%
|
2011
|
20,00%
|
2012
|
47,00%
|
Fuente:
Superintendencia de Pensiones marzo 2014
Este
sistema no cumple con ningún principio de la Seguridad Social, por
el contrario, es claramente un sistema de ahorro interno que busca
generar cuantiosos recursos financieros para ponerlos al servicio del
capital y no del trabajo.
A
diferencia de las cuantiosas utilidades que obtienen cada año los
dueños de las AFP, los trabajadores cuyos ahorros les pertenecen,
logran las siguientes pensiones.
Monto
de las Pensiones
|
Concepto
|
$185.307.-
|
Promedio
actual del sistema
|
$123.223.-
|
Promedio
Retiro Programado
|
$238.185.-
|
Promedio
Renta Vitalicia
|
$115.669.-
|
Promedio
Pensión de Vejez que pagan las AFP
|
Fuente:
Superintendencia de Pensiones marzo 2014
La
propaganda de Piñera y sus cuatro sofismas
José
Piñera al igual que Joseph Goebbels, ministro de propaganda de
Adolfo Hitler, instaló una propaganda sistemática financiada con
recursos públicos y sin ninguna oposición para imponer un sistema
fracasado. “La
propaganda opera sobre la opinión pública, instala una idea,
aunque sea falsa y prepara toda la maquinaria estatal para que esta
logre la victoria”. Así
pensaba Hitler. Piñera, especialista en la mentira y manipulación
de los datos, con el manejo total de la maquinaria pública y sin
ninguna oposición instaló las Administradoras de Fondos de
Pensiones.
¿Cuáles
son estos cuatro sofismas en que sustento la propaganda?:
Primero,
que la tasa de reemplazo sería sobre el 70% (porcentaje de la
pensión sobre la remuneración que se recibe siendo activo);
segundo, que el sistema era discriminatorio; tercero, que el Estado
dejaría de transferir recursos públicos a la previsión y, cuarto,
que los sistemas de reparto solidarios estaban quebrados.
1.
Cuando se instaló la propaganda en 1980 para imponer este sistema,
se dijo que la “tasa de reemplazo” sería superior al 70% de lo
que el trabajador recibía al momento de culminar su vida activa. Una
falacia. Hoy, se pagan pensiones inferiores al 30% del sueldo
promedio del trabajador, inferiores al ingreso mínimo.
2.
Se dijo que era discriminatorio porque a fines de 1980 existían
cerca de 30 cajas de previsión y tenían regímenes y prestaciones
diferentes. Así, en el Servicio de Seguro Social (SSS), donde
cotizaban los obreros se debía jubilar a los 65 años de edad y,
como era el sector más pobre, sus pensiones eran muy escuálidas. A
diferencia, por ejemplo, en la Caja Bancaria se podía jubilar a los
25 años de servicios o, en la de empleados particulares (EMPART),
que podían hacerlo a los 35 años de servicios. Ciertamente había
una discriminación, pero ésta podía ser perfectamente corregida,
no se necesitaba un cambio estructural, de hecho el propio Piñera la
enmendó a través del D.L. N°2.448 de diciembre de 1978 que
uniformó los requisitos en los regímenes previsionales para las
pensiones por antigüedad.
Actualmente,
la discriminación es brutal, las FF.AA continúan con un sistema de
reparto y hoy perciben pensiones 8 veces más altas en promedio que
los pensionados por AFP. La discriminación de las AFP hacia las
mujeres es brutal, son castigadas porque sus expectativas de vida son
mayores, reciben menos remuneraciones y se pensionan cinco años
antes, con lo cual su pensión es considerablemente menor al de los
hombres.
Los
trabajadores que permanecieron en el antiguo sistema, hoy IPS (ex
INP) reciben pensiones 4,5 veces superior a los de las AFP.
Como
se aprecia, este sistema es altamente discriminatorio y a pesar de
contar con todo el poder de la dictadura, Piñera no lo corrigió, al
contrario, lo agravó.
3.
José Piñera, grandilocuentemente y coherente con su concepción
ultra liberal señalaba que por fin el Estado dejaría de traspasar
recursos del erario nacional para pagar pensiones a los trabajadores,
con ello se produciría un ahorro importante para el país y esos
dineros serían destinados a otros fines. Actualmente, el Estado
concurre a través de diversos medios a subsidiar las pensiones que
las AFP pagan. Lo hace a través del Pilar Solidario; a través del
pago de las pensiones a los trabajadores pensionados por el IPS (ex
INP) (los que permanecieron en el antiguo sistema) y, lo debe hacer
con el financiamiento de los bonos de reconocimiento a los miles de
trabajadores que al momento de la implantación del D.L. 3.500 tenían
cotizaciones en las antiguas cajas de previsión.
4.
Que los regímenes de reparto estaban quebrados. Esta ha sido la
estrategia comunicacional más utilizada hasta hoy, responde al
fanatismo de aquellos que ven en el Estado y en lo comunitario solo
males y que creen que solo la “iniciativa privada” es capaz de
producir “progreso”, de allí su delirio por defender a como dé
lugar el “sacrosanto derecho de propiedad”, pues bien, los
sistemas de reparto, solidarios, sin fines de lucro, administrados
por organismos públicos operan satisfactoriamente en la mayor parte
de los países industrializados. Jamás quiebran. Lo que ocurre, que
cuando tienen desequilibrios en sus ingresos ajustan prestaciones
como ha ocurrido recientemente en Europa, reducen beneficios y/o
aumentan las edades para jubilar; pero, nunca quiebran. En esta misma
dirección y con una ignorancia supina, señalan que el factor
demográfico afecta los regímenes de reparto. Nada más absurdo, las
mayores expectativas de vida de la población no debiera ser un
problema, sin embargo, impacta de igual manera a los sistemas de
capitalización individual como a los sistemas de reparto, pues ambos
deben hacer frente a financiamiento por mayores periodos a los
pasivos. En todo caso, para Chile ese no es un problema dada la
relación de activos/pasivos, pues Chile cuenta con más de 10
millones de trabajadores, si sumamos los niños y adolescentes, el
sector pasivo que habría que financiar es mucho menor, permite una
relación de dos y medio activos para financiar un pasivo. Esto
derrumba otro sofisma, el de que los regímenes de reparto han
quebrado.
En
síntesis, el actual sistema de AFP paga peores pensiones, es
discriminatorio, el Estado ha trasferido muchos más recursos que en
el pasado (más del 60%) y los sistemas de reparto gozan de muy buena
salud. Cuatro sofismas instalados en dictadura por Piñera que se
propagandizaron al igual como lo hacía Goebbels en la Alemania de
Hitler y que, como todas las cosas, tarde o temprano se derrumban por
el peso inexorable de la realidad como ocurre hoy con las miserables
pensiones que pagan las AFP.
La
solución
Muy
simple, derogar el D.L. 3.500 y permitir la creación de
corporaciones de derecho público, administradas por los trabajadores
con aporte tripartito. Esto significa como lo demandan los
trabajadores la reinstalación de un sistema de seguridad social
fundado en los principios de la solidaridad y universalidad, sin
fines de lucro y sustentado en los sistemas de reparto.
Esto
exige restituir inmediatamente el aporte patronal que en todos los
países de la OCDE los empleadores pagan. Chile es el único país
donde el empleador se desentiende completamente del financiamiento de
la previsión del trabajador, ello a pesar de que la Organización
Internacional del Trabajo (O.I.T) ha efectuado un sin número de
recomendaciones y observaciones al Estado chileno para que cumpla con
garantizar uno de los derechos fundamentales de los trabajadores
como es la previsión.
Actualmente
existen los recursos financieros suficientes para aumentar las
pensiones mínimas al doble y establecer un plan sostenido de
mejoramiento de las mismas, existen los recursos para resolver la
deuda previsional de los funcionarios públicos y, además avanzar
rápidamente a la creación de un sistema integral que considere,
además otras prestaciones que el actual sistema de ahorro forzoso
conculcó y que eran parte total de la previsión, como es la salud y
la vivienda, prestaciones que las antiguas cajas desarrollaron con
mucho éxito y sin costo para el Estado.
Afortunadamente
hoy, los trabajadores cuentan con un impresionante monto de recursos.
Sólo con voluntad política puede ser implementado un nuevo sistema
previsional, que de paso, ahorraría recursos al Estado y pagaría
mejores pensiones a los trabajadores.
Anualmente
las AFP reciben US$6.570 millones por concepto de cotizaciones, éstas
y las Cías. de Seguros pagan cerca de un millón de pensiones a un
costo de US$3.930 millones anuales. Por tanto se genera un excedente
anual de US$2.639 millones, recursos suficientes que facilitan la
transformación total del actual sistema, permitiendo a los
trabajadores, en el marco de la libertad, tan defendida por los
fanáticos del monetarismo, optar por un nuevo sistema de reparto,
solidario y sin fines de lucro, que harían posible alcanzar la vejez
después de años de trabajo de manera digna y decente.
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