Japón - ‘Abenomía’

Posted by Nuestra publicación: on martes, abril 23, 2013


22/04/2013
Paquete de Estímulo Sin Precedentes – una apuesta desesperada

Carl Simmonds, Kokusai Rentai (CIT Japón)

El 4 de abril el Nuevo gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, cogió al mundo de las finanzas completamente por sorpresa cuando lanzó un programa de estimulo sin precedentes. Anunció que aumentaría las adquisiciones de bonos del gobierno por ¥50 trillones ($520 mil millones de dólares) por año. Para poner esto en perspectiva, ajustado de acuerdo con el tamaño del PIB, es el doble que el tamaño del paquete de estímulo de Estados Unidos.

La medida de Kuroda ha sido bienvenida cautelosamente por los jefes del FMI y de la organización patronal, el Keidanren. Pero hay un amplio reconocimiento de los representantes más sobrios del capitalismo de que la estrategia en la que se embarcó el gobierno japonés es extremadamente riesgoza. Hace apenas seis meses, los representantes de Keidanren advertían de los peligros de esta política, defendiendo la independencia del Banco de Japón y políticas financieras ortodoxas.

¿Que hay detrás de este asombroso cambio de política?
Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas como dice el refrán. Lo que fue originalmente descrito como la "década perdida" de bajo crecimiento y deflación se ha convertido en los veinte años perdidos. De acuerdo con algunas mediciones, los precios han caído hasta en un 17% desde 1997. Durante la mayor parte de ese tiempo, el valor del índice Nikkei se situó en menos de un tercio del valor que tuvo en la cima del auge. La tasa de interés ha sido del 0,5% o menos desde finales de 1995. El crecimiento económico post-1980 de Japón ha promediado un mísero 0,52%

Durante los últimos veinte años, casi todos los instrumentos de la política económica capitalista ha sido intentados por una sucesión de gobiernos conservadores. La política monetarista de "flexibilización cualitativa", en lenguaje normal, la reducción de las tasas de interés a los presentes niveles bajos, ha hecho muy poco para levantar la economía. Intentos keynesianos de utilizar el gasto público en infraestructura y el déficit fiscal para salir del bajo crecimiento se intentaron ampliamente hasta 1997 y trajeron poco alivio.

Después se produjo un intento de "flexibilización cuantitativa" - en lenguaje sencillo, la expansión de la oferta monetaria. Desde 1992 hasta 2008 hubo no menos de 18 paquetes de estímulo estimados en ¥ 205 billones. Sin embargo estas políticas no lograron traer de vuelta la época de crecimiento. Esta política fue luego abandonada por su contrario y hemos visto las desastrosas políticas de austeridad aplicadas por los sucesivos gobiernos, y en particular el de Noda, incrementando el impuesto a las ventas en un período de estancamiento. El fracaso de estas políticas para impulsar el crecimiento condujo a su vez a la vuelta al poder del PLD (Partido Liberal Democrático) liderado por el nacionalista derechista Abe.

"Abenomía", como ha sido apodada por sus críticos, puede ser comparada con los juegos de azar de la plata de la familia en la mesa de la ruleta. Confrontado con el completo fracaso de las escuelas predominantes de la doctrina económica capitalista para explicar la situación actual y ofrecer políticas para poner fin al estancamiento, Abe en forma ecuménica, propone, en una escala sin precedentes,  adoptar todas las "soluciones" de forma simultánea en una carrera desesperada por el crecimiento. Estas políticas incluyen un aumento del 2% en el gasto fiscal - sobre todo en la reparación y ampliación de la infraestructura, la duplicación de la oferta de dinero (paquete de Kuroda) y un objetivo de inflación del 2%.

Abe espera que este aumento de la oferta monetaria conducirá a una caída en las tasas de interés reales y alentará a las empresas e individuos para empezar a gastar. La amenaza de la inflación significa que si no lo hacen, el valor real de sus activos caerá. Él también espera que esto conduzca a una caída en el valor del yen y al aumento de las exportaciones de las empresas japonesas. ¿Cuáles son las perspectivas para el éxito de sus políticas?

Perspectivas

Con la elección del gobierno de Abe, el valor del yen se ha reducido en un 27% durante los últimos seis meses, aunque esto no ha logrado hasta ahora hacer mucho para revertir el déficit comercial. Con la mayoría de las centrales nucleares de Japón ociosas  como consecuencia de la catástrofe de Fukushima, la caída del yen ha añadido simplemente el costo de aumento de las importaciones de combustibles fósiles. Es probable que tome tiempo antes de que impulse las exportaciones. Y también existe la posibilidad de que una caída en el yen de lugar a las devaluaciones de los competidores de Japón.

La 'Abenomics' ha llevado sin embargo a una recuperación del mercado de valores con el índice Nikkei finalmente pasando la marca de 10.000. El impulso de corto plazo a la economía probablemente será suficiente para garantizar la victoria de Abe en las elecciones de la cámara alta en julio y permite a Abe a seguir adelante con su política de revisión de la Constitución. Sin embargo, ¿serán las medidas suficientes, para sacar a la economía japonesa de su período de estancamiento?
En primer lugar, la situación actual no se debe a que los bancos y corporaciones japoneses estén cortos de dinero para invertir. En general, las grandes corporaciones empresariales Japonesas tienen un exceso de ahorro. Sin embargo, al ver un mercado que no puede apoyar la expansión de la producción, han optado por pagar las deudas que devengan intereses en lugar de hacer las inversiones productivas necesarias para que el capitalismo logre el equilibrio. Dónde han invertido, a menudo ha sido para trasladar la producción al extranjero. Esta situación parece ser entendida por Abe, en una reciente reunión del Consejo de Economía y Política Fiscal incluso fue tan lejos como para exhortar a los empresarios a aumentar los salarios. Una idea similar también ha sido sugerida por el economista, Noriko Hama. Sin embargo, bajo el capitalismo, estas llamadas son totalmente utópicas. ¿Por qué los capitalistas japoneses van a aceptar voluntariamente una reducción en los beneficios?

No es de ninguna manera cierto que incluso un estímulo de esta magnitud va a lograr el objetivo de inflación del 2%. Como señaló Marx, si el dinero circula más lentamente, entonces incluso un dramático aumento de la oferta monetaria no va a lograr un aumento de la demanda. En los EE.UU. la "velocidad del dinero" ha caído a la menor en 60 años, y hay evidencia de que se encuentra en mínimos históricos en Japón también. Incluso si llegara a tener éxito en empujar al alza los precios, sería más probable que la nueva política cree una nueva burbuja en los mercados financieros, en lugar de promover la inversión productiva.

Alcanzar la meta de inflación no significaría necesariamente el fin de los problemas. Como George Soros dijo, "Lo que Japón está haciendo en realidad es muy peligroso, porque lo están haciendo después de 25 años de simplemente acumular déficits y no tener la economía en marcha".

La mayor de deuda en el mundo

La deuda pública de Japón es ahora la más alta del mundo. Ya en 2011, se situó en el 230% del PIB. Que esto no ha llevado a una crisis al estilo griego se debe al hecho de que la mayor parte de la deuda corresponde a los prestamistas japoneses en lugar de instituciones financieras extranjeras. Sin embargo, los intereses de la deuda son actualmente el 25% del gasto público. Si las tasas de interés aumentan con la evolución de la inflación, esto podría ser el detonante de una crisis de deuda. Si la inflación impulsaran las tasas de interés hasta un mínimo de 2,8%, entonces los pagos de la deuda serían igual a los ingresos totales del gobierno.

La apuesta de Abe parece ser una posibilidad remota. Es una estrategia arriesgada que normalmente no es contemplada por los representantes sobrios del capital japonés. Sin embargo, estos no son tiempos normales y continuar con las políticas anteriores también conlleva grandes riesgos. Una cosa está clara, un colapso de estas políticas sería desastroso para el nivel de vida de la gente de Japón y, en particular, para la clase obrera japonesa. La clase dominante japonesa teme por encima de todo las explosiones sociales que el colapso económico traería. No habrá retorno a la relativa estabilidad social del pasado.