Patricio Guzmán S.
Socialismo Revolucionario.
El Spread es la diferencia entre el interés que
cuesta a la banca el dinero que presta, y el interés que cobra por los
créditos. La Fiscalía Nacional Económica ha reconocido que el spread en Chile
es más alto que en otros países similares, como México, Argentina y Colombia, y
están entre los más altos de latinoamericana, La ley chilena permite un interés máximo muy alto para
los intereses de los créditos bancarios, la llamada Tasa Máxima Convencional,
permite subir hasta en un 50% el interés sobre el promedio existente en los
bancos, en un mercado marcadamente oligopólico, en la realidad son los propios
bancos los que la pueden fijar.
Si a esto agregamos los gastos administrativos, los
gastos de cobranza, las ventas atadas de otros productos como seguros, tarjetas
y líneas de crédito, que se aplican a los clientes y por el lado de los
trabajadores bancarios el aumento en la intensidad y extensión de la jornada no
pagada, mediante la artimaña de aplicar a gran número de funcionarios el
artículo 22 del código del trabajo, liberando al banco como si funcionarios que
no tienen fueran realmente ejecutivos, de la obligación de control horario, y
el recurso a la externalización de funciones incluso del centro del giro
bancario como la tesorería, o los cajeros, se entiende el apelativo de “Joyas
de la Corona” que han recibido las instituciones chilenas de grandes
multinacionales financieras como Santander, BBVA o Itaú. El Grupo Santander,
por ejemplo, ha señalado que a nivel mundial, el banco en Chile es el más
rentable de su negocio en el mundo.
Como señalamos antes entre los abusos más
extendidos en el negocio de los bancos con sus funcionarios, está el uso mañoso
del artículo 22 del Código del Trabajo. Este artículo fija la duración de la
jornada laboral en 45 horas semanales, y menciona los casos particulares de
trabajadores que quedan excluidos de la limitación de jornada de trabajo, entre
los que menciona todos aquellos que trabajen sin fiscalización superior
inmediata, es decir aquellos que cumplen funciones gerenciales y no están bajo
subordinación o dependencia, también se excluye del control de la jornada
laboral a “los contratados (…) para prestar servicios en su propio hogar o en
un lugar libremente elegido por ellos; los agentes comisionistas y de seguros,
vendedores viajantes, cobradores y demás similares que no ejerzan sus funciones
en el local del establecimiento. También quedarán excluidos de la limitación de
jornada de trabajo los trabajadores que se desempeñen a bordo de naves
pesqueras. Asimismo, quedan excluidos de la limitación de jornada, los
trabajadores contratados para
que presten sus servicios preferentemente fuera del lugar o sitio de
funcionamiento de la empresa, mediante la utilización de medios informáticos o
de telecomunicaciones.”
Finalmente la norma excluye a “los deportistas profesionales y de los
trabajadores que desempeñan actividades conexas se organizará por el cuerpo
técnico y la entidad deportiva profesional correspondiente, de acuerdo a la
naturaleza de la actividad deportiva y a límites compatibles con la salud de
los deportistas, y no les será aplicable lo establecido en el inciso primero de
este artículo.”
Lo que los bancos han hecho es declarar masivamente “ejecutivos” a toda una
categoría de funcionarios, que son trabajadores que se desempeñan bajo
subordinación y dependencia directa de sus jefes, es decir no son gerentes o
administradores, y eludir de este modo el respeto por la jornada laboral máxima
legal y el pago de horas extras. Cómo se ve una fuente directa de ganancias, a
costa de los trabajadores del sistema bancario.
El problema ético en la relación
funcionario - cliente bancario.
Un mecanismo que ha sido crucial en el aumento de
la intensidad y productividad del trabajo bancario es la llamada “meritocracia”,
las metas y los bonos, que han aumentado progresivamente su participación
porcentual en las remuneraciones de los trabajadores. Cumplir las metas no está
asociado solamente a ganar más dinero, el no cumplimiento se puede traducir en
el despido por mala evaluación. En términos prácticos, esto ha producido un
problema ético para los funcionarios, presionados a vender seguros y otros
productos, incluso si al cliente no le sirven, y a no informarle de las
alternativas si para obligarle a adquirir el seguro o el servicio que sea con
el banco.
Por supuesto el funcionario puede negarse a
incurrir en estas prácticas reñidas con la moral, pero si lo hace repetidamente
tendrá un efecto negativo en su remuneración, y finalmente será desvinculado de
la institución.
El negocio bancario descansa finalmente en la confianza y la fe pública. Los
bancos intermedian dinero que, de lejos, en su mayor parte no es suyo, no forma
parte de su capital. Al perderse la probidad profesional, se pierde un bien
mayor, que está en la base del negocio. Los repetidos escándalos, desde la
especulación desmedida, la falsificación de las tasas de referencia, a los
esquemas ilegales tipo Madoff, que se han producido en otras latitudes, nos
recuerdan que la falta de probidad, incluso dentro de los estrechos límites de
la lógica del lucro capitalista, pone en riesgo la continuidad misma del
negocio bancario. Si se me permite la paráfrasis; el propio lucro bancario
prepara los sepultureros del lucrativo negocio bancario.
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