Luis
Mesina, Secretario General Confederación de Sindicatos Bancarios de Chile:
“Las AFPs son un saco roto
que sólo beneficia a sus propietarios”
Por Ana Muga
La
temperatura, que a mediados de enero a diario superan los 31 grados, no hace
disminuir la actividad en la Confederación de Sindicatos Bancarios de Chile,
organismo que se encuentra preparando una gran campaña durante el 2012 que
busca en principio detener la especulación con las platas de los trabajadores,
para luego avanzar hacia el reemplazo de las AFPs por un verdadero sistema de
Seguridad Social.
Mientras los noticiarios hablan casi
exclusivamente de vacaciones y promocionan destinos paradisíacos, en las
oficinas de la Confederación Bancaria, los dirigentes están lejos del relajo
estival, empecinados en determinar cuánto de sus fondos de pensiones han perdido los trabajadores chilenos producto
de la especulación bursátil en el último período, labor dificultada por la
falta de registros precisos, los que no son publicados ni siquiera por la
Superintendencia de AFPs, por lo que están preparando cartas apelando a la Ley
de Transparencia para llegar al fondo de las cifras. Pero también está la tarea
de dar a conocer esta información y transmitir a las bases y a los demás
trabajadores del país la urgencia por cambiar este sistema “injusto e inmoral”,
como lo describe Luis Mesina, secretario general de la multisindical. Por ello
la tarea impuesta para este año es informar, incentivar y dar claridad a los trabajadores,
para conseguir movilizaciones como las de los estudiantes el 2011, “porque el
lucro aquí sí que es perverso -enfatiza Mesina-, es inmoral y hay que
develarlo. Este sistema no puede seguir existiendo con la complacencia de los
trabajadores”.
“Este sistema es un sistema espurio, porque
nació de una dictadura militar, que fue la única forma de instaurarlo y son
responsables, entre otros, el señor Buchi, el señor Novoa y José Piñera, hermano
del presidente. Son ellos los responsables de dar “la madre de todas las
batallas”, como la definió José Piñera, que fue la transformación del sistema
de Seguro Social chileno, lo que les generó un colchón al mercado de capitales
gigantesco, sin esos recursos no se podrían haber hecho todas las otras
transformaciones que significó cambiar estructuralmente el modelo de economía
chilena y el Estado chileno”, así resume Mesina el surgimiento de las AFPs a
comienzo de los 80 del siglo pasado.
Pero no es sólo por su origen que la
Confederación está realizando esta campaña, es porque los números y resultados muestran
que las AFPs estarían perjudicando enormemente a los trabajadores chilenos no
garantizándoles una vejez digna.
-¿Se
puede saber cuánto de su fondo de pensión perdió desde el 2008 hasta ahora un
trabajador que cotiza por un sueldo de 300 mil pesos? Esto, como para tener una
referencia, pues la mayoría de la población gana salarios inferiores a esa
cantidad.
“La verdad es que es muy difícil
establecer un monto exacto de lo que se ha perdido desde el 2008 en adelante,
la única cifra real es que el 2008, producto de la caída de las bolsas a nivel
mundial, los trabajadores perdieron poco más de 28 mil millones de dólares de
lo fondos totales. Ahora los trabajadores que están más afectados son los
trabajadores cuyo ingreso no superan en promedio los 300 mil pesos, y son el 70
por ciento de los trabajadores chilenos.
-Incluso
sin pérdidas en la bolsa, ese trabajador está condenado…
“Incluso sin perdida en la bolsa. Las
pensiones que actualmente pagan las AFPs están entre los 126 mil y los 170 mil
pesos promedio, y eso corresponde a gente que se pensionó con anterioridad, es
decir que ya traía el bono de reconocimiento del sistema antiguo. Todos los
trabajadores nuevos que se jubilen en 10 ó 15 años más, y que hayan cotizado en
promedio 30 mil pesos mensuales, que son un 70% de los trabajadores chilenos,
están condenados a pensiones muy bajas, si uno le aplica una tasa promedio de 4% de
rentabilidad anual, luego de treinta o cuarenta años, les da una cifra
francamente miserable; alrededor de 14 millones y con esos “ahorros” francamente no le sirve para nada, pero
lo que sí ocurrió es que ese trabajador estuvo depositando en un saco roto y
los propietarios de las AFPs usaron esos recursos en su beneficio. Con los
recursos de este trabajador pobre, ellos colocaron directores en las compañías,
en las sociedad anónimas, cambiaron directorios, desarrollaron
estrategias de producción del país, construyeron, con el predominio que
instalan en todas las sociedades anónimas, un modelo de “desarrollo” que
beneficia al capital transnacional, que pone la soberanía de nuestro país al
servicio de los grandes grupos económicos, enajena y destruye fuerzas
productivas.”
-Desde
que comenzaron las pérdidas en los mercados bursátiles, las autoridades y los
representantes de las AFPs han llamado a la calma y a no cambiarse de fondo,
señalando que estas pérdidas son algo transitorio…
“Eso siempre es posible señalarlo, que en
algún momento las fuerzas puedan recuperarse, pero lo que hay que observar es
la tendencia. La tendencia mundial va
cada vez más a la destrucción de fuerzas productivas a nivel planetario
producto de la concentración financiera, porque el sistema capitalista lo que
hace es desarrollar áreas que son malignas para la sociedad, la industria del
armamentismo, de la prostitución, de la pornografía, de la droga, esos son los
sectores que se desarrollan en claro
perjuicio de las personas. Cada vez más
se va concentrando en menos manos la propiedad de grandes compañías, por lo
tanto, la ruleta del sistema financiero cada vez hace más peligrosos darle
estabilidad y garantías a estos fondos que transitan de un lugar a otro
buscando tasas de rentabilidad mayor, pero finalmente, si uno entiende que el
dinero no es más que la expresión
fetichista de la producción, la tendencia es que esto no tiene perspectiva
histórica, y por lo tanto, colocar los recursos de los trabajadores, que son la
única garantía cuando se llega a viejo, en esta ruleta es exponerlo a un
peligro histórico.
Pero además, no se puede tener confianza
en esta gente que sin ningún argumento, sin ninguna seriedad señala que esto es
transitorio, que hay que esperar, que hay que tener calma… El 2008 nos dijeron
lo mismo y perdimos 28 mil millones de dólares. El año 2011, siguiendo esa
lógica perdimos más de 1.900 millones de dólares producto de la incursión en
una tienda de retail, La Polar, entonces, mañana podrían destaparse otros escándalos
y nadie responde. El Estado debería garantizar una seguridad social que permita
cubrir los gastos inherentes a la condición de trabajador, tanto en la vida
activa como en la pasiva, es decir, tanto la salud como la pensión”.
-Si
el 2008 se perdieron 28 mil millones de dólares… ¿se puede establecer cuánto se
lleva de pérdida hasta el momento?
“Esa cifra nunca se publica, algunos
analistas han señalado que estamos por sobre los 40 mil millones de dólares de
perdida total de los fondos. Es una
cifra que no podemos precisar con exactitud porque habría que hacer un
análisis mucho más profundo, ya que los ahorros están distribuidas en
multifondos, con porcentajes distintos de rentabilidad y pérdidas. Pero
nosotros pensamos que la pérdida es gigantesca, porque si el 2008 fue más de 28
mil millones de dólares, más los 1.900 millones de La Polar, ahí tenemos 30 mil
millones dólares, o sea, a la fecha perfectamente se puede estar hablando de
una cifra superior a los 40 mil millones de dólares, lo que significa en
términos reales un poco más de un tercio del producto interno bruto (PIB)”.
-Siendo
este un tema tan sensible que afecta a todos los trabajadores del país, a que
se debería la indiferencia que se percibe a nivel nacional… ¿Por qué los
trabajadores no están en la calle exigiendo el término del robo de sus dineros?
“Varias razones, la primera y quizá la
más importante, es que los medios de comunicación no informan como es debido el
flagelo que están cometiendo en contra de los propietarios de los fondos de
pensiones. Ese es el primer motivo, pero lo segundo tiene que ver con un
problema subjetivo, los trabajadores
jóvenes ven este problema significativo, pero distante. La gran masa laboral de
este país tiene otras prioridades que resolver como el empleo, las condiciones
laborales y económicas, resolver el problema de la salud, que es muy grave,
resolver el tema de la educación y la vivienda y, finalmente el tema de la jubilación. Si hay
que jerarquizar, para el trabajador de 20 ó 30 años, la jubilación no está como
su prioridad, tiene que resolver el problema de sus hijos, la educación, el
problema habitacional, esos son los problemas urgentes y el hombre se mueve en
función de las necesidades vitales y fundamentales que tiene en el momento, y
eso lo saben perfectamente estos señores que se han apoderado de los ahorros de
los trabajadores, y han hecho de esto un
negocio donde el lucro aquí si que es perverso, es inmoral y hay que develarlo.
Este sistema no puede seguir existiendo con la complacencia de los
trabajadores.
Así como los estudiantes desencadenaron
toda una ofensiva contra la educación lucrativa, el tema de las AFPs es mucho
más razonable porque aquí se están apoderando de un tercio de nuestros ahorros
de manera directa, pero además nos están generando pérdidas millonarias que
hacen que los trabajadores al final del período terminen siendo trabajadores
pobres asistidos por el Estado y estos señores se quedaron con toda la plata
sin rendir cuentas a nadie. Eso es gravísimo”.
-¿Una
de las razones de la poca respuesta de los trabajadores frente a esta
injusticia pudiera ser la baja sindicalización?
“Yo creo que tiene un efecto indirecto,
colateral. El tema del sindicalismo responde a otra lógica, la crisis del
sindicalismo tiene que ver con la corrupción tremenda por la que está atravesado
y también porque el sindicalismo ha sido
incapaz de comprender los fenómenos profundos de transformación que ha
experimentado el trabajo en su forma de organización y cómo no lo ha
comprendido no ha tenido respuesta para desarrollar una línea estratégica. Seguimos
manejándonos con el mismo paradigma de la época fordista, de la era industrial,
cosa que ha cambiado radicalmente, porque hoy día lo que determina el curso de
las relaciones en el trabajo es la financiarización, y eso tiene complejidades
que son mucho más profundas y complejas y que es necesario desentrañar,
describir y generar una política hacia ese sector. Es decir, la mayor
concentración de mano de obra en estos países emergentes esta fundamentalmente
arraigado en el sector terciario, el
sector servicios: finanzas, comercio, telecomunicaciones. No es la clase “obrera
tradicional” que entendíamos, es decir, también lo es, pero su impacto en el
sistema productivo mundial es marginal respecto a la importancia que tiene, por
ejemplo, el trabajador vinculado al sistema financiero”.
-Para
hacer más efectiva esta campaña y multiplicar la demanda, ¿hay acercamientos a
otras entidades gremiales?
“La Confederación Bancaria ha venido
trabajando en constituir una gran corriente sindical contra este abuso. Eso es
tremendamente importante, tenemos que avanzar hacia eso. Hay expectativas de
que esto pueda mejorar en beneficio de los trabajadores y para allá seguimos
avanzando”.
-¿Cuál
es la propuesta de movilización para los trabajadores?
“Lo primero es un llamado a cambiarse al
fondo E, lo que es transitorio, para no permitir que sigan especulando con los
recursos de los trabajadores, pero lo fundamental es avanzar a la
transformación total del sistema de ahorro forzoso privado que se vive en
Chile, a un sistema que efectivamente responda a los criterios históricos de la
seguridad social, que son la solidaridad, la universalidad, la no
discriminación y que permita recoger un principio natural que es que los más
jóvenes cubran a los más viejos, y no como ocurre hoy donde los viejos quedan
en total desamparo una vez que cumplen con su vida útil y pasan al sector
pasivo.
Por otro lado, Chile es el único país en
el mundo donde los empleadores se desentienden completamente de la pensión de
los trabajadores y de la salud. Lo que se quiere es un sistema de seguridad
social donde el financiamiento tiene que
ser compartido entre los empleadores, los trabajadores y el Estado. Eso es
fundamental”.
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