Argentina - Declaración de La Chispa sobre Libia

Posted by Nuestra publicación: on martes, marzo 29, 2011

¡Abajo Khadafy y su régimen dictatorial!

¡No a la intervención militar de la coalición imperialista!

¡Armas y voluntarios para el triunfo de la Revolución Libia!

Libia es parte de una revolución de masas que conmueve al mundo.

Primero fue Túnez; después Egipto, el país más importante de la región. En ambos países las masas movilizadas, confiando solamente en su propia decisión y acción, y luchando por las libertades democráticas y contra el hambre y la miseria, tiraron abajo a sus respectivos gobiernos autocráticos que durante décadas los mantuvieron oprimidos, dando al mundo las dos primeras revoluciones democráticas triunfantes en muchos años. Es de destacar el heroísmo de esos pueblos, y también el impacto causado sobre las fuerzas armadas de sus países, que se fragmentaron y gran parte de ellas apoyaron a las masas en lucha.

Este ejemplo se esparció por todo el norte de África y el Medio Oriente, donde los pueblos de Marruecos, Argelia, Jordania, Siria, Yemen, Omán, Kuwait, Irán, Irak y Libia, llegando en los últimos días a otros países africanos al sur del Sahara, protagonizan movilizaciones con los mismos objetivos: Libertades políticas y de organización sindical; una vida digna con trabajo, salarios y condiciones que la hagan realidad; terminar con los gobiernos opresores.

Este movimiento cuenta con la simpatía y la solidaridad moral de los trabajadores y pueblos del mundo

“Progresistas” en aprietos: Apoyan al genocida del pueblo Libio

La nota ácida la dieron Fidel Castro y Hugo Chávez, apoyando a Khadafy y teniendo Chávez el descaro de decir que “no le consta que Khadafy reprima al pueblo con bombardeos” y que “no va a dejar solo a su amigo”, mientras el corresponsal del canal Telesur, financiado por el ALBA (la asociación creada por Chávez), dijo que “el pueblo libio no entiende como Chávez apoya al dictador y no a ellos”.

La presidenta argentina, al igual que los “gloriosos” jóvenes kirchneristas, que tanto hablan de “pueblo” y “derechos humanos”, no dijeron una palabra, y ante la intervención imperialista sólo la rechazaron por no haber esperado a que la negociación con el dictador diera resultado, pero ningún apoyo a la lucha de las masas libias –como a ninguna de las otras-. ¡Todos estos personajes, mentirosos y traidores, se sacan la careta cuando se trata de definirse frente a las movilizaciones revolucionarias de las masas de casi quince países del mundo!

Los gobiernos imperialistas durante décadas apoyaron y sostuvieron a todos los déspotas

Los países imperialistas -Estados Unidos, Europa, Japón está fuera de combate-, apoyaron durante décadas a estos dictadores, llevando adelante florecientes negocios petroleros con ellos y sin hacer jamás una mueca por la falta de derechos humanos y las pésimas condiciones de vida de esos pueblos. Lo que menos querían era que se originaran estas revoluciones y que cayeran sus “amigos” dictadores. Pero estas revoluciones están ocurriendo, ya con dos triunfos y las demás en curso. Entonces, estos hipócritas comenzaron a lamentarse por las represiones y pidiendo a los Mubarack, Ben Alí, Khadafy, que se fueran, pues se dieron cuenta que la cosa era muy grande e iba en serio, y tenían que colocarse ante el mundo, tras lo mal que les ha ido últimamente en Irak (de donde se fueron con la cola entre las patas), Afganistán, etc. Ya no pueden hacer lo que quieran, como intervenir a sangre y fuego en los países que se rebelan, y su plan era “cambiar” a sus dictadores amigos, que ya no les servirían más, por otros gobernantes no desprestigiados que les mantuvieran los negocios como hasta ahora. Cambiar algo para que no cambie lo fundamental: sus negocios y el dominio y la explotación capitalista.

Libia se constituyó en el tercer país que podía lograr el triunfo y echar al dictador. Pero, contrariamente a la obediencia a sus amos imperialistas que mostraron Mubarack y Ben Alí, de irse ante la inminencia de ser capturados por sus pueblos, Khadafy se negó a dejar el poder. Las masas vieron la necesidad de dar el paso mayor que les imponía la realidad: iniciar la lucha armada para poder cumplir con el objetivo de echar al dictador. Este lanzó una represión brutal, apoyada, en parte del ejército que permaneció leal, pero fundamentalmente en la compra de armas a Argelia y Siria y la formación de un ejército de mercenarios, gracias a los millones de dólares que mantenía en bancos de Trípoli, y en Europa. La escasez de material bélico de los revolucionarios, que únicamente recibían una modesta ayuda humanitaria de los egipcios y los tunecinos, convencieron al sanguinario Khadafy que aplastarlo sería casi un paseo.

La OTAN en salvaguarda de Petróleo Libio

Tan es así que, al avanzar Khadafy recuperando la mayor parte de las plazas tomadas por los rebeldes, un sector de ellos pedía la intervención de la ONU -la cueva de los bandidos dirigida por el imperialismo- para parar la masacre; esto dio a estos “humanitarios” bandidos un argumento para la intervención militar, que se produjo apoyada en la resolución 1973 de las Naciones Unidas, que daba carta blanca para que lo hicieran los países miembros por su cuenta, pero con la condición de no pisar suelo libio y con el objetivo fundamental de crear un espacio de “exclusión aérea”, es decir que Khadafy no pudiera bombardear con aviones a los rebeldes. A esta altura no sabemos cual será el resultado de estos ataques de la coalición imperialista, pero sí es seguro que habrán matado a muchos civiles inocentes, como siempre; y que sin necesidad de volar, Khadafy sigue atacando por tierra, enfrentándose con el coraje desarmado de un pueblo heroico.

Armas y voluntarios para apoyar la resistencia del pueblo libio contra Khadafy

Es aquí, entonces, donde se plantea una cuestión decisiva para todo revolucionario, para toda persona honestamente democrática, para los trabajadores y gente del pueblo: la de agotar todas las formas de apoyo a los luchadores libios (armamento, combatientes, alimentos, medicamentos etc.) ; exigir el cese la intervención militar imperialista y la derrota de Khadafy.

En estos momentos es imperioso que todas las organizaciones internacionales en especial de la izquierda, lleven adelante una campaña internacional planteando esas medidas: exigir el cese de la intervención militar imperialista; que los pueblos de Túnez y Egipto reclamen a sus gobiernos -surgidos de sus revoluciones- que hagan llegar a los revolucionarios libios armas y todo el pertrecho bélico que les sea posible, facilitando además la ida de voluntarios de esos y otros países a luchar contra Khadafy; las organizaciones obreras, estudiantiles y democráticas de todo el mundo deben hacer lo mismo y organizar colectas de dinero y todos los elementos que ayuden al pueblo libio a fortalecerse y vencer. Es un compromiso de honor que debemos cumplir.

¡Abajo Khadafy y su régimen dictatorial!

¡No a la intervención militar de la coalición imperialista!

¡Armas y voluntarios para el triunfo de la Revolución Libia!

La Chispa”. Marzo 2011.-