Chile - VOTAR NULO ...un deber ético

Posted by Nuestra publicación: on miércoles, diciembre 09, 2009


¿POR QUE EN ESTAS ELECCIONES ES UN DEBER ÉTICO VOTAR NULO?


Luis Mesina

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Ante la proximidad del proceso electoral, que se llevará a efecto el 13 de diciembre los trabajadores y el pueblo, continúan sin representación. Las cuatro candidaturas que se disputan la presidencia de Chile, están al servicio de la misma política imperialista que durante estos últimos 20 años la Concertación ha venido aplicando en el país.

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En efecto, por un lado el candidato Sebastián Piñera, un empresario millonario aparece, según los medios de comunicación, como el más aventajado, representa a la derecha tradicional del país. Detrás de él, dos partidos son los que le apoyan, uno, Renovación Nacional (RN) desde donde él es originario y, otro Unión Democrática Independiente (UDI). Este último, el más grande del país, medido por parlamentarios y votos en la última elección, es el genuino heredero de Pinochet, allí se ubican la mayoría de los parlamentarios que apoyaron en cargos de responsabilidad a la dictadura; de tendencia conservadora, muy ligada a la Iglesia y al Opus Dei, es la replica del PP de Aznar. RN en cambio, es aparentemente más democrática, el propio Piñera voto por el NO para el plebiscito que puso fin a la dictadura el año 1998 y es hijo de un alto funcionario de la Democracia Cristiana; tiene una apariencia más democrática, se le ha comparado con Sarkozy.

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En el oficialismo, el candidato de la concertación es el democristiano Eduardo Frei, ex presidente entre (1996-2000), gran artífice de la política de privatizaciones que llevó adelante la Concertación después de Pinochet. Hoy, es apoyado por el Partido Socialista (PS) el mismo partido que un día llegó con Allende a la presidencia; por la Democracia Cristiana, un partido vinculado a la Iglesia y muy venido a menos; por el Partido por la Democracia (PPD), un partido instrumental aséptico ideológicamente surgido a comienzo de los 90 y fundado por Ricardo Lagos, ex presidente de la concertación entre (2000-2006); y por un partido pequeño llamado Partido Radical Socialdemócrata. En síntesis, Frei es apoyado por cuatro partidos, tres de los cuales responden directamente a la Socialdemocracia y uno al Social Cristianismo. Se ubica en las encuestas a casi 10 puntos de Piñera.

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En tercer lugar y muy cerca de Frei, se ubica Marco Henríquez Ominami, joven de 35 años, hijo del legendario fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) de los años 60. Proveniente de la concertación del PS, rompió a mediados de marzo de este año y con un discurso que pone énfasis en el “cambio” y en la denuncia a la corrupción de la Concertación, desde donde proviene, ha logrado capturar la simpatía de muchos votantes lo que ha generado serias complicaciones a la Concertación y, nadie puede asegurar que no desplace a Frei y sea él quien pase a la segunda vuelta para enfrentar a Piñera. Su propuesta programática es quizás en lo formal un poco más progresista, plantea subir los impuestos a las grandes empresas, aplicar un Royalty a la Minería e introducir modificaciones al régimen presidencialista; pero, en lo sustantivo, es apoyado por extraños personajes cuya vinculación con la derecha y con sectores empresariales evidencian que es más de lo mismo, es decir, no se avizora una diferencia sustantiva con Frei y Piñera.

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En último lugar con una ponderación que no supera el 6% se ubica Jorge Arrate, ex PS, ex ministro de la Concertación en los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos y que rompió con ésta, también a comienzos de marzo y pasó a formar parte del conglomerado “Juntos Podemos” que es una orgánica creada e integrada mayoritariamente por el Partido Comunista (PC). El candidato Arrate, acaso el más hábil de los tres, ha instalado un discurso crítico, panfletario de defensa del Cobre chileno, de cambio en la constitución, de revisión de la política tributaria, de defensa del agua, etc. Sin embargo, ha sido el más claro en señalar que ya existe un acuerdo con FREI para apoyarle en segunda vuelta. Han acordado entre el PC y la Concertación un acuerdo denominado “pacto por omisión” que consiste en no competir, omitiéndose de llevar candidatos parlamentarios en algunas jurisdicciones y apoyarse mutuamente. De hecho los candidatos a diputados del PC se fotografían con Bachelet y no con Arrate para garantizar una sola estrategia electoral entre Frei y Arrate. A pesar de ser el candidato más “hábil”, más demagogo, no logrará más de los votos que históricamente el PC ha obtenido, con esta política ha ratificado su rol de colaboración con la política imperialista de la Concertación.
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La situación política en Chile, en consecuencia está determinada por el proceso electoral del 13 de diciembre y la segunda vuelta en enero, pues resulta muy difícil que Piñera, pueda ganar en primera vuelta. Arrate y el PC ya han comprometido su apoyo a Frei para la segunda, no así para el candidato Marco Henríquez.

Este cuadro, se da en la más absoluta orfandad del movimiento popular y de los trabajadores. Se han desarrollado algunas movilizaciones importantes en la minería del Cobre y en el sector de los Forestales, todo ello, en el más absoluto fraccionalismo, sin contar la adhesión del resto del movimiento obrero, pues sus direcciones, en su mayoría vinculadas a la Concertación y al PC se han preocupado mucho de mantener fragmentados los conflictos de los trabajadores. El rol más descarado y traidor, lo jugó el PC en el conflicto del Profesorado quien enfrentó una huelga de más de 30 días y que finalizó con una derrota importante desde el punto económico, pero, mucho más, desde los objetivos estratégicos que persigue el gobierno de Bachelet y la Concertación, que es avanzar hacia la privatización de lo poco que queda de educación pública en el país, el rol del PC de fragmentar, de desmoralizar al profesorado es la más alta traición de estos últimos años. Lo único rescatable, luego del conflicto es que cientos de profesores, a pesar de esta política expresaron su voluntad de lucha y al calor de la misma, surgieron nuevos dirigentes que hastiados de la política de traición buscan nuevas formas de organización.

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Un paréntesis lo constituye la lucha de algunos sectores del Pueblo Mapuche, que en diversas regiones de la Zona Sur han desatado la “guerra” contra el Estado chileno, sin contar con un apoyo masivo del resto del pueblo. En parte, por el carácter segregado de sus demandas que en lo absoluto representan el sentir nacional.Contradictoriamente, la crisis económica no ha golpeado como inicialmente se esperaba. Factores exógenos transitorios, han contribuido para que el Gobierno enfrente con mejores herramientas las consecuencias de la crisis mundial. En efecto, el alto precio del Cobre y la alta demanda China por estos metales ha hecho que las arcas fiscales cuenten con recursos para el desarrollo de políticas asistenciales, cuestión que ha caracterizado al gobierno de Bachelet. De igual manera, el precio de la celulosa y la madera en algunos mercados del Asia, dado la inmensa cantidad de acuerdos de libre comercio que Chile tiene con el Asia Pacífico, ha permitido una significativa masa de recursos con los que se ha soslayado la crisis.

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En este marco no hay posibilidades.

Los cuatro candidatos son la continuidad de la aplicación de un modelo brutal contra los trabajadores y el pueblo. La permanente aplicación de planes de la Concertación contra los derechos fundamentales de los trabajadores son la evidencia más cristalina que estos gobiernos están para asumir las posturas y dictámenes del imperialismo. Todo es funcional a la política de Obama. Un silencio cómplice frente a la estrategia imperialista en Honduras; un silencio frente a las bases norteamericanas en Colombia, es decir, un gobierno -y las candidaturas no se distinguen de eso-, comprometido con la aplicación de las políticas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), del Fondo Monetario Internacional (FMI ) y de los organismos internacionales.

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Los trabajadores en este escenario nada podemos esperar; ninguna confianza en quienes han hecho posible la destrucción del Estado y de los derechos de los trabajadores y del pueblo chileno; ninguna confianza en quienes han patrocinado en el concierto internacional las tropas de invasión en Haití; quienes le guiñan permanentemente el ojo a los gobiernos de Colombia, de México y de Brasil como buenos alumnos del Imperio y que no trepidan en cuestionar los excesos de los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Es decir, gobiernos que han tomado partido del lado del imperialismo en contra de cualquier proceso que reivindique rupturas con las transnacionales o formas reformistas de gobierno.Las cosas están claras, no hay quien represente los intereses de los trabajadores, por lo que es preciso llamar a “votar nulo”, pero, llamando al mismo tiempo a organizarse sobre la más absoluta independencia política de los trabajadores; a votar nulo, de manera activa, con el compromiso de avanzar en la construcción de una alternativa urgente para el Pueblo y los trabajadores.

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En consecuencia, en el marco de la unidad con otros sectores sobre la base principista de independencia de clases y en abierta postura de cuestionamiento al imperialismo, aglutinados en el Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores (MPT) llamamos a repudiar mediante la anulación del voto, a los que nos someten a sueldos indignos por nuestro esfuerzo. A repudiar a los que pisotean diariamente nuestros derechos a una vivienda decente, a salud de calidad y gratuita, a una educación pública de excelencia y también gratuita.

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Anular el voto será un acto de justicia y futuro. En él debemos reconocernos los descontentos, los marginados, los verdaderos excluidos. Todos quienes constituimos la inmensa mayoría. Los ofendidos por las castas políticas y militares durante los últimos 36 años. La utilidad de votar nulo en esta contienda, radica en dar inicio a un camino de encuentro para conformar una mayoría activa que se proponga ser una alternativa real de cambios profundos. Una alternativa para que manden en nuestra tierra, los pueblos, para que manden los que hacen posible con su vida y su energía la riqueza, los trabajadores.

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Aún cuando no somos electoralistas, no estamos en contra de los procesos electorales. Este llamado no es abjuración de esas contiendas. Por el contrario, persigue contribuir a forjar encuentros para hacer posible la futura intervención en ellas, como una táctica más de esta marcha multitudinaria en la acumulación de una corriente que barra de una vez a los que sostienen la más odiosa desigualdad y falta de oportunidades, el desprecio y la opresión hacia los pobres, los trabajadores, los sectores medios, pueblos originarios y la juventud. Una corriente que conduzca hacia la victoria popular, a la renacionalización del cobre, la nacionalización de la banca, el fin del negocio de la salud y la previsión social. Y en definitiva, a la instauración de una nueva institucionalidad basada en la más plena soberanía popular.

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Comencemos por anular el voto en estas elecciones, para golpear a los candidatos de turno, que son la continuación del mismo y penoso circo iniciado en 1990. Cualquiera de ellos que triunfe, no reportará salarios justos, no resolverá la cuestión nacional mapuche, no hará menos despiadada la explotación, la marginalidad ni la represión a la protesta social.

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Anulemos el voto hoy, para levantar una mayoría nacional transformadora, sustentada en los trabajadores y las demandas de los pueblos. Anulemos el voto hoy, para forjar una propuesta alternativa en los próximos comicios. Anulemos hoy el voto, para movilizarnos mañana contra la cesantía y la sobre explotación, contra las condiciones de trabajo humillantes.

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Debemos votar nulo porque ninguno de los candidatos representa los intereses de las grandes mayorías. Porque hoy los chilenos y chilenas somos cada vez más pobres; tenemos menos y peores trabajos; la educación y salud decentes son sólo para una minoría que puede pagarlas; la desigualdad campea; y somos más infelices en todos los planos.

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Porque este será un castigo para los poderosos y la señal de llamada para los millones de descontentos a sumarnos en un proceso de unificación y lucha, hasta barrer a los mercaderes de la política que lucran con las penurias de los ofendidos y poner fin a todas las injusticias, mediante la construcción de una nueva sociedad.