Historia: 1986, las perspectivas para la revolución Nicaragüense

Posted by Nuestra publicación: on miércoles, noviembre 21, 2007

Este artículo es una reedición de carácter histórico de la edición original de 1986, publicado en ingles con motivo del 25° aniversario de la llegada Sandinista al poder. El texto fue publicado inicialmente en Militant International Review, la antecesora de Socialism Today, la revista del Socialist Party, Comité por una Internacional de Trabajadores en Inglaterra y Gales. socialistworld.net.*
Las perspectivas para la revolución Nicaragüense
La crisis del ‘Irangate’ norteamericano reveló que el dinero conseguido de la venta de armas a Irán había sido usado para financiar a los ‘Contras’ nicaragüenses. Una vez más el futuro de la revolución nicaragüense es motivo de reflexión de los trabajadores y los jóvenes en todo el mundo.
En julio de 1979 ocurrió el derrocamiento de la odiada dictadura de Somoza después de 40 años de represión brutal. Esto ayudó a reanimar las llamas de las luchas revolucionarias que se estaban extendiendo por América Central y Latinoamérica. La revolución de Nicaragua ayudó a entusiasmar a la juventud en Sudamérica, sectores de los cuales vieron el movimiento insurreccional como un ejemplo a ser imitado. Este desarrollo, por si mismo, requiere un estudio pormenorizado de la revolución Nicaragüense con objeto de clarificar las tareas ante los trabajadores y jóvenes en países como Brasil, Argentina y Chile.
Tony Saunois, cit

Los acontecimientos en Nicaragua también han llevado al imperialismo norteamericano al borde de la intervención militar directa y a financiar a los Contras hasta con más de $100 millones de dólares. El imperialismo norteamericano se aterró ante la perspectiva de la revolución de extenderse a través de Centro América, derribando los regimenes títeres en El Salvador, Honduras, Guatemala etc. Donde la revolución se ha venido desarrollando rápidamente. Ha sido el temor a la revolución en América Central, con sus inevitables consecuencias en Sud América, lo que ha obligado a Reagan y al imperialismo de EEUU a tratar de ‘extinguir’ el ‘ejemplo’ de Nicaragua.

No puede haber dudas que el derrocamiento de la dictadura de Somoza anunció un tremendo paso hacia delante para los trabajadores y campesinos de Nicaragua, especialmente cuando se lo compara con la pesadilla de la pobreza y la miseria creciente en todo el continente. Bajo la dictadura de Somoza, enfermedades prevenibles mataban más del 30% de los niños en el campo. Desde la revolución, la mortalidad infantil ha sido reducida del 33% a 8% y sobre un millón de personas han sido vacunadas en una campaña masiva contra la polio. El consumo de maíz ha subido en 33%, los frijoles en 40% y el arroz en 30%. En los años finales de la dictadura de Somoza un total de 1.000 doctores en toda Nicaragua fueron visitados un total de 200.000 veces. Desde la revolución 500 doctores se han titulado cada año y han visitado pacientes 6 millones de veces anualmente.

Se ha desarrollado una campaña masiva de alfabetización, enviando ejércitos de profesores y esudiantes al campo para ayudar a erradicar el analfabetismo. Antes de la revolución se estimaba que el 75% de la población nunca había leído un libro y que ¡sobre 50% era analfabeta! Esta tasa ahora se ha reducido a 14% y se han construido 1.200 escuelas.

Tales desarrollos son claramente apoyados por todos los activistas en el movimiento de trabajadores. Sin embargo han provocado que muchos jóvenes desarrollen ilusiones en la dirección de los Sandinistas, imaginando que se está llevando a cabo la revolución socialista. El marxismo apoya cualquier conquista y pasó hacia delante de las masas explotadas de Nicaragua, y esta implacable opuesto al imperialismo en sus intentos de aplastar la revolución. Sin embargo, al hacer esto los marxistas no pueden ni deben reducir su papel simplemente a aplaudir. Esto es especialmente el caso cuando aquellos logros conquistados son amenazados por la contra-revolución. Es necesario analizar los procesos en la revolución y explicar como los logros obtenidos pueden ser defendido y desarrollados mejor.

La cuestión clave, que va directo al corazón del asunto en Nicaragua y América Central en general, es la teoría de la Revolución Permanente y la cuestión del carácter de clase de la revolución. Por todo el mundo colonial, especialmente en Centro y Sudamérica, un enorme movimiento de masas ha tenido lugar. Solo tres años atrás toda Sudamérica era un gigantesco campo de concentración. ¡Todavía hoy! Dos dictaduras militares policiacas permanecen, en Chile y Paraguay. Ha sido el movimiento de los trabajadores, los jóvenes y las masas explotadas, el que ha provocado la caída de estos regimenes. Como veremos más adelante, lo mismo es verdad en Nicaragua.

En esos países la tarea inmediata que se planteó fue resolver los asuntos de la revolución burguesa. Esto es, el desarrollo de la industria, la solución del problema de la tierra, asegurar un estado nacional unificado e independiente y el establecimiento de una democracia parlamentaria estable. En diferentes grados estos asuntos están en el corazón de las tareas inmediatas planteadas en toda América Latina.

La Revolución Permanente
Como explicaron Trotsky y Lenin, en la época moderna el problema es que estros asuntos no pueden ser resueltos por las clases capitalista nacionales en los países coloniales porque son muy débiles. Ligadas al latifundio y en último análisis a los pelos de la cola de las potencias imperialistas más poderosas. Las economías de los países coloniales están dominadas por las multinacionales que las han usado como fuente de trabajo barato y para asegurarse materias primas y minerales.

Entonces, ¿Cuál clase es capaza de resolver estos problemas fundamentales, críticos para el desarrollo ulterior de la sociedad? Como demostró brillantemente la experiencia de la revolución rusa, es solamente la clase obrera industrial, con el apoyo de los campesinos pobres y las capas explotadas de la sociedad, quien puede llevar adelante esta tarea. Porque incluso en los países coloniales atrasados, con las inversiones de las potencias imperialistas y, hasta cierto punto con el débil desarrollo de la clase capitalista nacional, ha sido creada una clase obrera industrial.
Sin embargo, después de la toma del poder esa clase no podría limitarse meramente a la cuestión de la revolución burguesa sino que, por pura necesidad, traspasaría tales limites y asumiría las tareas de la revolución socialista, con la nacionalización de la economía y un plan centralizado de producción basado sobre un sistema de democracia de trabajadores. Para sentar las bases para la construcción de una sociedad socialista la revolución debe desarrollarse más allá de los estrechos limites de las naciones atrasadas y subdesarrolladas a los países capitalistas avanzados. Así, aunque la revolución puede empezar en un país colonial, para resultar en la construcción de una sociedad socialista debe desarrollarse a una escala internacional. Esas eran las ideas de los Bolcheviques durante la revolución rusa bajo la dirección de Lenin y Trotsky. El fracaso de la revolución internacional dejó a la URSS aislada, con una economía atrasada y escasez horrorosa lo que, junto con los intentos del imperialismo por aplastar la revolución, abrió el camino a la contra-revolución política en los años 1920. Aunque dejó intacta la base económica de la revolución de 1917 (la economía nacionalizada planificada), la contra-revolución destruyó la democracia obrera y la reemplazó con una casta burocrática – una clica que ahora ha abandonado cualquier idea de revolución mundial y en lugar de ello actúa como un freno contra-revolucionario de esos desarrollos con objeto de proteger su propia posición. Porque el desarrollo de la revolución en una nivel internacional provocaría una revolución política que restauraría la democracia obrera.

En una época reciente, en el curso del desarrollo de la Revolución Colonial, se ha abierto un nuevo giro. En algunos países se ha llevado a cabo la revolución, pero de manera distorsionada. El impasse de la sociedad ha sido tal que, a pesar de la ausencia de una fuerza marxista genuina, el capitalismo y el latifundio han sido derrocados. Sin embargo, no han sido remplazados por una democracia obrera sino con un aparato de estado a imagen del de Moscú hoy día en lugar del de 1917. En la cúspide de esos regimenes han sido puestos grupos guerrilleros, estudiantes e intelectuales o incluso sectores radicales de la casta de oficiales del ejercito. Cuando asumieron el poder, estos líderes nunca lo hicieron con la perspectiva de completar la revolución. Fueron impulsados a hacerlo en parte por la presión de masas y, por ejemplo en el caso de Cuba, debido a la reacción del imperialismo en la forma de un boicot económico. Esos regimenes, como en Cuba, China, Siria etc. Han sido muy populares y disfrutado de un tremendo apoyo al sentirse los beneficios de una economía nacionalizada planificada. Aunque la ruptura con el latifundio y el capitalismo ha representado un tremendo paso adelante, estos desarrollos – no obstante – no han significado la revolución socialista y regimenes de democracia obrera.

La ausencia de un régimen de democracia obrera ha sido enraizado en la naturaleza de esas revoluciones, y en particular por la ausencia de un papel dirigente jugado por el proletariado, que encuentra su máxima expresión en un partido marxista de masas. Porque solamente la clase trabajadora puede consumir la transformación socialista de la sociedad. Cuando otros grupos intentan hacerlo lo mejor que pueden lograr es la revolución social en una forma distorsionada y el establecimiento de un régimen burocrático totalitario de partido único.

Son estos aspectos cruciales de la revolución Colonial y Permanente los que ahora son de importancia crítica para encontrar un camino que lleve al desarrollo exitoso de la revolución socialista en Nicaragua, y permita derrotar la amenaza de contra-revolución, por el imperialismo de EEUU y los Contras.

Para hacerlo es necesario mirar el desarrollo histórico del desarrollo de Nicaragua, tomando especialmente en consideración el papel jugado por la burguesía nacional, la clase trabajadora y el campesinado.

El desarrollo histórico de Nicaragua.
Como todos los países de Centro y Sudamérica, Nicaragua ha sido consistentemente saqueada y explotada por el imperialismo. Conquistada por España en 1523, Nicaragua fue brutalmente desangrada bajo el poder colonial. Alguna resistencia exitosa fue desarrollada por los indios Mismitos en la costa atlántica, más tarde ellos recibieron algún apoyo de Gran Bretaña que en esa etapa quería una base para sus propias operaciones en el área contra las potencias de España, de los franceses y finalmente de Norteamérica. Este apoyo fue a cambio de que el imperialismo británico pudiera explotar el área con mano relativamente libre.

Trescientos años de colonización española vieron a Nicaragua convertirse en una base de exportación de esclavos a países como Santo Domingo, Ecuador, Perú y Chile. Como miembro de la Federación Centro Americana, le fue garantizada la “independencia” en 1821 y la esclavitud fue abolida en 1824. Sin embargo el trabajo servil continúo durante el siglo XIX. Para ese momento dos grupos claros habían emergido de la clase dominante. El primero fue el llamado sector ‘liberal’, basado alrededor de áreas como la del Puerto de Corinto en la costa del Pacífico. Principalmente compuesto de pequeños propietarios, artesanos y otros, ellos conformaban una clase de comerciantes detallistas que fue profundamente afectada por la Gran Revolución Francesa, y fueron vigorosos defensores del libre comercio. Contra ellos se levantaba una clica ultra-conservadora de aristócratas y latifundistas.

Aunque los regimenes ‘liberales’ quizá eran ligeramente menos represivos cuando tenían el control, rápidamente demostraron su debilidad. Fueron totalmente incapaces de resistir la influencia dominante del imperialismo norteamericano y en último análisis siempre se arrastraron tras sus faldones después de unas pocas protestas contra los ‘excesos’ de EEUU, que podían haber afectado sus intereses particulares. Eran incapaces de continuar las tradiciones de la burguesía francesa en ascenso, de la cual de todas maneras adoptaron un cierto ‘radicalismo’ verbal. Nicaragüenses.

La clica conservadora incluso se atrevió a intentar colocarse una mascara ‘radical’, pero aceptó el manto de la colaboración completa con el imperialismo norteamericano desde el mismo comienzo. Sin embargo, ellos eran un poderosos grupo basado en los mercados cafeteros que hasta 1950 significaban el 50% de las exportaciones.

Así, la burguesía nicaragüense desde el principio fue débil y enclenque, especialmente frente a las poderosas potencias imperialistas. Como tales eran incapaces de jugar cualquier papel sustancialmente independiente y ciertamente no uno progresista. Fueron incapaces de acercarse siquiera a completar las tareas de la revolución burguesa, que los ‘liberales’ habían contemplado, con tanta envidia, cumplir históricamente a sus contrapartes franceses. En último análisis aceptaban el papel de ser poco más que los cupones por cortar del imperialismo. Entre los dos grupos se libró una amarga lucha bajo la forma de golpes militares, dictaduras y guerra civil, con el imperialismo de EEUU, mientras se desarrollaba, jugando el papel de arbitro apoyando a cualquiera que sirviera mejor a sus propósitos en el momento.

El descubrimiento de oro en 1843 trajo con él un aumento del interés por América Central, especialmente con la perspectiva de construir un canal de costa a costa para el embarque de oro y otras materias primas. En agosto de 1849, Roberto Ramírez, como Director Supremo de Nicaragua, firmó el primer contrato permitiendo la construcción de un canal así. Al mismo tiempo, la Asamblea Legislativa aceptó el principio de “exclusión absoluta de intervención extranjera en los asuntos internos del estado y llamó a los otros estados de América Central a hacer lo mismo.”

Como demostraron los eventos, tal declaración fue más un sueño de cómo querían las clases dominantes nicaragüenses que fueran las cosas. Porque cuando el imperialismo norteamericano restalló el látigo, saltaron con celeridad y aceptaron las ‘realidades’ de la vida. Eran demasiado débiles para tomar seriamente cualquier posición y temían cualquier movilización de las masas nicaragüenses con la que habrían tenido que haber chocado.

La guerra civil estalló en 1850 llevando al poder al extremadamente reaccionario, Prutos Chamorro. Esto provocó una rebelión entre los ‘liberales’ quienes, bajo el liderazgo de Jerez y Castellón, desembarcaron una pequeña fuerza militar en El Realejo en 1854. Este grupo ‘liberal’ rápidamente comenzó conversaciones de paz con objeto de tratar de asegurar algunas concesiones. El ofrecimiento fue rechazado y los ‘liberales’ se volvieron hacia el norte para obtener la ayuda de un mercenario norteamericano, William Walker. Él a cambio de generosos pagos, ofreció una fuerza de 300 hombres. Desembarcó en 1855 – con ciudadanía nicaragüense y el rango auto concedido de Coronel.

De hecho el ala ‘liberal’ de la clase dominante nicaragüense había enlistado el apoyo de un conocido propietario de esclavos del sur que tenía sus propios objetivos – tomar el control no solamente de Nicaragua, sino de toda América Central como base de la cual reforzar los estados esclavistas de Norte América.

El poder en ascenso del imperialismo norteamericano.
Walker tomó el poder e instaló a su títere Rivas como presidente cuando él, en realidad, gobernaba desde atrás. Tan reaccionarios y brutales fueron sus métodos que incluso Rivas sintió repugnancia. Aunando a toda América Central en su apoyo, Rivas se rebeló en 1856, comenzando la llamada ‘Guerra nacional’. En respuesta, Walker se nombró a si mismo presidente de Nicaragua y El Salvador. La pretensión de Walker de conquistar toda América Central le hizo entrar en conflicto con el imperialismo británico porque trató de extender su influencia en las áreas costeras de los indios Miskitos - entonces una colonia inglesa que más tarde fue incorporada a Nicaragua. Walker fue derrotado en 1857, con lo cual retornó a Norteamérica para lanzar un ataque adicional en 1860.

En esa etapa, los Estados del norte de Estados Unidos claramente no querían una victoria para Walker que hubiera fortificado la posición de los estados sureños. También estaban comenzando a ver hacia América Central como un área potencial de desarrollo de ellos mismos. Walker fue capturado por una lancha cañonera británica, y entregado al gobierno de Honduras donde fue puesto contra un muro y fusilado. Todo el incidente demostró claramente el papel del ala ‘liberal’ de la clase dominante nicaragüense. El camino se abrió formalmente para la penetración norteamericana con la firma del tratado de Cassirisarra en 1859.

Eventualmente los ‘Liberales’ tomaron Managua en 1893, después de una serie de levantamientos. En 1894 anexaron la costa Mismito, pagando al imperialismo británico $15 millones de dólares norteamericanos por ella en ‘compensación’.

Este era el periodo de la potencia en alza del imperialismo norteamericano, que estaba sacando para afuera a las principales potencias capitalistas europeas. Fue adoptada la política llamada ‘diplomacia del dólar’. A ciertos países a través de la región les fueron otorgados préstamos. A cambio EEUU recibió garantías de derechos exclusivos de comercio y de explotación de minerales y de otras materias primas. En realidad esto significaba que los territorios concernidos eran cedidos al imperialismo de EEUU para que hiciera lo que quisiera. Fueron impuestas condiciones para proteger las inversiones, los bancos y los ferrocarriles, los cuales, en caso de no cumplimiento, implicaba el derecho automático a la intervención militar.

En 1893 el Partido Nacionalista Liberal llegó al poder. Recibió la oferta de armas para ‘unificar América Central’ a cambio de que los EEUU recibieran derechos exclusivos para construir y operar un canal que conectara de costa a costa. El presidente Zelaya se negó. Así que los EEUU prepararon su caída y las tropas norteamericanas invadieron Nicaragua por primera vez en 1909. Díaz, una marioneta presidencial fue puesta en el poder. Él inmediatamente accedió a las siguientes ‘propuestas’: la abolición de todos los monopolios estatales; un acuerdo para pagar la deuda externa; la garantía de los intereses de todos los extranjeros; la puesta bajo control de los bancos acreedores norteamericanos de todas las aduanas de Nicaragua, los bancos nacionales, ferrocarriles y puertos. Las condiciones eran tan duras que una vez más los ‘Liberales’ se rebelaron en 1912. 2.700 marines desembarcaron para aplastar la revuelta. Díaz fue ‘electo’ presidente nuevamente, recibiendo 4.000 votos de una población de 800.000.

El imperialismo norteamericano estaba decidido a mantener el control total de Nicaragua, principalmente por sus propios intereses en la construcción del canal. Los marines de EEUU fueron estacionados permanentemente en Nicaragua hasta 1925. Dos meses después de su retirada tuvieron lugar elecciones, solo para ser seguidas por otro golpe de estado de los Conservadores bajo la conducción de Chamorro. Una vez más estalló la guerra civil con extendidos ataques contra los intereses norteamericanos. La rebelión fue dirigida por el Vicepresidente Moncada. Nuevamente fueron enviadas las tropas norteamericanas. Se ofrecieron condiciones de paz que fueron aceptadas por Moncada en nombre de los oficiales ‘liberales’. Sin embargo, hubo una excepción: Sandino, o como pasó a ser conocido, ‘el general de los hombres libres’. Él se negó a aceptar la paz ofertada y comenzó una guerra de guerrillas que duró hasta 1932.

La postura del general de hombres libres Sandino ganó la simpatía de miles de campesinos y las masas urbanas. Habiendo sido traicionado por los ‘Liberales’ y lleno de odio al imperialismo norteamericano, su lucha capturó la imaginación a través de Nicaragua y Centroamérica. Más aún, atrajo la simpatía internacional a partir de la memoria de la revolución rusa, la revolución china de 1927 y la huelga general británica de 1926, y fue vista por los activistas emocionados por ella como otra lucha contra el imperialismo. Incluso se informó de banderolas de apoyo a Sandino en Pekín en 1927.

El ejercito guerrillero que comenzó con sólo 27 reclutas creció rápidamente y en su punto más altoi llegó a cerca de 3.000. Su apoyo provino básicamente de los campesinos y de los pobres urbanos, no solamente de Nicaragua sino de toda América Central y Sudamérica. En sus filas se encontraban jóvenes de Sudamérica, Centroamérica e incluso algunos europeos y unos pocos de Asia. Este movimiento, incluso limitado, aterrorizó al capitalismo y al imperialismo norteamericano. Como resultado 800 marines de EEUU, bien armados, fueron enviados para aplastar a las guerrillas cuando estas contaban entre 50 y 100 hombres. Sandino y su ejercito condujeron lo que sólo puede ser descrito como una lucha extremadamente heroica, que ha dejado una poderosa tradición en Centroamérica y hasta cierto punto en Sudamérica. Al principio ellos sufrieron algunas derrotas, pero más tarde ganaron victorias muy contundentes contra los EEUU y las fuerzas nicaragüenses.

El régimen se indignó cuando fracaso al principio en aplastar este movimiento, desatando un reino de terror contra las masas campesinas. Ejecuciones en masa, torturas y golpizas tuvieron lugar de manera completamente indiscriminada. No obstante, esto sirvió solamente para aumentar las simpatías por el ejercito de Sandino. La Guardia Nacional asumió mucho de la represión. Había sido establecida a instancias del imperialismo de EEUU y luego dirigida por este. Un ejemplo de la brutalidad desplegada fue Ocotal, un pequeño pueblo saqueado por un grupo de campesinos que no eran de las fuerzas de Sandino El resultado fue una masiva incursión de bombardeo, resultando muertos más de 300 en un ataque. 70 bombarderos fueron llevados a Managua de EEUU y utilizados en el campo y a través del país. Después de un breve interludio de negociaciones las tropas de EEUU pasaron a la ofensiva. Todos aquellos que eran tomados prisioneros eran fusilados inmediatamente. Se establecio la infame tortura del ‘chaleco’ en la que los dos brazos de la víctima eran cortados.

Contra probabilidades aparentemente increíbles y con pocas armas, la lucha continúo durante algunos años. En 1932, después de haber recibido la seguridad que las tropas norteamericanas serían retiradas y prometida la seguridad de sus combatientes, Sandino aceptó rendirse. Fue un error desastroso del cual se pueden aprender muchas lecciones, especialmente en la situación que se ha desarrollado en el periodo reciente. Cuando los guerrilleros entraron en las ciudades las promesas de ‘seguridad’ a sus hombres se probaron inexistentes. Fueron detenidos por la Guardia nacional y ejecutados, bajo las ordenes de Somoza.

Más tarde Sandino, después de cenar con funcionarios del gobierno, fue asesinado. Incluso en su muerte la dominación del imperialismo norteamericano y la colaboración que disfrutaba con la burguesía nacional quedo expuesta claramente. Somoza le dijo al presidente, “Vengo de la Embajada de EEUU donde tuve una conferencia con el Embajador Arturo Bliss, quien me aseguró que en gobierno en Washington recomienda la eliminación de Augusto Sandino por considerarlo un perturbador para la paz en el país.”

Sandino dirigió una lucha heroica. Sin embargo el heroísmo no es suficiente para una lucha exitosa. En su analisis y metodo había una debilidad fundamental que le impediría la victoria – una debilidad que desafortunadamente existe entre la dirección del FSLN hoy. Para Sandino la lucha era puramente militar, el objetivo era expulsar a las tropas norteamericanas del suelo de Nicaragua. Incluso si esta meta se hubiera conseguido el fallaba al no mirar que sin una revolución social el imperialismo seguiría dominando económicamente. Más aún, lo haría con sus manos con guantes con la burguesía nacional.

Como resultado, se negó a dejar que la lucha se desarrollara hacia las cuestiones sociales y no reconoció la existencia de lucha entre las clases sociales dentro de Nicaragua. El movimiento era puramente nacional, sin orientación de ganar y movilizar el apoyo de las masas explotadas en toda América Central, lo que claramente se podía haber logrado. Después de todo, ¿Cómo una pequeña nación como Nicaragua podría derrotar al poderoso poder imperial sola, sin dar un contenido de clase al movimiento?

La dictadura de Somoza.
Para Sandino era así “esencialmente un asunto nacional”. Mientras concluía correctamente que “solo los campesinos y los obreros irían hasta el final”, no saco la conclusión necesaria en relación con la revolución social, y no hizo ningún esfuerzo real para construir una base en los centros urbanos que estaban creciendo en esa época. Las posibilidades de ganar a las jóvenes masas urbanas para la revolución en toda Centroamérica quedó demostrada por los acontecimientos que tuvieron lugar en El Salvador, donde, en las primeras y últimas elecciones libres el Partido Laborista llegó al poder sobre la base de un movimiento por la reforma agraria y un movimiento en las ciudades. Esto fue seguido en 1932 por elecciones locales que dieron grandes ganancias al Partido Comunista. Incluso en esta etapa un 10% de la fuerza laboral estaba organizada en sindicatos. El Partido Comunista llamó a una insurrección, de manera prematura, y fue aplastada. Sin embargo, estos acontecimientos claramente indicaban las posibilidades que existían en esa época.

Pero Sandino tomó otro curso: “Ni extrema derecha ni extrema izquierda sino un Frente Unido es nuestro lema. Porque dado el caso no es ilógico que nuestra lucha pudiera recibir la coperación de todas las clases sociales sin ‘ismos’ o clasificaciones.”

Con la retirada de las tropas norteamericanas, se abrió un debate entre los Sandinistas sobre el desarrollo de la revolución social. Sandino se opuso a ello, habiendo expulsado a los ‘comunistas’ de su ejercito con antelación. En parte esto fue debido a las posiciones ultra izquierdistas de ‘socialfascismo’ etc. Adoptadas por la Internacional Comunista en ese tiempo, pero claramente indicaba la debilidad fundamental en el análisis del ‘general de hombres libres’. Se organizó un ‘grupo patriotico’ que presionó a Sandino a rendirse, terminar la guerra y “permitir condiciones de estabilidad para los negocios” bajo el gobierno del ‘Liberal’ Sacasa que era presidente en esa época. Sandino aceptó y entonces fue asesinado después de cenar con Sacasa y Somoza.

El asesinato preparó el camino para un golpe de estado de la Guardia Nacional. Jarquin fue nombrado presidente, quien entonces llamó a elecciones fraudulentas que llevaron a Somoza al poder en enero de 1937. Las elecciones fueron prohibidas en todos los municipios y el periodo presidencial fue extendido. Esto abrió la vía para 40 años de dictadura apoyada, en realidad llevada al poder, por el imperialismo norteamericano. Somoza no fue nada más de una marioneta del imperialismo de EEUU. Sin embargo, a pesar de su represión brutal, la oposición no fue quebrada. Muy significativamente, en Managua se centró alrededor de la CTM (Confederación de Trabajadores de Managua) com más de 3.000 miembros en condiciones de semi-clandestinidad.

Somoza fue asesinado en 1956, su lugar fue tomado en primer lugar por su hijo mayor, que con su muerte lo traspasó a su hermano menor.

La dictadura de Somoza fue una pesadilla para las masas de Nicaragua, con el resultado de masacres de decenas de miles que tenían lugar junto con la pobreza aplastante y la miseria. Se estimaba que 30% de la población no tenía nada cercano a una dieta adecuada. Como en todos los países neo-coloniales la industrialización que tuvo lugar no trajo beneficios en sentido material al jóven proletariado en las ciudades.

Este infierno vivo para las masas de la población nicaragüense se vio reflejada por la acumulación de una fortuna gigantesca de la familia Somoza. Para 1979 se estimaba que tenía una suma de $150 millones de dólares dentro del país y millones más invertidos fuera. Aparte de esto, Somoza era propietario de 150 plantas industriales que totalizaban el 25% de toda la industria y sobre el 10% de la tierra cultivable. También era propietario de la única línea aérea, una estación de televisión, un diario y la agencia de distribución de la Mercedes Benz.

El desarrollo económico de Nicaragua
Somoza consideraba que su papel principal, aparte de incrementar su fortuna personal, era defender los intereses del imperialismo de EEUU. Como señaló su hijo, su padre era “el único líder nacional con él cual los EEUU podían contar para batear 1000% por ellos en las Naciones Unidas.” El imperialismo norteamericano, ciertamente consideraba a Somoza como uno de los suyos, si bien abochornado de alguna manera por ciertos ‘excesos’. Como señaló Franklin Roosevelt, “Somoza puede ser un hijo de puta. Pero es nuestro hijo de puta.”

Somoza se aseguró que en efecto todo el aparato de estado fuera transformado en su propio ejercito privado, sin duda este fue el caso en lo que concierne a la Guardia Nacional de 7.500 efectivos. Para impedir que fuera infectado por el movimiento de campesinos u obreros, Somoza se aseguró que fuera separado del resto de la sociedad y que recibiera vastas ventajas y privilegios. Se pagaban buenos salarios y para impedir que los oficiales establecieran relaciones demasiados familiares con las tropas, eran trasladados regularmente, la mayoría eran enviados a EEUU para entrenamiento. Entre 1946 y 1973, 4120 oficiales fueron enviados a EEUU con estos propósitos. Nicaragua asumió un papel estratégico vital para el imperialismo norteamericano en América Central. Desde aquí fue lanzada la fallida invasión de Bahía Cochinos para aplastar la revolución cubana en 1961.

Durante los 30 años pasados Nicaragua se había vuelto casi irreconocible. Una extensa industrialización había tenido lugar, fundamentalmente por inversión directa de multinacionales y también con préstamos otorgados a la burguesía nacional, que para los estándares centro americanos era relativamente poderosa. Estos préstamos e inversiones aseguraron que el imperialismo tuviera la parte del león y dominara la economía. Así en 1972 la deuda externa llegó a $255 millones de dólares, elevándose a asombrosos $1000 millones de dólares en 1978. Los EEUU tenían inversiones importantes en sectores críticos de la economía pero la burguesía nacional tenía una influencia importante en la industria ligera. La industrialización sobretodo tuvo lugar durante los años 50, lo que resultó en el fortalecimiento de una clase trabajadora industrial mientras miles de ex campesinos vinieron a las ciudades, especialmente a Managua, desde el campo.

El algodón sobrepasó al café, el ganado y el azúcar como la base principal de la economía. La producción subió de 3.300 toneladas en 1950 a 125.000 toneladas en 1965. En 1950 el porcentaje del Producto Interno Bruto de la industria ligera era igual que el de la agricultura. En 1976 era ligeramente superior con 24% comparado con 23%. Como resultado, la población agrícola cayó del 60% del total en 1960 al 44% en 1977. Los trabajadores urbanos empleados en la industria, construcción y minería constituían entre 16 y 18% del total de la fuerza de trabajo en 1975, un porcentaje mayor que el de la Rusia pre-revolucionaria.

Incluso en las relaciones de la tierra estaba produciéndose una transformación importante con un cierto establecimiento de relaciones agrarias capitalistas. La concentración de la tierra en unas pocas manos fue junto con el aumento de trabajadores agrícolas como opuestos a campesinos que seguían constituyendo la mayoría. Una pequeña clica de 1.600, 1.5% de la población, poseía toda la tierra cultivada y 20.3% poseía 41.1% adicional. El 78% más pobre del campesinado poseía apenas 17% de la tierra. El número total de agricultores llegaba a 310.000.

Las luchas de los años 70
Nicaragua, como el resto del mundo colonial, nunca disfrutó los frutos de los años de ascenso del capitalismo, descremado por las potencias imperialistas. Sin embargo, entre 1969 y 1974 una recesión golpeó la economía de Nicaragua con efectos devastadores. Durante este periodo 292 fabricas, 37% del total, cerraron. También creció la inflación. El enterrador de la sociedad capitalista, el proletariado industrial, entró en acción durante este periodo, como una clase trabajadora joven y lozana. La industrialización había levantado tremendas expectativas entre los trabajadores. No obstante, cuando estas expectativas no fueron cumplidas y la economía entró en recesión, el proletariado comenzó a ejercitar sus músculos y a usar su fuerza adquirida recientemente. Esto coincidió con un movimiento entre los campesinos y una lucha dirigida por las guerrillas del FSLN, y culminó en el derrocamiento de la dictadura de Somoza en Julio de 1979.

A lo largo de los años 70 un movimiento considerable de la clase trabajadora tuvo lugar en las ciudades. Estallaron huelgas entre los profesores, trabajadores de la construcción y de la salud. Estas luchas tuvieron su correlato con un movimiento en el campos de toma de terrenos y feroces batallas que involucraron a la Guardia Nacional. Fue durante este movimiento que el FSLN comenzó a ganar autoridad y reputación entre los campesinos y trabajadores de la tierra. Debido a la falta de cualquier otra fuerza seria, después de cierto tiempo también ganó una reputación en las ciudades parcialmente porque era contra el FSLN que el odiado régimen dirigía una gran parte de su propaganda y represión. Este movimiento de los trabajadores y campesinos aterrorizó tanto al imperialismo como a la dictadura de Somoza. Sobre cualquier otra cosa tanto las potencias imperialistas como las burguesías nacionales de los países semi-coloniales temen un movimiento de las masas.

En 1977 los trabajadores de la construcción habían entrado nuevamente en lucha y se habían demostrado como uno de los sectores más militantes del proletariado Nicaragüense. En el campo una guerra civil estaba teniendo lugar. En 1978 estallaron luchas de importancia en León, Esteli, Chirandega y Masaya entre la Guardia Nacional y grupos armados. Eventualmente la Guardia nacional bombardeó esas pequeñas ciudades matando más de 6.000 personas. Masaya resistió el asalto durante una semana. El heroísmo y determinación de lucha eran tremendos. En los años que precedieron la caída de la dictadura un cantidad sorprendente de 50.000, o el 2%, de la población total, fue muerta.

Sectores de la burguesía nacional, temiendo estos desarrollos, comenzaron a pasar a la oposición contra la dictadura. Adoptando una estrategia de tratar de sacar con cuidado al régimen, esperaban ser capaces de controlar el movimiento de trabajadores y campesinos. En esto fallaron completamente, al menos en parte debido a la determinación de Somoza de mantenerse en el poder. Estas divisiones habían comenzando a aparecer tan temprano como en 1970 con una división entre el Partido Conservador y el Partido Nacional Liberal de Somoza y se reforzó a la luz del terremoto que golpeó Nicaragua en 1972, destruyendo Managua. La ayuda internacional llegó con prontitud, pero muy poca encontró su camino para ayudar a aquellos capitalistas que habían visto sus fabricas e inversiones destruidas y que necesitaban compensación y la reconstrucción de la infraestructura que requiere el capitalismo, ninguna ayuda llegó a los trabajadores y campesinos. Somoza, por otro lado, puso llenar sus bolsillos un poco más.

Dadas las condiciones que se estaban desarrollando, si hubiera existido un genuino partido marxista, la revolución se podría haber desarrollando según las líneas más clásicas de los acontecimientos en Rusia en 1917, llevando al poder un régimen de democracia obrera, como un trampolín para el desarrollo de la revolución en Centro y Sud América y luego a los países avanzados e incluso a los EE.UU. Las tres condiciones objetivas de la revolución señalas por Lenín existían. La burguesía estaba dividida bajo la presión del movimiento de masas. Los sectores medios de la sociedad estaban cada vez más radicalizados e incorporados a la lucha como quedaba demostrado por las huelgas entre los profesores y los trabajadores de la salud. En el campo estaba en desarrollo un movimiento masivo y la clase obrera estaba dispuesta a luchar. Fue la falta de la cuarta condición, un partido marxista, lo que provocó que la revolución tomara una dirección distorsionada y de alguna manera peculiar.

En diciembre de 1974 un sector de la burguesía formó lo que llamaron un ‘frente amplio’, la Unión Democrática de Liberación, UDEL. Con ciertas organizaciones sindicales. Ante el desarrollo de la revolución el imperialismo norteamericano empezó a mirar caminos posibles para impedir una explosión y dio su respaldo a la UDEL como una posible alternativa ‘liberal’ a la dictadura.

El FSLN sandinista había llevado a cabo una serie de ataques guerrilleros durante este periodo que habían provocado una ola masiva de represión. Somoza calculó que los había aplastado y levantó el estado de emergencia en 1977. Sin embargo, antes que intimidar al movimiento, esta ola de represión provocó una enorme reacción. En noviembre de 1977, la UDEL publicó un manifiesto llamando a una ‘alternativa democrática’ a Somoza que incluiría al FSLN. EL llamado se publicó en el diario conservador, La Prensa, que era editado por el líder de la UDEL Chamorro. Como resultado Chamorro fue asesinado en 1978, La Revolución algunas veces necesita el látigo de la contra-revolución, este asesinato desató un movimiento nuevo y decisivo.

El derrocamiento de Somoza
La UDEL y los sindicatos llamaron a una huelga general coincidiendo con el funeral de Chamorro. Se estimó que participaron 120.000. Fue un punto de quiebre crucial de la revolución y por prmera vez tuvo lugar una movilización urbana generalizada. Esto aterrorizó a la burguesía que, hasta entonces, había dado su apoyo a la UDEL. Como resultado, en Julio de 1978, establecieron una nueva organización, el FAO, que se organizó con sectores de la burguesía y un ala del FSLN, los Terceristas. Esta desarrolló negociaciones con los EE.UU. para tratar de encontrar una solución ‘moderada’ a la crisis. El FSLN se retiró cuando se abrieron negociaciones con los EE.UU. El FAO entonces emprendió negociaciones directas con Somoza. La burguesía estaba desesperada para tratar de prevenir una explosión social. Como resultado de las negociaciones con Somoza, el FAO perdió la mayor parte de la influencia que había logrado entre las masas. Los eventos habían llevado a los trabajadores y campesinos más allá de la idea de una ‘conversación’ con el dictador odiado.

El FSLN había estado dirigiendo una lucha en el campo, y debido a la falta de una alternativa organizada, había desarrollado una reputación poderosa en las ciudades. Esto fue a pesar del hecho que era una pequeña organización de no más de 500 activistas armados en cualquier momento. Estaba dividido en tres fracciones que defendían diferentes ideas, pero dominado por la idea de la guerra de guerrillas, como sustituto al movimiento conciente de la clase obrera, con el apoyo de los campesinos pobres, para tomar el poder.

Para febrero de 1979, se había establecido una nueva organización que incluía a las tres fracciones del FSLN, algunos sindicatos y unos pocos grupos burgueses menores. Habiéndose visto previamente compelida a suspender la actividad militar, el marzo el FSLN unificado abrió una nueva ofensiva. El régimen estaba completamente aislado, contando solo con la Guardia Nacional para darle algún apoyo.

Irrumpió una explosión social masiva , y el FSLN entonces emitió un llamamiento a la movilización de las masas. El 10 de junio una huelga general espontánea estalló en Managua: Sectores de la Guardia Nacional trataron de imponerse pero fueron sobrepasados por el enorme movimiento que tuvo lugar. El régimen fue golpeado y derrocado. La Guardia nacional huyó, más tarde formaría la base de los ‘Contras’ de la actualidad.

Desde el exilio en Costa Rica, los lideres Sandinistas volvieron y anunciaron la formación de un gobierno provisional compuesto de tres Sandinistas y dos políticos burgueses. Marcharon hacia Managua y se encontraron colocados a la cabeza del movimiento. El gobierno provisional fue rebautizado como la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN)

Los Sandinistas
¡La maquinaria estatal burguesa había colapsado! Sin embargo, ¿qué la había reemplazado? ¿Y cuales son las perspectivas de la revolución nicaragüense? Con objeto de hacer más entendible la base de clase del estado que ha sido establecido, y responder las dos preguntas planteadas más arriba, primero que nada es necesario ver las ideas y la historia del FSLN.

A la luz de tal ascenso se ha implantado la impresión que los Sandinistas están llevando a cabo la revolución socialista. Desafortunadamente es su fallo en hacer eso exactamente lo que ahora pone la revolución en peligro. Sobre cualquier otra cosa, la revolución socialista consiste en un movimiento conciente del proletariado para tomar el poder en sus manos, a través del establecimiento de la democracia de los trabajadores, basada en la experiencia de la Comuna de París de 1871 y luego clarificada en la Revolución Rusa de 1917. Lenín resumió que tal estado descansaba en los siguientes fundamentos: la abolición del ejercito permanente y su reemplazo por el pueblo en armas, la elección de todos los oficiales sujetos a revocación en cualquier momento, todos los oficiales reciben el mismo salario que un obrero especializado, la participación popular en toda la administración y la rotación de los cargos directivos, con la gestión y el control de la sociedad por los Soviets, los consejos de trabajadores.

Un aparato de estado basado en estos fundamentos desafortunadamente no existe en Nicaragua en el presente. Más aún, el régimen, fue derrocado espontáneamente por un levantamiento desde abajo, antes que por un movimiento conciente del proletariado para tomar el poder. Dentro de este movimiento han sido inyectadas las ideas del guerrillerismo que han eclipsado especialmente el método de lucha proletario, debido al movimiento de guerrilla que tuvo lugar y a las ideas del FSLN. Así hemos visto el desarrollo de una revolución que ha carecido de la dirección decisiva del proletariado en forma conciente, e impregnado con las ideas falsas del guerrillerismo.

Compare esto con la revolución de Octubre en Rusia, que había sido preparada concientemente por los bolcheviques bajo la dirección de Lenín y Trotsky y donde el proletariado estaba imbuido con la perspectiva de la revolución internacional para asegurar el éxito de la revolución y permitir la construcción de una sociedad socialista.

En otras situaciones similares la revolución ha sido llevada adelante, pero de una manera distorsionada. En Cuba, por ejemplo, fue abolido el capitalismo pero en lugar de un régimen de democracia de los trabajadores, se estableció un estado burocrático totalitario de partido único. Un régimen que fue, y en menor medida todavía es hoy, enormemente popular, pero que no es una democracia de trabajadores. Sin embargo en Nicaragua, los Sandinistas nos han llevado a termino la revolución, en el sentido de derrocar el capitalismo, que sigue predominando en relación con la economía.

Así los Sandinistas se encontraron a la cabeza de un nuevo aparato de estado, y ¡permitieron que el capitalismo predominara en el mercado! ¡Que ha permitido el surgimiento de este fenómeno aparentemente curioso?

Desafortunadamente, la dirección del FSLN no ha aprendido de la experiencia de la Revolución Rusa ni de la clase obrera internacional. Trágicamente no han caído bajo la influencia del bolchevismo de Lenín y Trotsky sino que han recogido el manto del menchevismo. Porque en realidad ellos han aceptado la llamada teoría de las dos etapas. Mantienen la perspectiva que existe un ala ‘progresista’ del capitalismo, que con la caída de la dictadura sería necesario un periodo de desarrollo capitalista durante el cual ellos podrían compartir el poder con la burguesía. No tenían perspectiva de una revolución socialista. Para los Sandinistas es fundamentalmente un ‘asunto nacional’. Si esta perspectiva estaba condenada al fracaso, desde el punto de vista de la revolución socialista, en 1927, entonces ¿Cuánto más lo es hoy? Con el aumento de la monopolización del capitalismo y el desarrollo del mercado mundial, ninguna revolución o nación puede situarse fuera ni del mercado internacional ni, para una revolución exitosa, de su desarrollo a un nivel internacional. Desde el punto de vista del marxismo y de los intereses de la revolución mundial y de los de los trabajadores y campesinos nicaragüenses, el asunto no son las buenas intenciones o lo contrario de la dirección del FSLN. Su heroísmo no está en cuestión. El asunto es como obtener una victoria duradera para las masas en su conjunto.

La lucha Guerrillera
El FSLN remonta su historia hasta 1962, habiendo sido creado por Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomas Borge. Muchos de sus miembros fundadores fueron atraídos del PSN (Partido Socialista Nicaragüense) de orientación pro-Moscú, fundamentalmente porque estaban insatisfechos por la falta de una lucha seria o combativa empeñada contra la dictadura. Al mismo tiempo habían sido inspirados tremendamente por la revolución en Cuba. Fonseca se había reunido con Che Guevara en Cuba un año antes que el FSLN comenzara su campaña dentro de Nicaragua. Su estrategia inicial fue la de la clásica lucha de guerrillas en el campo. Tomando las armas esperaban ser capaces de desarrollar el conflicto hasta el punto donde, con la simpatía de la masas del campesinado, se pudiera obtener una victoria. Entre 1962 y 1967 se desarrollo esta lucha.

Este método era falso de principio a fin, especialmente dado el desarrollo industrial del país en los años precedentes. Con su puñado de miembros el FSLN trataba de sustituir con el foco un movimiento de las masas, especialmente en las ciudades. Si se hubiera basado en un movimiento de los trabajadores y un movimiento de los campesinos en el agro, y con un programa, perspectiva y partido marxista, la revolución podría haber resultado en una democracia de los trabajadores. Pero para los líderes del FSLN esas ideas eran un libro cerrado.

El marxismo siempre ha explicado que son los trabajadores industriales, organizados juntos en las fabricas y lugares de trabajo, que están obligados a luchar como una clase, los que juegan un papel decisivo en la revolución. Detrás de sus banderas, pueden ser atraídas otras capas explotadas, como los campesinos pobres, intelectuales, estudiantes y la pequeña burguesía urbana. Cualquier intento de sustituit este movimiento con una pequeña organización nunca puede resultar en el establecimiento de una democracia de trabajadores que es la base para la resolución de los problemas de la revolución democrática burguesa, mediante el desarrollo de la revolución socialista a un nivel internacional. Cualquier organización que intente sustituir a tal movimiento inevitablemente terminará aislada de las masas, echando así las semillas para una clica burocrática en un periodo posterior.

El marxismo se esfuerza por la máxima participación de la clase obrera y el campesinado. Sin embargo, al hacerlo, de ninguna manera rechaza la necesidad que las masas tomen las armas, incluyendo que el campesinado organice una guerra en el campo, lo cual en Nicaragua asumiría un papel crítico: pero siempre como un auxiliar a un movimiento en las ciudades. Los líderes Sandinistas, no obstante, veían el movimiento de las ciudades como un auxiliar, e incluso imaginaban que una organización relativamente pequeña conduciría esta lucha. La actitud del FSLN fue subrayada por Daniel Ortega cuando declaró, “Nosotros subestimábamos a las masas”. Así, incluso entre el campesinado, mientras desarrollaban una amplia simpatía y apoyo no se hizo ningún intento para construir un partido de masas.

Para 1970 el FSLN había sufrido fuertes derrotas y se vio forzado a suspender su actividad por un periodo. Esto llevó a una discusión abierta entre el FSLN. Se habían desarrollado tres claras tendencias una mayoría dirigida por Ortega, ‘Los terceristas’; la GPP (la guerra popular prolongada) bajo la dirección de Tomás Borge; y la más pequeña, ‘Tendencia Proletaria’ bajo la conducción de Jaime Wheelock.

Una clara mayoría favorecía alguna clase de guerra de guerrillas, aunque existían diferencias sobre que clase. Los ‘Terceristas’ estaban a favor de llevar la campaña a las ciudades siguiendo el ejemplo de los Tupamaros en Uruguay, después de lo cuál esperaban que la clase trabajadora los seguiría a ellos y su campaña de atentados. Pero tal campaña en el mejor de los casos reduciría el nivel de conciencia de los trabajadores, porque solamente la clase trabajadora puede llevar adelante su propia emancipación. ‘¿Para que tenemos que luchar si ellos lo harán por nosotros?’, sería la conclusión inevitablemente de esta posición. Los ‘Terceristas’ no hicieron ningún esfuerzo por construir un partido del proletariado en las ciudades. Al mismo tiempo, apoyaron una alianza con ciertos sectores de la burguesía nacional.

La GPP favorecía una larga lucha en el campo con ninguna referencia a las ciudades. La ‘Tendencia Proletaria’ defendía que el FSLN debía enraizarse en la clase trabajadora. Aunque esto significaba un paso hacia delante, carecían del programa necesario para hacerlo. En 1975, la ‘Tendencia Proletaria’ fue expulsada del FSLN. Fue con una clara mayoría que favorecía la lucha de guerrillas que el FSLN se encontró en el poder en 1979.

El carácter del estado
Con la desarticulación violenta del aparato de estado de Somoza el FSLN se transformó en el aparato de estado. La hipocresía del imperialismo de EE.UU. denunciando la ‘represión’ en Nicaragua ha sobrepasado todos los niveles, porque en realidad Nicaragua ha sido el estado más democrático en América Central desde la revolución en 1979. Las elecciones que tuvieron lugar en 1984 indicaron el abrumador respaldo que disfrutaba el FSLN. En cuatro días más del 80% de todos los mayores de 16 años de edad se había registrado para votar y entregado a Ortega más apoyo que el conseguido por Reagan el las elecciones presidenciales norteamericanas. No obstante el aparato de estado que había sido construido no permitiría que la gestión de la sociedad estuviera en manos de los trabajadores y de los campesinos pobres. En esencia una vez más se ha reducido a ‘nosotros lo haremos en vuestro nombre’. El aparato de estado se ha modelado según el de Cuba, y con ello, a pesar del tremendo entusiasmo que todavía existe por la revolución, sería un error pensar que una democracia de trabajadores genuina, que comienza a echar las bases de la construcción socialista de la sociedad, existe ahora en Nicaragua. Esto aplica tanto al aparato de estado como a las relaciones de propiedad. Más aún, en su curso actual, no es capaz de moverse en esa dirección.

El carácter del aparato de estado refleja al mismo FSLN. Como organización nunca tuvo las características de un partido de trabajadores sano. Era, y todavía sigue siendo, una organización fuertemente controlada que excluye las masas de trabajadores y campesinos de sus filas. Así en enero de 1981, casi dos años después de la revolución, apenas tenía 500 miembros. Esto aumento a 5.000 y nuevamente a 12.000. Incluso ahora la membresía es estrecha y limitada a unos pocos selectos, que reciben entrenamiento especial para designaciones gubernamentales. Los Sandinistas sostienen que las restricciones sobre la militancia han sido necesarias para prevenir la infiltración de contrarrevolucionarios y carreristas. Medidas de salvaguardia contra estas amenazas son claramente requeridas. Nos obstante, ha ocurrido exactamente lo contrario. Un partido con una militancia de masas, activa y sobretodo consciente es la manera de prevenir este desarrollo. Un partido con una membresía restringida, que como veremos no está controlado por la clase trabajadora, pavimentará el camino para un grupo privilegiado y en ascenso en la cúspide.

La naturaleza restrictiva del partido encuentra un reflejo adicional en el aparato de estado. Aquí el control y la gestión no están en manos de la clase trabajadora y el campesinado. En lugar de ello, toda dirección y decisión política está en las manos de la dirección del FSLN, específicamente el Directorio Nacional. Desde las elecciones el presidente ha tenido los mayores poderes concentrados en sus manos. Los Sandinistas señalan el desarrollo de organizaciones de masas de los sindicatos (CST), asociaciones de trabajadores rurales (ATC), el movimiento juvenil (MJ19) y sobre todo los Comités de Defensa (CDS) Sandinistas, como la base de control por las masas. El crecimiento explosivo de estas organizaciones después de la revolución es innegable e ilustra el apoyo a los Sandinistas y el entusiasmo por la revolución. Los CDS son 12.000 con una participación estimada de 500.000. Sin embargo, el poder no está en sus manos. Los CDS, es cierto, tienen una cierta autonomía sobre asuntos locales de carácter cotidiano. Pero tienen más bien el carácter de una correa de transición para pasar hacia abajo las decisiones para los líderes del FSLN. Al mismo tiempo actúan como caja de resonancia para ciertas consultas. No controlan ni determinan las políticas ni el gobierno está bajo su control. A menudo se señala que esta es la función de la Asamblea Nacional. Sin embargo, esta tiene poco poder efectivo, que está firmemente controlado en el llamado Directorio.

Este aparato no se compara de ninguna manera con la democracia soviética que existía después de la revolución rusa de 1917. Lenín y Trotsky lucharon contra cualquier desarrollo de carrerismo o burocracia, pero no impidiendo que los trabajadores entraran al partido. La militancia en el partido bolchevique explotó desde 8.000 en febrero a 240.000 en vísperas de la revolución de octubre. El partido Comunista de Rusia degeneró por las condiciones objetivas que se desarrollaron, más específicamente la derrota de la revolución mundial en la época. La forma soviética de gobierno no era comparable con los CDS en Nicaragua.

Los Soviets aconsejaban al gobierno y determinaban políticas a nivel nacional y local. Eran elegidos desde los lugares de trabajo, con delegados de los campesinos y soldados. Todos estaban sujetos a remoción en cualquier momento.

La economía sigue en manos privadas
Por contraste, el aparato de estado en Nicaragua, aunque popular, sigue teniendo las características de aquellos que emergieron en Cuba, China, Yugoslavia y otros, regimenes que en su atapa inicial gozaron de tremendo apoyo, pero no regimenes de democracia de trabajadores. Sin embargo, estos regimenes llevaron a cabo la abolición del latifundio y el capitalismo, dando así un paso adelante. Esto no ha sido realido por los Sandinistas. En Nicaragua la economía sigue en manos privadas.

Con la llegada de la revolución, la burguesia se pasó de manera abrumadora a los Contras, y está determinada a aplastar la revolución. Alguno de estos burgueses fueron incorporados al gobierno por los Sandinistas en las primeras etapas del movimiento. Arturo Cruz, líder del CND, fue incorporado realmente al gobierno en 1980. de hecho el apoyó la intervención norteamericana y denunció las elecciones como ‘no democráticas’. Los dos representantes burgueses originales en el Gobierno se pasaron a los contras casi inmediatamente. La burguesía nacional no aceptará el estado sandinista porque no es su estado. Esto a pesar de los intentos sandinistas de tranquilizarlos, producto de su creencia en la existencia del ‘ala progresista’ inexistente de la burguesia. Para la burguesía para gobernar necesita su propio aparato estado en el cuál confiar.
Los Sandinistas, al contrario de la creencia general, no han tomado sectores decisivos de la economía. Como explican ellos mismos en su programa, Pla de Lucha: “ Al mismo tiempo, tenemos el objetivo de regular la participación en el desarrollo de nuestro país del capital extranjero de otros estados y compañías privadas con la estructura de la economía mixta que ofrece lugar tanto para el funcionamiento de las empresas del sector de propiedad popular y a aquellas en manos de propietarios privados que corresponden al interés del desarrollo nacional...”. En realidad, esto ha significado que la clase capitalista sigue controlando la economía. Esto es así a pesar del hecho que la propiedad de Somoza fue nacionalizada: 168 fábricas, que significaban 25% de la planta industrial y empleaban 13.000 de un número total de 65.000 personas en el proletariado industrial. No obstante, eso todavía deja 60% de la economía en manos privadas. Así gigantes multi-nacionales como Exxon y General Mills fueron dejados intocados. De echo la JGRN decretó en su proclama número 3, que solo las finanzas, minería, pesca y todas las plantas pertenecientes a Somoza serían nacionalizadas. En relación con el sector agrícola, la propiedad privada ha sido aún más dominante. Eabier Garvstiaga, del ministerio de planificación sostuvo en 1981 que, “muy pocas personas comprenden que el 80% de la producción agrícola está en las manos del sector privado como es el 75% de la producción industrial.” Una exposición más detallada ilustra el punto todavía más: 72 de la producción de algodón, 53% del café, 58% del ganado y 51% de la producción de azúcar permanece en mano privadas. Algunos reclamarían que estas cifras dan un panorama distorsionado porque en el sector agrícola la mayoría de la tierra es poseída por pequeños propietarios rurales. Este reclamo una vez más no responde a la realidad. A pesar de un programa de distribución de tierra bastante amplio, los 200.000 pequeños granjeros solo tienen el 14% de la tierra. ¡La realidad es concreta!

Esta situación ha dejado a los Sandinistas en el peor de ambos mundos posibles. Han aterrorizado, o las masas han aterrorizado, a la burguesía, pero al dejar la economía en sus manos la han dejado abierta al sabotaje y al caos. La burguesía, junto con haber dado apoyo a los Contras, desde el comienzo de ha embarcado en un programa de desestabilización económica. Los capitalistas demostraron su gratitud por los masivos subsidios estatales y la reducción de los impuestos sobre las ganancias con un programa masivo de descapitalización y huelga sobre las inversiones. Así el sector público contribuyó con el 15% del PIN en 1977 y con 41% en 1980. Esto en parte se debió a algunas nacionalizaciones pero también a la reducción en el PIB por el sabotaje de la burguesía. La economía así está funcionando al 60% de su capacidad. Esto ha empeorado por la acumulación de una enorme deuda extranjera que para 1981 significó que el 40% de todos los ingresos por las exportaciones se destinaron al servicio de esta.

Después del derrocamiento de la dictadura de Somoza es claro que un partido marxista hubiera encontrado algunos problemas en un pequeño país atrasado como Nicaragua. Pero esto se ha hecho peor por la negativa del régimen Sandinista de tomar el control de las altas direcciones de la economía y establecer un plan estatal centralizado de producción bajo el control y gestión democrático de los trabajadores. Por otro lado ellos han reforzado los problemas y fortalecido la mano del imperialismo norteamericano al rehusar tratar de extender la revolución a través de los estados de Centro y Sur América y establecer una Federación Socialista de Estados de Centro y Sur América, lo que sería el único camino de resolver los problemas y desarrollar una sociedad socialista en países como Nicaragua.

El papel de Moscú
Los dirigentes Sandinistas ven la cuestión como un ‘asunto nacional’. ¡El imperialismo no! Así Tomar Borge declaró el 1° de mayo de 1982, “Con la victoria de la revolución empieza una nueva fase. Es necesario unir los estrato más amplios que sea posible de la sociedad nicaragüense para enfrentar al enemigo común de todos los nicaragüenses, que es imperialismo norteamericano. Esta nueva etapa después de la victoria, pone los énfasis principales en la defensa de la nación, en la lucha por hacer respetar nuestra soberanía nacional, en el derecho a la autodeterminación y la necesidad de unir a todos los nicaragüenses patriotas para enfrentar un enemigo enorme y cruel. “Todos los marxistas apoyan el derecho a la autodeterminación y se oponen a la amenaza del imperialismo. Estas tareas, sin embargo, no se cumplirán negándose a llamar a los trabajadores y a las masas explotadas de Norte y Sur América. No será echo acudiendo a la burguesía nacional que está apoyando a los Contras y desestabilizando la economía.

La pregunta claramente planteada es porqué el FSLN se ha negado a adoptar las medidas necesarias y completado la revolución, aunque sea de modo distorsionado. Como ya explicamos, en parte esto se debe a la comprensión enteramente falsa de la dirección del FSLN en relación al papel de la ‘burguesía nacional’. Pero esta en si mismo es un reflejo de la influencia de la burocracia de Moscú que ha jugado un papel decisivo en frenar la revolución. De hecho, en cierto momento los líderes Sandinistas estaban dispuestos a abolir el capitalismo y el latifundio, aunque de forma distorsionada, pero la burocracia estalinista los frenó. La burocracia estalinista en Moscú ha abandonado completamente cualquier perspectiva de revolución mundial, de hecho temen sus desarrollos. Porque el despliegue de la revolución mundial y el establecimiento de genuinas democracias de trabajadores inevitablemente actuaría como un polo de atracción a los trabajadores de los estados estalinistas. Desencadenaría convulsiones que no se orientarían en el sentido de la restauración del capitalismo sino que anunciarían la revolución política y la restauración de la democracia de los trabajadores en la URSS y su establecimiento en Europa del este, China y otros estados obreros deformados. Este proceso significaría el derrocamiento de la misma burocracia.

Por lo tanto a escala mundial, han buscado llegar a un acuerdo con las potencias imperialistas y se han opuesto a cualquier desarrollo de la revolución, incluso en una forma distorsionada, que podría alterar el equilibrio. Así, han presionado para impedir que se complete la revolución social en Nicaragua debido al afecto que tendría en toda el área, y como consecuencia dañaría los intereses del imperialismo Norteamericano. El mismo proceso pudo verse en relación a Cuba. La camarilla burocrática de Moscú no quería la revolución. Mas aun ni el Che Guevara, ni Fidel Castro, tenían ninguna perspectiva de una revolución ‘socialista’ antes de su llegada al poder. Ellos se vieron obligados a llevar adelante la revolución social, debido a la situación objetiva en que se encontraron, parcialmente debido a la presión de las masas y también por causa del bloqueo del imperialismo norteamericano que controlaba el 90% de la economía. La burocracia estalinista se vio así ante una situación de hecho, ante la cual no tenia alternativa, salvo aceptarla. Cuba fue entonces ‘traida a la familia’ con objeto de dirigirla y controlar la situación.
El papel de Moscú en la contención de la revolución nicaragüense puede verse claramente en la visita de Ortega en abril de 1985, para solicitar armas y apoyo para completar la revolución. Retorno con las manos vacías, salvo por 200 millones de dólares que exactamente lo que recibió de países de la comunidad económica europea. El Kremlin sobretodo estaba tratando de mantener el ‘equilibrio’ en la región. Como señalo el diario británico The Times, “el Kremlin no esta ansioso de ser arrastrado cerca de una guerra en la proximidad de Estados Unidos en Centroamérica”. Cuando se declaro el estado de emergencia en noviembre de 1984 para responder a la amenaza de intervención de EE.UU, el mismo periódico informo “...un pequeño numero de modelos viejos de MiGs supuestamente destinados para Nicaragua han permanecido en Cuba, embargados por el dr. Castro” Esta presión fue llevada a cabo principalmente a través de la agencia de la Habana, que impulso a los Sandinistas a contener la revolución. Hablando en Nicaragua el 11 de enero de 1985 Castro apoyo la “economía mixta”: “Ayer tuvimos la oportunidad de escuchar el discurso del camarada Ortega, yo debo felicitarlo por él. Fue serio y responsable. Explico las metas del Frente Sandinista en cad sector, a favor de una economía mixta y pluralismo político, e incluso una ley de inversión extranjera... Se que hay lugar dentro de vuestra concepción de una economía mixta. Pueden tener una economía capitalista. Lo que indudablemente no tendrán, y esa es la cosa mas importante, es un gobierno al servicio de los capitalistas”. ¡Difícilmente una perspectiva para la revolución socialista!

Estos comentarios indican claramente le freno que las burocracias de Cuba y Moscú han aplicado a la revolución. Los dirigentes sandinistas han estado dispuestos a aceptarlo, por que desafortunadamente carecen de una comprensión sobre el carácter de la revolución y no tiene una perspectiva o programa para la revolución mundial. Potencialmente su programa y método pondrán a la misma revolución en peligro.

Las perspectivas para la revolución
La revolución nicaragüense está bajo amenazas en dos frentes. Por un lado las perspectivas de intervención militar de los EEUU han sido muy reales. Por el otro está la guerra de la Contra y los intentos de los burgueses de desestabilizar a los Sandinistas con la perspectiva de derrocarlos. A pesar de la negativa de los Sandinistas de nacionalizar la economía la burguesía y el imperialismo norteamericano no aceptan que continúe la existencia del estado Sandinista. Esta posición ‘a medio camino’ ha durado por más de siete años y puede mantenerse por más tiempo pero no continuar indefinidamente.

Ha habido dos cuestiones que han prevenido al imperialismo de EEUU de la intervención directa. En primer lugar las repercusiones en toda Centro y Sur América, en segundo lugar frente a esta perspectiva los Sandinistas les ayudado manteniendo la revolución bajo control.

Si el imperialismo hubiera intervenido habría desencadenado un movimiento masivo en todo el continente. Se habrían producido manifestaciones multitudinarias, en Brasil, Argentina, Chile, Perú, Bolivia etc. Embajadas norteamericanas, junto con inversiones de EEUU, habrían ardido hasta el suelo. En este sentido habría dado un ímpetu al a la revolución en todo el continente. Por esta razón se han contenido. En el largo plazo una intervención no resolvería los problemas del imperialismo norteamericano. En el corto plazo habría apagado ‘el ejemplo’ que Nicaragua ha dado a los trabajadores y jóvenes en las Americas del Sur. Es elemental que si los EEUU intervinieran, lo que es una posibilidad, los marxistas deberían luchar contra ello, explicando la política, el programa y la manera más adecuada de combatirlo. Sin embargo ellos encontrarían una enorme resistencia y en realidad sería una guerra imposible de ganar mirado a largo plazo. The Times resumió correctamente la situación: “Cuando más o menos 500 guerrilleros Sandinistas duros derrocaron al régimen de Somoza en Nicaragua, pistolas oxidadas, escopetas y rifle deportivos eran las armas más habituales en su improvisado arsenal. Su triunfo sobre fuerzas mucho mejor equipadas de tamaño más o menos igual, fue un testimonio impresionante de lo que se puede conseguir con compromiso y coraje. Y el peor error que Washington podría cometer, en su campaña implacable contra los Sandinistas es pensar o dudar que los jóvenes entusiasmados que la semana pasada gritaban ‘no pasaran’ están completamente decididos a defender su país contra incluso contra los peores pronósticos.”

Los Sandinistas tienen más de 150.000 personas en armas, incluyendo las milicias que han sido organizadas. Sería una lucha sangrienta, pero una vez decidido este curso de acción, el imperialismo norteamericano no tendría otra alternativa salvo ir hasta su conclusión. Esto puede significar bombardeos masivos, por ejemplo como los que fueron llevados a cabo en Vietnam o Kampuchea donde un impresionante 10% de la población fue borrada. Sin embargo, después de un tiempo, las fuyerzas norteamericanas tendrían éxito ocupando las ciudades. Esto sería una victoria pírrica. La juventud se iría al campo y el ejercito norteamericano estaría bajo sitio permanente por la masas de la población, sin perspectiva de una victoria definitiva. Un desarrollo así llevaría inevitablemente a la desmoralización después de un periodo. El apoyo inicial a ala guerra que el imperialismo norteamericano sería capaz de conseguir se transformaría en su contrario después de un tiempo. En este sentido se podría desarrollar un movimiento similar al que ocurrió cuando la guerra de Vietnam. El ejercito dentro de Nicaragua, con desmoralización, abuso de drogas, alcoholismo etc. Comenzaría a desintegrarse como ocurrió en Vietnam. Se plantearía la retirada de las fuerzas de ocupación y junto con su derrota y una nueva victoria para los Sandinistas esta vez, después de tal experiencia, el establecimiento de un régimen similar al de Cuba, completando la revolución social, aunque de manera distorsionada.

Aparentemente el imperialismo norteamericano ha retrocedido ante una intervención militar en esta etapa, por temor a las consecuencias. No obstante, la intervención norteamericana no es el único peligro que enfrenta la revolución nicaragüense. La burguesía espera que el apoyo del que disfrutan los Sandinistas será erosionado como consecuencia de las frustraciones e insatisfacciones debidas a la crisis económica y los desabastecimientos etc. Con la insatisfacción en desarrollo, ellos esperan dividir a los Sandinistas, posiblemente usando a la iglesia alrededor de figuras como el obispo Obando, y entonces introducir sectores de los Contras al gobierno, volcar el aparato de estado existente y reemplazarlo con el propio. La situación económica que se ha producido ciertamente da a la burguesía algún piso para desarrollar esta perspectiva.

Dado el apoyo actual que disfrutan los Sandinistas, los Contras solos no pueden derrocar al régimen. Informes recientes han indicado una caída en picado de la moral de los Contras. La recientes inyecciuones de ayuda de los EEUU les permitirán continuar, pero sin desafiar directamente al FSLN, que sigue disfrutando del apoyo de la mayoría de las masas dentro de Nicaragua. De acuerdo con Alfonso Robel de la derechistas Oposición Nicaragüense Unida (una fracción de los Contras), de los 23.000 miembros que reclaman solo 6 ó 7.000 están activos. En el Sur, la ARDE (Alianza Revolucionaria Democrática), está reducida a 3.000 combatientes y masa al sur el infame comandante del FDN, El Negro, ha quedado con apenas veinte combatientes. La base de los Sandinistas, por lo tanto, tiene que ser erosionada. Este es una de las razones por las cuales la burguesía ha asegurado que el sabotaje económico es lo más efectivo.
Las medidas que ellos y el imperialismo norteamericano han tomado sin duda han sido efectivas. Junto con el desplome de los precios mundiales de las commodities[1] han tenido un efecto devastador, hasta un nivel que podría haber sido prevenido, si los Sandinistas hubieran tomado el control de los centros de dirección de la economía y establecido un plan estatal democrático de producción. Las condiciones de vida han caído dramáticamente con la economía con su peor desempeño cada año desde 1984 cuando se la compara con la situación anterior a 1979. La inflación ahora llega al 400%, la más alta de ninguna contabilizada bajo la dictadura de Somoza. Se ha desarrollado un enorme mercado negro del cual se supone que actualmente viven directamente 130.000 personas. El desempleo es más alto que bajo la dictadura de Somoza. La situación ha provocado una avalancha de huelgas e incluso motines por alimentos en Managua. Como resultado el gobierno introdujo un estado de emergencia, bajo la excusa de la amenaza de la intervención de EEUU y prohibió todas las huelgas, con proclamas del gobierno atacando los ‘excesos’ de los trabajadores. La dirección del FSLN señala el hecho que ellos están forzados a gastar el 40% del PIB en el ejercito, para preparase para una intervención de los EEUU. Los marxistas no les criticarían por eso. Pero con un plan de producción estarían disponibles más recursos y con la creación de un estado de democracia de los trabajadores genuino cualquier sacrificio que fuera necesario sería aceptado por el proletariado en interés de su gobierno como, por ejemplo, quedó demostrado en la Rusia post revolucionaria.

En Nicaragua, ya se está desarrollando un cierto escepticismo que queda reflejado en los periodicos del FSLN y en las publicaciones sindicales. Han aparecido cartas preguntando ¿Porqué no nos escuchan?. Los Sandinistas siguen teniendo un apoyo enorme pero el disenso e incluso la oposición ha comenzado a desarrollarse. La principal razón porqué no se ha desarrollado más es la amenaza de intervención norteamericana, que paradójicamente ha parado el desarrollo de más descontento contra las insuficiencias de los Sandinistas. Sin embargo, esta situación no puede desarrollarse indefinidamente.

Los indígenas Miskito
Algunos adherentes del FSLN sostienen que si ellos hubieran completado la revolución social hubieran provocado la intervención del imperialismo norteamericano. Pero todas las concesiones hechas por los Sandinistas no han disminuido la determinación del imperialismo de derrocarlos. A este respecto la experiencia de la revolución rusa es esencial para el movimiento internacional de los trabajadores. Veintiún ejércitos de las potencias imperialistas intervinieron para tratar de aplastar la revolución. Fueron puestos en retirada por el Ejercito Rojo bajo la conducción de Trotsky, en no pequeña medida debido a la actitud de los bolcheviques hacia la revolución mundial. Ellos se dirigieron a los trabajadores de Europa y llamaron a los soldados rasos de los ejércitos de intervención con métodos de clase. Acercándose a la cuestión de esta manera forzaron a la retirada de las potencias imperiales después que vieron que los soldados se volcaban su apoyo hacia la revolución. Si los Sandinistas hubieran adoptado una aproximación marxista hacia la revolución con la expropiación de los centro de control de la economía, la extensión de la revolución a través de Centro América y un llamado de clase a los trabajadores y soldados norteamericanos, hubieran asegurado la derrota del imperialismo norteamericano.

La posición no-marxista de la dirección Sandinista también ha quedado demostrada en relación con la política adoptada hacia los indígenas Miskito que ha costado al FSLN enormemente en términos de apoyo. Miles de ellos podrían haber sido reclutados como los más decididos luchadores contra el imperialismo, si el FSLN hubiera estado dispuesto a garantizarles derechos de autonomía como estaban solicitando. Si lo hubieran hecho podrían haber ganado la confianza de este sector de las masas y entonces dentro del contexto de una economía socialista democráticamente planificada podrían haberles garantizado derechos lingüísticos y culturales, e integrarlos en la revolución, en otras palabras, adoptando la actitud de Lenin y Trotsky hacia las minorías nacionales. El no hacerlo llevó a miles de ellos a los brazos de los Contras contrarrevolucionarios.

Alrededor de 80.000 indígenas viven en la Costa Ese, la mayoría en el Noreste virtualmente como los únicos habitantes. La negativa de garantizarles o ofrecerles alguna autonomía fue seguida luego por esquemas de reasentamientos masivos forzados. En 1982 10.000 fueron sacados por la fuerza de sus poblados a lo largo del río Coco por los Sandinistas, que creían que una base de la Contra existía en el área. Los Contras habían ganado una cierta base entre ellos ofreciéndoles autonomía. Los programas de reasentamiento fueron llevados adelante implacablemente sin ninguna sensibilidad. El poblado de Salan en el río Coco fue un caso típico. Tenía una población de 1.500. Fue ‘evacuado’ y luego quemado hasta los cimientos.

Es cierto que después de haber tenido experiencia de primera mano con los Contras, mucho los han abandonado. De acuerdo con un informe 30.000 han vuelto a Nicaragua desde Honduras y otras bases usadas por los Contras. De todas maneras es una indicación de los métodos y políticas erróneas adoptados por los Sandinistas.

Como hemos explicado en este artículo, la única manera de derrotar la amenaza de la contrarrevolución es completando la revolución, esto es decir, el derrocamiento del capitalismo y el establecimiento de una democracia de trabajadores. Cualquier retraso sólo dará a laburguesía la oportunidad de preparar y organizar la reacción. El establecimiento de una democracia de trabajadores en un pequeño país como Costa Rica no llevará inmediatamente a una sociedad socialista. Esto sería imposible dadas la escasez y el atraso que existe y necesita ser superado. Para cumplir una tarea así sería necesaria la revolución de carácter socialista en por lo menos algunos de los países capitalistas avanzados, o alternativamente la revolución política en los estados estalinistas. La victoria de la clase trabajadora en un pequeño país como Nicaragua no puede completar la revolución mundial. Sin embargo la puede empezar. Porque el establecimiento de una democracia de trabajadores incluso en un pequeño país puede detonar un movimiento y actuar como un polo de atracción en los países más avanzados de Sudamérica. Y una victoria en cualquiera de esos países cambiaría toda la situación internacional y anunciaría el derrocamiento del capitalismo y el estalinismo. Es en este contexto que puede verse la importancia crucial de que el proletariado adopte un programa marxista en estos países pequeños y las lecciones de la revolución nicaragüense.
Noviembre de 1986.

[1] Mercaderías con bajo valor agregado, generalmente materias primas o insumos agrícolas. (Ndt)
* La traducción al español es nuestra.