Trotsky, su tarea más importante.
Patricio Guzmán Socialismo Revolucionario,
CIT en Chile, agosto 2007.
Bajo la conducción corrompida del estalinismo, la III Internacional solo había servido para sumar derrota tras derrota para la clase obrera (derrota de la primera revolución en China, subida al poder del nazismo en Alemania, consolidación de un estado totalitario en la propia URSS), y había sembrado la confusión generalizada al retomar una política de colaboración de clases propia de la socialdemocracia y el menchevismo (formación de los Frentes Populares y luego el pacto con Hitler), El ascenso del nazismo al poder, sin resistencia de parte del PC Alemán con millones de militantes y simpatizantes, y sin que sus dirigentes reconocieran los errores de su línea política suicida del llamado “Tercer Periodo”, fue la demostración que la III Internacional, al igual que la II desde la primera guerra mundial, ya no se podía enderezar.
Desde entonces la lucha de Trotsky giró en torno a sentar las bases para construir la IV Internacional y dotarla de bases programáticas sólidas. El método de transición que para él sintetizaba el aporte del bolchevismo, a la superación de la dicotomía entre el programa mínimo y el programa máximo de la socialdemocracia en su mejor época. En palabras del propio dirigente revolucionario, en El Programa de Transición: “Es necesario ayudar a las masas, en el proceso de la lucha cotidiana, a encontrar el puente entre sus reivindicaciones actuales y el programa socialista de la revolución. Este puente debe contener un sistema de reivindicaciones transitorias, que partan de las condiciones actuales y de la actual conciencia de amplias capas de la clase obrera y conduzcan invariablemente a un solo resultado final: la conquista del poder por el proletariado.”
Cuando millares de cuadros del bolchevismo, habían sido asesinados físicamente en la URSS y en el resto del mundo, por los estalinistas y los fascistas. León Trotsky consideró que era vital asegurar el hilo de la continuidad entre la generación de octubre y los nuevos militantes revolucionarios, al punto que pensaba que esa era la tarea más importante que había tenido en su vida.
La Cuarta Internacional nació, en 1938, en condiciones muy difíciles, en medio de una marejada contrarrevolucionaria, cuando la segunda guerra mundial ya se anunciaba en el horizonte, y agrupando apenas puñados de militantes que habían resistido al estalinismo. Algunos consideran que la proclamación de la IV Internacional fue un error. Pero como afirma Peter Taffee: “Esto solamente podría ser considerado un “error” si no se toma en consideración lo que representaba para Trotsky, incluyendo su momento histórico. Trotsky esperaba que de la Segunda Guerra Mundial surgiera una ola revolucionaria – lo que efectivamente tuvo lugar en Europa durante el periodo de 1943 a 1947 – que llevaría a divisiones de las viejas internacionales, sentando las bases, de ese modo, para la creación de partidos y una Cuarta Internacional de masas. Esto no sucedió completamente así, porque la socialdemocracia y el estalinismo salvaron el capitalismo, entrando en gobiernos de coalición en Europa Occidental, particularmente en Francia e Italia, así como a través del gobierno laborista en Gran Bretaña en 1945-51. Estas fueron las precondiciones políticas para el boom económico de post guerra que introdujo una cierta estabilidad en el mundo capitalista”. Trotsky no había previsto que ambos, Estalinismo y Socialdemocracia, saldrían fortalecidos de la segunda guerra mundial. Especialmente el Estalinismo por su rol en la derrota del Fascismo y en la victoria en la segunda guerra mundial.
Ciertamente, los ritmos no se realizaron como el revolucionario ruso esperaba, pero sus más importantes análisis y pronósticos se vieron confirmados por la realidad, bajo el poder burocrático al interior de la URSS las contradicciones sin solución, económicas y políticas, eventualmente provocaron su implosión en 1991. La burocracia enfrentada con esta implosión eligió abandonar la economía planificada y fue instrumental en el reestablecimiento del capitalismo, una posibilidad que Trostky planteó en su trabajo monumental “La Revolución Traicionada”.
El capitalismo global solo asegura calamidades al mundo, la única salida es el socialismo, la economía planificada, la colectiva, bajo la gestión democrática de los trabajadores. Y para llevar a cabo la gigantesca transformación se necesita una herramienta apropiada; el partido mundial de la revolución socialista, la Internacional de los Trabajadores.
El Comité por una Internacional de Trabajadores, con organizaciones en los cinco continentes, representa una continuidad de esta lucha por la Internacional Revolucionaria que en su momento emprendiera León Trotsky y los puñados de cuadros que se agruparon con él bajo las banderas del marxismo revolucionario.
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